?Adi¨®s combustibles f¨®siles, hola renovables!
Nuestra sociedad moderna ha tenido que pasar por 28 de estas Conferencias para, por fin, en un hecho hist¨®rico, llamar las cosas por su nombre
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Cada vez hay m¨¢s evidencia cient¨ªfica de las condiciones clim¨¢ticas que llevaron al colapso de la civilizaci¨®n maya hace 1200 a?os, justo cuando se encontraban en la c¨²spide de su desarrollo. El gran crecimiento poblacional, que requer¨ªa un uso indiscriminado de recursos naturales, deriv¨® en per¨ªodos severos de sequ¨ªa y degradaci¨®n de los suelos y, por ende, en inseguridad alimentaria. El sistema de Gobierno no pudo sostenerse. Las poblaciones migraron. Nos quedan apenas las ruinas arqueol¨®gicas para imaginar c¨®mo fue el esplendor de su cultura; y tambi¨¦n una lecci¨®n de historia que aprender.
Un grupo de cient¨ªficos de todo el mundo lleva m¨¢s de 30 a?os reuniendo evidencias de que las actividades humanas (como transporte, energ¨ªa, industria y uso del suelo) son las causantes directas del cambio clim¨¢tico y de que tenemos una serie de l¨ªmites planetarios que, de cruzarse, pueden ser potencialmente catastr¨®ficos e irreversibles.
Personalmente, llev¨® varios a?os participando en las Conferencias de Naciones Unidas sobre el Cambio Clim¨¢tico (las COP como les dicen en corto) y tuve la responsabilidad de ser negociadora por mi pa¨ªs, Colombia, cuando se adopt¨® el Acuerdo de Par¨ªs. All¨ª hice parte del dise?o del sistema de evaluaci¨®n de sus metas, tambi¨¦n conocido como Balance Mundial. Y este a?o, estuve en Dub¨¢i presenciando la primera de estas evaluaciones en la COP28.
En cierto sentido, las naciones del mundo reprobaron el examen del Acuerdo de Par¨ªs, puesto que los compromisos y las acciones que se han llevado a cabo a la fecha, no son suficientes para evitar esos cambios clim¨¢ticos catastr¨®ficos. No hace falta buscar muy lejos en cualquier peri¨®dico del mundo para encontrar noticias de tormentas y huracanes devastadores, periodos de lluvias o sequ¨ªas nunca antes vistos, incluso este a?o ha sido ya catalogado como el m¨¢s caliente del que se tiene registro.
A diferencia de los mayas, que no pudieron entender las se?ales de cambio ni actuar al respecto, nuestra sociedad moderna ha tenido que pasar por 28 de estas Conferencias para, por fin, en un hecho hist¨®rico, llamar las cosas por su nombre, identificar y aceptar responsabilidades y buscar encauzar los cambios por d¨®nde debe ser. Es decir, transformar nuestros sistemas energ¨¦ticos y de transporte; detener y revertir la deforestaci¨®n; y fortalecer la resiliencia ante los impactos del cambio clim¨¢tico de los sectores del agua, la agricultura, los sistemas alimentarios, la salud, los ecosistemas, la infraestructura y la herencia cultural.
Desmenucemos la idea de transformar nuestros sistemas energ¨¦ticos y de transporte, y la raz¨®n por la que esto se considera una victoria hist¨®rica. Los representantes de la industria petrolera llevan d¨¦cadas desviando, con un ¨¦xito rotundo, la atenci¨®n p¨²blica de su culpa directa ante el cambio clim¨¢tico.
Esta COP tuvo lugar en el coraz¨®n de la producci¨®n petrolera de Medio Oriente, con un presidente de las conferencias que tambi¨¦n es el director ejecutivo de la doceava empresa con mayor producci¨®n de petr¨®leo del mundo, y que fue sujeto a m¨²ltiples controversias medi¨¢ticas. Y a¨²n as¨ª, pese a ese cabildeo petrolero liderado por Arabia Saudita, pese a estar en esa regi¨®n del mundo llena de negociadores obstruccionistas y negacionistas, pese a los intereses de otras grandes potencias econ¨®micas que siempre buscan el menor denominador com¨²n en acci¨®n clim¨¢tica como Estados Unidos o China, pese al presidente de la COP, la se?al es inequ¨ªvoca: todos los pa¨ªses del mundo se comprometieron a dejar atr¨¢s a los combustibles f¨®siles y a sustituirlos triplicando las energ¨ªas renovables y duplicando la eficiencia energ¨¦tica; lo cual est¨¢ atado a reducciones de emisiones profundas, r¨¢pidas y sostenidas de 43% a 2030, de 60% a 2035, buscando alcanzar la carbono neutralidad a 2050. Estos son los cimientos de una transici¨®n imparable, lejos de los combustibles f¨®siles.
Fue una batalla sin tregua en la que una alianza progresista liderada por los pa¨ªses insulares, la Uni¨®n Europea y algunos pa¨ªses latinoamericanos con la vocer¨ªa de Colombia defendieron un futuro seguro para la humanidad con esfuerzos francamente heroicos.
Para nuestra Am¨¦rica Latina, as¨ª como para otras regiones del mundo, cumplir con los compromisos adquiridos en la COP28 va a significar un reto transformacional enorme. Uno que requerir¨¢ un acompa?amiento de flujos de financiamiento e inversiones de billones de d¨®lares anuales, particularmente de los pa¨ªses ricos hacia el mundo en desarrollo, dando fe de sus propias obligaciones financieras. Uno que debe traducirse en planes nacionales de acci¨®n y compromisos renovados ante Naciones Unidas. Uno para el que nuestra regi¨®n tiene una ligera ventaja comparativa, al contar con m¨¢s del 60% de nuestros sistemas energ¨¦ticos basados en energ¨ªa renovable, pero que igual deber¨¢ incrementar hasta llegar al 100%. Uno que deber¨¢ ocurrir, adem¨¢s, escuchando e integrando las voces de las comunidades, las voces de los pueblos ind¨ªgenas, las voces de sectores desfavorecidos que podr¨ªan beneficiarse de una mayor democracia energ¨¦tica. Al final del d¨ªa, esta transici¨®n es una oportunidad, como pocas, para atender un problema global con justicia y equidad.
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