Los escondrijos de la malaria en ?frica
El par¨¢sito del paludismo persiste en zonas en conflicto y en bancos de sangre contaminados, alertan los expertos durante la Conferencia Panafricana de Malaria en Senegal
El mundo sigue lidiando con la epidemia de malaria, en gran medida porque el par¨¢sito se esconde. Se atrinchera en los lugares y poblaciones de m¨¢s dif¨ªcil acceso y, a menudo, pasa desapercibido incluso para el microscopio, la herramienta de diagn¨®stico m¨¢s habitual. De hecho, en 2016 hubo unos 216 millones de casos de esta enfermedad, cinco millones m¨¢s que en 2015. Un 90% de ellos se dieron en ?frica subsahariana, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. C¨®mo abordar la infecci¨®n en sus formas latentes y en pa¨ªses en conflicto es, precisamente, uno de los focos de la VII Conferencia Panafricana de Malaria, que se celebra esta semana en Dakar (Senegal) bajo el auspicio de la Iniciativa Multilateral sobre Malaria (MIM). El evento a¨²na a cient¨ªficos de 70 pa¨ªses, incluyendo dos premios Nobel, para desvelar los ¨²ltimos avances en investigaci¨®n y orientar los pr¨®ximos pasos en la lucha contra la dolencia.
El primer lugar donde se agazapa el par¨¢sito causante del paludismo (Plasmodium) es la sangre. La malaria puede pasar de una persona a otra mediante transfusiones, y se estima responsable ¡ªatenci¨®n al dato¡ª de la mayor¨ªa de infecciones transmitidas por esta v¨ªa a nivel global. Uno de los estudios desvelados en el Congreso muestra que, en zonas de alta transmisi¨®n de ?frica subsahariana, casi una de cada cuatro bolsas en bancos de sangre contiene los par¨¢sitos causantes de la malaria.
En los diez pa¨ªses de ?frica central y occidental estudiados, las mujeres embarazadas y los ni?os reciben la mayor¨ªa de las donaciones de sangre. Se estima que la mitad de los menores lo hacen para contrarrestar la anemia ocasionada por la malaria y, sin saberlo, se reinfectan. ¡°Los hallazgos nos indican que este fen¨®meno amenaza las pr¨®ximas generaciones¡±, indica a este medio el investigador del World Antimalarial Resistance Network (WWARN) y del Centro de Medicina Tropical y Salud Global de la Universidad de Oxford, Selali Fiamanya.
La contaminaci¨®n de los bancos de sangre en ?frica subsahariana tambi¨¦n pone en entredicho la lucha global para la eliminaci¨®n de esta dolencia, porque act¨²a como un reservorio para la transmisi¨®n del par¨¢sito. Seg¨²n Fiamanya, hoy ¡°no hay ninguna t¨¦cnica f¨¢cilmente accesible para eliminar los par¨¢sitos de las bolsas de sangre¡±. Adem¨¢s, ¡°es posible que los resultados est¨¦n infraestimando la aut¨¦ntica prevalencia¡± porque los microscopios no detectan los muestras con bajas concentraciones de Plasmodium.
Invisible al diagn¨®stico
Da fe de ello otro estudio centrado en los bancos de sangre de la capital de Guinea Ecuatorial, Malabo, realizado por el Instituto Suizo de Medicina Tropical y Salud P¨²blica (TPH). En este caso, los investigadores utilizaron una sofisticada t¨¦cnica de biolog¨ªa molecular para dar con el DNA del par¨¢sito, lo que indica que una muestra est¨¢ infectada ¡ªun procedimiento conocido como reacci¨®n en cadena de la polimerasa o PCR¡ª. Los cient¨ªficos constataron que un 29,5% de las bolsas estaban contaminadas, y lo que es m¨¢s grave: en nueve de cada diez casos la infecci¨®n no se habr¨ªa podido detectar con los m¨¦todos m¨¢s habituales, incluyendo microscopios y ex¨¢menes de diagn¨®stico r¨¢pido.
La PCR todav¨ªa es una t¨¦cnica demasiado cara y delicada como para utilizarse sobre el terreno, en lugares remotos y sin infraestructuras adecuadas. ¡°Con mejores tecnolog¨ªas y pr¨¢cticas de cribado, los bancos de sangre de ?frica subsahariana podr¨ªan desempe?ar un papel importante a la hora de monitorear la malaria y otras infecciones que se transmiten por transfusi¨®n¡±, se?ala la investigadora Claudia Daubenberger. En su opini¨®n, los hallazgos refuerzan la recomendaci¨®n de la OMS de que todos los receptores de transfusiones reciban un tratamiento preventivo de malaria. ¡°Esta dolencia es prevenible y curable, y pocas de las personas que necesitan una transfusi¨®n pueden permitirse contraerla¡±.
Casi una de cada cuatro bolsas en bancos de sangre de zonas end¨¦micas de ?frica contiene par¨¢sitos de la malaria
Para Fiamanya, hacen falta m¨¢s estudios sobre el impacto de esta sangre infectada, tanto en la salud de los pacientes como en los esfuerzos para vencer la epidemia en ?frica y en todo el mundo. ¡°Necesitamos m¨¢s apoyo para los investigadores africanos y enfoques de investigaci¨®n m¨¢s estandarizados para poder comparar los estudios en la regi¨®n y el continente¡± ¡ªes decir, peras con peras y manzanas con manzanas¡ª. Y como es habitual, tambi¨¦n hace falta capital pol¨ªtico y econ¨®mico: ¡°Mayores inversiones en los bancos nacionales de sangre para reforzar la vigilancia¡±.
El director del WWARN, Philipe Guerin, ha explicado a este medio que ¡°no se trata de desalentar transfusiones de sangre que salvan vidas en ?frica, sino de ganar una mayor comprensi¨®n sobre cu¨¢ntos de los pacientes que reciben sangre infectada acaban desarrollando la enfermedad¡±.
Para este experto, que tambi¨¦n es profesor en el Centro de Medicina Tropical y Salud Global de la Universidad de Oxford, deben buscarse formas de mejorar el cribado en los bancos de sangre, e incluso ensayar nuevas estrategias para tratar las bolsas de sangre en los pa¨ªses end¨¦micos para paludismo. ¡°Solo a trav¨¦s de un mejor an¨¢lisis de riesgos y de una colaboraci¨®n m¨¢s estrecha entre investigadores y bancos de sangre podremos contribuir a eliminar, colectivamente, la malaria¡±.
Frente de guerra
En la ¨²ltima d¨¦cada, los avances contra esta dolencia han dejado en segundo plano el aumento de las infecciones en pa¨ªses africanos que padecen conflictos y hambrunas. Seg¨²n la OMS, las muertes totales por paludismo cayeron de 655.000 en 2010 a 445.000 en 2016, pero pa¨ªses en conflicto como Sud¨¢n del Sur, Rep¨²blica Centroafricana, Costa de Marfil y Nigeria registraron un repunte.
De hecho, el 80% de las infecciones y las bajas por paludismo se concentran en solo 18 de los 91 pa¨ªses con presencia de la enfermedad. Seg¨²n el director general de la OMS, Tedros Adhanom, si se contin¨²an aplicando ¡°los mismos enfoques de siempre¡±, estos puntos calientes amenazan con minar el progreso contra la epidemia.
Un estudio de la ONG The Mentor Initiative sobre Yemen, por ejemplo, muestra que se notificaron m¨¢s casos de malaria en los primeros cinco meses de 2017 que en todo el a?o anterior. ¡°En zonas en conflicto, observamos que muchas muertes por paludismo ocurren mientras las personas est¨¢n en ruta, de camino a centros de tratamiento¡±, se?ala el l¨ªder de esta ONG dedicada a combatir la infecci¨®n en crisis humanitarias. Salvar la vida de esas personas ¡°supone actuar de forma pragm¨¢tica en lugares donde la perfecci¨®n m¨¦dica es un sue?o lejano¡±.
Si se contin¨²an aplicando los mismos enfoques de siempre, los puntos calientes de malaria amenazan con minar el progreso contra la epidemia
En estos contextos, tratamientos de primera dejan de ser efectivos porque no hay el material adecuado o el personal preparado para administrarlos, por lo que hay que recurrir a planes B o C, antes que resignarse a la muerte. Un estudio comparativo presentado por Allan indica que las intervenciones deben centrarse en identificar los casos severos, lo m¨¢s cerca posible de sus hogares. Tras realizar un diagn¨®stico r¨¢pido, dispensarios o trabajadores de salud comunitarios ¡ªvoluntarios locales¡ª deben estabilizar a los pacientes con terapias simples de administrar. Es entonces cuando pueden derivarlos a un centro m¨¦dico con m¨¢s recursos, como los gestionados por ONG internacionales.
¡°Utilizando la combinaci¨®n adecuada de herramientas y t¨¦cnicas, es posible reducir las infecciones y muertes incluso en circunstancias ca¨®ticas¡±, afirma Allan. Seg¨²n explica, investigadores de The Mentor Initiative tambi¨¦n est¨¢n realizando una investigaci¨®n en Sud¨¢n del Sur para valorar un nuevo tipo de mosquiteras, impregnadas con dos tipos de insecticidas para proteger de los mosquitos resistentes a los piretroides ¡ªel producto que se utiliza habitualmente¡ª. Seg¨²n la organizaci¨®n, se trata del primer estudio que analiza la eficiencia y durabilidad de esta nueva herramienta para personas que escapan de un conflicto.
Los retos son grandes, pero las alternativas para superarlos tambi¨¦n. Otra investigaci¨®n, realizada por la Fundaci¨®n AVSI el mismo pa¨ªs, muestra que las cl¨ªnicas m¨®viles ayudan a prevenir la malaria en embarazadas de comunidades semi-n¨®madas.
Asimismo, uno de los estudios del TPH suizo examin¨® un programa que equipa a trabajadores de salud comunitarios de Rep¨²blica Centroafricana con mini cl¨ªnicas contenidas en una mochila. En el marco de esta iniciativa se forma a voluntarios locales para utilizar prueba de diagn¨®stico r¨¢pido y administrar f¨¢rmacos. De las 200.000 personas que trataron en pleno conflicto armado, el 81% dio positivo por malaria. En el 99% de los casos recibieron un ¡°tratamiento adecuado¡±.
Para la investigadora Laura Ruckstuhl, ello demuestra que es posible ofrecer un cierto nivel de cuidados a las poblaciones m¨¢s vulnerables en todo momento, y hacer un seguimiento de la malaria incluso en zonas en conflicto. La malaria se esconde, pero parece ser que cada vez hay menos excusas para no encontrarla.
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