El Burgo de Osma, callejeando por una villa bonita e hipercal¨®rica
La localidad soriana, incluida desde 2023 en la lista de la asociaci¨®n Los Pueblos M¨¢s Bonitos de Espa?a, sorprende por su larga historia, su inmensa catedral, los deliciosos ¡®chocorreznos¡¯ y el paseo junto al r¨ªo Ucero
Puede que en Espa?a haya alg¨²n pueblo a¨²n m¨¢s bonito que El Burgo de Osma. Lo que no hay, eso seguro, es otro tan bonito como cal¨®rico. Avanzas por los soportales de la calle Mayor y, a cada paso, te asalta una tentaci¨®n. Aqu¨ª se anuncian las Tetillas de Monja (¡°un placer divino sin colorantes ni conservantes¡±). All¨¢, la Torta del Beato (¡°El pecado es no probarla¡±). Acull¨¢, los Gamusinos, unas galletas de mantequilla fabulosas, como las criaturas que les dan nombre (¡°Peligro: enganchan¡±). Y en todas partes, unos cerditos risue?os proclaman las virtudes del chocorrezno: ¡°Chocolate y torrezno de Soria, lo mejor de los dos mundos¡±. Del mundo dulce y del salado, o sea.
Mal lugar El Burgo de Osma para hacer prop¨®sito de enmienda tras los excesos navide?os. El s¨¢bado 21 de enero, coincidiendo con la apertura de Fitur al p¨²blico general, comienzan las Jornadas de la Matanza, tres meses en los que, cada fin de semana, el hotel Virrey Palafox ofrece un men¨² de 22 platos por 48 euros. El 12 marzo, adem¨¢s, se celebra en la localidad soriana el concurso del mejor torrezno del mundo. No hay que esperar tanto para comerlo bien rico. Hay un espacio que podr¨ªamos llamar el tri¨¢ngulo de las Bermudas del torrezno: est¨¢ formado por los bares Mes¨®n C¨ªrculo (calle Mayor, 46), El Lobo (Mayor, 38) y Ar¨¦vacos (Mayor, 49), donde los cochinos desaparecen a una velocidad vertiginosa, acompa?ados de vino de la Ribera del Duero. Exquisita, para variar de tanto torrezno, la oreja de cerdo del ¨²ltimo bar.
Gamusinos, torreznos, chocorrezno¡ Falta nos van a hacer esos miles de calor¨ªas para pasear en invierno por el cerro g¨¦lido y pelado donde yacen las ruinas de Uxama, la ciudad celt¨ªbera y romana que, andando el tiempo, baj¨® al llano, cruz¨® el r¨ªo Ucero, levant¨® una catedral grande y hermosa y se convirti¨® en El Burgo de Osma. En lo alto del cerro hay una atalaya ¨¢rabe desde la que se observa magn¨ªficamente este hist¨®rico paisaje repleto de torres, puentes, castillos y murallas de lo que sucesivamente fue Uxama Argaela, Oxoma, Waxsima, Osma y El Burgo de Osma. Por verse, se ven hasta los picos de Urbi¨®n y el Moncayo, que est¨¢n a 51 y 107 kil¨®metros, respectivamente.
Tampoco hay una mala vista desde el campanario de la catedral, un gigante barroco de 72 metros al que se sube c¨®modamente en ascensor. Impresiona, m¨¢s que la altura, recordar c¨®mo el 2 de agosto de 2010 sali¨® volando una campana de 250 kilos y cay¨® como una bomba (tal fue el estruendo) en la plaza de San Pedro, rompiendo varias losas de granito, 20 minutos antes de que pasara una procesi¨®n. Una placa met¨¢lica con una inscripci¨®n se?ala el lugar exacto del impacto y del milagro, porque la campana volandera no hiri¨® a nadie.
Antes o despu¨¦s de subir a la estratosf¨¦rica torre hay que admirar el elegante claustro de la catedral, del g¨®tico tard¨ªo. Y la peque?a sala capitular rom¨¢nica donde descansa, en sarc¨®fago de caliza policromada, Pedro de Osma, el santo var¨®n que devolvi¨® su rango obispal a la ciudad en 1101, nada m¨¢s echar a los musulmanes. Y el C¨®dice Beato que, poco antes de eso, en 1086, copiaron e iluminaron los monjes Petrus y Martinus, y hoy se exhibe en el museo catedralicio. Se desconoce el scriptorium donde se obr¨® esta maravilla, aunque por sus caracter¨ªsticas siempre se ha supuesto que ser¨ªa en un monasterio leon¨¦s. Consta de 166 folios y 72 miniaturas, siendo la ilustraci¨®n m¨¢s famosa un mapamundi, una representaci¨®n simplic¨ªsima de una Tierra circular y plana que abarca Europa, una peque?a parte de Asia, el norte de ?frica (Libia) y una ignota regi¨®n austral habitada por los esci¨¢podos o monopodos, extra?os individuos de una sola pierna que se protegen del ardor del sol usando como sombrilla su ¨²nico pie.
Junto a la catedral, arranca la calle Mayor, una preciosa v¨ªa peatonal que est¨¢ llena de blasones, palacios (como el Episcopal, con portada de estilo g¨®tico hispano-flamenco) y soportales. A la sombra de estos ¨²ltimos, abren las tiendas de productos hipercal¨®ricos y los bares donde se consumen torreznos y vino de la Ribera del Duero como si no hubiera un ma?ana. Para compensar e inclinar el fiel de la balanza hacia el otro lado, los s¨¢bados colocan aqu¨ª tambi¨¦n sus puestos los agricultores y despachan las alubias de El Burgo, los cardos y dem¨¢s primores hortenses de la vega del Ucero.
Es parada obligada, al pasar por la plaza Mayor, el antiguo hospital de San Agust¨ªn, para resolver dudas en la oficina de turismo y asomarse al patio de este formidable edificio de estilo herreriano que mand¨® construir a finales del siglo XVII el obispo Ar¨¦valo y Torres. En El Burgo de Osma, que es ciudad obispal desde tiempos de los visigodos, todo lo ha hecho alg¨²n obispo. Otro prelado, Pedro ?lvarez de Acosta, fund¨® en 1550 la cercana Universidad de Santa Catalina, donde hasta bien entrado el siglo XIX se ense?aron artes, c¨¢nones, medicina y teolog¨ªa. El venerable edificio, del m¨¢s puro y deslumbrante Renacimiento, hoy es un hotel-balneario de lujo: Castilla Termal Burgo de Osma. Hay en ¨¦l dos lugares sobresalientes: el patio cubierto por una gran c¨²pula acristalada y el circuito de contrastes, donde los clientes sudan la grasilla de los torreznos en un espacio inspirado en la ermita moz¨¢rabe de San Baudelio de Berlanga.
Aunque, para sudar, nada como el paseo (peatonal y para bicis) que acompa?a al r¨ªo Ucero dos kil¨®metros largos, desde las murallas de la poblaci¨®n hasta el puente de La G¨¹era, pasando por el desfiladero de Pe?alavara. Umbrosas alamedas y c¨¦spedes siempre verdes bordan este camino por el que, al poco de andar, descubriremos un puente de origen romano y la Osma medieval, as¨ª como los restos de un castillo del siglo X que domina a vista de p¨¢jaro la peque?a gran ciudad de El Burgo de Osma.
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