¡°?Ayuda? No, gracias¡±: as¨ª piensan quienes rechazan la colaboraci¨®n por mucho que la necesiten
Aceptar una mano es de valientes y, en los tiempos que corren, hacen falta todas las posibles. Es m¨¢s, bajar la guardia ya casi es una necesidad
John Lennon la ped¨ªa a gritos en la que llam¨® su canci¨®n m¨¢s honesta, pero no todos estamos dispuestos a pronunciar esa palabra: Help! Algunos prefieren perder una hora en un laberinto de calles antes que bajar la ventanilla del coche y preguntar d¨®nde est¨¢ ese restaurante que se ha volatilizado del mapa. O ver una docena de veces un tutorial en finland¨¦s para montar una c¨®moda, en lugar de pedirle auxilio al manitas del vecino. La actitud se reproduce incluso cuando no hay que dar el primer paso, lo que ya es curioso: ?por qu¨¦ ante un ofrecimiento desinteresado de ayuda muchos optamos por el ¡°no, gracias¡±?
Todo depende de c¨®mo nos llevemos con el control, dicen los expertos. ¡°Para dejarte ayudar, antes tienes que aceptar que los seres humanos somos interdependientes¡±, explica el psic¨®logo y director de Apertus Psic¨®logos, Jos¨¦ Gonzalez. ¡°Sin embargo, vivimos con la fantas¨ªa de no necesitar a los dem¨¢s, de ser independientes, olvid¨¢ndonos de que precisamente lo que nos ha hecho sobrevivir como especie es colaborar con los otros¡±, a?ade. O, dicho de otro modo: aunque no haya nada de malo en aceptar que necesitamos a los dem¨¢s, en ocasiones nos empe?amos en no hacerlo ¡°porque solemos buscar una falsa sensaci¨®n de control a trav¨¦s de la omnipotencia, del 'yo puedo con todo, nadie lo hace mejor que yo¡±, resume Gonz¨¢lez.
Pero hay m¨¢s. Si pudi¨¦ramos dividir a las personas en distintos perfiles seg¨²n su estilo de comportamiento, dibujar¨ªamos el retrato robot de hasta cuatro tipos de persona a las que les costar¨ªa dejarse ayudar. Sucede tanto en lo que respecta a las tareas cotidianas como a las decisiones importantes, pero hay formas de conseguir prestarles un apoyo que muchas veces necesitan.
El solista, porque le arruina el espect¨¢culo
Hay cantantes que jam¨¢s aceptar¨ªan formar parte de un d¨²o. Igual que bailarines que ¨²nicamente se plantean ser la estrella del espect¨¢culo y eligen un cuerpo de baile que no pueda hacerles sombra. Es su narcisismo el que les impide cualquier otra opci¨®n. Como explica el psic¨®logo y profesor de neuromarketing Asier Zuazo, este perfil individualista rechazar¨¢ la ayuda porque no la encuentra atractiva. ¡°A todos nos apetece ser un producto atractivo socialmente, pero es que para determinadas personas esa deseabilidad social es la que rige gran parte de su comportamiento. Son quienes intentan mantener una imagen aunque vaya en contra de sus beneficios, y al percibir en la propuesta de ayuda una se?al de incapacidad, la rechazar¨¢n¡±, afirma el experto en comunicaci¨®n.
?C¨®mo conseguir entonces que un solista acepte cambiar la posici¨®n de piloto por la de copiloto, despu¨¦s de ocho horas sentado al volante? Hay una estrategia que puede funcionar: la de ofrecerle el cambio de posiciones dici¨¦ndole antes lo capaz que es. ¡°No le podemos preguntar si necesita ayuda porque la rechazar¨¢. Habr¨ªa que insistir en lo bien que hace las cosas, dor¨¢ndole un poco la p¨ªldora, y despu¨¦s preguntarle si le podr¨ªamos aportar algo¡±, explica Zuazo.
El salvador, necesitado de que le necesiten
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si aceptando la ayuda dejo de tener mi funci¨®n en el sistema? En el fondo, es lo que piensan los ¡°salvadores¡±, personas que dan por hecho que sin ellos se caer¨ªa el mundo. ¡°Este perfil encajar¨ªa con la madre o el padre de familia que, a pesar de estar sobrepasado, no acepta ayuda externa en casa. Si le dij¨¦ramos que podemos contratar a alguien para quitarle cargas se podr¨ªa derrumbar, porque tiene la creencia de que no ser necesitado es como no existir¡±, se?ala el psic¨®logo Jos¨¦ Gonz¨¢lez.
?Toca limpieza?
La f¨®rmula para que se permitan ser ayudados no es sencilla en este caso, aunque determinadas circunstancias pueden facilitarlo. Como explica el coordinador de Apertus Psic¨®logos, en perfiles muy estrictos la soluci¨®n es que se vean en una situaci¨®n donde no pueden hacer otra cosa que aceptar ayuda aunque no quieran. As¨ª se dar¨¢n cuenta de que las cosas siguen funcionando sin ellos. ¡°Lo vemos en casos en que quien tiene el papel del cuidador enferma o queda encamado por una fractura, por ejemplo, y no puede seguir ejerciendo las funciones que ten¨ªa. Hasta entonces no concibe que el sistema pueda seguir funcionando sin ¨¦l o ella¡±, se?ala Gonz¨¢lez.
El controlador, desesperantemente superior
Lo reconocer¨¢s porque es el primero en entrar y el ¨²ltimo en salir de la oficina, y su necesidad de controlar todo lo que le rodea puede llegar a resultar desesperante para los dem¨¢s. Entre otras razones, porque la palabra ¡°delegar¡± no existe en su diccionario personal. En la base de este comportamiento est¨¢ la creencia de que nadie lo va a hacer tan bien como ellos, explican los expertos. Un factor que caracteriza a estas personas es que ¡°tienen un ¡®locus¡¯ de control interno muy s¨®lido: creen que tanto el ¨¦xito como el fracaso depende de ellos exclusivamente. Por eso no se dejan ayudar f¨¢cilmente¡±, apunta Jos¨¦ Gonz¨¢lez. Pero, como en casi todo, la clave est¨¢ en alcanzar cierto equilibrio. ¡°Hay cosas que dependen de nosotros y otras que no podemos controlar del todo. Si asumes que todo depende de ti intentar¨¢s mover el mundo con una cuchara¡±, a?ade.
En opini¨®n de Asier Zuazo, habitualmente son personas muy organizadas y met¨®dicas que creen que la ayuda de los dem¨¢s no les va a solucionar nada. ¡°Aunque no lo digan, seguramente pensar¨¢n que no quieren tu ayuda porque no vas a estar a la altura de lo que necesitan¡±. Este retrato coincide con un perfil que en el modelo para el an¨¢lisis del comportamiento llamado DISC, ideado por el psic¨®logo William Marston, ser¨ªa el dominante. ¡°Seg¨²n este modelo, todos somos predeciblemente diferentes y hablamos principalmente un lenguaje. Un dominante habla un lenguaje muy directo, sin medias tintas, y si queremos entendernos con ¨¦l o ella tendremos que usar el mismo¡±, explica Zuazo. Por eso, una forma de que un dominante acepte que le ayudemos a hacer una mudanza o a elegir un coche es plante¨¢rselo en sus t¨¦rminos. ¡°No te voy a dar la lata con esto, si quieres te ayudo y si no, no¡¯ ser¨ªa una forma que entender¨ªa y podr¨ªa aceptar¡±, afirma Zuazo.
El solucionador, centro de toda operativa
No es complicado dar con ellos: en los grupos de amigos son quienes se encargan de comprar el regalo de cumplea?os com¨²n o de reservar el restaurante donde cenar¨¢n un s¨¢bado. Entre otras razones, porque creen que valen por lo que hacen, no por lo que son. Jos¨¦ Gonz¨¢lez afirma en su libro El duelo. Crecer en la p¨¦rdida (RBA, 2020) que hay personas que se ocupan en exceso de las necesidades familiares obviando las suyas propias, y el solucionador encaja en este perfil. ¡°En los tanatorios es f¨¢cil identificar el miembro del sistema familiar que es el resolutivo, el que se encarga de hablar con el cura, da su tel¨¦fono para que los primos de Tarragona sepan c¨®mo llegar, est¨¢ pendiente de los tr¨¢mites¡ Es decir, no se ocupa de sus necesidades sino de las de la familia y cree que en el hacer es donde tiene valor¡±, se?ala.
Amigos activos y pasivos: qu¨¦ los distingue y c¨®mo hay que cultivar cada amistad
Dicen los especialistas que este tipo de personas tambi¨¦n se caracterizan por huir del conflicto, y ante un ofrecimiento de ayuda su primera respuesta ser¨¢ casi siempre ¡°gracias, no hace falta¡±. El motivo de la contestaci¨®n es que piensan que, ocup¨¢ndose ellos de todo, evitan posibles problemas... adem¨¢s de ganar puntos frente a los dem¨¢s. ?C¨®mo ayudar a los solucionadores? La propuesta de los expertos es intentar que se prueben ¡°para ver si son capaces de sostener la incertidumbre de no tener el control de todo. Primero en peque?as dosis, delegando en cosas que no sean centrales para ellos. Si es el amigo que siempre compra el regalo com¨²n, dejando que lo compre otro la pr¨®xima vez que sea un amigo menos cercano quien cumpla a?os, y que vea que no pasa nada¡±, propone Jos¨¦ Gonz¨¢lez.
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