Viaje redondo a la Garrotxa: lago, hayedos y volcanes
Zambullidas lacustres, una villa del medievo, ba?os de bosque o sentarse, literalmente, en un cr¨¢ter. Una ruta circular por la verde comarca de Girona que incluye el magn¨ªfico entorno natural de Banyoles y la singular Fageda d¡¯en Jord¨¤
Un crujido similar al sonido de un trueno recuerda, de cuando en cuando, la actividad que existe bajo el lecho del lago Banyoles, escenogr¨¢fica masa de agua dulce y origen c¨¢rstico ubicada en el interior de Girona, a unos 40 minutos en coche de los verdes volcanes de la Garrotxa. ¡°Es uno de los pocos lagos de Espa?a que se alimentan por debajo¡±, aclara Santiago Giralt, ge¨®logo y director del Instituto Geociencias Barcelona. ¡°Su fuente de recarga es el cercano macizo de Les Guilleries¡±, explica. El agua se filtra por sus laderas, pasa bajo estas monta?as y nutre Banyoles a trav¨¦s de tres cubetas principales. Esta circulaci¨®n de aguas subterr¨¢neas explica otro ins¨®lito fen¨®meno: los minitsunamis. ¡°Produce una socavaci¨®n que va quitando base a esa llanura, que de golpe y porrazo colapsa y genera un nuevo embudo. Esto produce una ola estacionaria que, mientras es profunda, no se ve, pero conforme se acerca a la orilla se levanta¡±. La ¨²ltima vez que ocurri¨® fue en 1994.
La imagen contrasta con el sosiego que abriga al viajero cuando llega aqu¨ª. Circundar el lago (a pie o en bici) es un cl¨¢sico. Unos siete kil¨®metros llanos y bien adaptados que recorren su contorno desgranando vistosas paradas. Por ejemplo, las antiguas pesqueras que salpican su sombreada ribera oeste. Levantadas desde mediados del siglo XIX como puestos de pesca, con el paso del tiempo se erigieron en s¨ªmbolos de distinci¨®n burguesa, creciendo en superficie, altura y porte.
Invita a detenerse, al sur del lago, el paraje de los Desmais, mirador que debe su nombre a los desmais o sauces llorones que sombrean el enclave. Tambi¨¦n el camino que, a la altura del aleda?o Estany de Sis¨® (en la orilla oeste), se adentra en el cat¨¢logo vegetal que conforma los 11 h¨¢bitats reconocidos del Espai Natural Protegit de l¡¯Estany de Banyoles, integrado en la prestigiosa lista Ramsar de humedales. Desde el punto de observaci¨®n ornitol¨®gica de Can Morgat, un bosque de encinas, robles, pinos u olmos que custodia el noroeste del lago, se avistan patos, fochas, garzas, gaviotas, zampullines o el elegante mart¨ªn pescador.
Para un chapuz¨®n, la Caseta de Fusta ¡ªuno de los tres puntos habilitados para el ba?o, y el ¨²nico de acceso libre¡ª. Y si queremos lanzarnos lago adentro, Caiac i Natura ofrece traves¨ªas en canoa guiadas por las cristalinas aguas. La terraza de Banys Vells, cuyas mesas se adentran en el agua, es perfecta para un picoteo sin pretensiones con el que despedir el d¨ªa contemplando el entorno. Cuesta despegarse y ponerse en ruta, pero hay alicientes prometedores.
Carretera y magma
El inventario del parque natural de la Zona Volc¨¢nica de la Garrotxa es abrumador: 15.000 hect¨¢reas, 28 reservas naturales y 40 volcanes cubiertos de bosque y sin riesgo de erupci¨®n. Como la c¨®nica orograf¨ªa del Santa Margarida, tupida de encinares y especies caducifolias. Acceder hasta su cr¨¢ter desde el aparcamiento (gratuito) requiere de un peque?o esfuerzo. La senda (unos tres kil¨®metros, ida y vuelta), ancha y c¨®moda, reserva un prolongado repecho para alcanzar el punto m¨¢s alto del volc¨¢n. Desde ah¨ª, el descenso hasta el centro de su vasto cr¨¢ter (350 metros de di¨¢metro, 70 de profundidad) ayuda a recuperar el resuello. Ah¨ª abajo aguardan la ermita rom¨¢nica de Santa Margarida de Sacot y una merecida pausa para percatarse del paisaje; pocas veces podremos sentarnos sobre el lecho de un volc¨¢n.
El itinerario 15 de la red de senderos del parque (1,9 kil¨®metros; 30-40 minutos) permite ir a pie de cr¨¢ter a cr¨¢ter. Ante las grederas del Croscat, el verde circundante muta en una arenisca paleta de tonos rojizos, marrones y grises. La erupci¨®n estromboliana del m¨¢s joven volc¨¢n de la Garrotxa ¡ªvomit¨® una colada de lava superior a seis kil¨®metros hace unos 13.000 a?os, seg¨²n una investigaci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona¡ª y la posterior actividad minera obraron un panorama diferente: un enorme tajo (100 metros de altura) que secciona la monta?a como si se hubiese sustra¨ªdo una porci¨®n a la tarta. La restauraci¨®n de sus gradas (premio FAD de dise?o de artes decorativas 1995) habilit¨® un espacio muse¨ªstico al aire libre que mira a las entra?as del volc¨¢n.
Seguimos el rastro de lava porque sobre aquel campo magm¨¢tico (unos 20 kil¨®metros cuadrados) se yergue hoy la Fageda d¡¯en Jord¨¤. La riqueza mineral de ese nuevo suelo fre¨¢tico explica la singularidad de toparse con este magn¨ªfico hayedo a tan escasa altitud (550 metros). Una maravilla natural de casi cinco kil¨®metros cuadrados en la que zambullirse sin prisa, a pie desde el Croscat a trav¨¦s del itinerario circular n¨²mero 1 del parque (dos kil¨®metros; 40 minutos); o desde el aparcamiento de Can Serra por el sendero n¨²mero 2 (1,5 kil¨®metros; 30 minutos). El camino serpentea entre colinas (tossols) de hasta 20 metros de alto, tupidas de ¨¢rboles, sobre las que se asienta la Fageda. Si el entramado de ramas y hojas crea un aura casi m¨¢gica al filtrar los rayos de sol estivales, imaginen cuando el dosel se ti?e con la oto?ada.
Si se explora toda esta zona con ni?os es recomendable alargar la excursi¨®n en la f¨¢brica de yogures artesanales que oculta el interior de esta reserva natural. A los adultos les gusta conocer el proyecto social que la fundaci¨®n La Fageda desarrolla desde mediados de los ochenta, y los peque?os pueden dar de comer a los terneros de su granja y alucinar en directo con el proceso de orde?ado autom¨¢tico de las vacas. En la degustaci¨®n final de sus productos (yogures, crema catalana, helados y mermelada) disfrutan todos por igual.
Vuelta a la carretera, cambio de entorno. Dejando atr¨¢s Olot, capital comarcal con un volc¨¢n visitable incrustado en su n¨²cleo urbano (el Montsacopa), la ruta busca la ins¨®lita panor¨¢mica de Castellfollit de la Roca, un pueblo levantado sobre un angosto y afilado risco bas¨¢ltico que encorseta su apretujado n¨²cleo urbano entre dos acantilados de hasta 50 metros de altura. Una pasarela-mirador que cruza el r¨ªo Fluvi¨¤ ofrece un punto de vista espectacular al pie de los paredones sobre los que se asienta Castellfollit.
Parada final
Pero donde merece la pena echar el pie a tierra es en Besal¨², y regodearse al cruzar los 105 metros de su puente rom¨¢nico (siglos XI-XII), singular por su estructura en ¨¢ngulo y por su peripecia hist¨®rica, trufada de derrumbamientos, fortificaciones, voladuras y reconstrucciones. Una de ellas recuper¨® en 1917 su ic¨®nica torre de defensa, levantada en el siglo XIV con desempe?o no solo militar: serv¨ªa para cobrar un impuesto a toda persona y carga que pretendiese cruzarlo. Conviene mezclar un paseo contemplativo por Besal¨², plagado de edificios del siglo XII, con alguna de las visitas que ofrece la oficina de turismo, especialmente la de su juder¨ªa: ¨²nica forma de acceder a la mikve o casa de ba?os, del mismo siglo, hallada bajo la antigua sinagoga. Una estrecha escalera desciende hasta la sala de la piscina, cubierta por una b¨®veda de ca?¨®n rom¨¢nica magn¨ªficamente conservada.
Desde el aire
Banyoles es un punto fronterizo. Desde su orilla oriental, el Pla de Estany traza una planicie hasta la Costa Brava. Hacia el oeste, el paisaje se eleva con las verdes estribaciones de la Zona Volcánica de la Garrotxa. Vol de Coloms ofrece vuelos en globo (una hora y
media) para contemplar este contraste paisajístico desde sus instalaciones cercanas al volcán Croscat. La travesía incluye un tentempié en altura y, tras aterrizar, de vuelta a la base, un desayuno payés completo. Se requiere un grupo mínimo de seis personas (16 máximo) y cuesta a partir de 175 euros por persona. Camins de Vent también ofrece vuelos para grupos de mínimo seis personas (10 máximo), a 179 euros por pasajero.
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