¡°Parejas camale¨®n¡±: cuando solo quieres agradar y acaban anul¨¢ndote la personalidad
?Hasta qu¨¦ punto es positivo y cu¨¢ndo empieza a ser peligroso ceder en las relaciones amorosas?
Pongamos que llega el esperado fin de semana, con su abanico de posibilidades para desconectar. ?l quiere ver una pel¨ªcula de superh¨¦roes que a ella no le atrae en absoluto. No es que el g¨¦nero le arrebate, m¨¢s bien lo contrario, pero est¨¢ dispuesta a darle el gusto. ?Es eso ceder? No, seg¨²n la terapeuta de pareja N¨²ria Jorba. ?Seguro? ?No sobrepasa el l¨ªmite entre la concesi¨®n sana y la anulaci¨®n de la personalidad? Veamos la diferencia.
¡°Yo siempre diferencio lo que es ceder de lo que es adaptarse¡±, dice Jorba. Y explica: ¡°Nos adaptamos cuando tenemos la sensaci¨®n de que estamos proporcionando algo positivo a nuestra pareja sin perder nada nosotros¡±. Cuando s¨ª renunciamos a un beneficio propio en pos del bienestar del otro, entonces s¨ª estamos cediendo. Lo cual no es necesariamente malo si el esfuerzo es mutuo. ¡°Hay veces en las que s¨ª cedemos en aspectos personales o determinadas situaciones, pero vemos el mismo tipo de implicaci¨®n en la pareja. Que sea una relaci¨®n sim¨¦trica es clave. Esto no quiere decir que ambos tengan que fregar los platos tres veces a la semana cada uno (?qui¨¦n iba a descansar el s¨¦ptimo?), a lo mejor uno los lava cinco y el otro tres, pero ambos tienen la sensaci¨®n de equilibrio dentro de la relaci¨®n¡±, matiza la experta.
Queda claro, ?verdad? Pues no lo est¨¢ tanto. Esta premisa es v¨¢lida siempre y cuando las cesiones no lesionen aspectos troncales de nosotros mismos, como le pas¨® a Esteban, quien a los treinta y tantos acept¨® tener una relaci¨®n de tapadillo. Su pareja no quer¨ªa que nadie supiera que estaban juntos porque pensaba que confesarlo podr¨ªa da?ar a terceras personas, y ¨¦l apur¨® ese trago durante un tiempo... hasta que se le atragant¨®. ¡°Al final, ceder en cosas en las que no se cree te hace sentir vulnerable, porque, en cierto modo, est¨¢s traicionando aquello en lo que t¨² s¨ª crees¡±, reflexiona.
Tambi¨¦n Alicia ¡ªnombre figurado¡ª se pas¨® con las concesiones. Y no una ni dos veces. Cedi¨® y cedi¨® durante todas las relaciones que mantuvo hasta los 40 a?os, cuando decidi¨® acudir a terapia para aprender a decir basta. ¡±Si uno de mis novios era muy cin¨¦filo, yo me volv¨ªa cin¨¦fila. Incluso estuve con un chico que fumaba porros y empec¨¦ a fumarlos yo tambi¨¦n. He cedido siempre mucho para darle a mis parejas la imagen que ellos deseaban o que yo cre¨ªa que deseaban, y cedes tanto que acabas convirti¨¦ndote en la persona que ¨¦l desea, pero te olvidas de ti misma. Cuando vuelves t¨² es cuando todo se estropea¡±, opina rotundamente. Su habilidad camale¨®nica lleg¨® al punto de aceptar que una de sus parejas eligiera c¨®mo se vest¨ªa. ¡°Lo hac¨ªa para lucirme como un trofeo, me regalaba ropa y potenciaba una imagen de m¨ª que yo no quer¨ªa¡±.
La pareja perfecta no es la persona ideal (si quieres que el amor dure)
Lo de perder la esencia no es negociable ni cuando ambos miembros de la pareja deciden ceder en cuestiones medulares, advierte Jorba. ¡°Por ejemplo, si mi pareja deja a todos sus amigos y yo tambi¨¦n lo hago, eso ser¨ªa igualitario, pero no sano. Lo ideal es que ninguno tenga esa sensaci¨®n de perder algo valioso por estar en pareja¡±. ?Y c¨®mo se consigue esto? Poni¨¦ndole unos cimientos firmes a la relaci¨®n, algo que conseguiremos si invertimos un tiempo de calidad en conocer la filosof¨ªa de vida que tiene la otra persona. Todos tenemos una columna vertebral seg¨²n la cual entendemos las relaciones, y no debe admitir fisuras; las grietas solo provocan tempestades, y no se hacen esperar.
¡°Al final yo me sent¨ªa en una jaula de cristal, hab¨ªa creado una habitaci¨®n del p¨¢nico propia. Otra de mis parejas siempre quer¨ªa viajar, hacer viajes largos a lugares ex¨®ticos y, aunque a m¨ª no me apetec¨ªa como a ¨¦l, terminaba por hacerlos. Recuerdo, por ejemplo, que la ¨²ltima semana de uno de estos largos viajes no pod¨ªa parar de pensar que estaba dejando de estar donde ten¨ªa que estar, de pasar m¨¢s tiempo con mi madre¡ y eso me hac¨ªa estar muy agresiva. Me costaba disfrutar y lo acababa pagando con ¨¦l¡±, confiesa Alicia. Precisamente la rabia ¡ªcuya explosi¨®n puede prevenirse haciendo algunos gestos¡ª es una de las consecuencias que trae aparejadas el ir contra nosotros mismos y nuestros intereses. ¡°Lo normal es que vayamos acumulando este sentimiento si somos conscientes de que vamos cediendo constantemente, y adem¨¢s empezaremos a generar din¨¢micas de competici¨®n en la relaci¨®n del estilo de ¡®yo no pienso hacer m¨¢s esto porque t¨² no lo has hecho¡¯. Porque cuando sentimos que cedemos m¨¢s empezamos a exigir una igualdad, pero no la buscamos de un modo positivo, ah¨ª entra la competencia¡±, explica la psic¨®loga.
Inseguros y autoexigentes, los que m¨¢s ceden
Pasar a la pareja la factura de haber sobrepasado la l¨ªnea no lleva a buen puerto, pero ¡°ceder continuamente puede tambi¨¦n acarrear otro tipo de problema, este de tipo latente, por el que esa persona se va anulando sistem¨¢ticamente, se va adaptando para no perder al otro, y ah¨ª se genera un problema grave de relaci¨®n disfuncional y t¨®xica¡±. Tanto se adapt¨® Isabel ¡ªsu nombre tambi¨¦n est¨¢ modificado para este reportaje¡ª, y durante tantos a?os, que termin¨® por no saber qui¨¦n era: ¡°Su personalidad se fue imponiendo, poco a poco, y yo fui quedando relegada, anulada. Ni siquiera era consciente de que ced¨ªa sin parar, me sent¨ªa culpable y trataba de complacerlo por todos los medios, aunque nunca lo consegu¨ªa¡±.
Quer¨ªa mantener la relaci¨®n a toda costa, as¨ª que se dejaba envolver por el sutil chantaje emocional que su pareja desplegaba. ¡°Una relaci¨®n de este tipo, de maltrato, dependencia o toxicidad puede salir adelante, pero de una forma negativa. Incluso puede durar toda la vida, pero con el coste de uno de sus miembros anulados. Si esa persona levanta la cabeza, comenzar¨¢n los conflictos y, seguramente, la ruptura¡±, desarrolla Jorba. Solo cuando Isabel estaba a punto de descubrir que su novio ten¨ªa problemas con el juego, ¨¦l se adelant¨® y cort¨®. ¡°Sal¨ª de la relaci¨®n muy mal, con mucho miedo, pensando que hab¨ªa algo malo en m¨ª, me cost¨® relacionarme y estuve mucho tiempo sin pareja, ocho a?os¡±, admite.
C¨®mo detectar a un manipulador y desarmar sus intrigas
Algo as¨ª puede llegar a pasarle a cualquiera, pero no todas las personas son igual de vulnerables a pasarse de frenada en este terreno. Hay varios perfiles que son m¨¢s propensos, y que comparten caracter¨ªsticas como la inseguridad: ¡°Les pasa a aquellas personas que empiezan una relaci¨®n y piensan ¡®?ufff, qu¨¦ chico o qu¨¦ chica he conseguido!¡¯. Si pones al otro por encima de ti, te adaptar¨¢s para conservarlo a tu lado. Lo primero es tener esa autoestima y esa seguridad para decir ¡®yo te merezco a ti al igual que t¨² me mereces a m¨ª¡±, puntualiza Jorba. Y aclara que ¡°todos tenemos la autoestima tocada, casi nadie la tiene perfecta¡±, por lo que hay que trabajar en ella para relacionarnos en igualdad.
Tambi¨¦n le sucede m¨¢s a menudo a las personas con una elevada autoexigencia: ¡°Es el perfil de un alto cargo que termina siendo maltratada o maltratado. Eso sucede porque tiene mucha autocr¨ªtica, y a esas personas cuando alguien les dice ¡®esto no me gusta de ti¡¯ piensan que igual tiene raz¨®n, lo meditan y se van cuestionando tanto, se exigen tanto ser buena pareja que, a veces, cruzan la l¨ªnea¡±. Del mismo modo que triunfan en su mundo laboral, aspiran a hacerlo en la pareja, y no tiran la toalla f¨¢cilmente ni cuando deber¨ªan hacerlo.
Regla del 80%: c¨®mo escapar de la trampa del perfeccionismo
Para que nada de esto suceda, hace falta saber qu¨¦ queremos de una relaci¨®n y cu¨¢les son las l¨ªneas rojas que nunca se han de sobrepasar. ¡°Si no vemos determinadas actitudes que necesitamos por parte del otro, o si nos estamos sintiendo mal, hay que parar¡±. ?Y en pareja? ?Se pueden mejorar los problemas de una relaci¨®n desigual en equipo? ¡°S¨ª, pero para ello hay que trabajar qu¨¦ din¨¢micas est¨¢n favoreci¨¦ndolos: puede ser una mala comunicaci¨®n, hay que trabajar tambi¨¦n c¨®mo entienden la pareja ambos, qu¨¦ personalidad les lleva a ese tipo de conductas¡¡±. Pero pocas veces acaban poni¨¦ndose en manos de un profesional: ¡°Normalmente lo que nos encontramos es que viene solo esa parte que est¨¢ agotada de ceder¡±. Ah¨ª los terapeutas indagan en la predisposici¨®n que tiene la otra parte y, si esta es nula, trabajan a solas con ese paciente, d¨¢ndole las herramientas necesarias para establecer las l¨ªneas rojas fundamentales. En el caso de nuestros tres protagonistas, todos trabajaron en s¨ª mismos y son felices a d¨ªa de hoy junto a otras parejas. Isabel lo narra as¨ª, con un derroche de esperanza en la voz: ¡°Tras esos ocho a?os, encontr¨¦ a una persona buena, que me quer¨ªa como yo soy, y gracias a eso he podido superarlo en parte. De todo se sale¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.