El ¡®afternoon tea¡¯: todos los secretos de la hora del t¨¦ t¨ªpica de Londres
Esta cl¨¢sica merienda, siempre acompa?ada por una infusi¨®n, se inici¨® en la era victoriana para mitigar el hambre hasta las cenas tard¨ªas que celebraba la alta sociedad. Hoy, la costumbre sigue arraigada en la sociedad inglesa y muchos hoteles de la capital incorporan un men¨² que sabe a tradici¨®n
No hay nada m¨¢s sagrado para un brit¨¢nico que la hora del t¨¦. La costumbre, inalterable a lo largo de las d¨¦cadas, ha ido adquiriendo con los a?os diversos matices. Porque el afternoon tea, m¨¢s que una merienda, es un acontecimiento social, alcanza las cotas de una ceremonia ritual y culmina como una declaraci¨®n de intenciones. La pr¨¢ctica se inici¨® en la era victoriana para mitigar el hambre hasta las cenas tard¨ªas que celebraba la alta sociedad. Conociendo el recorrido del t¨¦ se pueden rastrear los imperios y las rutas comerciales que lo popularizaron en todo el mundo, porque su historia es tan polifac¨¦tica como los mares por los que naveg¨® la Compa?¨ªa Brit¨¢nica de las Indias Orientales para aprovisionar de las hojas de esta preciada planta a los mercados europeos.
?Es la hora del t¨¦ un h¨¢bito anticuado en peligro de extinci¨®n? La costumbre est¨¢ tan profundamente arraigada en la sociedad inglesa que muchos de los hoteles de Londres lo han incorporado al men¨² gastron¨®mico como representaci¨®n de la tradici¨®n brit¨¢nica identitaria, de forma que permita a los turistas participar en ella. No solo a los turistas, no hay que olvidar que los brit¨¢nicos consumen m¨¢s de 60.000 millones de tazas de t¨¦ al a?o.
Hablamos del t¨¦, pero no del t¨¦ al uso. Y hay un lugar en Londres que sirve los afternoon teas m¨¢s originales de la capital. La historia de los famosos t¨¦s del Town House en el hotel Kensington comenz¨® con el t¨¦ de La Bella y la Bestia que lanzaron con motivo del estreno de la pel¨ªcula de Disney. Llamado Tale as Old as Time, se serv¨ªa con la vajilla de la se?ora Potts y Chip. Desde la mousse try the grey stuff (prueba la cosa gris) hasta la tarta reloj de chocolate elaborada con ganache de chocolate, los dulces y salados de este delicioso t¨¦ de la tarde estaban inspirados en los personajes y las escenas de la pel¨ªcula. Idearon una gelatina de vainilla y oro con el ¨²ltimo p¨¦talo de rosa, una bola de nieve en forma de macaron de marshmallow y coco, la tartaleta de Din Don o el vestido de Bella en una galleta, adem¨¢s de recrear los brioches de la panader¨ªa de Marie. El ¨¦xito fue tan rotundo que hicieron de los t¨¦s tem¨¢ticos uno de los distintivos del lugar y, m¨¢s adelante, lanzaron London Landmarks con los lugares m¨¢s emblem¨¢ticos de Londres en forma de pasteles, como la m¨ªtica cabina roja de tel¨¦fono, el Big Ben o el rascacielos The Gherkin, dentro de una estructura que emulaba el London Eye.
Actualmente, uno puede deleitarse con el t¨¦ m¨¢s internacional de todos, el llamado 80 D¨ªas Alrededor del Mundo, que se inspira en el testarudo h¨¦roe de Julio Verne, Phileas Fogg, y en su intento de ganar una apuesta dando la vuelta a la Tierra en 80 d¨ªas. La experiencia es un recorrido gastron¨®mico desde Inglaterra hasta climas lejanos, comenzando en Londres y siguiendo por destinos tan dispares como Par¨ªs, Roma o El Cairo mediante una original selecci¨®n de bocadillos, s¨¢ndwiches y postres.
El viaje de Fogg comienza en la capital brit¨¢nica con un pastel de carne y gravy de hojaldre crujiente; contin¨²a en El Cairo con un s¨¢ndwich especiado con humus de comino y cebollas caramelizadas; Roma es representada en forma de mousse de mascarpone con sirope de caf¨¦ expreso y con el s¨¢ndwich de tomate, pesto verde y mozzarella; y Par¨ªs sorprende con sus deliciosos postres.
El protocolo de los salones de t¨¦ victorianos
El t¨¦ de la tarde era una ocasi¨®n social dirigida inicialmente a las mujeres, aunque en algunos casos tambi¨¦n inclu¨ªa a solteros elegibles. El t¨ªpico juego de t¨¦ victoriano inclu¨ªa cuencos y jarras separadas para el az¨²car y la leche, que siguen formando parte de los juegos actuales. Gestos como poner una cucharilla sobre la taza para evitar que se rellenase pod¨ªan pasar desapercibidos para quienes no estuvieran familiarizados con la etiqueta en este contexto.
Como hac¨ªan con otras comidas de la ¨¦poca, los victorianos utilizaban un sutil pero estricto protocolo dise?ado para incluir o excluir a otros en funci¨®n de sus modales. Parte de la etiqueta victoriana en torno al t¨¦ de la tarde sigue vigente hoy. Por ejemplo, es el anfitri¨®n quien vierte el t¨¦ en la taza del invitado, y es justo en ese momento en el que se a?ade la leche y el az¨²car, bajo ning¨²n concepto antes.
Tan importante como qu¨¦ se sirve es d¨®nde se hace. El hotel Kensington es una mansi¨®n t¨ªpica victoriana con interiores de estilo cl¨¢sico ingl¨¦s renovado en un enclave privilegiado en el distrito londinense de Kensington. El t¨¦ se sirve en el sal¨®n de la planta baja a la antigua usanza. Las reuniones ¨ªntimas para tomarlo eran herencia de los ¡°t¨¦s de sal¨®n¡± que la reina Victoria celebraba a menudo despu¨¦s de las grandes recepciones, donde un peque?o grupo de damas privilegiadas eran invitadas para degustar la infusi¨®n.
Esta sala de retiro (drawing room, que viene del withdrawing room, que significa retirarse) se menciona por primera vez en la Inglaterra del siglo XVII. En la ¨¦poca victoriana exist¨ªan salones en las residencias de los ricos de Londres cuyo prop¨®sito era que la se?ora de la casa pudiera apartarse y tener algo de privacidad, pero tambi¨¦n reunirse con sus invitados para tomar el t¨¦. Era una estancia cercana a la entrada y se llenaba con los mejores adornos, arte, porcelana, sof¨¢s, cojines bordados, y, muy a menudo, un piano.
La tradici¨®n a¨²n se mantiene en muchas casas de Inglaterra y establecimientos de la capital. Adem¨¢s del t¨¦, el hotel The Kensington organiza a menudo paquetes tem¨¢ticos para familias que incluyen entradas a las exposiciones temporales del Victoria & Albert Museum (como los que hicieron durante la exposici¨®n de Milne, el autor de Winnie the Pooh) o a la Tate Gallery.
El negocio de la hora del t¨¦ no ha cesado y contin¨²a imparable.
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