Este sol invita a enamorarse, pero de qui¨¦n
La nueva novela de Manuel Vilas, ¡®Los besos¡¯, gira en torno al redescubrimiento de la sensualidad y de su poder bals¨¢mico en un momento de amenaza e incertidumbre. ¡®Babelia¡¯ adelanta sus primeras p¨¢ginas pocos d¨ªas antes de su publicaci¨®n.
1
Tengo que marcharme de Madrid, a la b¨²squeda de ¨¢rboles, p¨¢jaros, senderos, bosques, r¨ªos, monta?as.
?Qu¨¦ demonios se cierne sobre el mundo? ?Es importante? ?Es mort¨ªfero? ?Es inquina de la naturaleza? ?Es destrucci¨®n? ?Es tan solo una peque?a molestia en el camino hacia la libertad y la verdad, hacia un ser humano m¨¢s perfecto? ?Es una enfermedad como tantas otras? Se cierne un hurac¨¢n de criaturas invisibles, no son estrellas, no son meteoritos, no son bombas at¨®micas.
?Es pasajero?
?Es grave?
?Es universal?
?No se hab¨ªa muerto la historia, es decir, los acontecimientos de car¨¢cter planetario?
?Habr¨¢ belleza?
Estoy tan asustado como agradecido, agradecimiento al azar, al hermoso y tembloroso azar, rey de las cosas sin que ¨¦l lo sepa. Nosotros le otorgamos ese trono y ¨¦l ni siquiera se sienta en dicho trono, pues se queda durmiendo en los laureles todo el santo d¨ªa, ajeno a su reino, macer¨¢ndose en las nubes, en su indolencia inescrutable.
Tengo que marcharme de Madrid, hacia un lugar bello. Cierro ventanas. Cierra todas las ventanas, me digo a m¨ª mismo. Oye las bisagras, oye la acci¨®n de las cremonas, echa las persianas, desp¨ªdete.
Cierro luces, cojo una maleta, dos maletas, mejor, unos libros. ?Qu¨¦ meter en las maletas? ?Meter el universo en dos maletas? Tendr¨ªa que llamar a alguien, pero soy hijo ¨²nico, y mis padres ya no viven, sigo cerrando ventanas.
Me acabo de jubilar y tengo menos de sesenta a?os, dos a?os menos. Una de las ventajas de trabajar en la ense?anza media es que te puedes jubilar a los sesenta si has cotizado durante treinta a?os. Ya no hay vejez en la jubilaci¨®n, al menos en la m¨ªa, ese es un paso hacia delante, pero hacia d¨®nde, ?d¨®nde es delante?
?Qu¨¦ es la vejez?
Un d¨ªa antes de que se decretara la cuarentena me sub¨ª a mi coche y sal¨ª huyendo de Madrid. Las carreteras comenzaban a vaciarse. Yo notaba ese proceso, e incluso lo contemplaba con alg¨²n tipo de enardecimiento. Parec¨ªa que la madre Tierra recobraba sus territorios, hab¨ªa una presencia de fuerzas primitivas, involuntarias, an¨®nimas, desconocidas.
Hab¨ªa una gran belleza en esas fuerzas casi sobrenaturales, y pens¨¦ en mi alma, en que ojal¨¢ pueda ver mi alma alguna vez en esta existencia.
Antes de desaparecer del planeta, todo ser humano tendr¨ªa que tener derecho, un derecho de naturaleza pol¨ªtica, a ver su alma, porque sin alma poco somos.
El aire y el sol eran los de siempre, pero sin embargo acog¨ªan un perfil diferente, tal vez porque las cosas siempre son y ser¨¢n una percepci¨®n y jam¨¢s objetos apacibles y concluidos.
S¨ª, los seres humanos y sus existencias y sus presencias contundentes se marchaban del mundo, se difuminaban m¨¢s bien. Era como una retirada de los ej¨¦rcitos de la vida, de la alegr¨ªa, de la luz, de la fiesta.
Tuve la sospecha de que el fracaso y el ¨¦xito se iban a igualar. Iba a ser indistinguible el uno del otro. Porque el ¨¦xito es social. Y el confinamiento es una reclusi¨®n.
Se cern¨ªa la c¨¢rcel sobre justos y pecadores, por decirlo con notoriedad b¨ªblica. Me embriaga la dimensi¨®n c¨®smica de la cat¨¢strofe que se cern¨ªa sobre la vida.
Pens¨¦ en los muertos.
No los que iban a morir, sino aquellos que ya estaban muertos, aquellos que murieron en a?os anteriores, en el 2015, o en el 16, o en el 17, o en el 18. ?No deber¨ªan regresar a la vida para ver este espect¨¢culo de irrealidad de la civilizaci¨®n?
No era justo que se perdiesen todas estas novedades planetarias. Porque perderte los acontecimientos universales es una fatalidad, es como quien se pierde los d¨ªas de fiesta de la humanidad.
2
El virus parec¨ªa un reci¨¦n nacido acerc¨¢ndose a la Tierra, as¨ª vi yo el virus, como en el final de la pel¨ªcula 2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick.
Una pregunta me provocaba una sonrisa ir¨®nica: ?el dinero iba a perder realidad? Nadie ha conocido la vida sin la presencia del dinero. Ni siquiera aquellos que tienen millones y millones de d¨®lares o de euros pueden pagar por hacer realidad un sue?o como el mundo sin dinero. Este argumento avala que la vida humana tiende a la comedia, lo ¨²nico que no es comedia es el amor entre dos seres humanos.
Si el dinero se vuelve irreal, la civilizaci¨®n se tambalea, porque ricos y pobres se funden y se igualan
Por tanto, ?de qu¨¦ sirve el dinero en un mundo sin camareros y sin empleados y sin funcionarios que consoliden la idea de Estado? Si el dinero se vuelve irreal, la civilizaci¨®n se tambalea, porque ricos y pobres se funden y se igualan. Hasta podr¨ªan enamorarse entre ellos. Nadie ha vivido sin la presencia del dinero, tan vieja como la presencia de un dios, lo cual invita a pensar si ambas cosas no son la misma.
Lo son, son la misma, y es un prodigio, un gran don de la inteligencia, ese duro matrimonio entre Dios y el dinero, un matrimonio que no se desgasta, que siempre tiene una vida er¨®tica de primer orden, en donde la infidelidad es la idea m¨¢s absurda que uno puede imaginar.
3
C¨®mo temblaba de angustia la tierra.
Jam¨¢s hab¨ªa conducido con mi coche en medio de la hoguera de la naturaleza. La radio eran noticias sobre el virus, y gente opinando, y m¨¦dicos, y pol¨ªticos, y periodistas, lanzando interpretaciones, generando ruido. La naturaleza se levantaba en armas contra los seres humanos. Nos mandaba un virus. Una especie de esperma de Satan¨¢s. Me acord¨¦ de otra pel¨ªcula: La semilla del diablo, pas¨¦ de Kubrick a Polanski. Pero ese pensamiento me entristeci¨®, en tanto en cuanto me devolv¨ªa a la noche fundamental de la especie, que divide la realidad entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, entre la vida y la muerte, como si no hubiera progreso posible, como si nada hubiera cambiado en las concepciones antropol¨®gicas fundamentales en estos ¨²ltimos tres mil a?os. Lo binario, lo dual sigue dominando nuestro conocimiento.
Grandes avances cient¨ªficos y tecnol¨®gicos y astron¨®micos y m¨¦dicos en una configuraci¨®n moral de hace tres milenios, completamente atascada.
El virus era diminuto, solo lo ve¨ªan los microscopios. Siempre implorando los microscopios.
Odio la fe en los microscopios.
El virus ha tra¨ªdo una humillaci¨®n nueva a la vida de la gente. Hasta ahora nos humillaban el fracaso social, el fracaso sentimental, la pobreza, la fealdad, la indigencia laboral, la tristeza o la muerte. Ahora nos humilla un ser invisible.
Como a Jesucristo, al coronavirus solo lo vieron los elegidos. De modo que todo segu¨ªa igual. Hab¨ªa que creer en unos hombres y mujeres especiales. El nombre de esos tipos cambi¨®. Hace dos mil a?os se llamaban ap¨®stoles. Ahora se llaman cient¨ªficos. La comedia humana es fren¨¦tica e interminable.
?Qu¨¦ demonios hacemos sobre la Tierra?
Podr¨ªamos desaparecer como especie y no habr¨ªa registro de nuestra presencia en ning¨²n sitio, el universo continuar¨ªa su marcha vac¨ªa hacia ninguna parte, quiz¨¢ hacia la oscuridad, y desaparecer¨ªamos sin haber sido capaces de explicar por qu¨¦ aparecimos una vez y qu¨¦ significado tuvo la vida. Pero eso le pasa a cualquier ser humano: se va de este mundo sin saber por qu¨¦ vino a ¨¦l, sin saber qu¨¦ es la vida, qu¨¦ fue su vida.
Al d¨ªa siguiente de mi llegada a la casa del bosque, Espa?a entr¨® en cuarentena.
4
La casa del bosque es de madera, con un bonito techo a dos aguas. Tiene un dormitorio agradable, un ba?o y una cocina comedor amplia y espaciosa. He metido las latas en el armario de la cocina. He tra¨ªdo libros. Botellas de leche. Carne congelada. Mucho caf¨¦. El pueblo m¨¢s cercano se encuentra a 15 kil¨®metros y ahora est¨¢ vac¨ªo, porque es lugar de veraneo.
He tra¨ªdo libros, s¨ª, pero no sab¨ªa qu¨¦ libros elegir. He tra¨ªdo dos principales: la Biblia y el Quijote de Cervantes. Pens¨¦ que eran los adecuados para enfrentar el fin del mundo, porque son dos libros con capacidad de resumir otros libros. En una huida de urgencia, nadie puede acarrear tres mil libros, ni siquiera trescientos. M¨¢s bien cinco o seis, como mucho quince, o doce, no s¨¦, depende de tu fuerza bruta, o de si tienes un sirviente, pues hay que pensar en la portabilidad de esos libros.
La portabilidad es importante, y no solo para los objetos, tambi¨¦n para el alma.
Cuando la gente habla del fin del mundo acaba afirmando el mundo, y se?ala as¨ª que la civilizaci¨®n es un hecho incuestionable
Siempre se cuela la idea del fin del mundo cuando pasa un acontecimiento planetario, pero pensar en el fin del mundo es como manifestar de forma indirecta que el mundo existe. Cuando la gente habla del fin del mundo acaba afirmando el mundo, y se?ala as¨ª que la civilizaci¨®n es un hecho incuestionable. Por eso nos encanta el fin del mundo, porque de chiripa afirmamos as¨ª nuestra propia existencia.
No estoy aislado, pues la conexi¨®n wifi de mi m¨®vil funciona perfectamente. Y en la casa hay una peque?a televisi¨®n que coge las cadenas de noticias m¨¢s importantes. Es una LG de 28 pulgadas, con su mando a distancia, con esas teclas diminutas, ?por qu¨¦ no hacen mandos a distancia m¨¢s grandes? Mandos que te den la sensaci¨®n de pilotar una nave espacial, de pilotar el mundo entero.
Por las ma?anas entra en la casa un sol extraordinario. Me quedo mirando ese sol que se pasea por el dormitorio y el sal¨®n y me felicito de haber tenido la gran idea de venir aqu¨ª.
El sol no se ha enterado de nada de lo que ocurre aqu¨ª abajo. Si miro el sol, este sol que entra en la casa, me resulta imposible pensar que est¨¢ pasando algo relevante en el mundo.
Este sol invita a enamorarse, pero de qui¨¦n.
Me suelo despertar entre ocho y ocho y media, aunque no me levanto de la cama hasta una hora m¨¢s tarde, y me quedo tomando caf¨¦ hasta m¨¢s all¨¢ de las diez de la ma?ana.
Pongo las noticias.
Millones de seres humanos pasan muchas horas delante de la televisi¨®n viendo noticias.
Las noticias son devastadoras, y el mundo entra en un lugar desconocido, como cuando se pis¨® la Luna en 1969. Nunca hab¨ªamos estado aqu¨ª. Pero lo m¨¢s importante: nunca lo previmos, m¨¢s all¨¢ de las pel¨ªculas y las novelas, que no son formas s¨®lidas de previsi¨®n.
Por cierto, al final no pas¨® nada por pisar la Luna en 1969. Parec¨ªa que eso era importante y result¨® que no lo era. Acab¨® siendo un acto extravagante de la humanidad.
La conquista de la Luna fue un acto po¨¦tico, carente de consecuencias reales, fue una especie de narcisismo que revel¨® la inutilidad del cosmos. Es muy dif¨ªcil creer en la humanidad si no ocurren acontecimientos planetarios. Si los acontecimientos son devastadores, la creencia se hace m¨¢s firme. Si son acontecimientos decorativos, como la llegada a la Luna, la creencia dura menos tiempo.
?Cambi¨® la llegada a la Luna la vida de nuestros padres? Lo de la Luna fue entretenimiento, ocio, cine, espect¨¢culo, y eso ya era mucho. Ocio cient¨ªfico, metaf¨ªsico incluso, pero ocio. No transform¨® la realidad econ¨®mica de la Tierra. No supuso una revoluci¨®n industrial. Fue diversi¨®n, una diversi¨®n luminosa, con su efervescencia filos¨®fica, con su punto po¨¦tico.
El viaje a la Luna fue el ¨²ltimo acto po¨¦tico de la humanidad. Se gast¨® miles de millones de d¨®lares por amor a la poes¨ªa.
Nunca se hab¨ªa invertido tanto dinero en poes¨ªa. Nunca se hab¨ªa amado tanto la poes¨ªa.
Estados Unidos y la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, con la financiaci¨®n de aquellos viajes a la Luna, se convirtieron en aut¨¦nticos mecenas de la poes¨ªa.
No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que la idea de naci¨®n o de pueblo tiene los a?os contados, puede que sean muchos a?os, incluso un par de siglos, tal vez tres siglos o cuatro, eso ya no lo s¨¦, pero alg¨²n d¨ªa solo existir¨¢ la humanidad, con el estatuto pol¨ªtico que buenamente se pueda conseguir.
Las naciones desaparecer¨¢n, tambi¨¦n desaparecer¨¢n todas las lenguas, y no ser¨¢ un momento triste, sino un paso al frente de dimensiones maravillosas.
No lo veremos ahora. Pero alguien lo acabar¨¢ viendo; si somos optimistas, ocurrir¨¢ en un siglo y medio o dos siglos: no habr¨¢ pa¨ªses, no existir¨¢n Francia, Espa?a, los Estados Unidos, Cuba, Rusia, Alemania, Italia, China. Quiz¨¢ tarde quinientos a?os, pero lo veo cristalino. Ser¨¢ un momento m¨¢gico: la ca¨ªda de las identidades nacionales, la desaparici¨®n de la idea de los pueblos y el nacimiento de la humanidad.
Lo importante es que llegar¨¢ el fin de las naciones, y qu¨¦ gran fortuna tendr¨¢n los hombres y mujeres que vean el final de las desigualdades y de las injusticias. Dar¨¢ igual d¨®nde nazcas. No tendr¨¢s mala vida por nacer en ?frica ni una vida privilegiada por nacer en Europa. Eso ya no pasar¨¢. Nadie te condenar¨¢ a la invisibilidad por no hablar ingl¨¦s. Todos hablaremos ingl¨¦s al fin, como el mism¨ªsimo Shakespeare.
Todos seremos William Shakespeare de talento y Elvis Presley de presencia y cuerpo.
Si alargo la mano, toco ese mundo.
El virus irradia esa posibilidad de que cambie el sujeto de la Historia, con hache may¨²scula, aunque no sepamos muy bien qu¨¦ significa colocar una letra may¨²scula delante de una palabra.
Todas las noticias importantes del virus se nombran en ingl¨¦s en todas las televisiones del planeta, y esa ser¨¢ la ¨²nica lengua dentro de doscientos a?os, todas las dem¨¢s se ir¨¢n apagando, pero no de una manera triste, no acabo de ver c¨®mo ser¨¢, pero no habr¨¢ ni imposici¨®n ni tristeza ni guerra ni tiran¨ªa, sino un acuerdo fraterno, en donde el ansia de comunicaci¨®n sea superior al ansia de identidad. Porque no habr¨¢ identidades nacionales y s¨ª ganas infinitas de hablar todos, un ansia universal de comunicaci¨®n. Los que ya no estaremos en ese futuro nos podemos consolar pensando en los que no est¨¢n en este momento, en gente que vivi¨® en la Edad Media o en el siglo xvii.
Los vivos recordamos y los muertos permiten que los recordemos, es su ¨²nica actividad.
Sin embargo, todo da igual si no est¨¢s enamorado.
De qu¨¦ te sirve tener el cerebro y la inteligencia de Carlos Marx o de Albert Einstein si no est¨¢s enamorado.
Y all¨ª est¨¢ el misterio.
Los besos
Planeta, 2021.
448 p¨¢ginas. 20,90 euros.
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