Delta Birding Festival: no hemos visto el halc¨®n peregrino ¡®calidus¡¯ de la isla de Buda, pero estamos en ello
Pajareando con la ¨¦lite de los observadores de aves en la gran cita ornitol¨®gica catalana, que ha capeado bien la tormenta de anoche y ha logrado hoy una extraordinaria afluencia de p¨²blico
Pocas cosas m¨¢s hermosas y emocionantes en la naturaleza que un halc¨®n peregrino, sujeto de uno de los libros m¨¢s bellos que se han escrito sobre la vida salvaje (y todo lo dem¨¢s), EL peregrino, de J. A. Baker: ¡°Y para el halc¨®n, descansando ahora sobre la blanda y fl¨¢cida masa de su presa, estaba el rasgar y desgarrar de plumas asfixiantes, y sangre caliente goteando del gancho del pico, y la ira muriendo despacio en el peque?o n¨²cleo duro en su interior¡±. El viernes por la ma?ana, en la isla de Buda, en el delta del Ebro, hemos estado tratando ver uno, un peregrino, y no uno cualquiera, sino uno de los m¨¢s espectaculares y bellos: un halc¨®n peregrino calidus, una subespecie procedente del norte, de la tundra o de Siberia, m¨¢s p¨¢lido que peregrinus. Jos¨¦ Luis Copete lo hab¨ªa visto antes y all¨ª est¨¢bamos, la ¨¦lite de los pajareros m¨¢s un advenedizo, busc¨¢ndolo con prism¨¢ticos, telescopios y mucho anhelo. Era la tradicional salida de los invitados del Delta Birding Festival, la gran cita de los p¨¢jaros de Catalu?a, que precede a la apertura de la feria de tres d¨ªas (hasta el domingo, ayer hubo una entrada excelente, m¨¢s de 1.600 personas, con mucho p¨²blico familiar) en M¨®n Natura, el espacio de la Fundaci¨® Catalunya la Pedrera, en cuyos canales, por cierto, ha aparecido ?un delf¨ªn! Tambi¨¦n ha sido hallada en los campos de arroz vecinos, el viernes mismo, una extraordinaria rareza, un guion de codornices (Crex crex), un r¨¢lido, atropellado por una cosechadora y que est¨¢ siendo recuperado.
Est¨¢bamos pues buscando esa otra maravilla que era el peregrino calidus, pero no sal¨ªa la rapaz. En los ¨¢rboles secos en los que hab¨ªa sido avistada no hab¨ªa nada. As¨ª que regresamos sobre nuestros pasos sin haber impreso el halc¨®n en nuestras retinas y en nuestros emplumados corazones.
Hab¨ªa empezado la jornada tan temprano que brillaban las estrellas y un gajo de luna como un corte en la oscuridad. Salimos un grupo desde el hotel Mediterrani Blau en la urbanizaci¨®n Eucaliptus. Conduc¨ªa David Bigas, ornit¨®logo y guarda de fauna del parque natural del delta, y en el coche, todos con ¨®pticas y sue?o, Antonio Sandoval, autor de Para qu¨¦ sirven las aves; Xavi Bou, que expone en la feria sus famosas Ornitograf¨ªas, fotograf¨ªas del movimiento de los p¨¢jaros que devienen im¨¢genes abstractas (publicar¨¢ por fin su libro en Lynx); el ornit¨®logo iran¨ª Ali Alieslam, por primera vez en Espa?a, y el colombiano Diego Calder¨®n, viejo amigo, que dec¨ªa que se hab¨ªa pasado la noche oyendo a las lechuzas, que hacen Schttt, imitaba, y cantaba una canci¨®n de cuna colombiana que habla de estas aves, que era lo ¨²nico que faltaba con el madrug¨®n y las ganas de volver a la cama. Ha surgido una conversaci¨®n para irse despertando sobre los problemas que puede presentar pajarear en zonas con serpientes peligrosas. En Colombia, por ejemplo, coinciden pajareros con fer de lance (Bothrops), una crotalina; la temida bushmaster (Lachesis) o matabueyes, y la coral, entre otras venenosas. Ha recordado Diego la mala suerte del ornit¨®logo belga Peter Boesman, que perdi¨® una pierna por una mordedura de bushmaster y ahora pajarea con una pata de palo. David ha evocado el d¨ªa que se present¨® en casa de su suegro con una culebra bastarda y se la solt¨® en el jard¨ªn.
Entretenidos as¨ª hemos llegado al hotel l¡¯Algadir en Poble Nou del Delta, donde se ha sumado el resto de la expedici¨®n hasta un total de 26 expertos y tras la redistribuci¨®n en coches y un speech tipo Patton del director de la feria, Francesc Kirchner (¡°salid ah¨ª afuera y traed buenas observaciones¡±), ha empezado la aventura. La expedici¨®n pajaril ha enfilado hacia las mejores zonas de observaci¨®n. En la pen¨ªnsula de la Banya, pasado el estrecho Trabucador, mientras los flamencos alzaban el vuelo y el sol despuntaba entre las nubes como un milagro rojo en un mundo de agua y cielo que comenzaba a esplender, Bou y Aliesam han hecho sendos bimbos (nuevas observaciones personales) casi sin despertarse: el primero la gaviota picofina, que ten¨ªa pendiente; el segundo la de Adouin, tan hermosa.
Aliesam ha explicado que el delta le recuerda zonas del sur de Ir¨¢n, y ha evocado dos de sus aves end¨¦micas, el arrendajo terrestre y el carbonero iran¨ª. Luego ha hablado de los amaneceres en Pers¨¦polis -lo que faltaba en ese contexto arrebatador- y ha dicho que s¨ª, que conoce a Annemarie Schwarzenbach y sus emotivas descripciones de su pa¨ªs. El birdwatching es relativamente nuevo en Ir¨¢n, pero el islam, ha explicado, est¨¢ bien predispuesto hacia las aves: se aprecia a las cig¨¹e?as porque vuelan desde los santuarios, y a los flamencos se los respeta mucho dado que una tradici¨®n relaciona el rojo de debajo de sus alas con la sangre de Al¨ª, el yerno de Mahoma y su heredero para los chiitas.
Kirchner, al volante, ha tra¨ªdo a colaci¨®n las diferencias entre los flamencos de aqu¨ª -m¨¢s de dos mil parejas ahora: ya parece casi el lago Nakuru- y los africanos. En las paradas ha sido posible observar, adem¨¢s de avocetas, cig¨¹e?uelas, chorlitejos, correlimos, ostrero y el zarapito trinador, el espectacular equipo compuesto por los grandes ornit¨®logos e ilustradores David Sibley, el estadounidense autor de las famosas gu¨ªas que llevan su nombre, y Killian Mullarney, el irland¨¦s dibujante nada menos que de la Collins Bird Guide, una de nuestras Biblias, rodeados ambos de un aura casi f¨ªsica de veneraci¨®n. Sibley ha dado el s¨¢bado en una carpa de la feria abarrotada y ataviado a lo David Attenborough (camisa azul clara y pantal¨®n beige) una conferencia iluminadora sobre los motivos psicol¨®gicos por los que muchos observadores de aves cometen errores: una de ellas, expectativas demasiado altas; un raro alcaud¨®n puede ser una garza.
Dispuestos los telescopios, la intimidad del asomarse a las lentes ha propiciado las conversaciones. Preguntada la ornit¨®loga andaluza Mar¨ªa del Mar Delgado, que hablar¨¢ en la feria sobre p¨¢jaros de invierno y cambio clim¨¢tico, sobre el tema acuciante estos d¨ªas, la pol¨¦mica sobre el veterano observador de aves de Do?ana Luis Garc¨ªa Garrido y su inveterado h¨¢bito de fotografiar chicas en bikini, ha dicho que lo conoce bien y que se siente dividida ante la pol¨¦mica. Considera que es un hombre al final de su carrera, con 71 a?os, atrapado en un cambio de mentalidad de la sociedad, que empieza a no permitir comportamientos indeseables pero que eran tolerados. ¡°Me sabe mal lo que le est¨¢ pasando, pero es indudable que hab¨ªa en ¨¦l esos comportamientos que deben ser erradicados de una vez. Ha cambiado la percepci¨®n, lo que se pod¨ªa considerar un piropo o un cumplido hoy ya no es apropiado¡±. Ha aprovechado para recordar que ¡°hay mucha discriminaci¨®n y sexismo en la ornitolog¨ªa y el birdwatching. Somos a¨²n una minor¨ªa las mujeres, basta con que cuentes cu¨¢ntas somos aqu¨ª ahora -3, de 26-. Todo esto ha de servir para un futuro mejor. Hay que parar el abuso de poder, el paternalismo, cosas como lo de ser la favorita en los anillamientos, o tener que hacerte un poco la masculina para que no te toquen el culo¡±. Precisamente se oye una voz que grita ¡°?poneros todos de culo!¡±, y nos estremecemos a la vez, pero es una indicaci¨®n para alinear los coches y seguir la excursi¨®n.
En otra parada, acercarse a la suiza Nadja Weisshaupt, que desarrolla un modelo de la migraci¨®n de los p¨¢jaros para el espacio a¨¦reo finland¨¦s en el seno del Finnish Metereological Institute, sirve para profundizar en el tema de la mujer y la ornitolog¨ªa. La frase ¡°?cu¨¢l es tu ave favorita?¡± cae como una tonter¨ªa de entrada para aproximarse, y m¨¢s cuando lo siguiente es otra memez como preguntar sobre los suizos y el reloj de cuco, a costa de Orson Welles. ¡°El reloj de cuco es una invenci¨®n de los alemanes, no de los suizos¡±, zanja la cient¨ªfica y birder con cara de pocos amigos. Afortunadamente aparece ante su telescopio un aguilucho lagunero y lo disfrutamos juntos. ¡°Hay mucha discriminaci¨®n y sexismo en el sector, casi todos los hombres creen saber m¨¢s que t¨². Los hombres, muchos de ellos, est¨¢n obsesionados con la competencia y las listas, yo no hago ninguna, y tambi¨¦n se fascinan con los equipos, como con los coches: a ver quien tiene el telescopio mejor y m¨¢s grande. Las cosas est¨¢n cambiando, pero incluso en sociedades m¨¢s igualitarias como la finesa, perviven muchos comportamientos y actitudes machistas¡±. Entretanto, se ha o¨ªdo gritar el nombre del aguilucho lagunero en varios idiomas, incluidos catal¨¢n (arpella), ingl¨¦s (marsh harrier) y farsi (sanger tallabi).
La tercera mujer de la excursi¨®n (hay m¨¢s invitadas en la feria) es Hellen Smith, esposa del autor del atlas de emigraci¨®n de aves de Eurasia Stephen Baillie, y que se ha revelado al abordarla mientras miraba entre unas plantas como una experta en ?ara?as! De hecho, una de las mayores especialistas de Gran Breta?a y de las mejores conocedoras de la Dolomedes plantarius, la semiacu¨¢tica y espectacular ara?a de balsa de fen. ¡°Tienen mala prensa las ara?as¡±, ha se?alado desafiante al saber que est¨¢ ante un periodista (que la asediaron en su cocina al saber que criaba all¨ª muchos espec¨ªmenes). ¡°Es algo cultural¡±. ?Tolkien con Ella Lara?a?, ?cuidado! ¡°S¨ª, y Harry Potter¡±, ha suspirado. ¡°Dolomedes es venenosa pero s¨®lo te provocar¨ªa un malestar, no hay muertes en Europa por ara?as¡±.
En la Bassa de l¡¯Alfacada -por el camino, fumarel, curruca tomillera, martinetes, somormujo¡- se ha producido un verdadero atasco de expertos en la escalera de la alta torre mirador. No era para menos: hasta tres ¨¢guilas pescadoras volando juntas. Al pie, el pelot¨®n de Tamand¨²a (por el nombre local del oso hormiguero), la empresa de viajes de observaci¨®n a Panam¨¢, ha propiciado una conversaci¨®n sobre las aves de ese pa¨ªs afortunado: colibr¨ªes, quetzal, arp¨ªa (el ave nacional), y¡ ?serpientes!, de nuevo. Ignacio Y¨²fera se ha revelado un gran interesado en anfibios y reptiles y ha compartido unas fotos espectaculares de ofidios, entre ellas la de una enorme (dos metros) X, como denominan por sus marcas a una Bothrops de all¨ª. No suele haber problemas, ha sostenido, pero lo mejor para pajarear es ir bien calzado, a ser posible con katiuskas.
En la isla de Buda la expedici¨®n ha paseado bajo los eucaliptos hacia la frustrada cita con el peregrino. Nadie ha puesto mala cara, y menos Mique Rafal, que ha encontrado una espl¨¦ndida pluma de ¨¢guila calzada (que alguno ha mirado con insidiosa envidia). Todos sab¨ªan que era cuesti¨®n de tiempo ver al halc¨®n. El fin de semana es largo, y lleno de promesas.
P. S. Y efectivamente, al menos unos cuantos ya lo han visto: Bigas y Copete al frente de un grupo han identificado al peregrino en los mismos ¨¢rboles secos de la isla de Buda donde dio esquinazo el viernes por la ma?ana. Ver al peregrino, escribi¨® Baker, ¡°es el recuerdo de una cierta fulminaci¨®n de la luz que es ¨²nica para ese lugar y tiempo, un recuerdo tan v¨ªvido para el observador como el breve estallido repentino de un brillante flash de magnesio que arde¡±.
Puedes seguir a EL PA?S Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.