As¨ª es un campo informal de refugiados en 360 grados
En el asentamiento Talyani de Bar Elias, en una de las regiones m¨¢s pobres de L¨ªbano, casi 400 personas desplazadas sirias se enfrentan a la falta de empleo, temperaturas extremas y la hostilidad de algunos lugare?os
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¡ª?Quieres volver a Siria cuando se termine el conflicto?
La respuesta de Asmaa [nombre ficticio, como todos los que se incluyen en este reportaje] no necesita traducci¨®n. Levanta el ment¨®n y hace un chasquido con la lengua. Le sobran las razones. El conflicto, ya entrado en su octavo a?o, no tiene pinta de amainar; uno de sus hijos, de 14 a?os, se enfrentar¨ªa al riesgo de ser reclutado por una de las partes implicadas; la casa en la que viv¨ªan est¨¢ destrozada. El ¨²nico v¨ªnculo que le queda son dos hijos que se dej¨® atr¨¢s en Homs. No se atrevieron a cruzar a L¨ªbano por miedo a que los soldados en los puestos de control fronterizos les obligaran a alistarse al Ej¨¦rcito. Pero Asmaa no sabe nada de ellos desde hace cuatro a?os, los mismos que lleva en el campo de Talyani, en Bar Elias, un pueblo rural del Valle de la Bekaa, una de las regiones m¨¢s pobres de L¨ªbano, que en los ¨²ltimos a?os ha doblado su poblaci¨®n por la incesante llegada de los que huyen de la guerra en Siria.
L¨ªbano es el pa¨ªs que m¨¢s refugiados acoge en relaci¨®n con el n¨²mero de habitantes: representan ya un cuarto de la poblaci¨®n. El Valle de la Bekaa concentra a m¨¢s de 350.000 de ellos por su cercan¨ªa con la frontera ¡ªBar Elias dista apenas una decena de kil¨®metros de las monta?as que separan L¨ªbano de Siria¡ª y, en algunas municipalidades, el n¨²mero de sirios supera al de libaneses. La presencia de los nuevos llegados pesa como una losa en una regi¨®n ya de por s¨ª carente de infraestructuras y azotada por el desempleo, donde el recuerdo de casi tres d¨¦cadas de ocupaci¨®n militar siria, concluida en 2005, est¨¢ a¨²n muy vivo en la mente de los habitantes.
Muchas personas desplazadas en el Valle de la Bekaa viven en asentamientos informales, ya que el pa¨ªs no dispone de campos de refugiados como tales y algunos sectores de pol¨ªtica nacional insisten en considerar a los sirios como hu¨¦spedes temporales. Esto se traduce en mayores dificultades para que reciban ayudas y les obliga a pagar un alquiler mensual que a menudo se corresponde con el total de los ingresos del hogar. En Talyani, ronda los 100 d¨®lares (85 euros) por una casa construida con materiales precarios y un techo de lona. La organizaci¨®n de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch denuncia que en los ¨²ltimos dos a?os m¨¢s de 3.600 refugiados sirios han sido desalojados de sus casas, en un clima de mayor discriminaci¨®n y acoso para forzar su regreso al pa¨ªs de origen. A principios de junio, el Gobierno liban¨¦s decidi¨® congelar la expedici¨®n de permisos de residencia para el personal de Acnur, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados, acusada de desafiar sus ¡°decisiones soberanas¡± y de ¡°amedrentar¡± a los que desean retornar a Siria.
Hay un refr¨¢n ¨¢rabe que dice: 'En verano hace mucho calor y en invierno hay inundaciones'. Este dicho, adem¨¢s de aplicarse bien al clima de la zona, es una buena met¨¢fora de nuestra vida aqu¨ª, que es muy dura Asmaa, refugiada siria
Asmaa, de 48 a?os, es una de las casi 400 personas que viven en Talyani. Comparte un exiguo espacio repartido en dos habitaciones con 16 personas, sus hijos y las familias de dos de ellos. Su marido falleci¨® a los cuatro d¨ªas de llegar y la dej¨® con un beb¨¦ de apenas unos meses. ¡°Eso fue porque estaba tan contento de venir a L¨ªbano que su coraz¨®n no pudo aguantarlo¡±, bromea. Pero no r¨ªe. Su mirada seria recorre las colchonetas apiladas en una esquina. Es lo ¨²nico que hay en la habitaci¨®n, junto con una estanter¨ªa donde guardan la ropa. Indica con orgullo los ladrillos a la base de una de las paredes: ¡°Los fabricamos nosotros. No ten¨ªamos idea de c¨®mo hacerlo, pero tuvimos que aprender sobre la marcha. En Siria, estaba acostumbrada a comprar todo lo que necesitaba, pero aqu¨ª no nos quedaba otra¡±.
En la otra habitaci¨®n hay un ventilador y un televisor perennemente encendido, aunque nadie lo est¨¦ mirando. El ¨²nico adorno de las paredes son unas flores plateadas que ella misma ha realizado. El suelo est¨¢ salpicado por peque?os charcos de agua que Asmaa echa cada d¨ªa en el interior y en la lona que sirve de techo para aliviar la can¨ªcula. ¡°Hay un refr¨¢n ¨¢rabe que dice: 'En verano hace mucho calor y en invierno hay inundaciones'. Este dicho, adem¨¢s de aplicarse bien al clima de la zona, es una buena met¨¢fora de nuestra vida aqu¨ª, que es muy dura¡±, recalca.
Dos de los hijos de Asmaa trabajan de manera espor¨¢dica en la agricultura, pero las temporadas son muy breves, lamenta, y el dinero nunca es suficiente. Para contribuir a la econom¨ªa familiar, prepara hasta 600 bocadillos al d¨ªa para los alumnos de la cercana escuela en la que estudian los inquilinos m¨¢s j¨®venes del campo, gestionada por el Servicio Jesuita de Refugiados y Entreculturas ¡ªque ha facilitado la realizaci¨®n del viaje para este reportaje¡ª en colaboraci¨®n con una organizaci¨®n local, la Fundaci¨®n Kayany. Aunque Asmaa trabaje en un centro educativo, solo tres de sus hijos en edad escolar estudian. ¡°Tuve que retirar de las aulas a otros cuatro para que echaran una mano en casa¡±, se justifica. Su caso no representa ninguna excepci¨®n en una regi¨®n como el Valle de la Bekaa, que ostenta las tasas de matriculaci¨®n para ni?os entre 6 y 14 a?os m¨¢s bajas del pa¨ªs, a pesar de que se duplicaran en un a?o (del 30% de 2016 al 59% de 2017), seg¨²n la plataforma No Lost Generation, integrada, entre otras organizaciones, tambi¨¦n por Unicef.
Abood tiene 28 a?os y ejerce de jefe del campo de Talyani. Con palabras escuetas, recuerda los tiempos antes del conflicto, cuando viv¨ªa en Raqa ¡ªbasti¨®n del Estado Isl¨¢mico hasta el pasado mes de octubre¡ª y trabajaba en la construcci¨®n. ¡°Una vida del todo normal¡±, zanja. Han pasado seis a?os desde entonces, aunque le parezcan siglos. El miedo y la inseguridad le empujaron a dejar su hogar, al que no va a poder regresar, porque ha sido saqueado y destruido, asegura. ¡°Todo el mundo iba armado por las calles y se produc¨ªan robos en casas con mucha frecuencia. El trabajo empez¨® a escasear y me daba miedo salir y dejar a mi mujer sola con nuestro beb¨¦¡±. En L¨ªbano tuvo que aprender a buscarse la vida como pod¨ªa, desempe?ando peque?os trabajos de electricista dentro del campo. Gana unos 400 d¨®lares mensuales que apenas son suficientes para mantener a su mujer y a sus seis hijos. Entre sus tareas, est¨¢ la de solucionar los problemas entre los habitantes del campo y garantizar que las necesidades de todos est¨¦n cubiertas, pero asegura que no se producen tensiones ni entre los habitantes del asentamiento ni con los vecinos.
Abood explica que todas las viviendas disponen de electricidad y de retretes ¡ªya sea dentro o fuera de casa¡ª y que una ONG les proporciona unos 1.000 litros de agua cada dos semanas. El clima es uno de los principales problemas al que se enfrentan. ¡°En verano, se alcanzan los 40 grados y en invierno las temperaturas pueden bajar hasta cero, por eso una vez al a?o tenemos que cambiar la lona que sirve de techo y que cuesta al menos 150 d¨®lares¡±.
Como Abood, Aya tambi¨¦n vino desde Raqa hace seis a?os. ¡°Con la guerra todo empez¨® a ser muy caro. No pod¨ªa permitirme comprar ni el pan, costaba m¨¢s del doble¡±, indica esta mujer de 45 a?os, sentada en unos cojines en el suelo de su casa. En la pared a sus espaldas, cuelgan un reloj parado y un televisor que emite una telenovela. Comparte hogar con 10 personas, pero la familia est¨¢ a punto de incrementarse, ya que la esposa de uno de sus hijos est¨¢ embarazada. Solo una de los inquilinos trabaja, de manera espor¨¢dica, en una tienda de fruta y la familia, pese a recibir ayuda de algunas ONG, est¨¢ contrayendo deudas. ¡°Aqu¨ª disponemos de muy poco espacio y soy consciente de que hay muchos refugiados sirios en la zona y esto empieza a ser un problema para los libaneses, porque no hay trabajo¡±, cuenta. No tiene noticias de su casa en Raqa, pero imagina que habr¨¢ sido saqueada y destruida, como todas las dem¨¢s. A¨²n as¨ª, sue?a con volver. ¡°Siria es mi pa¨ªs y lo echo mucho de menos. Si un d¨ªa la situaci¨®n mejora, espero regresar, pero solo Dios sabe d¨®nde estaremos dentro de 10 a?os¡±.
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
La escuela con m¨¢s refugiados que nacionales
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