Escapadas por amor al arte
Londres y Rothko marcaron a la artista Coco D¨¢vez; en Roma el escritor Javier Reverte siempre va al encuentro de Rafael, y el presentador Juanra Bonet no olvida su inmersi¨®n en el universo Banksy
Cinco personajes rememoran viajes que emprendieron con el ¨²nico prop¨®sito de encontrarse con una obra de arte ante la que sintieron una especial emoci¨®n. Hallazgos que les conmovieron y produjeron sensaciones encontradas: desde un momento m¨ªstico hasta una experiencia muy provocadora.
?El Banksy m¨¢s ef¨ªmero y subversivo en Bristol
Juanra Bonet, actor y presentador
Juanra Bonet reconoce que no es un experto en arte. Quiz¨¢ por eso recibi¨® con tanto entusiasmo el regalo que le hizo su pareja en el verano de 2015: dos entradas para Dismaland, la versi¨®n sat¨ªrica y macabra de Disneyland ideada por Banksy en Weston-super-Mare, un pl¨¢cido balneario a 30 kil¨®metros al suroeste de Bristol (Inglaterra), localidad natal del misterioso grafitero donde se organizan tours a pie para descubrir por las calles sus murales. Abierto durante solo cinco semanas, ¡°se anunciaba como el parque tem¨¢tico m¨¢s decepcionante del mundo¡±, recuerda el presentador de los concursos ?Boom! y ?Qui¨¦n quiere ser millonario? Haciendo cola en la entrada, le sorprendi¨® el paisaje humano: ¡°Te encontrabas tipos con mon¨®culo, me?ique en alto y chistera, junto a otros que parec¨ªan salidos de un sketch de Little Britain. Disfrut¨¦ mucho de esa democratizaci¨®n del arte¡±. Tambi¨¦n le choc¨® que la entrada costara solo tres libras, teniendo en cuenta que, adem¨¢s de las obras de Banksy, se exhib¨ªan creaciones de artistas como Damien Hirst, Jenny Holzer y Jimmy Cauty. ¡°Era como estar inmerso en una vi?eta de El Roto o Joan Cornell¨¤: todas las instalaciones rezumaban humor negro y cr¨ªtica social¡±, dice Bonet.
Las atracciones en esta fantas¨ªa dist¨®pica eran obras de arte en s¨ª mismas. ¡°Hab¨ªa el cl¨¢sico juego de dirigir con un volante barquitos en un lago artificial, pero en este caso eran pateras cargadas con figuras de inmigrantes mientras sorteabas cad¨¢veres de ahogados. Todo bastante impactante¡±. Acostumbrado al silencio de los museos, Bonet asegura: ¡°Aquello en Bristol era una fiesta, con instalaciones que te hac¨ªan sentir mal, otras que daban que pensar y algunas concebidas para desatar la carcajada¡±. Como en los coches de choque, donde uno de los veh¨ªculos era conducido por la Parca, en representaci¨®n de la muerte, mientras de fondo sonaba Stayin¡¯ Alive de los Bee Gees.
El mensaje subversivo ten¨ªa su punto ¨¢lgido en la r¨¦plica decadente del ic¨®nico castillo de Disney, en cuya entrada sorprend¨ªa una escultura de la Sirenita distorsionada por efecto de un rebobinado de cinta de VHS. Fue en su interior donde encontr¨® la obra de Banksy que m¨¢s le impresion¨®: la carroza reci¨¦n accidentada de una cenicienta moribunda, cuyo cuerpo sobresal¨ªa del amasijo, rodeada de paparazis disparando sus c¨¢maras con flash. Una alusi¨®n directa a la tr¨¢gica muerte de Lady Di en Par¨ªs. ¡°Banksy me reconcili¨® con el arte y me ense?¨® que puede y debe ser divertido, no solo pomposo y solemne¡±.
Oscuro Rothko junto al T¨¢mesis
Coco D¨¢vez, artista e ilustradora
El motor creativo de la artista madrile?a Coco D¨¢vez, autora de la exitosa serie de retratos sin rostro Faceless, es la b¨²squeda constante del color. Cuando se mud¨® a Londres en 2010 sin conocer nada de la ciudad, ¡°solo lo que hab¨ªa podido imaginar a trav¨¦s del cine y los libros¡±, sab¨ªa que era un lugar donde predominaba el rojo: en los autobuses, en los buzones, en las cabinas¡ Y as¨ª lo certific¨® cuando se instal¨® a vivir en una habitaci¨®n compartida en una residencia religiosa, algo que para una joven de 21 a?os como ella, ¡°que ven¨ªa de una familia atea¡±, le daba una nota extra de diversi¨®n. Y tambi¨¦n de color. Una de sus primeras visitas fue a la Tate Modern, el gran museo de arte moderno a orillas del r¨ªo T¨¢mesis. ¡°Fui directa a la sala del pintor let¨®n Mark Rothko, donde esperaba encontrar esas obras de colores intensos y brillantes. Para mi sorpresa, o mi decepci¨®n, me top¨¦ con un lugar abrumador vestido de gigantes pinturas negras, grises y marrones que generaron en m¨ª una extra?a sensaci¨®n de asfixia¡±, recuerda. La tambi¨¦n ilustradora, cuyo universo de trazos simples y colores vivos se sit¨²a en las ant¨ªpodas del tormento crom¨¢tico de Rothko, sufri¨® una sacudida en su estado de ¨¢nimo. ¡°Era la primera vez que el arte me hac¨ªa sentir algo tan potente, volv¨ª a casa tan conmovida que me puse a investigar acerca de esas nueve obras que acababa de presenciar. Lo que averig¨¹¨¦ me dej¨® sin palabras. Este giro dr¨¢stico en su pintura fue la m¨¢s descarnada plasmaci¨®n de la profunda depresi¨®n que le llev¨® a quitarse la vida¡±.
Esas fantasmag¨®ricas alegor¨ªas de gran formato que dejaron huella en D¨¢vez hab¨ªan sido un encargo del m¨ªtico, y ya desaparecido, restaurante neoyorquino Four Seasons, que, adem¨¢s de ser el epicentro del lujo y el poder empresarial, acostumbraba a vestir sus paredes de grandes pintores del siglo XX, como Picasso. La atm¨®sfera l¨²gubre de las piezas de Rothko hizo que el propio autor declinara la oferta y decidiera donarlas a la galer¨ªa londinense. ¡°Casualidades de la vida, el barco que las transportaba lleg¨® a Londres el mismo d¨ªa que anunciaron su suicidio, el 25 de febrero de 1970¡±, cuenta D¨¢vez, que solo pudo apaciguar su desasosiego con el descubrimiento, meses m¨¢s tarde y tambi¨¦n en la Tate Modern, del expresivo imaginario de Joan Mir¨® en una retrospectiva con pinturas, dibujos, carteles y esculturas del genio catal¨¢n. Fue su forma de reconciliarse con los colores, por los que siempre hab¨ªa sentido devoci¨®n, y de dar carpetazo a la oscuridad inquietante de uno de sus pintores favoritos.
Viaje al interior del alma en Roma
Javier Reverte, escritor
Aunque la mayor¨ªa de sus novelas est¨¢n ambientadas en ?frica y Centroam¨¦rica, el escritor Javier Reverte se desplaza con frecuencia a Italia, ya que tiene especial predilecci¨®n por el arte renacentista del siglo XVI. ¡°Si hay un cuadro que me ha movido a viajar en su busca, muy a menudo, sin duda es La escuela de Atenas (1510-1512), de Rafael, expuesto en las stanze de los Museos Vaticanos de Roma¡±. Encargo directo del papa Julio II al artista de Urbino, el cuadro es una representaci¨®n coral de fil¨®sofos, cient¨ªficos y matem¨¢ticos de la Antig¨¹edad, con Plat¨®n y Arist¨®teles presidiendo la composici¨®n. El fresco ocupa una de las paredes del estudio que albergaba la biblioteca del pont¨ªfice, la Estancia de la Signatura, frente a La Disputa del Sacramento, tambi¨¦n obra de Rafael.
¡°La escuela de Atenas no es la mejor pintura del mundo, pero s¨ª es un trabajo que mueve a la reflexi¨®n. Yo veo en su esp¨ªritu reflejada esa gran aspiraci¨®n cl¨¢sica y del Renacimiento que era unir la est¨¦tica a la ¨¦tica. Es un cuadro de hondo sentido moral¡±. Siempre que visita la capital italiana, Reverte encuentra un hueco para recorrer la suntuosidad del Palacio Apost¨®lico, residencia oficial de los Papas, y las cuatro habitaciones decoradas con frescos del genio renacentista, ¡°pese a las inmensas colas que se forman para admirarlos¡±, se resigna. ¡°El m¨ªo a las Stanze di Raffaello es un viaje al alma¡±.
Expresionismo neoyorquino
Alejandro Vergara, conservador del Museo del Prado
La armon¨ªa y belleza de la naturaleza pueden ser la expresi¨®n m¨¢s genuina del arte. Eso lo percibi¨® precozmente Alejandro Vergara Sharp, jefe de conservaci¨®n de pintura flamenca del Museo del Prado. ¡°Los viajes por carretera con mi padre agudizaron mi sensibilidad hacia las formas y las texturas. Cuando ¨¦ramos ni?os nos animaba a mis hermanos y a m¨ª a mirar los viejos olmos que alineaban la carretera de ?vila al Puerto del Pico, y la textura de los muros de piedra seca¡±. Esas traves¨ªas en coche por la sierra de Gredos le ense?aron muy temprano que mirar es ¡°relacionar unas cosas con otras, creando rimas visuales sin apenas conciencia¡±. Cuando llegaba a casa miraba de esa misma forma un libro de arte que llamaba poderosamente su atenci¨®n porque en ¨¦l aparec¨ªa ¡°un cuadro de un azul complejo y profundo¡± que le atrap¨® hasta casi convertirse en una obsesi¨®n. La obra se titulaba Un ¨¢rbol en N¨¢poles (1960) y su autor era Willem De Kooning, uno de los padres del expresionismo abstracto. Un lienzo de gruesas y sugerentes pinceladas inspirado en el paisaje del sur de Italia que conectaba con esos viajes inici¨¢ticos con su padre por la meseta castellana.
¡°Viajar es abrirse a casualidades distintas de las habituales¡±, sostiene Vergara, que, sin haber cumplido 20 a?os, en el verano de 1980, se traslad¨® a Nueva York, para ahondar en su conversaci¨®n interior con el arte. Nueva York era entonces una ciudad en efervescencia creativa por el latido rabioso de grafiteros como Jean-Michel Basquiat, admirador confeso de la obra de De Kooning. Y fruto de una casualidad ¡ªuna amiga de su madre conoc¨ªa personalmente al pintor neerland¨¦s¡ª tuvo la oportunidad de visitar el estudio del artista en East Hampton, una coqueta localidad a dos horas en coche de Nueva York y actual patio de recreo de las grandes fortunas, aunque por entonces no pasaba de ser un pueblecito de pescadores a orillas del Atl¨¢ntico en el que comenzaban a instalarse artistas como Jackson Pollock, Mark Rothko o el propio De Kooning. ¡°No recuerdo el exterior de la casa, pero el taller era un espacio grande, con enormes ventanales y una estructura met¨¢lica blanca y de madera. Sub¨ª a una pasarela elevada que el pintor usaba para contemplar su obra desde lo alto¡±. Desde all¨ª, Vergara pudo observar a De Kooning, que apenas hablaba, mientras trabajaba sobre un cuadro. Repartidas por el estudio hab¨ªa otras pinturas de un estilo que por entonces Vergara ya conoc¨ªa muy bien: ¡°Sus cuadros eran pura energ¨ªa y al mismo tiempo delicados y sabios en su comprensi¨®n de la belleza del color y de la pasta con la que se construye la pintura¡±.
Sabrina Amrani, galerista
Un nudo en la garganta por el drama de los naufragios en Ben¨ªn
La galerista francesa Sabrina Amrani, afincada en Madrid y experta en arte de Oriente Pr¨®ximo, ?frica y Asia, no tuvo mucho tiempo para pens¨¢rselo. ¡°En las Navidades de 2017, irrumpieron en mis redes sociales im¨¢genes de una exposici¨®n temporal de arte africano en Ben¨ªn¡±. Los entusiastas comentarios la convencieron para hacer las maletas a principios de 2018 y viajar a Coton¨², la principal ciudad de esta antigua colonia francesa, justo antes del cierre de la muestra. Ella conoc¨ªa bien al autor, el artista malgache Jo?l Andrianomearisoa, porque en su galer¨ªa de Carabanchel hab¨ªa exhibido obras suyas. Pero en este caso toda la producci¨®n era in¨¦dita, piezas concebidas in situ y destinadas a desaparecer. A Amrani le intrigaba sobremanera una que se titulaba Le po¨¨me du bien-aim¨¦ (poemas del bien amado, en espa?ol).
Para llegar hasta ella emprendi¨® un viaje de unos 40 kil¨®metros por la costa del golfo de Guinea hasta la ciudad de Ouidah. Una ruta en la que se desvi¨® para recorrer mercados, donde escuch¨® las historias que esconden los tejidos wax de alegres estampados florales tan presentes en vestidos y bolsos en esta zona de ?frica Occidental; visitar los palacios reales de tierra roja de Abomey, patrimonio mundial, y descubrir playas desiertas como la de Fidjoross¨¦.
Al llegar a su destino le esperaba una imponente mansi¨®n colonial de estilo afro-brasile?o levantada en la d¨¦cada de 1920. ¡°Al subir las escaleras, un hilo musical me condujo hasta una sala con celos¨ªas, a trav¨¦s de las cuales se filtraba una luz tamizada, sumergida entre vasijas de barro de distintos tama?os¡±. Esa sugerente composici¨®n era Le po¨¨me du bien-aim¨¦. A medida que se acercaba, pod¨ªa distinguir la voz, familiar para ella, de la francesa Jeanne Moreau cantando junto a la cantautora brasile?a Maria Beth?nia el Poema dos olhos da amada de Vin¨ªcius de Moraes. ¡°La emoci¨®n me desbord¨® y termin¨¦ la visita sumida en un hondo silencio y con un nudo en la garganta, pensando en la historia que nos quiso contar Jo?l Andrianomearisoa, la de los naufragios en las costas de ?frica¡°. Amrani se recrea a menudo evocando esa composici¨®n, ¡°a pesar de que haya desaparecido y que solo pueda reencontrarme con ella en mi recuerdo¡±.
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