Kris Ubach, fotoperiodista: ¡°No concibo un viaje sin probar la comida local. En el Pirineo me sorprendieron los ¡®txantxigorris¡±

Su amor por el Pirineo le viene de familia, y su saber y curiosidad acerca de esta cordillera han cristalizado en el libro Pirineos. M¨¢s all¨¢ de las monta?as (Pen¨ªnsula, 2023), que recoge sus viajes entre Ir¨²n y el cabo de Creus. Aqu¨ª nos cuenta an¨¦cdotas de esos recorridos.

PREGUNTA. ?Se ve como pirine¨ªsta, como otros se consideran alpinistas?

RESPUESTA. Yo dir¨ªa que s¨ª, pues los pirine¨ªstas son quienes han investigado y trabajado acerca de los Pirineos. La expresi¨®n viene del siglo XIX, cuando llegaron los primeros monta?eros. Eran franceses de la burgues¨ªa, pues hasta ese siglo nadie recorr¨ªa las monta?as por ocio, solamente iban a extraer piedra o a pastorear ganado.

P. ?C¨®mo dise?¨® la ruta que sigui¨®?

R. Trat¨¦ de leer todo lo que se hab¨ªa escrito sobre los Pirineos. Ah¨ª me di cuenta de que la mayor¨ªa de las obras se centraban en el senderismo, en los paisajes. Me parec¨ªa que faltaba hablar m¨¢s de la gente, y eso quise hacer, as¨ª que dise?¨¦ la ruta en funci¨®n de eso, de personas a las que quer¨ªa conocer.

P. ?Sab¨ªa qu¨¦ quer¨ªa visitar?

R. S¨ª, quer¨ªa explorar en profundidad el despoblamiento en la provincia de Huesca, y tambi¨¦n quer¨ªa que apareciera la historia del grupo social de los agotes, una minor¨ªa propia del Pirineo. A partir de ah¨ª, dej¨¦ que el libro fluyera: a veces buscaba a alguien, por ejemplo, a los antiguos mineros del Valle de Ar¨¢n, y al no encontrarlos acababa entrevistando a un trabajador de las hidroel¨¦ctricas. As¨ª son los viajes, impredecibles.

P. H¨¢blenos de alguien que le llamase particularmente la atenci¨®n.

R. Me impactaron Tere y Jos¨¦ Manuel, de la asociaci¨®n Amigos de Serrablo ¡ªorganizaci¨®n cultural dedicada al estudio y preservaci¨®n del patrimonio de Serrablo, comarca del Alto G¨¢llego en el Pirineo aragon¨¦s¡ª, dedicada a recuperar el rom¨¢nico de su comarca, en Huesca. Son un grupo de voluntarios de pueblos de los que nadie se acuerda. Se dieron cuenta de que en sus pueblos sus iglesias se ca¨ªan y nadie les prestaba atenci¨®n, por eso con sus propias manos se pusieron a reconstruirlas y hoy muchas pueden visitarse.

P. Adem¨¢s de conocer a gente, seguro que disfrut¨® de los paisajes.

R. Por supuesto. Adem¨¢s, no es un paisaje homog¨¦neo. La zona central de Ordesa es muy mineral, pura roca. En las zonas m¨¢s bajas, como la selva de Irati en Navarra, solo ves el verde de los hayedos. Y en el Pirineo catal¨¢n, al final del todo, te asomas al mar.

P. Y tambi¨¦n repar¨® en la arquitectura.

R. Es que hay desde caser¨ªos tradicionales vascos hasta casas de indianos. Y despu¨¦s est¨¢ el edificio del Balneario de Panticosa, dise?ado por el estudio de arquitectos Moneo Brock, que rompe con lo que esperamos ver.

P. ?Le sali¨® al paso alg¨²n animal?

R. ?Vi un pottoka ¡ªvoz del euskera que significa caballito,¡ª! Son caballos peque?os, el equivalente a un poni. Tambi¨¦n vi rebecos e incluso buitres comiendo ganado en el valle de N¨²ria.

P. En su libro se nota que le gusta comer.

R. Para m¨ª, una parte esencial de la cultura de un lugar son las costumbres culinarias. No concibo un viaje sin probar la comida local. En Camboya llegu¨¦ a comer tar¨¢ntula frita. En el Pirineo me sorprendieron los txantxigorris navarros, un dulce que lleva chicharrones de cerdo, az¨²car y canela. Tambi¨¦n encontr¨¦ muy rico el talo marrakuku del valle de Baztan, que lleva queso entre dos tortillas de ma¨ªz.

Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiraci¨®n para tus pr¨®ximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, X e Instagram.