Las amazonas modernas: el pueblo egipcio gobernado por mujeres
El Samaha es el lugar en el que viudas o divorciadas rehacen su vida tras perder a sus maridos. Aqu¨ª se liberan de los prejuicios patriarcales y descubren su independencia
A dos horas en coche de la vieja ciudad tur¨ªstica de Asu¨¢n se encuentra lo que sus habitantes llaman el "pueblo de las mujeres". En ¨¦l, un grupo de casas de una sola planta se levanta aislado en el desierto, pues la localidad m¨¢s pr¨®xima est¨¢ a decenas de kil¨®metros. Las mujeres est¨¢n al frente de estos hogares a los que acudieron en su d¨ªa tras perder a sus maridos debido a la muerte o al divorcio. Ahora reconstruyen su vida juntas.
La escena evoca a las amazonas, las guerreras de la mitolog¨ªa griega que viv¨ªan en un pa¨ªs en el que los hombres estaban excluidos. Al igual que en el mito, el pueblo de El Samaha es el hogar de un grupo de guerreras, pero de nuestro tiempo. ¡°La vida es mejor cuando est¨¢s con personas que se preocupan por ti¡±, explica Nazira Moustaga, una de las primeras en trasladarse al poblado, cuyo nombre en ¨¢rabe quiere decir tolerancia. A?ade que se sinti¨® feliz desde el mismo momento en que lleg¨®: "Me dieron una casa, tierra, agua y una cabra. Empec¨¦ a sentirme a salvo y segura¡±.
El Samaha fue fundado en 1998 por el Ministerio de Agricultura de Egipto y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) como una manera de dar a las viudas y divorciadas del sur del pa¨ªs la posibilidad de ganarse la vida y criar a sus hijos en una comunidad que les ofreciese apoyo. "En la ciudad, la vida puede llegar a ser deprimente. Mucha gente lucha contra la prisa, los precios, las calles abarrotadas y otros problemas. Aqu¨ª, en cambio, vivimos un poco mejor. Somos pocas y nos conocemos", detalla Moustaga.
En teor¨ªa, la Ley sobre el Estado Civil egipcia protege los derechos de las mujeres tras la p¨¦rdida o el divorcio de sus maridos, pero las activistas aseguran que tiene demasiados resquicios que las exparejas o la familia del fallecido pueden instrumentalizar para reclamar las propiedades. En los casos de aquellas que viv¨ªan ya en la pobreza antes de la separaci¨®n o de enviudar, a menudo se quedan sin nada.
El n¨²mero de mujeres que tiene su familia a su cargo es cada vez mayor. La Agencia Central de Movilizaci¨®n P¨²blica y Estad¨ªstica ha comprobado que, en 2015, los divorcios aumentaron un 10,8% con respecto al a?o anterior.? El Gobierno promovi¨® El Samaha como proyecto de desarrollo para dar poder a las mujeres e invit¨® a presentar solicitudes. El pueblo se inaugur¨® con un grupo de 303 beneficiarias, a cada una de las cuales se le dio tierra y una vivienda, as¨ª como cabras, vacas, b¨²falos y otros animales para que alimentasen a sus familias y pudiesen vender algo para obtener ingresos. En el pueblo, las hipotecas est¨¢n subvencionadas por el Estado y son casi un 80% m¨¢s bajas que en el resto del pa¨ªs.
Moustafa, de 52 a?os, acaricia sus tres cabras mientras explica c¨®mo lleg¨® al poblado hace 16 a?os. ¡°Estoy divorciada. Ya se puede imaginar lo que es ser una mujer con dos hijos y ninguna fuente de ingresos. ?Qu¨¦ iba a hacer?¡±, cuenta. Oy¨® hablar de esta comunidad y decidi¨® mudarse. Ahora cr¨ªa gallinas, y la carne y los huevos que no usa para s¨ª misma y para su familia los vende a otras familias de El Samaha o de los pueblos vecinos.
En muchos aspectos, El Samaha es un t¨ªpico pueblo egipcio. Cuenta con un colegio de primaria y uno de secundaria, una mezquita, un centro m¨¦dico, una panader¨ªa, una central de agua potable, una oficina de correos y un centro juvenil. Pero, mientras que en la mayor¨ªa del pa¨ªs los hombres toman las decisiones y trabajan para mantener a su familia, aqu¨ª est¨¢n en minor¨ªa y son hijos de las habitantes o empleados que vienen de otros pueblos para construir las viviendas o las instalaciones.
Este pueblo demuestra que las mujeres del sur de Egipto son fuertes y pueden hacer bien las cosas por ellas mismas
¡°Este lugar demuestra que las egipcias del Sur son fuertes y pueden hacer bien las cosas por ellas mismas¡±, declara Safinaz Ibrahim, directora de la ONG Asociaci¨®n Mujeres del Sur de Asu¨¢n. ¡°Viven en el desierto en condiciones muy duras, a menudo sin lo m¨¢s b¨¢sico, pero son capaces de soportarlo todo con tal de criar a sus hijos¡±.
A diferencia de Moustafa, que lleva en el pueblo desde el principio, Nora Hamed, de 53 a?os, se traslad¨® aqu¨ª hace solo tres. Tras la muerte de su marido se qued¨® sin casa y sin trabajo, as¨ª que sus hijos la llevaron de Kom Ombo al pueblo de las mujeres. ¡°Compr¨¦ la casa por 12.000 libras egipcias (unos 680 d¨®lares o 573 euros al cambio actual). Era todo lo que ten¨ªa. Vine aqu¨ª con la esperanza de un nuevo comienzo¡±, recuerda. Asegura que ya se siente como en casa.
El pueblo atraviesa actualmente ciertos problemas que han obligado a algunas vecinas a marcharse. El alcantarillado ha comenzado a fallar debido a un sistema de riego que no se construy¨® para adaptarse a la altura de la capa fre¨¢tica de la zona. Las inundaciones resultantes han empujado las aguas negras hasta las reservas de agua potable y han dejado diversas balsas sucias repartidas por el pueblo y en algunas viviendas y edificios. Hamdi el Kashef, del Ministerio egipcio de Agricultura y supervisor general del proyecto, asegura que los organizadores y el Fondo Internacional de Desarrollo Agr¨ªcola de Naciones Unidas est¨¢n trabajando para resolver los problemas de agua con la esperanza de recuperar la promesa que el proyecto ofrec¨ªa inicialmente a las mujeres. ¡°Con el tiempo, el pueblo volver¨¢ al buen estado en que estaba¡±, se?ala.
Creo que, con el tiempo, este poblado se convertir¨¢ en un pueblo egipcio normal en el que vivir¨¢n juntos hombres y mujeres
Tambi¨¦n hay quienes lo han abandonado para volver a casarse y formar una nueva familia. El contrato entre el Gobierno y las habitantes de El Samaha estipula que si una mujer se casa, solamente puede vender la casa y la tierra a otra viuda o divorciada. Actualmente, quedan 230 de las 303 mujeres iniciales. A diferencia del mito de las amazonas, no hay ninguna ley que proh¨ªba a los hombres entrar en El Samaha. Sus habitantes se?alan que muchas tienen hijos mayores que viven con ellas e hijas que han tra¨ªdo a los maridos a su casa.
¡°Creo que, con el tiempo, este poblado se convertir¨¢ en un pueblo egipcio normal en el que vivir¨¢n juntos hombres y mujeres¡±, vaticina El Kashef. Pero, por ahora, las que lo habitan disfrutan de mayor libertad e independencia en comparaci¨®n con las de otras muchas partes del pa¨ªs. ¡°Puedo hacer lo que quiera. Hasta jugar al f¨²tbol, que es mi pasi¨®n¡±, cuenta Aya, de 11 a?os, que se ha mudado hace poco con su familia.
En su nuevo hogar, rodeada de mujeres que desaf¨ªan cada d¨ªa los estereotipos, Aya puede atreverse a so?ar: ¡°Quiero ser m¨¦dico para curar a la gente¡±.
Este texto fue publicado originalmente en ingl¨¦s en la p¨¢gina web de Newsdeeply en este enlace.
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