Dolores Corbella, nueva acad¨¦mica de la RAE, recuerda que el espa?ol pertenece a los ¡°hablantes an¨®nimos¡±, no solo ¡°a poetas, novelistas y periodistas¡±
La fil¨®loga, que ocupa el sill¨®n d, ensalza el panhispanismo como un ¡°nudo que enlaza¡± las dos orillas del Atl¨¢ntico
Los delfines (bufeos, en Canarias y parte de Hispanoam¨¦rica), como las palabras, surcan los mares de orilla a orilla, eso mantuvo este domingo en su discurso de ingreso en la Real Academia Espa?ola la fil¨®loga Dolores Corbella (Santa Cruz de Tenerife, 63 a?os). La primera mujer que ocupa el sill¨®n d min¨²scula ¨Dun asiento que solo ha tenido cinco predecesores desde 1847¨D asegur¨® que ¡°el panhispanismo que todo canario lleva impl¨ªcito¡± es el ¡°nudo que enlaza el Occidente europeo con el Occidente americano¡±. De ah¨ª el t¨ªtulo de su discurso, Un mar de palabras, ¡°porque esas miles de voces que el espa?ol atesor¨® gracias a aquella primera globalizaci¨®n atl¨¢ntica de hace algo m¨¢s de quinientos a?os tuvieron unas consecuencias inimaginables, no solo en cuanto al enriquecimiento ling¨¹¨ªstico, sino tambi¨¦n por la aceptaci¨®n impl¨ªcita de una complejidad cultural que ha contribuido a conformar una lengua tan extensa y heterog¨¦nea¡±.
El relato de Corbella vers¨® sobre el ¡°panhispanismo como reconocimiento de la diversidad¡±. La nueva acad¨¦mica quiso centrarse ¡°en las marcas diat¨®picas ultramarinas [diferencias ling¨¹¨ªsticas en virtud de la geograf¨ªa] en la tradici¨®n acad¨¦mica¡±, o lo que es lo mismo: las disparidades l¨¦xicas entre hablantes de distintos continentes no separan, sino que unen. ¡°Aunque cambie el continente, el contenido seguir¨¢ reflejando nuestra particular imagen del mundo porque, como se?alaba Manuel Seco, el maestro de los lexic¨®grafos espa?oles: ¡®El diccionario es bastante m¨¢s que la reserva donde est¨¢n confinadas las palabras. Es ante todo una herramienta destinada a hacernos comprender los mensajes de cuantos comparten con nosotros ese idioma, y a ayudarnos a mejor comunicarnos con ellos. Pero mucho m¨¢s: la consulta del diccionario aporta estabilidad y precisi¨®n a los conceptos, casi siempre de contornos vagos, alojados en nuestra mente¡±.
Para Corbella, catedr¨¢tica de Filolog¨ªa Rom¨¢nica de la Universidad de La Laguna, ¡°las palabras pertenecen, como es l¨®gico, a los poetas, a los novelistas, a los dramaturgos y a los periodistas, pero sobre todo a la inmensidad de hablantes an¨®nimos que constituyen la mayor¨ªa, porque la lengua dista mucho de ser exclusivista y es quiz¨¢ el bien cultural m¨¢s democr¨¢tico con el que contamos. El lexic¨®grafo [encargado de alimentar los diccionarios] simplemente debe dar cuenta del significado de cada una de las palabras usadas por todos los hablantes en cualquier registro y en cualquier lugar¡±.
Las lengua dista mucho de ser exclusivista y es quiz¨¢s el bien cultural m¨¢s democr¨¢tico¡±
Para la nueva acad¨¦mica, el espa?ol experiment¨® ¡°un proceso de globalizaci¨®n a finales del siglo XVI¡±, a la vez que se produc¨ªa ¡°el encuentro con otros pueblos¡±. ¡°Junto a los dialectalismos del espa?ol europeo, la informaci¨®n metaling¨¹¨ªstica sobre las particularidades l¨¦xicas del espa?ol en Am¨¦rica pronto comenz¨® a plantearse en la lexicograf¨ªa biling¨¹e y monoling¨¹e de la ¨¦poca ¨¢urea. De hecho, los primeros vocabularios y glosarios de voces y acepciones dedicados exclusivamente al l¨¦xico hispanoamericano inauguraron una tradici¨®n lexicogr¨¢fica de corte diferencial que se ha mantenido hasta hoy¡±.
Seg¨²n Corbella, el primer glosario de palabras americanas ¨DVocabula barbara (1516)¨D editado por Antonio de Nebrija, incluye definiciones de batata, boh¨ªo, cazabe, caribe, can¨ªbal, iguana, yuca, maguey, ma¨ªz, manat¨ª, ta¨ªno o tuna. Un esfuerzo que continu¨® Antonio Pigafetta en su Primo viaggio intorno al globo terracqueo, como colof¨®n a la expedici¨®n de Magallanes y Elcano, as¨ª como numerosos misioneros con sus diccionarios y glosarios hispanoamerindios.
La catedr¨¢tica record¨® tambi¨¦n que el peruano Diego de Villegas y Quevedo Saavedra, acad¨¦mico en 1733, y que ocup¨® la letra m, dej¨® tras ¨¦l un reguero de vocablos y locuciones que empiezan por esta consonante y que siguen siendo de uso com¨²n: ma¨ªz, maizal, mate, mazorca de ma¨ªz, ¨¢rbol de Mar¨ªa, mel¨®n de Indias, mico, mazamorra o Nuevo Mundo.
Los acad¨¦micos se quejaron en 1816 de que los americanismos ¡°estaban inundando el Diccionario¡±
De hecho, los redactores del Diccionario de autoridades (1726-1739) eran conscientes de que no ¡°hab¨ªan podido agotar [incluir] el dilatado Oc¨¦ano de la Lengua Espa?ola, por la multitud de sus voces¡±. Incluso algunos expertos se opusieron en 1816 a tantas entradas procedentes de Am¨¦rica, porque estaban ¡°inundado nuestro Diccionario¡±, lo que hac¨ªa necesario resolver ¡°qu¨¦ temperamento deb¨ªa tomarse para elegir unas y suprimir otras, o para borrarlas todas¡±. En 1859, se tom¨® una decisi¨®n intermedia: elaborar un l¨¦xico ¡°por regiones¡± con el fin de ¡°adquirir el mayor caudal posible de voces, locuciones y frases de uso particular en las provincias espa?olas y en los Estados hispanoamericanos, para emprender cuanto antes, y llevar a cabo, el m¨¢s completo Diccionario de provincialismos que le sea dado publicar¡±.
Pero tras las independencias, el descontento por la escasa presencia hispanoamericana en el cent¨®n lexicogr¨¢fico se volvi¨® recurrente en la otra orilla del Atl¨¢ntico. El venezolano Andr¨¦s Bello, en 1847, escribi¨® que sus compatriotas ten¨ªan ¡°tanto derecho como Arag¨®n y Andaluc¨ªa para que se toleren sus accidentales divergencias¡± en el Diccionario. Por su parte, el lexic¨®grafo chileno An¨ªbal Echeverr¨ªa, en 1900, argument¨® en el pr¨®logo de sus Voces usadas en Chile: ¡°No es posible que una enorme cantidad de individuos que en el Nuevo Mundo hablan el castellano no tengan derecho a que se admitan oportunamente como propios, sus peculiares vocablos, en atenci¨®n al medio en que viven, pues esa franqu¨ªa la tienen los provincialismos de Arag¨®n, Andaluc¨ªa, etc. ¡°.
No es posible que una enorme cantidad de individuos del Nuevo Mundo no tengan derecho a que se admitan sus vocablos¡±
Aprovechando los acontecimientos hist¨®ricos y las perspectivas culturales y econ¨®micas que abr¨ªa el amplio mercado de las colonias reci¨¦n independizadas, el Nuevo diccionario de la lengua castellana de Vicente Salv¨¢ (1846) fue pionero al incluir en su registro algo m¨¢s de 1.500 americanismos. ¡°Surgi¨® as¨ª una tradici¨®n lexicogr¨¢fica decimon¨®nica no institucional con el denominador com¨²n de romper el monopolio efectivo de que disfrutaba la Academia en el terreno de la lexicograf¨ªa del espa?ol¡±.
Ante la amenaza, la RAE cambi¨® entonces su forma de proceder e intent¨® recuperar el terreno perdido. A partir de 1884, se americaniz¨® gracias a las academias que hab¨ªa surgido en el Nuevo Continente. ¡°Prueba de aquel cambio fue la incorporaci¨®n en aquella d¨¦cima segunda edici¨®n del lema americanismo (m. Vocablo o giro propio y privativo de los americanos que hablan la lengua espa?ola). Se a?adi¨®, adem¨¢s, una marca a las voces de las regiones ultramarinas pertenecientes a¨²n a Espa?a (pr. Antill., pr. Cuba, pr. Filipinas, pr. Can., as¨ª como pr. Mall., pr. Bal.) y a las de los nuevos pa¨ªses surgidos tras la independencia (Colom., Chil., Ecuad., M¨¦j., Per., Venez., junto a la abreviatura abarcadora Am¨¦r.). En 1925, se incluyeron Am¨¦r. Central, Argent., Bol., El Salv., Guat., Guay[aquil], Hond., Nicar., P. Ric., Pan., R. de la Plata, Salv. y Urug. En los ¨²ltimos a?os, se ha incrementado el n¨²mero de diatopismos americanos en el Diccionario de la lengua espa?ola, organizados con criterios m¨¢s amplios, de tal manera que el material que integra el Diccionario de americanismos incluye unas 70.000 voces con 120.000 acepciones.
El ¡®Diccionario de americanismos incluye 70.000 voces y 120.000 acepciones¡±
La ya acad¨¦mica tampoco olvid¨® en el discurso a su Canarias natal, que cuenta desde 1921 con el Tesoro lexicogr¨¢fico del espa?ol de Canarias. ¡°Resulta dif¨ªcil explicar¡±, incidi¨® Corbella, ¡°que la frontera y la soledad que implica el oc¨¦ano no haya servido para ahondar en el aislamiento del archipi¨¦lago, sino que, por el contrario, las palabras han fluido de una manera natural entre una y otra orilla del Atl¨¢ntico. Esos lazos se iniciaron en la ¨¦poca de anexi¨®n de las ¨²ltimas islas (entre 1493 y 1496) y se reforzaron con el trasiego continuo de isle?os que, desde principios del Quinientos y hasta mediados del siglo pasado, cruzaron el Atl¨¢ntico en busca de El Dorado en aquellas tierras de promisi¨®n¡±. All¨ª contribuyeron a fundar ciudades, desde Montevideo (adonde llegaron 50 familias canarias entre 1726 y 1729) hasta una Barataria real en el Estado de Luisiana (fundada en 1763 y reubicada por el gobernador Bernardo G¨¢lvez ¡ªque no Sancho Panza¡ª a partir de 1782, a causa de las inundaciones provocadas por las crecidas del Misisipi).
Y con aquellos emigrantes llegaron las palabras m¨¢s antiguas, como las voces empleadas por los esclavos en los ingenios azucareros. ¡°Viajaron con los plantones de ca?a y con los maestros azucareros desde el este del Atl¨¢ntico hasta las Antillas, y luego desde all¨ª continuaron su ruta hacia Nueva Espa?a y al resto del continente. As¨ª sucedi¨® con palabras como bagacera, bagazo, cachaza, ca?averero, fornalla, furo, guarapo, panela, rapadura, remill¨®n, tacha, tachero, tanque, tendal, zoca, entre otras muchas¡±.
Con los emigrantes canarios llegaron las palabras m¨¢s antiguas, con sus plantones de ca?a y los maestros azucareros¡±
Corbella se ha convertido este domingo en la novena acad¨¦mica en ejercicio, aunque hay dos m¨¢s electas pendientes de su discurso de ingreso (Asunci¨®n G¨®mez P¨¦rez y Clara S¨¢nchez), de un total de 46 miembros, aunque con cuatro sillones vacantes. Cuatro de las cinco ¨²ltimas incorporaciones han reca¨ªdo en mujeres. Pero la catedr¨¢tica canaria record¨® que los lexic¨®grafos han sido mayoritariamente varones. De hecho, destac¨® que solo a partir de la vig¨¦sima edici¨®n del Diccionario de la Real Academia (DRAE), publicado en 1984, la entrada se complet¨® con el morfema femenino: lexic¨®grafa. Todo ello, a pesar de que Mar¨ªa Moliner (1900-1981), la mujer que ¡°hizo una proeza con muy pocos precedentes, escribi¨® sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario m¨¢s completo, m¨¢s ¨²til, m¨¢s acucioso y m¨¢s divertido de la lengua castellana¡±, el Diccionario de uso del espa?ol.
Le dio la r¨¦plica Pedro ?lvarez de Miranda de la G¨¢ndara, catedr¨¢tico de Lengua Espa?ola de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y bibliotecario de la RAE. ¡°La idea central y m¨¢s bella del discurso de la nueva acad¨¦mica reposa sobre el hecho de que, por m¨¢s que las voces isla y aislar pertenezcan a la misma familia l¨¦xica y sugieran incomunicaci¨®n, las palabras han fluido constantemente y de manera natural entre una y otra orilla del Atl¨¢ntico, ese gran mar de palabras que no ha ejercido de barrera, sino m¨¢s bien lo contrario¡±. Como los bufeos, de los que escribieron hispanohablantes, de Vargas Llosa a Ch¨¦ Guevara.
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