Dormir no es de flojos: matarse de sue?o es una injusticia social
Varios ensayos alertan de las amenazas y retos sobre una sociedad insomne, que vive desincronizada, agotada y en perpetuo estado de disponibilidad
En el primer cap¨ªtulo de la serie Industry (HBO Max), Hari es un becario aspirante a un contrato fijo como asesor en la competitiva compa?¨ªa de servicios financieros Pierpoint & Co en la City de Londres. Para conseguirlo, se alimentar¨¢ de bebidas energ¨¦ticas y pastillas de modafinilo (un neuroestimulante para mantenerse alerta) y as¨ª pasar las noches en la oficina, avanzando trabajo. Hari permanecer¨¢ en vela, concedi¨¦ndose microsiestas cada pocas horas, controladas por su tel¨¦fono, encerrado en uno de los cub¨ªculos de los ba?os de la empresa. El aspirante dice que necesita ¡°hacer horas nocturnas para causar buena impresi¨®n¡± porque viene de una universidad p¨²blica y el resto de los aspirantes, salidos en su mayor¨ªa de selectos centros a lo Eton, le hacen sentir que no merece ese puesto. A las pocas semanas de empezar sus pr¨¢cticas, fallecer¨¢ en ese ba?o en el que apenas duerme. Sufrir¨¢ un colapso por privaci¨®n de sue?o y por el ataque de ansiedad que le provoca haberse equivocado de tipograf¨ªa en una p¨¢gina de un informe que redact¨® para la empresa.
La historia de Hari es ficci¨®n, pero bebe de la realidad. Ah¨ª est¨¢n las camas que Elon Musk ha colocado en los cuarteles de Twitter despu¨¦s de que una de sus trabajadoras subiese una foto durmiendo en un saco de dormir junto a su escritorio y del ultim¨¢tum del magnate exigiendo a sus empleados ¡°trabajar muchas horas a gran intensidad¡± con un ¡°rendimiento excepcional¡±. O la sanci¨®n a la agencia de publicidad japonesa Dentsu, amonestada en 2017 por el suicidio de Matsuri Takahashi, una empleada de 24 a?os que entr¨® en depresi¨®n por falta de sue?o, agotamiento y exceso de trabajo. Sobrepasaba las 130 horas extra semanales cuando se lanz¨® al vac¨ªo desde su empresa el d¨ªa de Navidad. Uno de sus ¨²ltimos tuits fue: ¡°Otra vez tengo que trabajar el fin de semana. Quiero morir¡±.
When your team is pushing round the clock to make deadlines sometimes you #SleepWhereYouWork https://t.co/UBGKYPilbD
— Esther Crawford ? (@esthercrawford) November 2, 2022
El ¨²ltimo basti¨®n por capitalizar
¡°El sue?o es el ¨²nico basti¨®n que le quedaba al capitalismo para colonizar nuestras vidas e incorporar cada uno de sus momentos al tiempo continuo de producci¨®n, del consumo y de la comunicaci¨®n¡±, advierte la fil¨®sofa Marina Garc¨¦s en Dormir para resistir, uno de los ensayos que conforman su ¨²ltimo libro, Malas compa?¨ªas (Galaxia Gutenberg, 2022). En el texto, Garc¨¦s alerta de la invasi¨®n de este malestar insomne de la era del siempre disponibles, siempre conectados y en el que la imposibilidad del sue?o por los ritmos de producci¨®n ¡°impide un mundo com¨²n¡± donde poder descansar y abandonarse. ¡°La falta de sue?o ha perdido peligrosidad y ha ganado rentabilidad¡±, cuenta la fil¨®sofa, siguiendo la estela de lo que escribi¨® el cr¨ªtico de arte y ensayista Jonathan Crary en 24/7 El capitalismo al asalto del sue?o (Ariel, 2013): ¡°El sue?o plantea la idea de una necesidad humana y de una temporalidad que no pueden ser colonizadas y aprovechadas para alimentar el gran motor de la rentabilidad [...] La asombrosa e inconcebible realidad es que no se le puede extraer valor¡±, apunt¨®. Casi una d¨¦cada despu¨¦s, el acto de dormir sigue sin capitalizarse ni da r¨¦dito en la sociedad de la eficiencia. Quiz¨¢ por eso nos estamos matando de sue?o.
Mientras en Jap¨®n se ha vuelto a popularizar el vocablo karoshi para referirse a la muerte por exceso de trabajo, la epidemia de insomnio que asola a ese y otros pa¨ªses se ha convertido en cuesti¨®n de Estado. En Espa?a, la lacra de mal sue?o lleg¨® hasta el Congreso en noviembre a trav¨¦s de una Proposici¨®n No de Ley (PNL) para tratar de poner freno a unas cifras que hablan por s¨ª solas: entre octubre de 2021 y septiembre de 2022 se vendieron 11,8 millones de cajas de somn¨ªferos en las farmacias, seg¨²n la consultora Health Market Research (HMR). Son 800.000 cajas m¨¢s que dos a?os atr¨¢s.
En un pa¨ªs en el que dos millones de personas trabajan de noche, m¨¢s de cuatro millones tienen insomnio cr¨®nico y casi la mitad de la poblaci¨®n asegura no dormir bien con regularidad, cuando la implantaci¨®n del teletrabajo por la pandemia desincroniz¨® todav¨ªa m¨¢s a la sociedad y es imposible cuantificar la cantidad de horas nocturnas que, adem¨¢s, invierten aut¨®nomos y trabajadores de la gig economy (la econom¨ªa de trabajos de corta duraci¨®n), el derecho al sue?o se ha convertido en una lucha que va m¨¢s all¨¢ de la responsabilidad en el descanso individual y se erige como una batalla colectiva y social.
Poblaci¨®n cansada, poblaci¨®n manipulada
¡°No habr¨¢ igualdad si no hay igualdad por un sue?o decente¡±, escribe el profesor de pol¨ªtica en la London School of Economics Jonathan White en su ensayo Poor sleep (sue?o pobre). Un texto en el que analiza la injusticia social y pol¨ªtica que se cierne sobre una sociedad ¡°que ha hecho del acto de estar de guardia, sin sincronizar y sin dormir una pol¨ªtica generalizada¡± y en el que apuesta por afrontar mecanismos de justicia social a favor del descanso para resincronizar nuestros ritmos circadianos y reloj biol¨®gico.
¡°Una poblaci¨®n cansada es m¨¢s probable que acepte reg¨ªmenes pol¨ªticos que exigen menos de su participaci¨®n¡±, apunta el ensayista sobre las consecuencias de una epidemia de fatiga cr¨®nica social. ¡°La desincronizaci¨®n del sue?o tambi¨¦n reduce el tiempo libre en el que las personas pueden coordinarse pol¨ªticamente. Desde las protestas hasta las reuniones participativas, la ciudadan¨ªa activa depende de la disponibilidad del tiempo libre que se comparte, y de aquellos que no est¨¢n tan agotados como para buscar solo privacidad¡±, cuenta en el texto.
Para ejemplificarlo, se apoya en aquello que el psicoan¨¢lista y fil¨®sofo Erich Fromm apunt¨® en El miedo a la libertad (1941), cuando destac¨® que la formas autocr¨¢ticas de pol¨ªtica prosperan en las poblaciones que se caracterizan ¡°por un estado de cansancio interior y resignaci¨®n, incluso en los pa¨ªses democr¨¢ticos¡±.
Por una justicia circadiana
Frente a las amenazas pol¨ªticas sobre sociedades insomnes, White tambi¨¦n carga contra la voluntad de encerrar el derecho al sue?o en la trampa del autocuidado. Como cuando los expertos recomiendan gu¨ªas personalizadas de ¡°higiene del sue?o¡± y nos prescriben irnos a dormir a las 10 de la noche, alejados de las pantallas, como supuesta receta milagrosa contra una epidemia estructural de una sociedad que se entreg¨® sin oponer resistencia a la tiran¨ªa del rendimiento y se ha habituado a contestar correos pasada esa hora. ¡°Tales respuestas tienden a privatizar el sue?o y sus descontentos. Responsabilizar a los individuos por los problemas colectivos es una mala idea, pero especialmente en un ¨¢rea como el sue?o, donde los sentimientos de responsabilidad personal generan una ansiedad adicional¡±, advierte el brit¨¢nico.
Todas esas tiritas son soluciones est¨¦riles e insuficientes frente a lo que White estipula como ¡°justicia circadiana¡±. Un movimiento que apuesta por abordar las causas del sue?o corto e irregular, pero tambi¨¦n incidir en los derechos laborales. Una hoja de ruta que pasa por controlar la semana laboral, la duraci¨®n de los turnos y respetar el derecho a desconectar que estipul¨® la Uni¨®n Europea y que se incumple flagrantemente en Espa?a.
¡°En el espacio de apenas cien a?os, los seres humanos hemos abandonado nuestra necesidad biol¨®gica de tener un sue?o adecuado, una necesidad que la evoluci¨®n pas¨® 3.400.000 a?os perfeccionando para ponerla al servicio de las funciones vitales¡±, recuerda el cient¨ªfico ingl¨¦s Mathew Walker en Por qu¨¦ dormimos (Capitan Swing, 2020). En su investigaci¨®n, al igual que Crary, apuesta por un cambio radical en nuestra apreciaci¨®n personal, cultural, profesional y social del acto de dormir: ¡°Esta epidemia silenciosa de p¨¦rdida de sue?o es el reto de salud p¨²blica m¨¢s importante al que nos enfrentamos en el siglo XXI en los pa¨ªses desarrollados. Si deseamos evitar el riesgo fatal de descuidar el sue?o, la muerte prematura que acarrea y la deteriorada salud a la que nos conduce, debe producirse un cambio radical en la sociedad¡±, indica, y concluye con una llamada comunitaria a la acci¨®n: ¡°Es hora de que reclamemos nuestro derecho a toda una noche de descanso, sin verg¨¹enza y sin el estigma perjudicial de la pereza¡±.
Todo un reto mientras se legitima una cultura laboral que, como pasa con en la serie Industry, nos viene a decir: ¡°No te quedes despierto toda la noche¡ pero necesitamos esto a las seis en punto de la ma?ana¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.