Un paseo por Cambridge de la mano de Virginia Woolf
Del agradable jard¨ªn The Orchard, donde la escritora se reun¨ªa con Grantchester Group, a los ¡®colleges¡¯ femeninos Girton y Newnham, donde en 1928 dio dos conferencias. Una ruta que no se olvida del famoso Trinity College, el Fitzwilliam Museum y, por supuesto, ¡®pubs¡¯ donde reponer fuerzas
En el ensayo Bosquejo del pasado (1940) Virginia Woolf utiliza una poderosa imagen: se ve a s¨ª misma emergiendo de una cris¨¢lida. Pero en lugar de acentuar su transformaci¨®n, describe la vulnerabilidad de la criatura sin concha, cuando ¡°con sus patas y antenas pegajosas y tr¨¦mulas empuja hacia afuera y sale de la cris¨¢lida: espera junto a la concha rota durante un momento; se humedece: sus alas todav¨ªa est¨¢n plegadas; sus ojos, deslumbrados; es incapaz de vuelo¡±. As¨ª se vio la escritora brit¨¢nica a los 13 a?os, sobre todo tras el duro golpe de la muerte de su madre. Virginia Woolf podr¨ªa haberse quedado ah¨ª; podr¨ªa haberse conformado con ser una muchacha instruida y bien educada del final de la ¨¦poca victoriana. Afortunadamente, no fue as¨ª. A partir de un momento se produce un viraje decisivo en su personalidad, que tiene su momento ¨¢lgido en 1928, cuando acude a Cambridge a impartir dos conferencias en dos colleges femeninos, Girton y Newnham. De estas conferencias nacer¨ªa el famoso ensayo Una habitaci¨®n propia (1929), una de las reflexiones m¨¢s brillantes e influyentes del siglo XX sobre la condici¨®n femenina y la enajenaci¨®n de la mujer.
Pero adem¨¢s de impartir estas charlas, la escritora tuvo otros v¨ªnculos con la ciudad. Su t¨ªa, la famosa fil¨¢ntropa cu¨¢quera, Caroline Stephen, viv¨ªa all¨ª, por lo que a menudo iba a visitarla y a pasar temporadas con ella. Si bien Virginia no tuvo la suerte de poder estudiar en la universidad (espinita que tuvo clavada toda su vida), su padre, Leslie Stephen, sus hermanos y su marido, s¨ª fueron fellows de Trinity College. Por otro lado, conoc¨ªa personalmente a varios acad¨¦micos de Cambridge, algunos tambi¨¦n componentes del famoso Bloomsbury Group. Con el economista John Maynard Keynes, el poeta Rupert Brooke, el fil¨®sofo Ludwig Wittgenstein y el escritor E. M Forster, entre otros, formaba parte del Grantchester Group que se reun¨ªa en The Orchard House (la casa del huerto), cerca de Cambridge. Seg¨²n se cuenta, en ese lugar pasaron de tomar t¨¦ con pastas a organizar salvajes fiestas.
El pabell¨®n original de The Orchard, en Grantchester ¡ªdonde comienza esta ruta¡ª a¨²n existe, y se llega a ¨¦l a trav¨¦s de un paseo de algo m¨¢s de una hora desde la High Street de Cambridge. Actualmente, es un agradable Tea Garden, en donde se puede degustar un t¨ªpico scone con nata y mermelada o tomar el sol (ingl¨¦s) en una tumbona verde bajo los manzanos del jard¨ªn. Cuentan que, no muy lejos de ah¨ª, por donde hoy pasa la M11, en la llamada Byron¡¯s Pool, Brooke y Woolf sol¨ªan ba?arse desnudos a medianoche. Brooke describi¨® su vida all¨ª como id¨ªlica, vagando ¡°descalzos y casi desnudos y viviendo de miel, huevos y leche¡±. Como recuerdo de esta vida bohemia, un tabl¨®n de anuncios al aire libre cuenta la historia del Grantchester Group y en el interior del pabell¨®n hay una vitrina con libros, fotos y recuerdos del grupo.
Siempre siguiendo el rastro de Virginia Wolf, nos dirigimos a continuaci¨®n a Girton College. Fundado en 1869 como el primer college femenino de Inglaterra, es, como dijimos, el lugar en el que Woolf imparti¨® su primera conferencia. El edificio, a unos 10 minutos en coche desde el centro de la ciudad, no dice gran cosa (sobre todo comparado con otros colleges mucho m¨¢s espectaculares, como Trinity o St. Johns). Pero seg¨²n se avanza por los pasillos, en donde cuelgan fotos de las primeras estudiantes femeninas ataviadas con largu¨ªsimas y pesadas faldas para jugar al cricket o trabajar en el laboratorio, uno se pone en situaci¨®n. Hay que tener en cuenta que cuando Virginia acudi¨® ah¨ª, acompa?ada de su amiga y amante, la escritora Vita Sackville-West (1892¨C1962), justo se acababa de conceder, por fin, el voto a todas las mujeres en Inglaterra (se hab¨ªa aprobado en 1918, pero hasta entonces estaba restringido a las mayores de 30 a?os) y estudiar todav¨ªa estaba mal visto si no eras hombre.
En todo caso, al entrar en la sala donde imparti¨® la charla, con sillas dispuestas en c¨ªrculo y con paredes decoradas con impresionantes tapices de p¨¢jaros y vegetales, uno nota una extra?a presencia. No resulta dif¨ªcil imaginar a la escritora de grandes ojos grises y mirada melanc¨®lica soltando ir¨®nicas e inteligentes frases sobre la forma en que los hombres escriben sobre las mujeres, o afirmando que ¡°una mujer necesita dinero y una habitaci¨®n propia si va a escribir ficci¨®n.¡±
No muy lejos ¡ªen Cambridge las distancias no son grandes¡ª est¨¢ Newnham College, en donde la escritora impartir¨ªa su segunda conferencia. Lo impresionante de este lugar son los jardines: solo por esto vale la pena visitarlo. Del jard¨ªn original de mediados del periodo victoriano, con olorosos senderos serpenteantes, se pasa al jard¨ªn Arts and Crafts y a la rosaleda. Al igual que en Girton, todo est¨¢ m¨¢s o menos tal y como Woolf lo visit¨® en 1928. El espacio escogido en esa ocasi¨®n para la charla ante unas cuarenta estudiantes fue el comedor, una estancia luminosa de gran tama?o, tambi¨¦n abierta al p¨²blico.
No muy lejos de ah¨ª, a unos ocho minutos a pie desde Newnham College, hay un pub al pie del r¨ªo Cam, The Granta. Es probable que la famosa escritora inglesa no comiera ah¨ª (de otro modo, seguro que habr¨ªa una placa), pero en todo caso, est¨¢ cerca y es una opci¨®n que no decepciona. Mientras se disfruta de las vistas, se pueden degustar unos deliciosos scocth eggs, coliflor en salsa de curri o pastel de pollo y puerro.
Y desde ah¨ª, para bajar la comida, se puede caminar hasta otro lugar que tambi¨¦n despierta el inter¨¦s de estudiosos o admiradores de la obra de Virginia Woolf. Se trata del Fitzwilliam Museum, que ocupa un edificio neocl¨¢sico en la Trumpington Street. All¨ª se encuentra, entre otros, el manuscrito de Una habitaci¨®n propia, con las tachaduras y anotaciones al margen que hizo la escritora. Aunque lamentablemente no est¨¢ expuesto al p¨²blico, s¨ª se puede ver en la biblioteca digital de la Universidad de Cambridge. En todo caso, el museo merece mucho la pena, pues ofrece colecciones para todos los gustos: Antig¨¹edades (arqueolog¨ªa de civilizaciones de la Antig¨¹edad); pinturas, dibujos y grabados; artes aplicadas o decorativas; numism¨¢tica (monedas y medallas), manuscritos y libros. Entre la obra pict¨®rica, mencionar un precioso cuadro de la hermana de Virginia, Vanessa Stephen, pintora postimpresionista.
Cambridge ofrece muchos otros atractivos, como dar un paseo en g¨®ndola (panting), visitar los colleges m¨¢s famosos (siempre recomendable el Trinity College), tomar un tentempi¨¦ en el Market Place o un fish and chips en el ic¨®nico The Eagle (pub fundado en 1525) o visitar las numerosas librer¨ªas. Para terminar, en una vitrina situada en el exterior de la Biblioteca Taylor, en la esquina de Bene¡¯t Street y Trumpington, est¨¢ el famoso Reloj Corpus. A decir de muchos, tiene m¨¢s admiradores que el propio Trinity College que se encuentra en la cera de enfrente. Se trata de un divertid¨ªsimo artilugio ideado y financiado por John C. Taylor, antiguo alumno del Corpus Christi College. Lo que m¨¢s llama la atenci¨®n es la escultura de un insecto met¨¢lico, de apariencia siniestra y similar a un saltamontes o langosta. Taylor llam¨® a esta bestia el Cron¨®fago (literalmente ¡°come tiempo¡±, en griego), pues mueve la boca aparentando ¡°comer¡± los segundos mientras parpadea del gusto. En 2008 fue inaugurado y expuesto al p¨²blico por el f¨ªsico Stephen Hawking, y, aunque Virginia Woolf no lleg¨® a verlo, seguro que le hubiera sacado partido a esta manera original de medir el tiempo.
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