Coches compartidos a todo voltaje
Los costes de los carburantes, las restricciones medioambientales y la entrada de cada vez m¨¢s competidores disparan el uso de los alquileres por minutos hasta convertir a Espa?a en uno de los pa¨ªses de Europa con mayor perspectiva de crecimiento en n¨²mero de usuarios de este sistema, tanto en autom¨®viles como en motos, bicis y patinetes el¨¦ctricos
Hasta 3.500 millones de seres humanos, la mitad de la poblaci¨®n mundial, viven hoy en las ciudades. Y en apenas siete a?os la cifra alcanzar¨¢ los 5.000 millones. Espacios que apenas ocupan el 3% de la superficie terrestre, pero donde se consume hasta el 80% de la energ¨ªa del planeta y se genera el 75% de las emisiones de carbono, seg¨²n c¨¢lculos de Naciones Unidas. Uno de los numerosos retos al que se enfrentan las ciudades para afrontar con garant¨ªas su futuro tiene que ver con la movilidad.
La buena noticia es que en los ¨²ltimos a?os, la forma de desplazarse por ellas ha dado un giro radical. Poco a poco, el coche ha ido perdiendo espacio a favor de los peatones, sobre todo en los centros urbanos, y las ¨¢reas limitadas al tr¨¢fico de veh¨ªculos se han disparado. Muchos ciudadanos han optado por prescindir del autom¨®vil y han apostado por utilizar los servicios de transporte alternativo, que se han expandido con rapidez por algunas localidades: flotas compuestas por patinetes, bicicletas, coches y motos compartidos entre m¨²ltiples conductores y usuarios. Casi todos ellos, veh¨ªculos el¨¦ctricos de alquiler por minutos cuya gesti¨®n es posible gracias a un sistema digitalizado que funciona a trav¨¦s de aplicaciones m¨®viles.
Estos nuevos modelos de movilidad compartida han demostrado que hay vida m¨¢s all¨¢ del coche (o de la moto) en propiedad. El informe Car Sharing en Europa, de Deloitte, revela que ya hay 15,6 millones de usuarios de estos servicios en el continente. Y su progresi¨®n, pese al frenazo en seco que trajo consigo la pandemia, es imparable. Tambi¨¦n en Espa?a, donde su modelo ya ha seducido a m¨¢s de tres millones de personas. Un ejemplo: con sus 2.500 coches, Madrid es la ciudad europea con la mayor flota de carsharing el¨¦ctricos. Los estudios demuestran que esta f¨®rmula funciona bien en urbes muy pobladas en las que exista una buena red de transporte p¨²blico y pocas plazas de aparcamiento.
Algo similar ocurre con las motos compartidas. Con m¨¢s de 13.500 ciclomotores en funcionamiento, el mercado espa?ol es, despu¨¦s del indio, el m¨¢s importante del planeta. Y una empresa nacional, Acciona, es la mayor operadora mundial de moto?sharing por n¨²mero de veh¨ªculos. La climatolog¨ªa de nuestro pa¨ªs, con poca lluvia y temperaturas suaves gran parte del a?o, favorece su uso. Tambi¨¦n la estructura de muchas ciudades, peque?as en extensi¨®n, pero con mucha densidad de poblaci¨®n, en las que la moto es el medio ideal para llegar a cualquier punto. A eso se suma la dificultad para aparcar, que en este caso es una ventaja para las motocicletas, pues apenas ocupan espacio.
Tanto el carsharing como el moto?sharing, sostiene el fundador de la consultora Barrab¨¦s.biz, Luis Miguel Cipr¨¦s, ¡°eliminan todos los aspectos m¨¢s negativos de la propiedad¡±, como los relativos al coste y la financiaci¨®n, los seguros, el alquiler de una plaza de garaje, el mantenimiento, el riesgo de robo¡ ¡°El usuario percibe una sensaci¨®n de ahorro, comodidad y responsabilidad con el medio ambiente, lo que se traduce en un sentimiento de satisfacci¨®n¡±, a?ade.
De alguna manera, esta opci¨®n supone un cambio de h¨¢bitos y de mentalidad, sobre todo entre los j¨®venes de entre 18 y 34 a?os, que son sus principales clientes. El soci¨®logo Mariano Urraco desliza otra idea: m¨¢s all¨¢ de que la conciencia medioambiental haya crecido entre la poblaci¨®n, muchos deciden compartir coche o moto ¡°por su propia situaci¨®n de precariedad vital¡±. ¡°Como no pueden acceder a un veh¨ªculo propio, hacen de la necesidad virtud. Hay determinadas soluciones que las tomamos como valiosas en s¨ª mismas cuando en realidad lo que reflejan es la imposibilidad de mucha gente de adquirir o de acceder a determinados productos¡±, reflexiona.
Est¨ªmulo del coche el¨¦ctrico
Lo que s¨ª es seguro es que los servicios de movilidad compartida conllevan numerosos beneficios vinculados con la sostenibilidad: reducen la contaminaci¨®n ac¨²stica, la poluci¨®n y el tr¨¢fico, lo que supone ciudades m¨¢s habitables y con mayor calidad de vida. Sus ventajas van m¨¢s all¨¢. ¡°Son un acelerador de la transici¨®n hacia el veh¨ªculo el¨¦ctrico, ya que una gran parte de los proveedores de estos servicios se apoyan en este tipo de tecnolog¨ªa¡±, afirma el director general de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Econom¨ªa Digital (Adigital) y portavoz de Smart Mobility, C¨¦sar Tello. Recuerda este experto que, aun no siendo en todos los casos 100% el¨¦ctrica, ¡°la movilidad compartida ya es sostenible de por s¨ª, ya que conlleva un mejor aprovechamiento de los recursos y una reducci¨®n del n¨²mero de veh¨ªcu?los privados¡±.
La entrada en vigor, este a?o, de las nuevas zonas de bajas emisiones (ZBE) en los 149 municipios espa?oles que superan los 50.000 habitantes ¡ªen los que reside m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n del pa¨ªs¡ª puede impulsar a¨²n m¨¢s el uso de estos servicios compartidos. La Ley de Cambio Clim¨¢tico y Transici¨®n Energ¨¦tica veta la entrada en determinadas zonas urbanas de los veh¨ªculos m¨¢s contaminantes con el fin de mejorar la calidad del aire. Pero no todo es blanco ni negro, sino que hay matices. Si una persona que se desplaza de su casa al trabajo en veh¨ªculo de gasolina o di¨¦sel lo sustituye por uno el¨¦ctrico, el efecto es positivo. Pero, si cambia la bicicleta, el balance no es tan bueno.
¡°Si al final recurrimos al carsharing para recorrer los mismos kil¨®metros que hac¨ªamos antes con un coche propio, el resultado es pr¨¢cticamente el mismo desde el punto de vista de la congesti¨®n urbana¡±, se?ala la catedr¨¢tica de Econom¨ªa de la Energ¨ªa y el Medio Ambiente de la Universidad de Sevilla Roc¨ªo Rom¨¢n. Por tanto, prosigue, su uso a largo plazo ¡°solo tendr¨¢ sentido si de verdad hay un cambio real en los h¨¢bitos de desplazamiento¡± y si sirve para que el autom¨®vil se utilice en momentos muy puntuales.
Los expertos coinciden en que la demanda de estos modos de movilidad compartida es muy minoritaria en comparaci¨®n con el transporte p¨²blico urbano (metro, autob¨²s, trenes de Cercan¨ªas, tranv¨ªas). En el mejor de los casos, su cuota alcanza el 1%. ¡°Son servicios que deben funcionar como complemento a la red de transporte p¨²blico, que es la verdadera espina dorsal de la movilidad de una ciudad¡±, insiste el profesor de la Escuela de Ingenieros de Caminos y miembro del Centro de Investigaci¨®n del Transporte (TRANSyT-UPM) Juan G¨®mez S¨¢nchez. En uno de sus estudios, este organismo advierte que, si el motosharing sustituye a los viajes en medios colectivos, tendr¨ªa unas consecuencias indeseadas y, adem¨¢s, aumentar¨ªa la tasa de accidentes. ¡°El efecto neto sobre una movilidad urbana m¨¢s sostenible quedar¨ªa en debate¡±, avisa.
De hecho, los usuarios de estos coches y motos compartidos son personas sensibilizadas con el uso del transporte sostenible y suelen utilizar otros servicios de movilidad alternativos como la bicicleta y el patinete el¨¦ctrico (propio o en alquiler), el bus, el metro¡ En ese sentido, desde Adigital est¨¢n convencidos de que uno de sus efectos positivos es que ¡°puede potenciar la red de transporte p¨²blico en un enfoque multimodal y fomentar su capilaridad¡±. Esto supone una enorme oportunidad para que las ciudades avancen hacia redes que combinen m¨²ltiples modos de transporte que se puedan gestionar, por ejemplo, mediante una tarjeta. Es decir, podr¨ªa reforzar a¨²n m¨¢s la red de transporte p¨²blico, permitiendo complementar con trayectos cortos entre estaciones que no est¨¦n bien comunicadas entre s¨ª.
Servicio flexible
La flexibilidad es, precisamente, uno de los puntos fuertes de estas soluciones de movilidad. Su precio hace inviable su uso como medio de transporte habitual, pero s¨ª son una alternativa ideal para desplazamientos ocasionales. En el ¨²ltimo Bar¨®metro de la Nueva Movilidad 2022, elaborado por Mobility Institute RACC, los usuarios de motos y coches compartidos en Madrid y Barcelona punt¨²an con m¨¢s de un 7 sobre 10 estos servicios, lo que demuestra que la f¨®rmula convence.
Para aprovechar al m¨¢ximo sus posibilidades, las autoridades municipales deben fomentar y apoyar el mayor uso de estos modelos, ya que al final su regulaci¨®n est¨¢ plasmada en las diferentes ordenanzas. El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, admite que es clave ayudar al sector del veh¨ªculo compartido para reducir el parque m¨®vil que cada d¨ªa se mueve por la ciudad y las emisiones derivadas del tr¨¢fico. Diversos estudios estiman que el uso de un veh¨ªculo de carsharing contribuye a que no circulen de cinco a nueve coches particulares. Por eso, la regulaci¨®n es un aspecto fundamental para garantizar el buen funcionamiento del sector. Y no todas las administraciones act¨²an igual.
Acogida dispar
Determinadas ciudades s¨ª han entendido que es un actor nuevo que hay que integrar y han reaccionado con rapidez para favorecer su expansi¨®n. Otras, en cambio, han dado luz verde a estos servicios solo cuando han tenido todo bajo control. ¡°Tambi¨¦n las hay que no han comprendido bien c¨®mo funcionan estos modos de transporte. Algunas han dejado operar a todas las empresas que quieran, sin l¨ªmite. Y otras, en cambio, han topado el n¨²mero de veh¨ªculos, con un m¨¢ximo por operadores¡±, expone el ingeniero Juan G¨®mez S¨¢nchez.
No hay que olvidar que, al fin y al cabo, las empresas de movilidad compartida son en ¨²ltima instancia un negocio, y a los operadores les interesa que sus veh¨ªculos se muevan con libertad por las ¨¢reas urbanas, sobre todo en las zonas donde hay m¨¢s demanda, pues en caso contrario se disparan los costes. ¡°El ¨¢mbito regulatorio debe terminar de esclarecerse porque cada ciudad tiene sus necesidades y afronta la cuesti¨®n a su manera. Convendr¨ªa homogeneizar las normas, siendo consciente de que no hay una soluci¨®n m¨¢gica para todas¡±, a?ade.
Fuera de las ciudades grandes y medianas, en cambio, la viabilidad del modelo de movilidad compartida genera dudas. ¡°En los ¨¢mbitos urbanos, los ciudadanos pueden plantearse renunciar a una moto o un coche en propiedad porque disponen de un mayor abanico de soluciones. No ocurre lo mismo en las ¨¢reas con baja densidad de poblaci¨®n, al menos a corto plazo¡±, asevera el responsable de proyectos de movilidad del RACC, Ricard Casalins. La explicaci¨®n tiene su l¨®gica: sin redes de usuarios que conduzcan el mismo coche (o moto), la receta falla. Y en los pueblos y zonas rurales esa red es inexistente.
¡°La densidad es una variable esencial a la hora de favorecer la capacidad de compartir veh¨ªculos, de dejarlos y encontrarlos. Hoy en d¨ªa, los entornos urbanos son m¨¢s adecuados¡±, coincide Luis Miguel Cipr¨¦s, responsable de Barrab¨¦s.biz. Lo cual no implica que se puedan desarrollar otros modelos de movilidad compartida que tengan m¨¢s sentido en lugares menos poblados. Un ejemplo son las iniciativas Hyundai VIVe ¡ªel primer servicio de carsharing rural de Espa?a, 100% el¨¦ctrico¡ª o RuralCar, una app que favorece los viajes compartidos en veh¨ªculos propios por la Espa?a m¨¢s aislada.
Las licencias de VTC se disparan
En los últimos años también se han multiplicado los servicios relacionados con el uso compartido de vehículos y viajes —como el carpooling o el VTC Ride Hailing, entre otros— en detrimento del uso del vehículo propio. “En sí mismas, estas opciones no suponen un cambio para la movilidad urbana”, expone la catedrática Rocío Román. En el caso del carpooling —compartir entre varias personas un coche en común para viajar hacia un mismo destino—, lo que se busca sobre todo es dividir los gastos para que el desplazamiento salga más barato. Mientras, los VTC (acrónimo de vehículo de transporte con conductor) se presentan como una alternativa a los taxis tradicionales en las ciudades (o para realizar trayectos más largos en los que se necesite un chófer), con una flota más moderna y unos precios fijados. En España, Uber y Cabify son los dueños del mercado. Con respecto a 2013, las licencias VTC se han multiplicado por 6 (y hasta por 14 en zonas como Madrid o Málaga). “Su crecimiento dependerá del poder adquisitivo de los clientes porque sus precios son altos”, apunta Juan Gómez Sánchez.
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