Del aplauso no se come: los problemas de los creadores para llegar a fin de mes
La gran mayor¨ªa de los artistas de todos los sectores se ven obligados a compaginar su oficio con otras actividades vinculadas a su disciplina o incluso totalmente ajenas ante la imposibilidad de vivir de su profesi¨®n
La cultura a menudo llena el alma. Casi nunca, sin embargo, el est¨®mago de quien la genera. Lo dicen los propios artistas cada vez que se les pregunta. Lo confirman los n¨²meros, en cualquier informe. Y lo sentencia la realidad de un sector donde una ¨ªnfima minor¨ªa paga sus gastos gracias a sus obras. En Espa?a hay cientos de cineastas, dramaturgos, escritores, m¨²sicos, fot¨®grafos, pintores o programadores de videojuegos. Pero poqu¨ªsimos podr¨ªan poner solo eso en su tarjeta de visita. ¡°La norma es que no se suele vivir de lo que genera la actividad art¨ªstica. E incluso hablamos de gente que recibe premios y es puntera¡±, resume el abogado Roger Dedeu, del despacho Gabeiras y experto en este ¨¢mbito. Siempre se dice que el trabajo de creador es extra?o. He aqu¨ª su peor peculiaridad: recibe m¨¢s aplausos que dinero.
Con suerte, los artistas compaginan su oficio con actividades vinculadas a su disciplina: sobre todo, la ense?anza. Los escritores suelen impartir conferencias o firman en prensa. A los directores de cine les encargan videoclips o anuncios publicitarios. Y un dibujante puede sacar m¨¢s ingresos de unas cuantas p¨¢ginas ilustradas para EE UU que de su novela gr¨¢fica en Espa?a. Aunque otros deben aguantar con lo que encuentren. ¡°En el c¨®mic hay muchos que se sacan una oposici¨®n, algunos son cocineros, oficinistas, camareros¡¡±, tercia David Rub¨ªn (Ourense, 44 a?os), uno de los escas¨ªsimos historietistas que se mantienen gracias a sus proyectos. La respuesta, pasando de un sector a otro, no var¨ªa. Al igual que la trayectoria t¨ªpica: vocaci¨®n, entusiasmo juvenil, primeros estrenos o publicaciones, algo de dinero y subid¨®n. Pero, tambi¨¦n, mucha precariedad. Y, tarde o temprano, una encrucijada: la vida avanza, los a?os pasan y de la pasi¨®n no se come.
¡°Uno de los dos trabajos se acaba por imponer: o te la juegas con el que te da menos ingresos, u optas por el sentido com¨²n¡±, reflexiona Antonio Garc¨ªa V¨¢zquez (Cartagena, 26 a?os), l¨ªder del grupo Arde Bogot¨¢. ?l mismo est¨¢ a punto de atreverse con la primera opci¨®n: ya no m¨²sico y abogado, solo lo primero. ¡°El punto de inflexi¨®n ha sido algo tan burdo como poder pagarme el alquiler. Y mi edad. Con 36, la ecuaci¨®n ser¨ªa muy diferente¡±, relata. El por qu¨¦ lo a?ade Marta C. Dehesa, abogada y gestora cultural especializada en propiedad intelectual: ¡°M¨¢s all¨¢ de los 40, se tira much¨ªsimo la toalla, sobre todo las mujeres. Y m¨¢s de la mitad de creadoras no son madres¡±.
¡°La cultura es una palabra comod¨ªn que se usa a placer por distintas fuerzas pol¨ªticas, sobre la que no hay un compromiso colectivo porque no interesa, desde las fuerzas econ¨®micas, m¨¢s que como producto de consumo¡±, denuncia la guionista y escritora Yaiza Berrocal (Llinars del Vall¨¨s, 31 a?os), que ha debutado con la novela Curling (H&O, 2022). En esa distop¨ªa laboral, basada en su propia experiencia como acomodadora del Liceu en Barcelona, denuncia las t¨¦cnicas de uberizaci¨®n en el ¨¢mbito cultural. Para Berrocal, ¡°asociar artista con precariedad¡± es parte del imaginario y ¡°quiz¨¢s una de las razones de que se perpet¨²e, eso de que siempre ha sido as¨ª¡±.
Defensora de la renta b¨¢sica universal, para Berrocal sobrevivir en las artes es una cuesti¨®n de clase. ¡°Supongo que si vives de rentas o tu familia tiene dinero, puedes invertir tiempo en labrarte un lugar en el ¨¢mbito creativo. Si no es el caso, probablemente acabes autoexplot¨¢ndote hasta el l¨ªmite para hacerte un hueco. Si lo consigues, vivir¨¢s con la ansiedad de no perderlo, y si no, con la depresi¨®n de haber fracasado. A no ser que rechaces por completo este medio, que es individualista hasta el extremo, y pienses que hay que inventarse otra cosa que nos contemple a todos¡±.
Los n¨²meros y el reparto
Las cifras no animan a crear cultura. El 41,3% de los cineastas europeos apenas film¨® una pel¨ªcula entre 2003 y 2017, seg¨²n un estudio del Observatorio Audiovisual Europeo. El 88 % de los m¨²sicos ingresan menos del salario mi?nimo interprofesional anual (14.000 euros), como mostr¨® un reciente informe de la Uni¨®n de M¨²sicos. Y una encuesta de la Asociaci¨®n Colegial de Escritores concluy¨® que solo el 7,5% de los entrevistados se dedica ¨²nicamente a ese oficio. Cambia el sector, no la desolaci¨®n. Ni la frustrante sensaci¨®n de que los intermediarios devoran el pastel cultural y solo quedan las migas para el creador.
En el sector editorial, un escritor se lleva entre el 10% del precio de venta ¡ªen el mejor de los casos¡ª y un 5% o 6% que le consta a Rub¨ªn que se est¨¢ ofreciendo. Del resto, un 15% suele ir a la editorial, un 30% a la librer¨ªa y lo dem¨¢s a la distribuidora. El autor, eso s¨ª, suele recibir un adelanto: alguien como Rub¨ªn puede conseguir unos 10.000 euros. Para un c¨®mic que le cuesta al menos ocho o 12 meses de trabajo. ¡°No da ni para ser mileuristas, y para Espa?a es muy buen adelanto. La t¨®nica habitual de tebeos est¨¢ de 3.000 para abajo. Tienes que calcular cu¨¢nto te va a durar, qu¨¦ trabajos puedes hacer por medio¡¡±, agrega.
En un concierto, los m¨²sicos pueden llegar a llevarse el 70% de la recaudaci¨®n, seg¨²n el l¨ªder de Arde Bogot¨¢. Aunque en el streaming la cosa cambia. Y se condensa en aquella secuencia del filme Begin Again, donde la compositora interpretada por Keira Knightley pregunta a los se?ores de una discogr¨¢fica: ¡°Si mi ¨¢lbum vale 10 d¨®lares y lo ofrecemos online, sin intermediarios, ?por qu¨¦ vosotros os qued¨¢is con nueve?¡±. Y eso pese a que la reciente directiva europea del copyright, que Espa?a transpuso con un decreto ley, obliga a los Estados a impulsar mecanismos que faciliten el trazado, la transparencia y la revocaci¨®n del uso del cat¨¢logo de un creador en la red.
A ello se a?ade, en todos los sectores culturales, el riesgo. Cualquiera puede entenderlo pensando en su propia rutina: ser¨ªa como ir a la oficina cada ma?ana confiando en que, en alg¨²n momento a saber cu¨¢ndo, se vaya a recibir una retribuci¨®n adecuada a las horas y el esfuerzo. ?Cu¨¢ntos aguantar¨ªan? Porque, adem¨¢s, los entrevistados rompen el estereotipo del creador que solo se vuelca cuando le visita la inspiraci¨®n. ¡°Esa idea del artista al que le viene la musa y se tira 12 horas pintando es falsa. Nunca he visto a gente m¨¢s dispuesta al trabajo que en este sector. Y, adem¨¢s, la ejecuci¨®n de una canci¨®n es muy distinta de una relaci¨®n laboral tradicional. Has tenido que formarte e informarte. El m¨²sico no se sienta y escribe. La prueba de eso son los archivos de los artistas: ah¨ª se ve lo que se ha le¨ªdo, las versiones que han pintado de un cuadro o la cantidad de recortes de prensa que ten¨ªa para un p¨¢rrafo. Eso es el trabajo¡±, afirma Roger Dedeu. ¡°Me levanto entre 5.30 y 6 de la ma?ana, trabajo, llevo a mi hija al cole, sigo toda la ma?ana, paro a comer, y contin¨²o. A veces hasta la cena. Suelo andar entre ocho y 10 horas diarias¡±, comparte Rub¨ªn. Y lo hace, ¨¦l como todos, a la espera de unos ingresos que en ese momento desconoce.
¡°Ese impasse entre que el proyecto se crea y llega a la gente hace que sea dif¨ªcil vivir de ello¡±, sostiene Antonio Garc¨ªa. ¡°Si has conseguido negociar unos buenos derechos y el libro funciona, en teor¨ªa poco a poco puedes ir recuperando parte del dinero y del tiempo que le has dedicado. Pero eso sucede una vez cada cinco a?os¡±, argumenta el ilustrador Kike de la Rubia (Madrid, 42 a?os), que en 2017 para mejorar sus ingresos fund¨® la Escuela Min¨²scula, y ha pasado en cinco a?os de 18 a 100 alumnos.
En busca de soluciones
Para solucionar tantos problemas, las propuestas se acumulan: sentarse a una mesa con los intermediarios y renegociar el porcentaje sobre las ventas que se lleva el creador; formar a los artistas para monetizar y profesionalizar sus carreras; dar poder jur¨ªdico a las asociaciones profesionales para que puedan actuar como sindicatos y denunciar, por ejemplo, contratos abusivos. Y m¨¢s ayudas p¨²blicas. Porque hace a?os que en los Presupuestos Generales del Estado la cultura no supone ni el 0,5% del gasto total. Y aunque las artes aportan un 2,4% al PIB espa?ol (un 3,4% si se suman las actividades vinculadas a la propiedad intelectual), reciben de la Administraci¨®n central, auton¨®mica y local fondos que representan el 0,06%, 0,10% y 0,30% del PIB respectivamente, seg¨²n el anuario de estad¨ªsticas del Ministerio de Cultura y Deporte, referido a 2019. El producto interior bruto es, por otro lado, una forma cada vez m¨¢s cuestionada de medir la creaci¨®n. Y, desde luego, insuficiente. ¡°Cuando unos ni?os van al Reina Sof¨ªa y les explican el Guernica tiene un impacto. Cuando la asociaci¨®n M¨²sica en vena lleva las melod¨ªas cl¨¢sicas a los pacientes de la UVI, tambi¨¦n¡±, apunta el abogado Dedeu.
Aun as¨ª, hace tiempo que a las artes, y sobre todo al cine, se les peg¨® la etiqueta de ¡°subvencionados¡±. Aparte de m¨¢s respeto y consideraci¨®n, al Gobierno el sector pide el desarrollo completo del Estatuto del Artista, que el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, ha prometido terminar este a?o: deber¨¢ proteger a nivel fiscal, laboral y de seguridad social un sector que oscila entre periodos intensivos y otros sin apenas actividad. Y donde el 66,8% del empleo es asalariado, frente al 83,9% del mercado en general, y el 93,3% de lo que las estad¨ªsticas llaman ¡°empresa cultural¡± oscila entre ninguno y cinco empleados.
¡°Lo m¨¢s com¨²n en los videojuegos son empresas de tres a nueve personas. Necesitan dinero y lo que suelen hacer es pedir un pr¨¦stamo. Intentan que a un publisher (editor) le guste la idea que han tenido para que financie el proyecto¡±, apunta Francisco T¨¦llez (47 a?os, Barcelona), desarrollador de obras como UNEpic. Es decir, se suele buscar m¨¢s apoyo econ¨®mico en el ¨¢mbito privado que en las instituciones. Entre otras cosas, porque los estudios se enfrentan a unas normas que todav¨ªa se est¨¢n adaptando al sector, al que se ha empezado a mimar hace pocos a?os. La primera ayuda p¨²blica considerable no lleg¨® hasta 2018. Y apunta Mauricio Garc¨ªa (43 a?os, Sevilla), director de The Game Kitchen, que ¡°era muy parecida a las que se otorgan en cine, cuando esto es muy distinto y tiene otros tiempos¡±. Los obst¨¢culos para poder optar a estas subvenciones las hacen tan poco atractivas que su estudio prefiere obviarlas: se lo pueden permitir, tras haber conseguido unas ventas notables a nivel mundial con Blasphemous (2019). ¡°Hay que exigirle a las empresas editoras un volumen de inversi¨®n en producci¨®n nacional¡±, agrega T¨¦llez.
Elena Plaza, madrile?a de 47 a?os, es otra trabajadora en dos frentes. Fot¨®grafa. Y, tambi¨¦n, en Telef¨®nica. O, m¨¢s bien, al rev¨¦s. Porque a su pasi¨®n le dedica ¡°fines de semana y vacaciones¡±, y los ingresos que ha tenido por la fotograf¨ªa han venido con encargos publicitarios o bodas. Por sus im¨¢genes de autor, en cambio, recibe dinero de forma espor¨¢dica. ¡°En Espa?a no se vende fotograf¨ªa porque est¨¢ considerada un arte menor, en cambio, en Francia es normal comprar en galer¨ªas. Adem¨¢s, se ha puesto de moda que las galer¨ªas te cobren por exponer, junto al porcentaje que se quedan por pieza vendida¡±, agrega. Hace unas semanas pudo montar una muestra en Eibar (Gipuzkoa). ¡°Fue una angustia, 15 d¨ªas acost¨¢ndome a las cuatro de la madrugada y luego ten¨ªa que ir a trabajar¡±. Por ello, afirma que las Administraciones deber¨ªan ceder espacios donde los fot¨®grafos puedan exponer. Conf¨ªa en que el proyectado Centro Nacional de la Fotograf¨ªa, en Soria, ayude a mejorar la situaci¨®n.
Tambi¨¦n tiene esperanzas en ese nuevo espacio Iris G-Mer¨¢s (Oviedo, 43 a?os), que con ocho a?os pidi¨® una c¨¢mara de fotos a los Reyes Magos. Psic¨®loga de formaci¨®n, trabaja en orientaci¨®n laboral, que combina con tareas de gesti¨®n en festivales de fotograf¨ªa. Se form¨® en cursos y talleres, y en uno de estos comprendi¨® su lugar cuando oy¨® a Rafael Sanz Lobato, premio Nacional, hablar del ¡°fot¨®grafo aficionado, el que ama la fotograf¨ªa aunque sepa que no le va a dar beneficios¡±.
Lo sabe bien el dramaturgo Jos¨¦ Ram¨®n Fern¨¢ndez (Madrid, 60 a?os). Pese al Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica en 2011 por La colmena cient¨ªfica o El Caf¨¦ de Negr¨ªn y a que sus textos se han estrenado en importantes escenarios espa?oles, nunca ha dejado su empleo fijo en el Instituto Nacional de las Artes Esc¨¦nicas. Fue jefe de prensa del Centro Dram¨¢tico Nacional y ahora trabaja en el Centro de Documentaci¨®n de las Artes Esc¨¦nicas y de la M¨²sica. ¡°Hubo momentos en los que sent¨ª tentaciones de dedicarme solo a la escritura, etapas en las que de pronto te pones de moda y te surgen muchos proyectos. Pero eso hab¨ªa implicado hacer muchas cosas que quiz¨¢ no te apetecen tanto. De los derechos de autor es dif¨ªcil sacar un sueldo medio estable y hay que complementarlo haciendo versiones, impartiendo talleres. Decid¨ª mantener mi trabajo para poder elegir de verdad mis proyectos de escritura¡±, explica.
Novedades
Lo mismo, al fin y al cabo, les sucede a sus compa?eros de profesi¨®n: ni los m¨¢s conocidos tienen la escritura como ¨²nico oficio. Unos cuantos dirigen y producen sus propias obras. Algunos, como Alfredo Sanzol o Juan Mayorga, son directores de teatros p¨²blicos. Berrocal, en todo caso, invita a no dotar de ¨¦pica la supervivencia de los creadores. ¡°He tenido algunos trabajos precarios que no romantizo en absoluto y me imped¨ªan tener la cabeza para escribir nada¡±, declara, y propone: ¡°Valorizar el trabajo cultural es muy importante. Eso quiere decir salir del modelo productivo e individualista en el que a menudo lo enmarcamos. Una inversi¨®n p¨²blica amplia, fuerte, que se fije en las iniciativas peque?as y colectivas de alcance comunitario, m¨¢s all¨¢ de la producci¨®n de contenidos continua a la que nos aboca el capitalismo¡±.
Se abre aqu¨ª otro aspecto del problema. Para seguir todas las novedades, en Espa?a habr¨ªa que consumir cada d¨ªa 1,2 pel¨ªculas en salas, ocho tebeos y unas 47 novelas ¡ªseg¨²n datos de 2020 del Anuario de Estad¨ªsticas Culturales del Ministerio de Cultura y Deporte y de la Gu¨ªa del C¨®mic¡ª. ?Se produce arte en exceso? Los entrevistados tienden a contestar que no. Y que nadie debe truncar los sue?os de un creador. Aunque Kike de la Rubia s¨ª plantea una autocr¨ªtica: ¡°Estamos en el auge de autores de ilustraci¨®n cuya obra es un ¨²nico libro. La ilustraci¨®n tiene un punto un poco naif, poder ver tu libro publicado, ense?arlo, estar contento y olvidarte de lo dem¨¢s. Su vinculaci¨®n con la profesi¨®n es solamente est¨¦tica. Pero contribuye a que las empresas puedan coger cualquier cosa por dos duros. Y entonces la gente que se dedica a esto tiene que negociar con m¨¢s dificultades¡±.
Sin embargo, la principal responsabilidad, seg¨²n los artistas, vuelve a ser de los intermediarios: lamentan que lanzar pel¨ªculas, libros o espect¨¢culos uno tras otro responde al intento de productoras y editoriales de dar con un ¨¦xito ¡ªo varios peque?os¡ª que cubra los gastos. El enloquecido ritmo de novedades, adem¨¢s, significa que el esfuerzo de un a?o de un creador dispone de apenas unos d¨ªas para triunfar. Si no, ya le cubrir¨¢ el siguiente. ¡°Si una persona no lleva mucha trayectoria, saca su segunda obra y no se le da la oportunidad, se acaba y ya est¨¢. Yo tuve que esperar a mi cuarto libro para hacerme conocido¡±, tercia Rub¨ªn.
Acostumbrados a las tormentas, los artistas se han visto arrollados por la pandemia. El confinamiento dispar¨® su prestigio, porque todo el mundo encerrado en casa acud¨ªa a la cultura. Pero tambi¨¦n sec¨® a¨²n m¨¢s sus cuentas. Aunque el coronavirus tambi¨¦n trajo una buena noticia, como se?ala Dedeu: hay que ir a buscarla en la disposici¨®n final decimoquinta de la ley 14/2021, de 11 de octubre, sobre medidas de apoyo a las artes frente a la crisis sanitaria. Ah¨ª se lee: ¡°Se considera a la cultura, a todos los efectos, bien b¨¢sico y de primera necesidad¡±. El abogado interpreta que esas palabras conllevan una ¡°serie brutal de obligaciones para la administraci¨®n p¨²blica¡±. Porque el mensaje est¨¢ claro: ahora un libro o una pel¨ªcula valen igual que el pan. Imprescindible. Como los que lo hornean.
Con informaci¨®n de Manuel Morales, Raquel Vidales, Ra¨²l Gonz¨¢lez y Noelia Ram¨ªrez.
Babelia
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