La pareja del a?o
El jaleado Imperiofobia y leyenda negra ha generado una r¨¦plica que tiene la gracia de desatornillarlo de forma desternillante
QU? RECUERDO YO del imperio? El maestro, en la escuela primaria, nos hac¨ªa saber de vez en cuando que Espa?a, gracias al caudillo, hab¨ªa vuelto a ser un imperio. Y el maestro abr¨ªa los brazos para abarcar la inmensidad del glorioso pasado: ¡°Un imperio donde nunca se pon¨ªa el sol¡±. ?C¨®mo no apuntarse a aquella nostalgia soleada? La escuela ten¨ªa adjudicadas dos o tres goteras. Y por los huecos de los paveses rotos entraban terremotos de aire, el que los marineros llaman ¡°viento del hambre¡±, y las alocadas isobaras del cicl¨®n de las Azores. Otro d¨ªa el maestro creci¨® de repente unos cent¨ªmetros y, con porte de patricio, nos solt¨® lo que parec¨ªa un reproche compasivo: ¡°?Qu¨¦ ser¨ªa de ustedes si no llega a ser por los romanos!¡±. Nos quedamos apesadumbrados, sintiendo el peso de la deuda hist¨®rica. Y luego estaba la leche en polvo de la ayuda del imperio yanqui. Se hab¨ªa endurecido tanto que utiliz¨¢bamos los sacos a modo de barricadas en los juegos de guerra. Aquel hombre se lamentaba tambi¨¦n de la leyenda negra que sufr¨ªa Espa?a. Nos odiaban, nos envidiaban. Todos, casi todos. Porque nosotros ¨¦ramos la ¡°reserva espiritual de Occidente¡±. Europa estaba en manos de los ¡°protestantes¡±. Los alemanes, los holandeses, los ingleses¡ Con qu¨¦ deleite exclamaba: ¡°?La p¨¦rfida Albi¨®n!¡±. Muchos de nuestros padres y vecinos eran emigrantes en esos pa¨ªses donde se nos odiaba y envidiaba. Pero nuestra gente volv¨ªa contenta en Navidad. Tra¨ªan escondidas revistas er¨®ticas en la maleta. Y discos que nos desentumec¨ªan. Nada, ni rastro de leyenda negra.
Con el paso del tiempo, no siento rencor por aquel maestro. De alguna forma, era un vencedor que se intu¨ªa derrotado. Como aquel d¨ªa en que pregunt¨® que quer¨ªamos ser de mayores y una voz infantil, alegre y optimista, la del Rubio do Souto, retumb¨® en la clase: ¡°?Emigrantes!¡±. Las isobaras de la realidad movieron el silencio. Aquel hombre, como tantos, confund¨ªa la historia con la adhesi¨®n incondicional a una fe confundida a la vez con un fanatismo reaccionario. Alguien que pensaba que su verdad era la ¨²nica, porque emanaba del poder absoluto y de la Iglesia, ruedas de un mismo engranaje providencial. ?l nos transmit¨ªa su relato hist¨®rico, el ¨²nico tolerado. Y en ese relato, el imperio del pasado rebrotaba en la ret¨®rica del presente con el timbre del locutor del No-Do, verdadera voz imperial frente a la atiplada del emperador titular.
Creo que aquel hombre que nos adoctrinaba en la infancia con su mejor voluntad, y una buena vara a mano, encontrar¨ªa gran consuelo en el libro Imperiofobia y leyenda negra, de Mar¨ªa Elvira Roca Barea. Publicado en oto?o de 2017, va por la 29? edici¨®n. La editorial Siruela lo presenta como ¡°el ensayo m¨¢s exitoso de los ¨²ltimos tiempos¡±. Ha sido loado y recomendado por pol¨ªticos como Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Felipe Gonz¨¢lez o Alejo Vidal-Quadras, fundador de Vox. ¡°La manera como nuestra ensayista levanta a pulso las toneladas de papel de propaganda cernidas sobre la indolente Espa?a es puramente admirable¡±, dice en el pr¨®logo Arcadi Espada. A m¨ª tambi¨¦n me parece admirable semejante empe?o, a estas alturas, para combatir una propaganda, la leyenda negra, con un artefacto propagand¨ªstico que se presenta como historia irrefutable.
La historia mundial est¨¢ llena de leyendas negras. No hay guerra sin propaganda b¨¦lica. Es m¨¢s, la propaganda, la producci¨®n de odio, anticipa la guerra. La leyenda negra contra el imperio espa?ol tuvo su ¨¦poca, con verdades y mentiras, aunque Roca Berea nos presenta un dominio imperial ejemplar y hasta simp¨¢tico, saboteado no solo por los poderosos enemigos exteriores, sino por renegados como Bartolom¨¦ de las Casas y toda la inn¨²mera estirpe de los esp¨ªritus cr¨ªticos. Hay en la obra una especie de activismo masoquista. As¨ª, toda ¡°imperiofobia¡± es, en el fondo, ¡°hispanofobia¡±. Hay momentos en que solo le falta presentarse ante el Registro de la Propiedad y proclamar: ¡°No, no. ?La leyenda negra es nuestra!¡±. Y lo hace: ¡°Leyenda negra es opini¨®n, es contra Espa?a y es infundada¡±. Es m¨¢s. La leyenda negra est¨¢ ah¨ª, operante, como fake news imperecedera: ¡°La desaparici¨®n del prejuicio es, como demostraremos, rigurosamente incierta¡±.
Un factor positivo del jaleado Imperiofobia y leyenda negra es que ha generado una r¨¦plica que tiene la gracia de desatornillarlo de forma desternillante. Se titula Imperiofilia y el populismo nacional-cat¨®lico, de Jos¨¦ Luis Villaca?as, catedr¨¢tico de Filosof¨ªa en la Complutense, y publicado en Lengua de Trapo. As¨ª que muy agradecido a Imperiofobia e Imperiofilia. La pareja hist¨®rica del a?o.?
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