La atomizaci¨®n de la protesta o por qu¨¦ los sindicatos luchan por su supervivencia
Las nuevas formas de trabajar ponen en jaque la concepci¨®n tradicional de las relaciones laborales y el peso de las centrales en la negociaci¨®n colectiva
Las sociedades evolucionan y con ellas su forma de contemplar el trabajo. En ocasiones, como sucedi¨® con la pandemia y el confinamiento, la reconversi¨®n de las relaciones laborales se produce de forma abrupta, y la implementaci¨®n de nuevas f¨®rmulas como el teletrabajo saltan sin preaviso del terreno experimental al pr¨¢ctico. No hay tiempo para ensayos cuando est¨¢n en juego la supervivencia del negocio (y del empleo). En otras, como con la guerra de Ucrania, el tablero econ¨®mico mundial se resquebraja y el equilibrio entre los contrapesos de la negociaci¨®n colectiva se ve comprometido. Cuando los precios suben y los salarios se estancan, como est¨¢ sucediendo a nivel global por el encarecimiento de los costes de la energ¨ªa, la clase obrera se empobrece y prende la llama del conflicto.
Enarbolando la antorcha del desencanto se encuentran los sindicatos. Organizaciones centenarias que transitan, al mismo tiempo, por un momento clave en su supervivencia. Perder el paso en un escenario de reconversi¨®n laboral, sobre todo cuando este se encamina hacia una progresiva individualizaci¨®n del trabajo, podr¨ªa comprometer su capacidad de influencia en el di¨¢logo social.
Las centrales no son ajenas a este fen¨®meno, que se ha acentuado especialmente en aquellos sectores en los que el trabajo a distancia se ha convertido en una demanda principal, y se afanan en surfear una ola que les obliga a crear nuevos canales de comunicaci¨®n que transiten entre el plano personal y el virtual. Pero definir el objetivo solo sirve para dibujar la orograf¨ªa del camino. De la misma forma que los pasos que se den en los pr¨®ximos a?os servir¨¢n para descubrir la verdadera distancia que les queda por recorrer.
¡°Sabemos que podemos hacer frente a los nuevos retos y superarlos, pero no debemos perder de vista las muchas lecciones aprendidas en m¨¢s de 150 a?os de organizaci¨®n sindical¡±, reconoce Owen Tudor, secretario general adjunto de la Confederaci¨®n Sindical Internacional (CSI). ¡°Estamos asistiendo a un cambio en algunos aspectos clave en la forma de trabajar. Es importante que analicemos continuamente c¨®mo hacer llegar nuestro mensaje a los afiliados y al p¨²blico para que puedan participar en la vida del organismo. Al mismo tiempo, aunque los sindicatos deben perfeccionar y desarrollar su uso de las tecnolog¨ªas, el contacto personal va a seguir siendo realmente importante en el futuro para la organizaci¨®n sindical¡±.
La traslaci¨®n de un mensaje que siga apelando a la unidad en un ecosistema cada vez m¨¢s atomizado es la principal preocupaci¨®n de los sindicatos. M¨¢xime si la consideraci¨®n que ven¨ªa realizando el individuo de su trabajo lo ha rebajado varios escalones dentro de su escala de prioridades tras la vivencia de una pandemia, y en medio de un marco internacional cambiante.
Seg¨²n un estudio de Adecco Group Institute, la inestabilidad econ¨®mica y geopol¨ªtica actuales son las principales preocupaciones de los trabajadores a nivel mundial, por encima de la aparici¨®n de nuevas tendencias puramente laborales. Entre ellas sobresalen la automatizaci¨®n y la gig economy, que engloba a aquellos trabajos espor¨¢dicos que tienen una duraci¨®n corta y en los que el contratado se encarga de una labor espec¨ªfica dentro de un proyecto. Una tendencia originaria de Estados Unidos y que naci¨® hace una d¨¦cada como respuesta a las distintas crisis del mercado laboral, y que supone una amenaza para la contrataci¨®n ordinaria.
¡®Uberizaci¨®n¡¯ econ¨®mica
Sin embargo, el concepto clave que expertos y representantes sindicales coinciden en se?alar como el principal desaf¨ªo al que se enfrenta el mercado de trabajo, y en consecuencia, preocupa a todos los agentes sobre los que repercute, es el de la ¡°uberizaci¨®n de la econom¨ªa¡±. Esto es, el uso de la tecnolog¨ªa para conectar trabajadores independientes con clientes que necesitan servicios, sin la necesidad de un intermediario tradicional o una empresa establecida. Un fen¨®meno que toma su nombre de la compa?¨ªa de transporte con conductor Uber, pionera en la implementaci¨®n de este tipo de f¨®rmulas.
Se trata de una veta por la que las plataformas y los algoritmos que regulan los flujos de trabajo han tratado de alterar el paradigma de las relaciones laborales entre empleadores y empleados, aboc¨¢ndolos en muchos casos a la precariedad. ¡°Las plataformas no han inventado nuevas formas de trabajo, es algo que debemos tener claro. Se han valido de las que ya exist¨ªan para adaptarlas a un nuevo modelo mucho menos costoso. Adem¨¢s, son altamente ineficientes en materia de productividad laboral¡±, se?ala Adri¨¢n Todol¨ª, profesor titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Valencia.
La Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) tambi¨¦n ha venido alertado de los peligros de una estandarizaci¨®n de este tipo de pr¨¢cticas laborales. ¡°Las plataformas digitales ya se han integrado en nuestra vida cotidiana y ofrecen m¨¢s oportunidades de generaci¨®n de ingresos para los trabajadores, en particular para aquellos que antes quedaban al margen del mercado laboral¡±, se?ala Guy Ryder, director general de la OIT, en uno de los ¨²ltimos informes publicados por el organismo. ¡°Pero este modelo de negocio presenta algunos problemas, como el hecho de que los trabajadores de estas plataformas digitales experimenten dificultades para encontrar un trabajo bien remunerado que les permita obtener unos ingresos dignos, engendrando el peligro de la pobreza laboral¡±.
El caso paradigm¨¢tico es el de los repartidores de comida a domicilio. El bum que experiment¨® este gremio durante el confinamiento por la covid puso al descubierto la posici¨®n de debilidad que exist¨ªa entre los riders y las empresas para las que trabajan. Hasta el punto de que, amparados por distintas sentencias judiciales que reconoc¨ªan la relaci¨®n de laboralidad de los trabajadores, sindicatos, empresarios y Gobierno alumbraron en 2021 la ley rider. Desde entonces, el n¨²mero de repartidores con contrato laboral se ha duplicado, y hoy supera la cifra de los 11.000. Una conquista que el sindicalismo toma como ejemplo para afrontar el resto del proceso transformador que se avecina.
¡°Con el despliegue de algoritmos en el mundo laboral, los sindicatos han desarrollado pol¨ªticas y creado su base de informaci¨®n, pero necesitan hacer m¨¢s para traducir esto en orientaciones pr¨¢cticas sobre los asuntos que est¨¢n en la mesa de negociaci¨®n, como la reducci¨®n de la jornada laboral sin recorte salarial, la organizaci¨®n del trabajo de forma m¨¢s humana, la protecci¨®n de la intimidad de los trabajadores o una transici¨®n justa para descarbonizar [reducir el impacto medioambiental] el trabajo¡±, comenta Tudor, m¨¢ximo responsable del ¨®rgano sindical internacional.
Pero hay gigantes frente a los sindicatos. Empresas globales como Twitter, Amazon o Starbucks, cuyas ramificaciones no han parado de extenderse por todo el mundo, y que han mostrado reiteradamente su desagrado ante la idea de que sus trabajadores se alineen dentro de unos organismos que los representen. En 2021, Amazon gast¨® 4,3 millones de d¨®lares (3,9 millones en euros) en consultores antisindicales para frenar las diferentes campa?as organizadas por sus trabajadores. Comportamientos que muchas de ellas han tratado de reproducir fuera de las fronteras estadounidenses, todav¨ªa sin ¨¦xito.
¡°El modelo norteamericano es muy singular, ya que para que se reconozca al sindicato como un interlocutor v¨¢lido dentro de la empresa es necesario que haya una votaci¨®n interna que le arrogue esta potestad. Se trata de un primer escollo que en Europa no existe, porque el sindicato adquiere capacidad de presencia en la empresa de manera directa por la v¨ªa de la afiliaci¨®n¡±, analiza Jes¨²s Cruz, catedr¨¢tico de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Sevilla. ¡°Es cierto que en algunos pa¨ªses de la Europa continental se ha tratado de excluir a los sindicatos, y que se ha tratado de trasladar esta pr¨¢ctica al resto de territorios. Algo que, evidentemente, supone una dificultad a?adida a la hora de defender su permanencia como una instituci¨®n necesaria¡±, completa el catedr¨¢tico.
La adaptaci¨®n de sindicatos eminentemente nacionales a estas empresas globales es otro de los desaf¨ªos a los que se habr¨¢n de enfrentar las centrales en el corto plazo. ¡°Es algo que depender¨¢ en gran medida del contexto en el que opere cada sindicato. Para muchos de ellos lo principal ser¨¢ la cuesti¨®n jur¨ªdica en cuanto a la definici¨®n que se establezca del concepto de trabajador, y para los sindicatos que operan en profesiones cada vez m¨¢s fragmentadas e individualizadas ser¨¢ una prioridad absoluta la defensa de las leyes y normas que regulan las denominadas formas at¨ªpicas de empleo¡±, detalla Tudor.
Pero jerarquizar las regulaciones es importante para evitar traspi¨¦s. ¡°Hay que acomodar primero el derecho del trabajo a las nuevas formas de trabajar y es despu¨¦s cuando debemos entrar en el juego los sindicatos. No podemos dejar escapar ese tren¡±, se suma Fernando Luj¨¢n, vicesecretario general de Pol¨ªtica Sindical de UGT. ¡°Las grandes empresas han ido deshaci¨¦ndose de todo lo que no ten¨ªa un valor a?adido. Han creado a su alrededor pseudo empresas que en realidad no son tales, sino que recogen las migajas de las grandes compa?¨ªas y ah¨ª han intentado dividir primero a los trabajadores y luego, con eso, debilitar al sindicato¡±, explica.
La evoluci¨®n tecnol¨®gica ha marcado hist¨®ricamente el sino de la econom¨ªa. Hasta el punto de representar al mismo tiempo el papel de generadora del cambio y de proveedora de soluciones ante las nuevas realidades. El amplio abanico de herramientas t¨¦cnicas que fomentan la deslocalizaci¨®n es el siguiente paso en el proceso evolutivo laboral. ¡°Los empleadores, los trabajadores y por supuesto, los sindicatos, hemos entendido perfectamente que el modelo industrial cl¨¢sico que ha venido colocando a los trabajadores en un mismo espacio va camino de desaparecer¡±, reflexiona Jos¨¦ Varela, responsable de Digitalizaci¨®n de UGT. ¡°Lo que tenemos que hacer, simple y llanamente, es entender que eso est¨¢ pasando y no negarlo. Si ya tienes una gran parte de tu plantilla que durante un n¨²mero elevado de d¨ªas no aparece en la oficina, tienes que empezar a introducir dentro de tu rutina nuevas formas de llegar hasta ellos¡±, a?ade.
Aplicaciones
De entre todos los dispositivos electr¨®nicos que se han convertido en imprescindibles en el d¨ªa a d¨ªa, el tel¨¦fono m¨®vil se erige como una de las herramientas imprescindibles en el tr¨¢nsito hacia un nuevo modelo comunicativo. ¡°Nosotros estamos enfocando toda nuestra modernizaci¨®n a trav¨¦s de aplicaciones que nos permitan llevar a cabo un asesoramiento de manera m¨¢s directa, y que sirvan para generar sinergias¡±, explica Vicente S¨¢nchez, secretario confederal de Transformaciones Estrat¨¦gicas de CC OO. ¡°La transformaci¨®n digital es un salto para la sociedad en su conjunto¡±, a?ade.
Tomando las redes sociales como referencia a la hora de medir la capacidad de influencia virtual, el margen de crecimiento a¨²n es notable para los dos sindicatos mayoritarios en Espa?a. Los 62.400 seguidores con los que cuenta CC OO en Twitter, y los 49.400 de UGT representan una masa a¨²n no muy elevada en comparaci¨®n con el volumen de sus afiliados, que en ambas organizaciones se sit¨²a en el entorno del mill¨®n de trabajadores. ¡°Lo cierto es que una mayor¨ªa significativa de personas apoya lo que defienden los sindicatos y apoya el derecho a organizarse. Pero lo que tenemos que mejorar a¨²n m¨¢s para convertir ese sentimiento p¨²blico en poder colectivo¡±, razona Tudor.
El contexto socioecon¨®mico tambi¨¦n nubla la visi¨®n sindical. ¡°La pol¨ªtica econ¨®mica dominante en la mayor¨ªa de los pa¨ªses privilegia al capital y relega el trabajo a un segundo plano. ¡°Se necesitan desesperadamente pol¨ªticas gubernamentales que garanticen una fiscalidad progresiva para financiar servicios p¨²blicos de calidad e invertir en la acci¨®n por el clima, la econom¨ªa asistencial y las infraestructuras, y que permitan a los trabajadores obtener una parte justa del pastel econ¨®mico, incluido el establecimiento de salarios m¨ªnimos con los que la gente pueda vivir una vida decente¡±, apunta el m¨¢ximo representante del CIS.
La magnitud del cambio al que se enfrentan unas organizaciones que surgieron a mediados del siglo XIX ¡ªel primer sindicato se constituy¨® en 1827 y agrup¨® al gremio de obreros constructores de Filadelfia (EE UU)¡ª, exige no solo la definici¨®n de un diagn¨®stico, sino tambi¨¦n la fortaleza suficiente para afrontarlo con garant¨ªas. ?Y en qu¨¦ estado llegan a este momento tan trascendental? ¡°Los sindicatos gozan de una mala salud de hierro¡±, ironiza Jes¨²s Cruz, catedr¨¢tico de la Universidad de Sevilla. ¡°Pero lo cierto es que los desaf¨ªos a los que se enfrentan hoy son especialmente complicados¡±, valora.
A su juicio, los cambios en el plano organizativo y tecnol¨®gico que est¨¢n fomentando las empresas ¡°hacen m¨¢s dif¨ªcil al sindicato desarrollar su actuaci¨®n m¨¢s tradicional y complican la manera de relacionarse con sus afiliados y en general con los trabajadores¡±. Algo que ¡°viene de tiempo atr¨¢s, pero que ahora est¨¢ acentu¨¢ndose cada vez m¨¢s¡±, matiza.
Los ¨²ltimos datos recogidos por la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos (OCDE) advierten de una bajada progresiva en la afiliaci¨®n sindical a nivel global. Entre 2009 y 2019 se produjo una ca¨ªda de casi tres puntos (del 18,1% al 15,8%) en la media, mientras que en Espa?a esta fue de casi cinco (del 18,3% al 12,5%). Al mismo tiempo, uno de los ¨²ltimos estudios publicados por el CIS concluye que se est¨¢ produciendo un ¡°retroceso real y constante de los derechos de los trabajadores en todo el mundo¡±. Algo que est¨¢ produciendo que ¡°los niveles de desigualdad econ¨®mica actuales deriven en un descontento masivo y alimenten la desconfianza en la propia democracia¡±, conviene Tudor.
¡°Si queremos mantener la cohesi¨®n de la sociedad, necesitamos proteger a la persona. Es decir, concebir un derecho del trabajo en el que la persona sea el centro. Si esto no se produce, el debilitamiento laboral se extender¨¢ por otras ramas de la sociedad, y lo que haremos ser¨¢ dinamitar el modelo social que tenemos¡±, analiza Luj¨¢n, de UGT. ¡°En nuestro caso, s¨ª que se produjo una ca¨ªda de la afiliaci¨®n significativa en 2011, tras la crisis econ¨®mica y financiera, pero que tuvo m¨¢s que ver con el aumento del desempleo que con una fallida transformaci¨®n de los sindicatos¡±, agrega el sindicalista.
En el plano espa?ol, las estad¨ªsticas advierten de que la fortaleza de las organizaciones sindicales en las calles se ha limado en los ¨²ltimos a?os. Tomando como referencia el n¨²mero de huelgas convocadas que contabiliza el Ministerio de Trabajo, mientras que en 2019 (¨²ltimo a?o antes de la irrupci¨®n del coronavirus) se llevaron a cabo 896 huelgas secundadas por 265.000 participantes, en 2022 fueron muchas menos, 679, y reunieron a un n¨²mero sustancialmente inferior de personas (193.000).
?A qu¨¦ se debe esta progresiva p¨¦rdida de confianza en los sindicatos? ¡°Est¨¢ relacionada con el hecho de que no est¨¦n dando respuesta a problemas como la devaluaci¨®n salarial. Pero esto es como la pescadilla que se muerde la cola, porque si no aumentan su volumen de afiliaci¨®n tampoco consiguen que su capacidad de influencia crezca. La realidad es que no es algo de ahora, sino de los ¨²ltimos 30 a?os¡±, explica el profesor Todol¨ª.
Para este acad¨¦mico, la p¨¦rdida del sentimiento de representatividad de los trabajadores respecto a las organizaciones sindicales se ha magnificado, entre otras razones, por el paulatino empeque?ecimiento del tama?o de las empresas. ¡°El auge de la subcontrataci¨®n est¨¢ detr¨¢s de esta merma. Porque cuanto menor es la plantilla, m¨¢s se fomenta la competencia entre trabajadores, que es algo que se est¨¢ viendo especialmente en aquellos empleos que est¨¢n ofreciendo las plataformas. Lo que est¨¢n buscando es que el trabajador no se sienta parte de un grupo y defienda unos intereses comunes¡±, indica.
La ¨²ltima estad¨ªstica de marzo sobre el n¨²mero de empresas inscritas en la Seguridad Social evidencia el gran peso que tienen dentro del tejido productivo nacional las compa?¨ªas con una plantilla m¨¢s reducida. De las 1.322.734 que se contabilizaron el mes pasado, el 52% ten¨ªan de uno a dos trabajadores, y el 22,7% de 3 a 5.
Mostrar m¨²sculo
Este lunes se celebrar¨¢ el Primero de Mayo, d¨ªa internacional de los trabajadores. El enclave por excelencia para que las centrales sindicales, que han convocado 73 manifestaciones por toda Espa?a bajo el lema ¡°Subir salarios, bajar los precios, repartir los beneficios¡±, muestren m¨²sculo. M¨¢s a¨²n cuando la inflaci¨®n sigue adulterando la cesta de la compra, mientras que sindicatos y empresarios contin¨²an sin pactar una senda de aumento salarial que le haga frente. Aun as¨ª, en el entorno acad¨¦mico la ola inflacionista se concibe como un fen¨®meno temporal, que no tiene visos de mantenerse en la agenda sindical en el largo plazo. ¡°Considero que otras cuestiones estructurales s¨ª que estar¨¢n en la hoja de ruta durante m¨¢s tiempo. Por ejemplo, el hecho de que se est¨¦ produciendo una ca¨ªda de la tasa de cobertura de los convenios colectivos¡±, apunta el catedr¨¢tico Cruz.
¡°Muchos de los retos ser¨¢n similares a los que los sindicatos han afrontado durante d¨¦cadas, como los salarios justos, la garant¨ªa de los derechos de organizaci¨®n y negociaci¨®n colectiva para todos los trabajadores, la garant¨ªa de que los lugares de trabajo sean higi¨¦nicos y seguros, la lucha por la igualdad y la no discriminaci¨®n y otros asuntos b¨¢sicos tradicionales¡±, analiza Owen Tudor, del CIS. ¡°Los sindicatos se han enfrentado al fascismo y a la guerra en diferentes momentos de la historia, y nuestra determinaci¨®n de proteger la democracia y trabajar por la paz y la seguridad com¨²n es m¨¢s fuerte ahora que nunca¡±, concluye.
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