Todos los caminos que llevan a la depresi¨®n y una encrucijada en la que hay que estar alerta
Cada vez se habla m¨¢s de ella, pero a¨²n es una gran desconocida. Un nuevo informe revela que hay tantas maneras de vivirla como personas, y que sus or¨ªgenes son m¨¢s diversos de los que muchos sospechaban
En el primer cap¨ªtulo de la serie After Life, el protagonista, viudo desde hace unos pocos meses, acude a la consulta de su terapeuta. Este le pregunta: ¡°?C¨®mo te encuentras?¡±. ¡°Igual¡±. ¡°Mal, entonces¡±. Mal, s¨ª. Como los m¨¢s de 300 millones de personas con depresi¨®n en todo el mundo, el 5,2% de la poblaci¨®n espa?ola, casi 2,5 millones de historias tristes. No todas siguen el mismo guion, ni sus protagonistas se sienten exactamente igual. Seg¨²n las ¨²ltimas investigaciones, cada una de esas personas experimenta la depresi¨®n de forma diferente, y a consecuencia de motivos muy distintos.
Un elevado porcentaje muestra irritabilidad al estilo de Tony, el protagonista de After Life. Otros se sienten tan abrumados por el dolor que solo manifiestan tristeza. Hay quienes se encuentran totalmente abatidos por un cansancio extenuante, quienes muestran una notable dificultad para recordar cosas y concentrarse, quienes despliegan un comportamiento hiperreflexivo. Cada persona vive la experiencia a su manera, y con una angustia de intensidad variable: algunas se sienten mejor a medida que avanza el d¨ªa, para otras el estado de ¨¢nimo se mantiene bajo las 24 horas. ?C¨®mo abordar un problema de proporciones pand¨¦micas cuando se muestra con caras tan distintas? ?C¨®mo remontarse a un origen com¨²n desde el que comprenderlo y solucionarlo?
Es un objetivo dif¨ªcil, si es que la posibilidad existe, pues dicho origen com¨²n queda cada vez m¨¢s lejos. Lo confirma un nuevo informe de la Sociedad Brit¨¢nica de Psicolog¨ªa, que enumera las variadas causas conocidas del problema. Las investigaciones se han centrado en la gen¨¦tica y la forma de funcionar del cerebro, con un inter¨¦s particular en la qu¨ªmica de los neurotransmisores. La serotonina es el que m¨¢s atenci¨®n ha acaparado por ser la diana de numerosos medicamentos, pero no hay suficiente evidencia cient¨ªfica como para afirmar que los desajustes bioqu¨ªmicos sean la causa de la depresi¨®n ¡ªdice el informe¡ª m¨¢s all¨¢ de que estas sustancias est¨¢n tras los estados de ¨¢nimo en general.
Los estudios tambi¨¦n se?alan que la manera de ver el mundo es un factor que puede contribuir a desarrollar una depresi¨®n, una vertiente muy relacionada con las experiencias pasadas. Un trabajo concluy¨® que las personas que atraviesan situaciones dif¨ªciles durante la infancia tienen m¨¢s probabilidad de deprimirse de mayores, as¨ª como de desarrollar otros problemas psicol¨®gicos. Hay investigaciones que se?alan que el esquema mental que desarrollamos en la infancia para interpretar el mundo, que se caracteriza por ser muy dif¨ªcil de modificar, tambi¨¦n contribuye. Un claro ejemplo es el que marca la cr¨ªtica constante de los progenitores. Hasta la dieta, el estr¨¦s, la falta de ejercicio y las adicciones tienen su papel en el origen de la depresi¨®n.
Un mismo punto de partida para dos finales muy distintos
La realidad que se impone es que no hay generalizaciones posibles. ¡°La depresi¨®n es una experiencia individual: nuestras circunstancias var¨ªan y cada uno de nosotros responde de forma diferente a ellas¡±, dice el documento, que intenta rebatir la enga?osa pero generalizada idea de que suele ser el resultado de algo que va mal en el cerebro, sin m¨¢s matices. ¡°Cada vez comprendemos mejor que la depresi¨®n surge de un complejo de interacciones biopsicosociales y que no debemos ignorar ni el organismo ni los contextos social y econ¨®mico¡±, se?ala el pr¨®logo del informe. A este respecto, cabe recordar que el problema es 2,5 veces m¨¢s frecuente entre quienes se encuentran desempleados (7,9%) que entre quienes trabajan (3,1%), y que alcanza el 30% entre las personas incapacitadas para trabajar, seg¨²n la Encuesta Nacional de Salud ENSE.
Esta visi¨®n de la situaci¨®n supone un giro respecto a la forma en que la comunidad cient¨ªfica se enfrentaba hasta hace poco tiempo a la depresi¨®n, que ha dejado de verse como un trastorno con una causa principalmente f¨ªsica. ¡°Ha habido una visi¨®n muy ¡®biologicista¡¯ a pesar de que lo biol¨®gico y lo psicol¨®gico son inseparables¡±, se?ala Rafael Penad¨¦s, responsable del ?rea de Neuropsicolog¨ªa y tratamientos psicol¨®gicos de la Unidad de Esquizofrenia del Hospital Cl¨ªnico de Barcelona. ¡°Habitualmente se han subestimado los aspectos psicol¨®gicos, conductuales, personales y sociales de la etiolog¨ªa de la depresi¨®n¡±, a?ade.
Sonrientes pero deprimidos
Precisamente esa interacci¨®n de factores es la que hace que una persona a la que acaba de dejar su pareja o que acaba de recibir el diagn¨®stico de una enfermedad grave sufra una depresi¨®n y otra en sus mismas circunstancias no. Antonio Cano Vindel, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Espa?ola para el Estudio de la Ansiedad y el Estr¨¦s, opina que la diferencia se explica, en parte, por los apoyos sociales que intervienen en cada caso.
En la fase m¨¢s temprana de la depresi¨®n suele haber un desencadenante principal relacionado con una p¨¦rdida relevante, ya sea en el plano personal, laboral o econ¨®mico, ¡°a la que reaccionamos de manera universal con tristeza¡±, apunta Cano. En ese momento, la tristeza tiene todav¨ªa una funci¨®n. Entre otras cosas, provoca la empat¨ªa del entorno social, ¡°invita a llamar a los que est¨¢n cerca para que nos echen un cable¡±, afirma el catedr¨¢tico. Este es el principal remedio natural contra el duelo, la tristeza y tambi¨¦n contra la depresi¨®n cuando empieza a producirse. ¡°Sin ese apoyo el estado se cronifica¡±, advierte. Aunque el hecho de tener amigos y familia no garantiza la salvaci¨®n. Es muy posible que nuestro entorno quiera ayudarnos pero, seg¨²n los especialistas, lo que hacemos la mayor¨ªa de los adultos cuando pasamos por un bajo estado de ¨¢nimo es escondernos. As¨ª llevamos las de perder.
El peso de una sociedad depresog¨¦nica
La depresi¨®n es una experiencia humana com¨²n, y no es nueva. Sin embargo, parece estar cada vez m¨¢s presente. ?A qu¨¦ se debe? ?Y si existen desajustes sociales que empujan a ella? ?Y si vivimos en una sociedad depresog¨¦nica? Seg¨²n el documento, hay motivos para pensar que as¨ª es. Si bien situaciones como la explotaci¨®n, el abuso y la marginalidad llevan tiempo con nosotros, el informe se?ala nuevos factores de riesgo que se basan en la infravaloraci¨®n de las conexiones humanas, la creatividad y el valor personal. La desigualdad social, junto a ideas ampliamente aceptadas como la de que el ¨¦xito y el fracaso est¨¢n exclusivamente en las propias manos, tambi¨¦n influyen. Puede que una sociedad en la que se premia la competitividad y el individualismo nos haga m¨¢s vulnerables a la depresi¨®n.
La aparici¨®n de un virus que ha trastocado la vida de los 7.500 millones de habitantes del planeta tampoco est¨¢ poniendo nada f¨¢cil mantenerse al margen de un bajo estado de ¨¢nimo casi generalizado. Seg¨²n explica el miembro de la junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicolog¨ªa de Catalu?a Rafael Penad¨¦s, los s¨ªntomas depresivos, como la sensaci¨®n de desesperanza, se han incrementado un 8%, aunque es pronto para saber si esos s¨ªntomas acabar¨¢n creando un trastorno depresivo o no.
Una de las claves de ese incremento es la sensaci¨®n de inseguridad que ha tra¨ªdo consigo el SARS-CoV-2. ¡°No hay nada que genere tanta ansiedad como la incertidumbre, y el contexto sociosanitario y econ¨®mico actual ha abonado el terreno para un escenario lleno de angustia¡±, advierte el psicoterapeuta y premio Lafourcade Ponce Jos¨¦ Gonz¨¢lez. Adem¨¢s, ahora carecemos de las defensas habituales porque la pandemia ha limitado las relaciones interpersonales de calidad, nuestro mayor bast¨®n. ¡°En la situaci¨®n actual, son como un premio de consolaci¨®n: me puedo relacionar, pero poco y sin tocar. La privaci¨®n del contacto f¨ªsico m¨¢s sincero tambi¨¦n pasa factura. Es parte de la resaca de la covid-19¡±, dice.
Relaja, da confianza y bienestar mental, pero ?correr es una terapia?
Por eso resulta tan disparatado echar un vistazo a las redes sociales y ver solo im¨¢genes de personas sonrientes, tomando ca?as aunque sea en grupos de menos de seis y disfrutando de la buena gastronom¨ªa, aunque sea entre botes de gel hidroalcoh¨®lico. Es una pose que no resultar¨ªa peligrosa si no fuera porque sigue fomentando el tab¨² de la tristeza. ¡°Nuestra sociedad est¨¢ cimentada en la 'feliciolog¨ªa¡±, contin¨²a Gonz¨¢lez. ¡°Se exageran las emociones agradables como si la felicidad fuera un lugar permanente al que llegar, por eso decimos ¡®quiero ser feliz¡¯ en lugar de ¡®quiero estar feliz¡¯. Pero la felicidad es una emoci¨®n que est¨¢ limitada en el tiempo, como todas¡±. Esa b¨²squeda genera frustraci¨®n porque perseguimos un imposible. ¡°Es como intentar buscar en la sexualidad el orgasmo permanente. La consecuencia es que, cuando nos sentimos tristes, intentamos no transitar esa tristeza, maquillarla, lo que acaba cronific¨¢ndola y abonando el terreno para anclarnos en la depresi¨®n¡±, explica Gonz¨¢lez.
?La soluci¨®n? Adem¨¢s de buena alimentaci¨®n y ejercicio para encontrarnos mejor, amigos y familia para sentirnos acompa?ados y ayuda profesional cuando todo lo anterior no es suficiente, un factor clave es permitirnos sentir las emociones que no son agradables. Sentir tristeza cuando as¨ª nos lo pida el cuerpo, en lugar de ignorarla, ayuda a que el sentimiento no se prolongue en el tiempo. ¡°Si acept¨¢ramos que los seres humanos estamos compuestos en un 50% por emociones desagradables, ser¨ªa m¨¢s sencillo lidiar con ellas porque aceptar¨ªamos que eso que nos pasa es natural¡±, dice el psicoterapeuta Jos¨¦ Gonz¨¢lez. No desaparecer¨ªa la depresi¨®n, pero quiz¨¢ afectar¨ªa a menos personas... y habr¨ªa m¨¢s historias felices.
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