La crucifixi¨®n y el videoartista: Victoria Cirlot orquesta en el Museo Mar¨¨s de Barcelona un di¨¢logo sorprendente entre la Edad Media y las vanguardias
Escultura sacra, autoras m¨ªsticas medievales y obras de Bill Viola, T¨¤pies o Lucio Fontana se interrelacionan en la exposici¨®n ¡®Emocions¡¯ en el centro barcelon¨¦s
Con Victoria Cirlot todo es sorprendente y brillante, y est¨¢ lleno de conexiones tan eruditas como asombrosas. La medievalista, catedr¨¢tica de Filolog¨ªa rom¨¢nica en la Universidad Pompeu Fabra, autora de obras de referencia sobre la literatura art¨²rica y las escritoras m¨ªsticas medievales, ha orquestado como comisaria en el Museo Frederic Mar¨¨s de Barcelona la exposici¨®n Emociones. Im¨¢genes y gestos del pasado y del presente (hasta el 26 de mayo de 2024), en la que pone en di¨¢logo esculturas de arte sacro de la colecci¨®n del centro con creaciones de las vanguardias. As¨ª, pueden verse reunidos un v¨ªdeo de Bill Viola o un cuadro de T¨¤pies con una talla de la Virgen de un Calvario del siglo XIII o una Piedad de finales del XIV.
En la sala (la n¨²mero 28, al final del recorrido en la planta primera) resulta impactante contemplar el conocido trabajo de Viola Observance (2002), que muestra en bucle de 10 minutos un flujo de personas que expresan emoci¨®n ante un suceso invisible para el espectador pero que si sigues la direcci¨®n de sus miradas te lleva hasta un enorme Cristo crucificado y sangrante, con sangre espesa, mat¨¦rica. Cirlot pone en conexi¨®n la herida de Cristo de esa y otras im¨¢genes de arte sacro antiguo con los tajos en un lienzo de Lucio Fontana (Concetto Spaziele C 59 T21, 1959) procedente de la colecci¨®n de arte contempor¨¢neo de la Fundaci¨®n La Caixa, o con los signos en el T¨¤pies Composici¨® (1955), de la colecci¨®n del Macba: el informalismo y la carne sagrada de Jes¨²s en el pensamiento de Tertuliano unidos en una sola mirada.
La exhibici¨®n, de peque?o formato pero muy sugerente y llena de ideas (y una buena excusa para visitar el Mar¨¨s), incluye cosas tan ins¨®litas y hasta truculentas como mostrar la devoci¨®n medieval por la herida del costado de Cristo (la causada en la cruz por la lanza de Longinos): una imagen presenta a Catalina de Siena lamiendo ese tajo con expresi¨®n de trance. Y tambi¨¦n se?ala la muestra la perturbadora similitud de la herida del Salvador con el sexo femenino. Si esto parece chocante, hay que ver la imagen que incluye la exposici¨®n de una insignia de peregrino del siglo XIV que representa tres falos antropomorfos cargando una vagina coronada.
Emociones se enmarca en la intenci¨®n del Mar¨¨s de hacer nuevas lecturas de su exposici¨®n permanente, proponiendo ¡°un viaje emocional de la tristeza a la alegr¨ªa¡± con el a?adido de obras contempor¨¢neas. Victoria Cirlot, muy en su salsa medieval en el Mar¨¨s, que adem¨¢s tiene en la buhardilla aut¨®matas como los que fascinaron a su padre, Juan Eduardo Cirlot (del que precisamente ha reeditado Wunderkammer este a?o su Ferias y atracciones), record¨® al presentar la exposici¨®n el mi¨¦rcoles que a diferencia del estoicismo que las desterraba, el cristianismo acepta las emociones; y de hecho el recorrido se abre con un texto de San Agust¨ªn que las legitima. Im¨¢genes y gestos de emociones, de esculturas del siglo XII al XVI y de obras contempor¨¢neas es lo que ha puesto la comisaria a relacionarse. ¡°Focalizamos en Bill Viola¡±, explic¨®, ¡°al que la Fundaci¨®n Getty ya invit¨® a que dialogara con sus colecciones medievales y renacentistas, de donde naci¨® su ciclo The Passions, del que forman parte las dos piezas de videoarte suyas que hemos tra¨ªdo, Observance y Study for Emergence ¡°. En esa ¨²ltima obra, dos mujeres dolientes reciben el cuerpo desnudo y chorreante de un joven que brota de una especie de pozo sepulcral.
¡°La exposici¨®n¡±, continu¨® Cirlot, ¡°propone un itinerario de la tristeza a la alegr¨ªa en el que el hilo conductor es la figura de Mar¨ªa pasando por esas emociones, desde la mujer sufriente a la virgen coronada en el cielo, del dolor a la gloria, una polaridad que me interesa mucho¡±. La estudiosa encuentra paralelismos en el mundo cl¨¢sico en, por ejemplo, la figura de Aquiles, al que el dolor por la muerte de Patroclo llevar¨¢ finalmente (al hacerle regresar al combate) a la gloria. La trayectoria de Mar¨ªa, por otro lado, que se vincula a f¨®rmulas del pathos cl¨¢sico en su sufrimiento bajo la cruz, como en el poema Stabat mater (¡°estaba la madre de pie en el dolor¡±), la relaciona la exposici¨®n en t¨¦rminos junguianos como el necesario paso de la trinidad masculina a la cuaternidad, integradora del elemento femenino, el anima.
Entre estos dos extremos, en ese camino, se despliegan otros elementos y conceptos, como la herida del costado de Cristo, que, subray¨® la comisaria, interes¨® much¨ªsimo al mundo medieval. Es la ¡°herida mandorla¡±, que llega a figurar como independiente, extra¨ªda del cuerpo, ¡°una abstracci¨®n brutal, cuyo eco llega al arte de nuestra ¨¦poca y que yo propongo relacionar con las obras de Fontana o T¨¤pies¡±.
En el Medioevo, continu¨® Cirlot, como ya se?al¨® Bernardo de Claraval, el renovador de los cistercienses, la herida del costado (aunque ¨¦l, Bernardo era m¨¢s de la llaga en el hombro causada por el peso de la cruz), es la apertura del cuerpo de Cristo, el acceso a su coraz¨®n y por tanto a su (inconmensurable) amor. ¡°El cristianismo crea lo nunca visto, la pasi¨®n como gloria, la gloria por el sufrimiento y el amor que es un ardor¡±, explic¨® la comisaria, que recalc¨® c¨®mo la exposici¨®n se cierra con una obra de Javier Riera, El lugar discontinuo (2021), que es una instalaci¨®n lum¨ªnica y que Cirlot relaciona con el puro resplandor de la gloria de Mar¨ªa al transfigurarse.
Realmente, escuchar la explicaciones de la comisaria en la visita result¨® una experiencia digna de sus queridas m¨ªsticas medievales, de las que hay testimonios en la exposici¨®n, como el de Juliana de Norwich (que deseaba haber estado presente en la Crucifixi¨®n) o ?ngela de Foligno (¡°y entonces me parec¨ªa que el alma entraba dentro del costado de Cristo¡±). A prop¨®sito de la mandorla y la transformaci¨®n luminosa de Cristo en la cruz trajo a colaci¨®n el esicasmo, nada menos, la doctrina y pr¨¢ctica asc¨¦tica del monaquismo cristiano oriental del siglo IV (a¨²n viva en el monte Athos) que circunscribe lo incorp¨®reo a lo corp¨®reo y en la que excedieron personajes como Juan Cl¨ªmaco (Juan de la Escalera) o Nicoforo el Solitario.
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