Infinitas lecturas de ¡®Rayuela¡¯: 15 artistas reinterpretan el cl¨¢sico de Cort¨¢zar
Creadores latinoamericanos se acercan a la novela, en el 60? aniversario de su publicaci¨®n, en una nueva exposici¨®n en Madrid

Hace 60 a?os que la Editorial Sudamericana public¨® Rayuela, aunque en Espa?a no pudo editarse hasta muerto Franco. Cort¨¢zar la llam¨® contranovela, y sus estereotipadas escenas de la vida de bohemia parisina y el amour fou ya muy trasnochado de Oliveira y La Maga han compartido desde entonces estante con El lobo estepario, El guardi¨¢n entre el centeno, Los detectives salvajes o En la carretera en las protobibliotecas de muchos adolescentes: libros inici¨¢ticos, dobles bildungsromans que son a la vez novelas de formaci¨®n de sus personajes y de sus lectores. De esos que antes de los 20 se leen con devoci¨®n, se usan como arma seductora y contrase?a de identidad para descubrir compinches; y que m¨¢s adelante, alcanzada la mayor¨ªa de edad lectora, da un poco de miedo releer y se prefiere recordar con el pudor cari?oso que reservamos para los primeros deslumbramientos como lector adulto, quiz¨¢ en una transferencia de la nostalgia por esa edad en la que nada se entiende y todo se aprende.
Siendo el libro de iniciaci¨®n por excelencia de la literatura en espa?ol, a estas alturas m¨¢s que leerse Rayuela ya siempre se relee. Y por eso justamente tiene tanta miga el juego ¡ªen el sentido m¨¢s cortazariano de la palabra¡ª que propone Octavio Zaya al comisariar esta muestra colectiva seg¨²n unas reglas breves y precisas: invitar a un brillante plantel de artistas latinoamericanos (con s¨®lida carrera a sus espaldas pero de preferencia sin galer¨ªa en Espa?a) a releer el libro en su idioma original y proponer nuevos ¨¢ngulos de visi¨®n y nuevos modos de entenderlo o recordarlo. Porque Rayuela es ya, m¨¢s que una buena o mala novela, un cl¨¢sico. Y lo es en parte por la coloratura sentimental y biogr¨¢fica que tiene para cada cual y por su fecundidad como semillero de relecturas para cada generaci¨®n.
Esa polinizaci¨®n cruzada entre lo literario y lo pl¨¢stico es adem¨¢s particularmente oportuna en su caso. A prop¨®sito de su estructura no lineal se ha hablado mucho de las teor¨ªas semiol¨®gicas entonces de moda, sobre la muerte o disoluci¨®n del autor, la autonom¨ªa del texto o su coescritura por parte de un lector empoderado, y sus roces con los experimentos del nouveau roman y el Oulipo que hacen de Rayuela la m¨¢s afrancesada de las novelas latinoamericanas. Pero el libro tambi¨¦n participa de un zeitgeist m¨¢s amplio que en los sesenta y en el terreno de las artes visuales desarrollaba los planteamientos de Duchamp o Cage: cuando el azar, las reglas combinatorias, lo serial y las variaciones y permutaciones de elementos modulares jugaban un papel fundamental en el desarrollo de un arte conceptual que junto al pop desmontaba la idea tardorrom¨¢ntica del arte del expresionismo abstracto americano y los varios informalismos europeos.
Rayuela es ya, m¨¢s que una buena o mala novela, un cl¨¢sico. Y lo es en parte por la coloratura sentimental y biogr¨¢fica que tiene para cada cual
A las reminiscencias personales y biogr¨¢ficas del libro alude Fernando Bryce, con uno de sus paneles dibujados a tinta en los que aparecen titulares de la ¨¦poca, afiches de pel¨ªculas inspiradas en obras de Cort¨¢zar o un plano psicogeogr¨¢fico que superpone personajes de la novela y autores afines al trazado de las calles de Par¨ªs. Tambi¨¦n Sandra Ramos, con una gran instalaci¨®n de peque?os lienzos sobre estantes al alcance de la mano: funden impresiones de lectura y recuerdos propios en una ¡°cartograf¨ªa l¨²dica¡± que el visitante puede barajar y reconfigurar, igual que el lector de Rayuela con los cap¨ªtulos del libro.
Cerebro, la pintura-objeto de Leda Catunda, tambi¨¦n invita a la manipulaci¨®n de sus diferentes capas de tela, que evocan los diferentes niveles de lectura del libro. Entre ellos, Cort¨¢zar no exclu¨ªa su uso como or¨¢culo abierto al azar: por algo su t¨ªtulo provisional fue Mandala, del mismo modo en que Cage se hab¨ªa servido del I Ching para estructurar alguna de sus composiciones. Y por ah¨ª quiz¨¢ vayan los tiros del panel de Maril¨¢ Dardot, que muestra p¨¢ginas abiertas de la novela donde se recogen preguntas hechas por el personaje de La Maga a lo largo de la trama, dejando en blanco el resto. Luis Camnitzer tambi¨¦n alude a su car¨¢cter de libro-br¨²jula en su enigm¨¢tica instalaci¨®n El libro de los puntos cardinales, con reproducciones gigantescas de un libro abierto en ¨¢ngulo de 90 grados cerrando y a la vez expandiendo infinitamente las cuatro esquinas (norte, sur, este y oeste) de su sala.
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Guillermo Kuitca, argentino como Cort¨¢zar, ya hab¨ªa aludido directamente a la novela en la serie pict¨®rica Missing Pages, de 2018, pero Zaya ha seleccionado para esta exposici¨®n dos lienzos espectaculares que se relacionan con ¨¦l de forma m¨¢s oblicua: en Filosof¨ªa para pr¨ªncipes II evoca la idea de Rayuela como libro-laberinto y libro-aleph y entronca con una imaginer¨ªa literaria y fant¨¢stica muy argentina y hasta borgeana. En el gran Untitled, en cambio, una gran composici¨®n abstracta pauta ritmos de composici¨®n casi jazz¨ªsticos, que tienen su continuaci¨®n en la contigua instalaci¨®n sonora de Tania Candiani. Se basa en el cuaderno de bit¨¢cora que Cort¨¢zar realiz¨® para orientarse ¨¦l mismo durante la escritura del libro, lleno de croquis, flechas y diagramas que la artista muestra en l¨¢minas de las que ha desaparecido el texto y ¡°traduce¡± en una partitura sonora, de nuevo jazz¨ªstica, que dos grandes tubas de metal difunden por toda la galer¨ªa.
Amalia Pica y Valeska Soares exploran las posibilidades formales de la lectura combinatoria y aleatoria del libro como generador de formas art¨ªsticas, Rivane Neuenschwander & Mariana Lacerda y Alexander Ap¨®stol repescan la dimensi¨®n pol¨ªtica, ut¨®pica y presesentayochista que tuvo el libro en su d¨ªa, Antonio Vega Macotela se interesa por el intento cortazariano de inventar literalmente un nuevo lenguaje (el g¨ªglico, tan oulipiano)¡ En La vuelta al d¨ªa en ochenta mundos Cort¨¢zar propon¨ªa la construcci¨®n de una especie de m¨¢quina soltera, el Rayuel-O-Matic, que como un artefacto a caballo entre Duchamp y Raymond Roussel serv¨ªa para proponer infinitas lecturas de su novela. Y puede que las obras esta colectiva sean otros tantos rayuelomatics 2.0: modelos para armar y rearmar un libro infinito.
¡®Rayuela / El orden falso¡¯. Galer¨ªa Marlborough. Madrid. Hasta el 18 de noviembre.
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