¡®Trist¨¢n e Isolda¡¯ a peque?a escala
David Afkham dirige a la Orquesta Nacional de Espa?a un Wagner m¨¢s satisfactorio que cautivador
David Afkham no dud¨® en parar a la Orquesta Nacional a los veinte segundos de comenzar, ante la irrupci¨®n del sonido de un m¨®vil, anoche en la sala sinf¨®nica del Auditorio Nacional. El director alem¨¢n (Friburgo de Brisgovia, 36 a?os) tan solo hab¨ªa dirigido los primeros cuatro compases del preludio de Trist¨¢n e Isolda, de Richard Wagner. Esa primera exposici¨®n del tema del deseo, con el caracter¨ªstico intervalo de sexta en pianissimo de los violonchelos que culmina con el famoso ¡°acorde de Trist¨¢n¡± en la madera. Fue una decisi¨®n completamente acertada. Ten¨ªa por delante casi cuatro horas de exploraci¨®n sonora de la agon¨ªa y el ¨¦xtasis amoroso con un fascinante experimento psicol¨®gico que abarca la obra de principio a fin. Un acorde disonante al principio cuya necesaria resoluci¨®n se pospone y no se concede hasta el final, cuando la protagonista canta abstra¨ªda su famosa ¡°Muerte de amor¡±. Esa congoja que invade toda la obra y que, algunas veces, ha trascendido el mundo de la ¨®pera. Lo demostr¨®, por ejemplo, Lars von Trier en su pel¨ªcula Melancol¨ªa (2011), con ese inici¨® on¨ªrico y apocal¨ªptico ambientado, precisamente, con la impactante m¨²sica de este preludio de Wagner.
Trist¨¢n e Isolda
M¨²sica y libreto de Richard Wagner. Temporada 2019-20 de la Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a. Petra Lang, soprano; Violeta Urmana, mezzosoprano; Frank van Aker, tenor; Roman Sadnik, tenor; Boaz Daniel, bar¨ªtono; Brindley Sherrat, bajo; Roger Padull¨¦s, tenor; ?ngel Rodr¨ªguez Torre, bar¨ªtono. Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a. Miguel ?ngel Garc¨ªa Ca?amero, director del coro. David Afkham, director musical. Pedro Chamizo, puesta en escena. Auditorio Nacional de M¨²sica, 17 de octubre.
Afkham dirig¨ªa su primer concierto ya convertido en flamante director titular de la Orquesta Nacional de Espa?a (ONE) y art¨ªstico de la Orquesta y Coro Nacionales de Espa?a (OCNE). Una nueva etapa, que afronta con el apoyo de F¨¦lix Palomero como nuevo director t¨¦cnico, y que ha iniciado con un verdadero reto. El director alem¨¢n ha afrontado una ¨®pera diferente en cada una de las pasadas temporadas sinf¨®nicas como director principal de la ONE, empezando con El holand¨¦s errante, de Wagner, Elektra, de Strauss, y El castillo de Barbazul, de Bart¨®k. Tres t¨ªtulos ideales, por extensi¨®n y caracter¨ªsticas, para abordarlos en versi¨®n de concierto y semiescenificados en la sala sinf¨®nica del Auditorio Nacional. Pero esta temporada se opt¨® por abordar nada menos que Trist¨¢n e Isolda, un drama musical wagneriano de casi cinco horas y con dos descansos. Tanto la Orquesta Nacional como su titular encaraban por primera vez completa esta partitura. Y el resultado fue sobresaliente, aunque tambi¨¦n inferior a las tres veladas oper¨ªsticas de temporadas anteriores.
Tras la referida interrupci¨®n, el p¨²blico aplaudi¨® la decisi¨®n de Afkham de volver a empezar. Y el segundo inicio del preludio son¨® mucho mejor. El alem¨¢n dej¨® muy claras sus credenciales, ya desde los primeros minutos. Una versi¨®n orquestal compacta y bien equilibrada, a pesar de utilizar una formaci¨®n con seis contrabajos, en lugar de los ocho habituales en Bayreuth y evitar la normal colocaci¨®n antifonal de los violines a ambos lados del podio. El primer acto son¨® m¨¢s fluido que flexible, aunque sin estridencias en los tempi y los momentos clim¨¢ticos. Afkham supo elevar la temperatura en el segundo acto, que fue lo mejor de la noche. Y, en el tercero, le falt¨® hondura al principio, aunque remont¨® en las escenas finales que fueron trepidantes.
Un Trist¨¢n e Isolda que, en su conjunto, funcion¨® admirablemente bien a peque?a escala, pero sin ese largo arco sin fisuras de principio a fin, que el director alem¨¢n supo delinear, por ejemplo, en El holand¨¦s errante hace tres a?os. Eso es lo que suele marcar la diferencia. Y convierte una funci¨®n de esta compleja ¨®pera de Wagner en una experiencia cautivadora, al consumar el referido experimento psicol¨®gico que abraza toda la obra. Anoche todos salimos satisfechos con la direcci¨®n de Afkham, pero tambi¨¦n con la Orquesta Nacional (y la secci¨®n masculina del Coro Nacional que intervino en el primer acto). Hab¨ªamos escuchado una interpretaci¨®n llena de detalles camer¨ªsticos y con una exquisita atenci¨®n a la din¨¢mica y la articulaci¨®n. A una cuerda bien disciplinada, un buen metal y una madera excepcional, que cont¨® con brillantes solos de clarinete bajo, de Eduardo Raimundo Beltr¨¢n, y de corno ingl¨¦s, de Jos¨¦ Mar¨ªa Ferrero de la Asunci¨®n. Pr¨¢cticamente no se escuch¨® incidencia alguna, si exceptuamos la dificil¨ªsima entrada de las trompas en el preludio del tercer acto o un despiste de los fagotes en la muerte de Trist¨¢n.
El reparto vocal asumi¨® la misma atenci¨®n a los detalles. Lo comprobamos, ya en el comienzo de la primera escena de la ¨®pera, con la intervenci¨®n a cappella del marinero, desde la tribuna del ¨®rgano, que cant¨® el tenor Roger Padull¨¦s con una perfecta gradaci¨®n din¨¢mica. Le sigui¨® la pareja femenina formada, curiosamente, por dos mezzosopranos de acreditada trayectoria. La alemana Petra Lang ha sido la ¨²ltima Isolda en el Festival de Bayreuth. Compone un personaje desigual, bordeando el grito en el registro agudo. Pero tiene un timbre atractivo que sabe explotar en los momentos que requieren mayor musicalidad. Por el contrario, la lituana Violeta Urmana result¨® muy superior como Brangania. Bien conocida por el p¨²blico madrile?o, donde cant¨® el a?o pasado en el Teatro Real una excelente Amneris en Aida, exhibi¨® un registro c¨¢lido y compacto, que destac¨® especialmente en el aviso del segundo acto.
En el apartado masculino, el tenor holand¨¦s Frank van Aker resolvi¨® el dif¨ªcil papel de Trist¨¢n, aunque se mostr¨® incapaz para las medias voces. Boaz Daniel fue un Kurwenal demasiado tosco, pero mejor¨® en el tercer acto y el tenor austr¨ªaco Roman Sadnik fue un solvente Melot. No obstante, el otro gran triunfador del reparto, junto a Urmana, fue el bajo ingl¨¦s Brindley Sherratt, que hace dos a?os cant¨® en el Teatro Real un extraordinario Claggart en Billy Budd. Su mon¨®logo de Marke del segundo acto fue lo mejor de toda la ¨®pera. Una interpretaci¨®n entregada y exquisita, que Afkham elev¨® con un admirable acompa?amiento.
La puesta en escena de Pedro Chamizo fue sencilla y discreta en cuanto a iluminaci¨®n y atrezo. Quiz¨¢ habr¨ªa sido mejor otra ubicaci¨®n para los cantantes, que detr¨¢s de la orquesta, pues fueron tapados en momentos puntuales. Tambi¨¦n se podr¨ªa haber dise?ado una movilidad m¨¢s creativa, aunque hubo alg¨²n detalle interesante, como la aparici¨®n de Marke en el patio de butacas al final del primer acto. En todo caso, fue muy ¨²til disponer de subtitulado biling¨¹e en alem¨¢n y espa?ol. Trist¨¢n e Isolda volver¨¢ el pr¨®ximo domingo, 20 de octubre, por segunda y ¨²ltima vez al escenario del Auditorio Nacional. Ser¨¢ a las cinco de la tarde.
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