Ultrahigi¨¦nicos, superconectados y... ?mojigatos? Los t¨®picos de un verano at¨ªpico
Busca un caj¨®n fijo para las mascarillas, porque su uso va para largo
Y de repente, el verano. Llegamos con el desconcierto de un aterrizaje forzoso, despue?s de haber vivido la prueba de resistencia global ma?s importante de la historia reciente. Se suponi?a que su entrada veni?a marcada por la fecha y hora del solsticio, pero en este an?o pande?mico, el comienzo de la estacio?n ma?s ca?lida esta? mediado por la normativa legal que posibilita el tra?nsito entre provincias. Se escucho? hace pocos di?as en todos los corrillos de amigos que preparaban sus vacaciones: ¡°Este an?o, cualquier plan resulta bueno¡±. Las energi?as no estaban puestas en el destino, la duracio?n o el contenido de la maleta, sino en el empen?o colectivo de co?mo compaginar el gozo con las recie?n estrenadas reglas. Los expertos coinciden: muchas se mantendra?n ma?s alla? de la vacuna. O co?mo la escapada anual a Torrevieja se ha convertido, inesperadamente, en el ensayo general de la funcio?n de una nueva vida. Asi? la inauguramos.
La higiene es el nuevo credo
Este sera? el primer verano en el que no saldremos de casa sin el gel hidroalco?holico y la mascarilla, pero no el u?ltimo: los protocolos de higiene han llegado para quedarse. Y para muestra, un arti?culo de la Universidad de China, en Hong Kong, que destaca co?mo el coronavirus SARS, que asolo? Asia en 2003, introdujo dos ha?bitos de higiene en la poblacio?n hongkonesa que perduran hasta hoy: los desinfectantes de manos en el espacio pu?blico y el uso de la mascarilla ante cualquier si?ntoma de resfriado.
En Europa se dej¨® de escupir en la calle con los protocolos contra la tuberculosis en la segunda mitad del siglo pasado
Es cuestio?n de tiempo que, cuando veamos fotos de tumultos y grupos de gente tomadas antes de la primavera de 2020, nos sorprendamos de que no haya ningu?n rostro cubierto. Jon Arrizabalaga, historiador de la Medicina e investigador de la Institucio?n Mila? y Fontanals, del CSIC, comenta: ¡°En la historia de la humanidad, la consolidacio?n y aprendizaje de ha?bitos de higiene son resultado de experiencias ante la enfermedad y la muerte¡±. En el caso de Japo?n, un estornudo o ataque de tos a cara descubierta despierta miradas fulminantes desde la gripe de 1918. Y, como apunta Arrizabalaga, no hace falta irse tan lejos: ¡°En Europa es muy infrecuente que la gente escupa en la calle, porque la costumbre se erradico? con los protocolos de la tuberculosis¡±.
Hasta el modo de abrazarnos ha cambiado: varios epidemio?logos comentaban hace unas semanas en The New York Times que la forma ma?s segura de hacerlo, cuando nos reencontremos estos di?as con amigos y familiares (en caso de querer tocarlos), es evitando que las caras se giren en la misma direccio?n, dejando que los nin?os se agarren a los adultos a la altura de sus cinturas o situa?ndose, una de las dos personas, de espaldas a la otra.
The Economist propone que, para dar contexto a algo, usemos las siglas AC (antes del coronavirus) y DD (despu¨¦s de la domesticaci¨®n).
?Son remilgos que permanecera?n en el tiempo? Algunos si?... y otros no. La historia contradice a quienes piensan que, una vez contenida la transmisio?n, la vida vuelve a ser igual que antes. Pero tambie?n basta con echar un ojo al pasado, como sugiere Arrizabalaga, para descubrir que si las pandemias son ci?clicas, los errores tambie?n: ¡°El gobernador de Burgos ya recomendaba en 1918 abstenerse de ¡®permanecer en locales mal ventilados o con mucha afluencia de gente¡±, recuerda el historiador. Sin embargo, hemos seguido disfrutando del bullicio, ¡°cuando objetivamente es una tortura¡±, interviene Fernando Bayo?n, filo?sofo y director del Instituto de Estudios de Ocio de la Universidad de Deusto: ¡°Si hay un bar con barra en el que nos podemos colocar con el codo encima del de al lado y la oreja rozando con la de otro, ese es el que queremos. Es una conducta animal que quedara? mucho tiempo en cuarentena¡±. El enigma es cua?nto.
El lujo se transforma: ahora huele a leji?a y se alcanza por carretera
En lo que respecta al esparcimiento, en este verano pande?mico la omnipresente tendencia del marketing de experiencia, que en la u?ltima de?cada lo mismo servi?a para organizar bodas, viajes, vender refrescos o camisas, quedara? reducida al olor a qui?mico desinfectante, de modo que el cumplimiento de protocolos anticovid estara? en todos los reclamos y eslo?ganes. En este sentido, Olga Villacampa, fundadora de la consultori?a de marketing y comunicacio?n en turismo Noema Consulting, cuenta: ¡°Los destinos y establecimientos que tengan mejores medidas de seguridad sanitaria sera?n los ma?s beneficiados¡±. Asi?, la industria ha adaptado la competicio?n por la diferenciacio?n a las imposiciones de la Covid, buscando atraer clientes desde la imagen de seguridad. En la sociedad del riesgo, concepto formulado por Ulrich Beck en 1986, la preocupacio?n por el posible dan?o (en este caso, el contagio) es tambie?n elemento de inequidad. Es decir, igual que no es lo mismo pasar el confinamiento en un piso de 40 metros cuadrados que en un chale? unifamiliar, los hospedajes y locales de ocio tambie?n ejercen relaciones diferentes con la confianza en funcio?n del precio, hecho que redefine la idea de lujo desde la sensacio?n de espacio personal, seguridad y disfrute.
Hay quien se viene arriba y saca los pies del tiesto: recientemente, el restaurante Ginkgo, en Madrid, tuvo que pedir disculpas por ofertar ana?lisis de Covid-19 en su planta baja para garantizar una velada segura (los ciudadanos lo vieron como un modo de sacar tajada econo?mica de la tragedia). Villacampa ahonda: ¡°La pandemia va a acentuar la polarizacio?n del turismo en funcio?n de la renta. En general, el sector del turismo de lujo cuenta con mejor capacidad de adaptacio?n a estos protocolos que el turismo de oferta agresiva¡±. Pero hay li?mites...
Y, de nuevo, el zarpazo del SARS en 2003 nos explica que huir de la visita a la gran ciudad es copiar el plan que entonces trazaron los hongkoneses, segu?n un arti?culo publicado en World Leisure Journal. Algo de lo que esta?n al corriente los museos e instituciones culturales ma?s potentes: de ahi? la modernizacio?n de sus pa?ginas web para un turismo virtual. Villacampa an?ade: ¡°Primara? lo nacional. Viajaremos a nuestros pueblos, montan?as y playas. Y lo haremos en coche, porque la seguridad que nos ha proporcionado nuestro hogar se extiende ahora a nuestro vehi?culo. En cierto modo, algunas caracteri?sticas recuerdan a los an?os sesenta del siglo pasado¡±.
Y el sexo se complica (o pierde bri?o)
Si tiene pareja estable, todo en orden. Pero, ?que? pasa con los y las picaflores, que esperaban la llegada del verano para dar rienda suelta a su libido? ¡°El virus puede estar en la mucosa de la boca y faringe, en la del resto de vi?as respiratorias y tambie?n en el tubo digestivo. El contacto fi?sico i?ntimo con una persona infectada, independientemente del tipo de pra?ctica sexual, conlleva un gran riesgo de contagio¡±, aclara sobre los encuentros fuera de la pareja A?ngel Asensio, jefe del servicio de Medicina Preventiva del Hospital Puerta del Hierro de Madrid.
Esta incertidumbre introduce una serie de indicaciones de seguridad que coartan la libertad sexual, segu?n algunos estudiosos. La situacio?n recuerda a la descrita por Susan Sontag en La enfermedad y sus meta?foras (Debolsillo), donde la escritora y filo?sofa sostiene que la transmisio?n por vi?a sexual de cualquier enfermedad supone un severo juicio social asociado a la perversio?n (paso? con el VIH). Rafael Manuel Me?rida, profesor de Literatura Espan?ola y Estudios de Ge?nero en la Universidad de Lleida, augura una regresio?n similar, ¡°aunque al no ser este un virus que se transmite solo por pra?cticas sexuales, el estigma sera? menor¡±. En Italia, el primer ministro Giuseppe Conte ya habla de ¡°afectos estables¡±.
El ¡®detox¡¯ digital se queda antiguo
Hasta antesdeayer, lo moderno era apagar el m¨®vil el primer d¨ªa de las vacaciones (palabra de gur¨² de Silicon Valley). En pandemia no eres nadie sin tu smartphone. Est¨¢n las apps de rastreo, que alertar¨ªan al usuario cuando ha estado cerca de una persona con coronavirus (de momento, solo en fase de pruebas en La Gomera). O los c¨®digos QR, que sirven desde para pagar la cuenta a descargarse la carta del bar. Con el m¨®vil tambi¨¦n pedimos turnos en playas, terrazas o locales. Al mismo tiempo, nos topamos con c¨¢maras termogr¨¢ficas para medir la temperatura en aeropuertos, estaciones de tren o museos. Algunos llamar¨¢n a este escenario dist¨®pico, pero no es el fin del mundo anal¨®gico: pasar¨¢ a ser el nuevo underground. ¡°La tecnolog¨ªa constituye el nuevo orden, lo que implica que se consoliden alternativas anal¨®gicas en clave de entretenimiento¡±, apunta Jordi Colobrans, director de LivingLabings y profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad de Barcelona.
La percepcio?n de riesgo es variable en la poblacio?n, una misma norma puede parecer fundamental para unas personas y prescindible para otrasJon Arrizabalaga, me?dico e historiador de la medicina
U?ltimo desaf¨ªo: no despellejarnos entre nosotros
Los rifirrafes de vecinos durante el confinamiento o las broncas a viandantes que no cumplen con las normas, se mantendra?n en la nueva normalidad, llevando a otro nivel las cla?sicas discusiones veraniegas por do?nde clavar la sombrilla. Los motivos hay que buscarlos en la psicologi?a social: en una epidemia la nocio?n de riesgo para la salud esta? ligada a comportamientos individuales, lo que da vi?a libre al control de grupo, evaluacio?n y castigo. Ha sucedido con todas las enfermedades infecciosas que han sacudido a la humanidad. Asi?, Giovanni Boccaccio destino? las primeras pa?ginas del Decamero?n ¡ªel libro de cuentos sobre la peste del S. XIV¡ª a despotricar de los florentinos por no evitar las multitudes y seguir paseando y cantando como si nada, algo no muy diferente de esos usuarios de Twitter que comparten fotos de otros ciudadanos salta?ndose las normas.
Y las broncas estara?n aseguradas en las urbanizaciones de playa que establezcan reglas ma?s alla? de las publicadas en el BOE. El me?dico e historiador de la medicina Jon Arrizabalaga an?ade: ¡°La percepcio?n de riesgo es variable en la poblacio?n, una misma norma puede parecer fundamental para unas personas y prescindible para otras. Es un tema delicado, condicionado por valores como el civismo o la solidaridad y por emociones como el miedo o la ansiedad. Debe extremarse el respeto a las reacciones y percepciones de los dema?s, sobre todo cuando no coinciden con las propias¡±. Por su parte, Olga Villacampa, psico?loga de formacio?n, destaca: ¡°Tendremos que colaborar todos para generar confianza. En la nueva industria de la felicidad uno de los factores clave sera? la paciencia. Viviremos situaciones que nos parecera?n surrealistas¡±. Y, pensa?ndolo bien, tal vez la e?poca estival sea la ma?s adecuada para todo esto, porque, como escribio? Francis Scott Fitzgerald en El Gran Gatsby, ¡°la vida empieza de nuevo con cada verano¡±.
Lee este y otros reportajes en el nuevo n¨²mero de BUENAVIDA, que regresa el s¨¢bado al quiosco, gratis, con EL PA?S
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