La ley de Campbell y el poder blando que explican la trama saud¨ª para corromper cient¨ªficos
El sistema necesita reformas que fortalezcan el papel de los investigadores y las instituciones frente a quienes tratan de comprar su prestigio

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Hablemos de la ley de Campbell y del poder blando. De petrod¨®lares y de c¨®mo compran prestigio aprovechando nuestras vulnerabilidades. De la trama que ha destapado mi compa?ero Manuel Ansede en EL PA?S, pero ampliando el foco para entender mejor el contexto.
La ley de Campbell viene a decir que cuanto m¨¢s se utilice un indicador para la toma de decisiones, m¨¢s probable ser¨¢ que se corrompa tanto el indicador como la actividad que quiere medir. En el mundo de la ciencia, un ejemplo claro es el llamado ¡°publica o perece¡±: para ser alguien y tener derecho a plazas y contratos, debes mantener un ritmo insostenible de publicaci¨®n de estudios.
Eso, como indica Campbell con su ley, provoca innumerables derivadas problem¨¢ticas: como el cient¨ªfico espa?ol con el r¨¦cord de estudios retractados (tumbados) por ser basura acad¨¦mica: repetidos, manipulados o lo que fuere, con tal de aumentar su cuenta de papers.
O como el m¨¢s reciente caso de Rafael Luque, que publica un estudio cada 37 horas y, sin sonrojarse, reconoce que los ¡°pule¡± usando el famoso ChatGPT (que falla como escopeta de feria). Este qu¨ªmico lleva cinco a?os en la lista de investigadores m¨¢s citados del mundo, elaborada por la empresa especializada Clarivate. Una lista que determina la posici¨®n en el ranking de universidades m¨¢s prestigioso, el de Shang¨¢i: cuantos m¨¢s cient¨ªficos ¡°muy citados¡± tienes en plantilla, mejor universidad eres. Para estas instituciones, la posici¨®n en ese listado es esencial; hoy lo encabeza la de Harvard.
Y como determina la ley de Campbell, es tan decisivo ese ranking que ten¨ªa todas las papeletas para corromperse: el sistema y quienes lo conforman.
Por eso, saltamos de Luque al listado de ¡°muy citados¡± de Clarivate y a quienes tratan de manipularlo. Ansede descubri¨® que Luque, junto a otros muchos investigadores espa?oles, hab¨ªa declarado que su lugar de trabajo principal eran universidades saud¨ªes para las que no trabajan. ?Y por qu¨¦ lo hacen? Por dinero. Las instituciones cient¨ªficas de Arabia Saud¨ª pagan bien para adquirir prestigio internacional; a algunos investigadores los fichan, directamente. Cero pegas a eso. Pero en este esc¨¢ndalo hablamos de corrupci¨®n: de recibir dinero a cambio de mentir y decirle a Clarivate que trabajas en la Universidad Rey Abdulaziz, aunque no hayas pisado en tu vida la pen¨ªnsula Ar¨¢biga.
Espa?a, por desgracia, es potencia mundial en eso: con 11 investigadores, somos el segundo pa¨ªs con m¨¢s cient¨ªficos que cambiaron su filiaci¨®n a cambio de petrod¨®lares, sabiendo que era mentira y que, adem¨¢s, perjudicaban a la universidad que verdaderamente les paga el sueldo a fin de mes.
En esta trama saud¨ª, como en todas, hay que seguir el rastro del dinero. Y al hacerlo descubrimos a un personaje, un catedr¨¢tico que hace de intermediario y que mont¨® una empresa para enriquecerse como mediador entre estas universidades saud¨ªes y los cient¨ªficos espa?oles ¡°muy citados¡± que se pudieran comprar.
?En qu¨¦ punto estamos? Hay abiertas investigaciones en marcha, declaraciones de algunos pol¨ªticos ¡ª?pero d¨®nde est¨¢ la ministra de Ciencia?¡ª, mucho revuelo soterrado en las instituciones cient¨ªficas, nervios entre personas que se corrompieron, dimisiones y m¨¢s ceses que quiz¨¢ est¨¦n al caer.
Reformar el sistema cient¨ªfico
Como en toda actividad colectiva, en la ciencia tambi¨¦n hay flaquezas humanas y tentaciones muy carnales que se deslizan por las grietas de sistemas que no son perfectos, ni de lejos: el de estos rankings, los ¨ªndices de valoraci¨®n de cient¨ªficos, las publicaciones al peso en revistas... Necesitan una reforma urgente porque la ciencia est¨¢ muy expuesta a la ley de Campbell que, como vemos, es una de las leyes de las ciencias sociales que se cumple con mayor rotundidad.
Sobre todo cuando hay actores que pretenden sacarle todo el jugo. Aqu¨ª es donde entra eso que mencionaba del poder blando, esa forma de ganar influencia a trav¨¦s del prestigio cultural o intelectual y no con las armas y las agresiones financieras (el poder duro). El que quieren ejercer, lo estamos viendo estos a?os, pa¨ªses como Qatar o Arabia Saud¨ª. No soy experto en geopol¨ªtica, pero tampoco hace falta ser Henry Kissinger para ver lo que est¨¢ pasando.
Hace un par de semanas, Espa?a anunci¨® su acuerdo de colaboraci¨®n con un instituto de investigaci¨®n en inteligencia artificial de Emiratos ?rabes Unidos, ADIA Lab, que hab¨ªa elegido Granada como ubicaci¨®n para su sede europea. Y dimitieron varios de los consejeros elegidos por el Gobierno espa?ol para asesorarle en este campo porque es un centro cient¨ªfico ¡°financiado por un Gobierno [Emiratos ?rabes Unidos] que no reconoce la independencia de la ciencia, que pisotea los derechos humanos, en especial de mujeres, de las comunidades LGTBQI+ e inmigrantes¡±.
¡°Una cosa son las relaciones diplom¨¢ticas, otra el activismo y otra la ciencia. Los cient¨ªficos son los que tienen libertad de decidir¡±Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalizaci¨®n e Inteligencia Artificial
Esta semana entrevistamos a la responsable de este conflicto, la secretaria de Estado de Digitalizaci¨®n e Inteligencia Artificial, Carme Artigas. Y su respuesta, en pleno esc¨¢ndalo saud¨ª, llama la atenci¨®n: ¡°No hay ning¨²n conflicto ¨¦tico. Esto es una financiaci¨®n, no para un gobierno, no para un centro, sino para los cient¨ªficos espa?oles¡±, asegur¨®, porque ¡°una cosa son las relaciones diplom¨¢ticas, otra el activismo y otra la ciencia¡±. Y a?adi¨®: ¡°?O alguien pone en duda que un cient¨ªfico espa?ol, si es que se siente m¨ªnimamente dirigido en su investigaci¨®n, no va a levantar la mano y va a decir que ya no quiere colaborar m¨¢s con ellos? Los cient¨ªficos son los que tienen libertad de decidir¡±.
Petrod¨®lares en el espacio
La ¡°libertad de decidir¡± tiene un punto controvertido cuando dejamos que reinen los petrod¨®lares, como demuestran Luque y los dem¨¢s cient¨ªficos que se dejaron comprar. Como dec¨ªa el editorial de EL PA?S, la consecuencia m¨¢s potente de la investigaci¨®n de este peri¨®dico debe ser que ¡°los responsables de confeccionar esos rankings revisen los criterios que aplican, sobre todo porque algunas de las universidades m¨¢s prestigiosas del mundo pueden ver afectado su cr¨¦dito ante la causa real de los altos puestos de algunas de ellas: dinero¡±.
El Mundial de f¨²tbol comprado por Qatar y la celebraci¨®n de partidos de campeonatos espa?oles en Riad, la capital saud¨ª, pertenecen al mismo relato. Dictaduras que cabalgan sobre petrod¨®lares en los terrenos m¨¢s populares para limpiar su imagen internacional, como el deporte o la ciencia.
O el espacio. El pr¨®ximo ejemplo tiene fecha: el 8 de mayo volar¨¢n a la Estaci¨®n Espacial Internacional dos astronautas de Arabia Saud¨ª. El piloto Ali Al Qarni y la cient¨ªfica Rayyanah Barnawi, especialista en c¨¢ncer, que se convertir¨¢ en la primera mujer saud¨ª en el espacio, despegar¨¢n en un cohete Falcon 9 de SpaceX desde Florida como parte de la misi¨®n Axiom 2. Las misiones de Axiom son turismo espacial para forrados; los magnates de la Axiom 1 pagaron 50 millones de d¨®lares cada uno y ahora paga el s¨¢trapa saud¨ª Mohamed bin Salm¨¢n. Gracias a los pasajes que proporciona Elon Musk, Bin Salm¨¢n podr¨¢ decir que su pa¨ªs ya ha puesto a una mujer en el espacio, al mismo nivel que Francia, Italia o Reino Unido, y algo que no han logrado Alemania o Espa?a.
Con las manos manchadas por la sangre del periodista Jamal Khashoggi, el pr¨ªncipe saud¨ª Bin Salm¨¢n saludaba el lunes a la joven investigadora Barnawi, pero esta vez con la sonrisa amable del poder blando. La de las supercopas de f¨²tbol, las universidades prestigiosas y las mujeres astronautas. Nosotros seguiremos contando lo que hay detr¨¢s, porque apesta.
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