El dique de contenci¨®n contra la inflaci¨®n
De momento los salarios y los precios internos aguantan el envite de los costes energ¨¦ticos
El grado de transitoriedad del brote de inflaci¨®n generado por el alza desorbitada de la electricidad, y en menor medida del aumento de costes de producci¨®n provocado por la falta de suministros, determinar¨¢ en buena medida el rumbo de la econom¨ªa en el pr¨®ximo a?o. Si se tratara de un fen¨®meno m¨¢s persistente de lo previsto, los bancos centrales no tendr¨ªan m¨¢s remedio que seguir por el camino del endurecimiento de la pol¨ªtica monetaria iniciado esta semana.
Un camino que ha llevado ya al Banco de Inglaterra a incrementar sus tipos de inter¨¦s, a la Reserva Federal a anunciar lo mismo para el pr¨®ximo ejercicio y al BCE a suprimir a partir de la primavera el programa de compras de deuda por razones de pandemia. La cuesti¨®n es transcendental para nuestra econom¨ªa, que tendr¨¢ que recurrir a los mercados para financiar la deuda. El BCE ha comprado la totalidad de los bonos p¨²blicos emitidos desde el inicio de la crisis, y por tanto nos asomamos a un encarecimiento de la carga financiera para el Estado.
En la pugna que se ha desatado entre partidarios y detractores de la tesis de transitoriedad, la clave est¨¢ en c¨®mo reaccionar¨¢n los salarios. De momento el mercado laboral act¨²a como dique de contenci¨®n, al menos en la UE. En el tercer trimestre, los costes laborales por asalariado se incrementaron apenas un 2,4% en la zona euro, es decir dos puntos menos que el IPC. Adem¨¢s, pese al repunte de la inflaci¨®n, no se aprecia una tendencia clara. Los convenios colectivos ratificados hasta noviembre en Espa?a se muestran ajenos a la inflaci¨®n, con incrementos pactados que oscilan en torno al 1,5% pese al encarecimiento de la cesta de la compra.
Adem¨¢s, los salarios evolucionan al comp¨¢s de la inflaci¨®n subyacente, evidenciando el esfuerzo de moderaci¨®n por parte de los asalariados pero tambi¨¦n de las empresas (salvo las el¨¦ctricas, sobrerremuneradas). Ese pacto social t¨¢cito depende en parte de factores que podr¨ªan perdurar, como la elevada tasa de desempleo que pesa como una losa sobre las expectativas salariales, o el golpe de la pandemia y su corolario: una ingente capacidad de producci¨®n ociosa, y la compresi¨®n de los m¨¢rgenes para recuperar la actividad en un entorno internacional intensamente competitivo. Nada que ver con la situaci¨®n en EE UU, donde el paro roza m¨ªnimos y la Gran Renuncia ha expulsado del mercado laboral a millones de personas, cuando de este lado del Atl¨¢ntico, y singularmente en Espa?a, la tasa de actividad ha vuelto a su nivel precrisis.
Sin embargo, tambi¨¦n se presentan desaf¨ªos en el horizonte de la inflaci¨®n. El principal, una presi¨®n adicional de los precios energ¨¦ticos. Si bien se da por descontado que estos seguir¨¢n al alza durante el invierno, como avalan los mercados a plazo del gas, tambi¨¦n se anticipa una relajaci¨®n a partir de la primavera. Si esta no se produjera, una espiral de precios ser¨ªa dif¨ªcil de contener. En primera l¨ªnea se encuentran las empresas en los sectores electrointensivos (qu¨ªmica, transporte, agroindustria), o los sectores m¨¢s expuestos a los cuellos de botella (muebles, construcci¨®n, automoci¨®n). Sus m¨¢rgenes podr¨ªan desaparecer, abocando a incrementos de precios so pena de entrar en n¨²meros rojos.
En cuanto al mercado laboral, habr¨¢ que vigilar los fen¨®menos de escasez de mano de obra que van apareciendo. Las carencias del aparato estad¨ªstico dificultan el diagn¨®stico, pero algunas patronales alertan de problemas de falta de personal, que podr¨ªan agudizarse a medida que los fondos europeos se van desplegando. De ah¨ª la importancia de la reforma anunciada del servicio p¨²blico de empleo.
Con todo, los halcones se han apuntado un tanto con las recientes decisiones del BCE, pero est¨¢n lejos de haber ganado la partida: el ritmo de retirada de los est¨ªmulos, y las posteriores decisiones en materia de tipos de inter¨¦s, depender¨¢n de los efectos inflacionarios de segunda ronda de la crisis energ¨¦tica. Nos jugamos el coste de financiaci¨®n de la deuda.
Actividad
La desaceleración de la actividad se confirma en el cierre de año, según uno de los principales termómetros de la coyuntura en la zona euro (el índice PMI de producción, si bien todavía en terreno expansivo, desciende hasta el nivel 53,3 en diciembre, 2,1 puntos menos que en noviembre). Sin embargo, los cuellos de botella se suavizan, y las empresas reportan menos retrasos en el abastecimiento de suministros. Ahora el principal factor limitativo reside en las restricciones generadas por la variante ómicron, y en la nociva espiral de precios de la electricidad.
Raymond Torres es director de coyuntura de Funcas. En Twitter: @RaymondTorres_
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