Nasrin Sotudeh, la mujer a la que teme la Rep¨²blica Isl¨¢mica
Su incansable defensa de los derechos humanos pone en evidencia el sistema judicial iran¨ª
La ¨²ltima vez que entrevist¨¦ a Nasrin Sotudeh, en mayo del a?o pasado, las autoridades iran¨ªes me hicieron saber que no les hab¨ªa gustado que hablara con ella. Pero ?no estaba libre tras haber cumplido su sentencia? ¡°Est¨¢ marcada por su activismo¡±, argument¨® el intermediario. Un mes despu¨¦s, la prestigiosa abogada volv¨ªa a ser detenida, formalmente para cumplir una pena de cinco a?os que ten¨ªa pendiente. En realidad, su defensa de los derechos civiles y su denuncia del sistema judicial irritaban al r¨¦gimen, tal como se ha revelado ahora al conocerse su nueva condena a otros 33 a?os de c¨¢rcel y 148 latigazos. ?Por qu¨¦ la Rep¨²blica Isl¨¢mica tiene tanto miedo de esta mujer?
Respuesta breve: porque es ¨ªntegra y valiente. La larga exige conocer su trayectoria como abogada comprometida. Sotudeh, de 55 a?os, ha dedicado su vida profesional a defender los derechos de la mujer y a luchar contra la pena de muerte. ¡°Las ejecuciones da?an nuestra conciencia nacional¡±, declar¨® a EL PA?S a finales de 2013. Acababa de quedar en libertad por sorpresa despu¨¦s de cumplir tres a?os de una condena de 11 m¨¢s 20 de inhabilitaci¨®n. A ello contribuyeron la presi¨®n internacional y el hecho de que el entonces reci¨¦n elegido presidente, Hasan Rohan¨ª, quisiera llegar con buen pie a su primera cita ante la Asamblea General de la ONU.
La acusaci¨®n de ¡°actuar contra la seguridad nacional¡± apenas ocult¨® el malestar del r¨¦gimen porque su inicial dedicaci¨®n a las mujeres y ni?os v¨ªctimas de la violencia machista se hab¨ªa ampliado a periodistas cr¨ªticos como Isa Saharkhiz y opositores pol¨ªticos como Heshmat Tabarzadi, en especial a partir de 2009, cuando pocos abogados se atrev¨ªan a defender a los represaliados por las protestas. Su coraje le vali¨® numerosos premios, entre ellos el del Consejo General de la Abogac¨ªa de Espa?a (2010) o el S¨¢jarov de la UE (en 2012, ya tras las rejas).
Sus carceleros le ofrecieron la libertad a cambio de informar sobre sus compa?eros abogados o de que renunciara al activismo y mantuviera la boca cerrada. Se neg¨®.
Los llamamientos a su liberaci¨®n llegaron de organizaciones de derechos humanos y figuras p¨²blicas como el expresidente checo V¨¢clav Havel o la Nobel Shirin Ebadi, con quien hab¨ªa colaborado en el Centro de Defensores de los Derechos Humanos. Sotudeh tampoco se qued¨® quieta. Durante su encarcelamiento realiz¨® cinco huelgas de hambre para protestar por el castigo a?adido de que no le dejaran ver a sus dos hijos. Fueron 105 d¨ªas que le hicieron perder 18 kilos, una barbaridad para su cuerpo menudo.
Y as¨ª sigui¨® una vez liberada. Por un lado, utiliz¨® su voz para pedir la libertad de todos los presos pol¨ªticos (unos mil, seg¨²n sus estimaciones en 2013). Por otro, sigui¨® peleando contra la inhabilitaci¨®n para ejercer que arrastraba de su condena. Despu¨¦s de tres meses de sentadas diarias frente a la sede del Colegio de Abogados, consigui¨® una importante reducci¨®n en 2015. De nuevo los intereses pol¨ªticos del sistema se cruzaron en el camino. Ir¨¢n estaba a punto de firmar el acuerdo nuclear, que tanto ella como la mayor¨ªa de los activistas apoyaron. ¡°Estamos hablando con Occidente y [las autoridades] quieren dar buena impresi¨®n¡±, interpret¨® Sotudeh.
El r¨¦gimen la acaba de volver a condenar, esta vez a 33 a?os de c¨¢rcel y 148 latigazos
Incansable, la abogada retom¨® su defensa de las causas que otros rechazaban por su car¨¢cter pol¨ªtico o delicado; a menudo, pro bono. Justo en v¨ªsperas de su ¨²ltima detenci¨®n, hab¨ªa logrado la puesta en libertad de Shaparak Shajarizadeh, una de las mujeres detenidas por quitarse el velo en protesta por su obligatoriedad. La dureza con que las autoridades persiguieron a varias de las activistas antivelo indica hasta qu¨¦ punto les preocupa ese gesto. Sin embargo, hab¨ªa algo m¨¢s grave que Sotudeh estaba denunciando: los acusados de delitos pol¨ªticos s¨®lo pueden tener abogados designados por el presidente de la Corte Suprema y, aun as¨ª, los tribunales revolucionarios impiden su presencia durante el juicio.
Mientras, la salida de EE?UU del pacto nuclear hab¨ªa vuelto a azuzar las tensiones pol¨ªticas dentro de Ir¨¢n. La condena de Sotudeh a otros 33 a?os de c¨¢rcel, la m¨¢s grave que Amnist¨ªa Internacional ha documentado contra un defensor de los derechos humanos en Ir¨¢n en los ¨²ltimos a?os, prueba que se est¨¢ intensificando la represi¨®n.
Sotudeh no se present¨® ante el tribunal revolucionario que la hab¨ªa citado el pasado 30 de diciembre en protesta porque no le permitieron elegir abogado. A principios de este mes, la oficina para el cumplimiento de las sentencias de la c¨¢rcel de Evin, donde se encuentra confinada, le inform¨® de que hab¨ªa sido condenada a otros 33 a?os de prisi¨®n y 148 latigazos por siete cargos, entre ellos ¡°actuar contra la seguridad del Estado¡±, ¡°hacer propaganda contra el sistema¡±, ¡°pertenecer a una asociaci¨®n ilegal de abogados¡± y ¡°promover la corrupci¨®n y la prostituci¨®n¡±.
Su marido, Reza Khandan, tambi¨¦n condenado por apoyarla, inform¨® de ello a trav¨¦s de Facebook. El juez del caso, Mohammad Moghiseh, conocido por la severidad de sus veredictos, ha intentado sembrar la duda declarando que la sentencia suma siete a?os. Pero tal como Sotudeh le insisti¨® a Khandan por tel¨¦fono, la pena impuesta es la suma de las condenas, al margen de que luego pueda reducirse. Abogada hasta el final.
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