The Undertones, los jubilados ¡®punk¡¯ que crecieron entre disparos: ¡°Si de j¨®venes no pens¨¢bamos en el futuro, imag¨ªnate ahora¡±
El bajista Michael Bradley, uno de los miembros originales de esta banda, recuerda los or¨ªgenes en medio del conflicto de Irlanda del Norte y se alegra de estar todav¨ªa tocando ¨¦xitos como el cl¨¢sico ¡®Teenage Kicks¡¯ junto a sus amigos
Nunca pretendieron llenar estadios. Siendo fieles a la verdad, tampoco lo lograron. Lo que s¨ª consiguieron fue dejar un pu?ado de letras grapadas entre los fasc¨ªculos del punk. En ese g¨¦nero nacido de la mugre y la furia mantienen un hueco, aunque haya transcurrido casi medio siglo desde que patearon las listas de ¨¦xitos con su Teenage Kicks. Puede que tambi¨¦n influya otro factor para atesorar ese espacio en la historia, an¨®malo en el gremio: todos sus miembros siguen vivos y a¨²n son amigos como esa pandilla juvenil que descubre el mundo a trav¨¦s de unos acordes deshilachados y, lo m¨¢s sorprendente, todav¨ªa se suben juntos al escenario en diferentes puntos del continente.
The Undertones, banda nacida a mediados de los setenta en Irlanda del Norte, se debaten entre la rareza y lo can¨®nico. Su origen en medio de un conflicto armado, su devenir plagado de periodos en blanco o su empuje actual les aboca a la leyenda. Sin embargo, ese emblem¨¢tico germen, esa atribulada trayectoria o esa vigencia sin alharacas tambi¨¦n les remite a una existencia estable, sosegada. Las mismas circunstancias que les auparon dentro de una escena ¡®underground¡¯ les han conducido a una biograf¨ªa sin pretensiones. Lo muestran a media tarde de un s¨¢bado en los ensayos del concierto que dar¨¢n unas horas despu¨¦s en la sala 16 Toneladas, de Valencia. En este local ¨Cque celebra su d¨¦cimo aniversario y donde les han convocado como cabeza de cartel de una noche que se completa con Heatwaves y Deaf Devils, dos grupos de la zona¨C prueban sonido entre tragos de agua y silencios para descansar la voz.
¡°S¨®lo actuamos de vez en cuando, en realidad. La ¨²ltima vez fue en diciembre y la siguiente en junio, dentro de un mes¡±, comenta Michael Bradley, bajista, sentado al sol en un parque contiguo. Como el resto de sus compa?eros, su est¨¦tica a estas alturas del a?o y de la vida no se corresponde con las chupas de cuero y jers¨¦is de entonces. Ahora, visten bermudas o vaqueros y camisetas de tonos claros, acorde al clima y a su filosof¨ªa: ¡°La idea es que esto es una afici¨®n. Estamos muy contentos de poder tocar y no nos planteamos ni continuar ni dejarlo, simplemente lo hacemos¡±, concede el m¨²sico, que este a?o cumple 65 a?os. Una edad m¨¢s que aceptable para pensar en la jubilaci¨®n: ¡°Alguna vez le he dado vueltas, pero la respuesta es f¨¢cil: a nadie le importa lo que hagamos. As¨ª que, si nos lo ofrecen, decimos: ¡®?Por qu¨¦ no?¡±.
Bradley es una de las almas de The Undertones. Cre¨® la banda junto a John y Damian O¡¯Neill, Billy Doherty y Feargal Sharkey, cantante al que sustituy¨® Paul McLoone (inici¨® una carrera en solitario y ahora es activista medioambiental). El proyecto no era m¨¢s que un pasatiempo de cinco colegas a los que les gustaba el rock de los cincuenta y los sesenta. ¡°Empezamos alrededor de 1975, pero tardamos tres a?os en grabar porque ten¨ªamos que aprender a escribir y a tocar la guitarra¡±, cuenta el tambi¨¦n autor de Teenage Kicks. My life as an Undertones, un libro de memorias sin traducci¨®n al espa?ol. Hubo m¨¢s ingredientes en esos inicios: el Derry donde resid¨ªan era uno de los puntos calientes del Ulster en lo que se ha denominado como los troubles (¡°problemas¡±). Los enfrentamientos entre republicanos y lealistas (o quienes quer¨ªan pertenecer a la Rep¨²blica de Irlanda, de mayor¨ªa cat¨®lica, y quienes defend¨ªan la uni¨®n con Reino Unido, protestantes) se traduc¨ªan en miles de v¨ªctimas: se calcula que murieron cerca de 4.000 personas por las disputas sostenidas a lo largo de tres d¨¦cadas.
Por si fuera poco, en su ciudad tuvo lugar uno de los episodios m¨¢s cruentos de la contienda. El conocido como Bloody Sunday (domingo sangriento) se convirti¨® en una fecha clave. Aquel 30 de enero de 1972, un numeroso grupo de vecinos sali¨® a protestar por las calles de Derry en contra de la opresi¨®n brit¨¢nica. Las fuerzas del orden abrieron fuego contra la multitud y acabaron con la vida de 14 manifestantes. La rabia se extendi¨® y agudiz¨® la rivalidad entre los grupos guerrilleros proirlandeses ¨Ccon el IRA a la cabeza- y los agentes o paramilitares afines a la corona. En el terreno musical, este magma de descontento se fundi¨® con las corrientes que llegaban de latitudes pr¨®ximas: en Londres, los Sex Pistols clamaban por la anarqu¨ªa, los Clash brindaban por romper la ley y en The Damned se abogaba directamente por el caos.
Unidos a los nombres que llegaban del otro lado del oc¨¦ano, en este rinc¨®n insular se fragu¨® una escena alternativa con atentados y secuestros de fondo. ¡°Para nosotros, en realidad, no tuvo tanto que ver lo que estaba ocurriendo. Al rev¨¦s, Derry era genial. Incluso la situaci¨®n lo hac¨ªa m¨¢s interesante. En mi familia ¨¦ramos 11 hermanos y viv¨ªamos a las afueras, donde hab¨ªa tiroteos. El conflicto fue un drama para mucha gente, pero a nosotros lo que nos gustaba era jugar, incluso ¨ªbamos al sitio donde escuch¨¢bamos disparos¡±, explica Bradley. Cuando se acercaba la adolescencia, ¨¦l ya estaba dando manotazos al bajo. Hab¨ªan descubierto a los Ramones, a los New York Dolls o a los Buzzcocks y quer¨ªan imitarles, pero ni siquiera adivinaban una carrera profesional. ¡°Con 15 o 16 a?os no piensas en el futuro. El futuro simplemente sucede con el paso de los d¨ªas. Era algo muy espont¨¢neo. Se hac¨ªa por disfrutar. Quiz¨¢s en alg¨²n rinc¨®n oculto de tu mente pensabas: ¡®?No estar¨ªa bien que esto se hiciera grande?¡¯, pero tampoco importaba demasiado¡±, indica Bradley.
Mientras, en Belfast s¨ª que empezaba a forjarse un peque?o circuito. Gracias a discogr¨¢ficas como Good Vibrations, montada por Terri Hooley, y a bares como The Pound o Harp, la capital del Ulster se nutr¨ªa de bandas con ganas de agitar esa plomiza realidad. Rudi, The Outcasts o Stiff Little Fingers incendiaban el panorama con gritos combativos contra la asfixiante atm¨®sfera de la regi¨®n. Una frase posterior resum¨ªa as¨ª aquella eclosi¨®n punk: ¡°Manchester ten¨ªa los grupos, Londres la ropa y Belfast los motivos¡±. Pero The Undertones no terminaban de encajar. Sus ritmos, por ejemplo, eran m¨¢s pop. Las rimas iban m¨¢s encaminadas a expresar las preocupaciones de un p¨²ber ¨Cchicas, amigos, vacaciones- que a la subversi¨®n social. Y, encima, proced¨ªan de una urbe a 100 kil¨®metros del meollo. Hasta que en 1979 publicaron su primer ¨¢lbum con el single Teenage Kicks, que el c¨¦lebre disc-jockey John Peel pinch¨® en radios nacionales y les llev¨® al estrellato.
¡°Las cosas cambiaron un poco. La gente ya no dec¨ªa ¡®?Son de Derry? Entonces no merecer¨¢n la pena¡¯, sino que llenamos dos noches consecutivas en el Harp¡±, r¨ªe Bradley. Aun as¨ª, segu¨ªan en su etiqueta de perif¨¦ricos. ¡°No nos mudamos a Belfast, as¨ª que nosotros actu¨¢bamos, dorm¨ªamos en el sof¨¢ de alguien y volv¨ªamos a casa. Adem¨¢s, nunca escribimos sobre el conflicto. No nos apetec¨ªa y ya estaban otros grupos haci¨¦ndolo. Y, honestamente, no ha salido ninguna canci¨®n buena sobre el tema¡±, sopesa. En 1983, despu¨¦s de sacar un tercer disco en apenas cuatro a?os, se despidieron. Seg¨²n han relatado en alguna ocasi¨®n, estaban qued¨¢ndose ¡°sin vapor¡±. Su popularidad descend¨ªa, dejaron de divertirse y Feargal Sharkey les desliz¨® la intenci¨®n de ir en solitario. Algo que no gener¨® rencillas, sino que supuso un ¡°alivio¡±. The Undertones baj¨® la persiana indefinidamente, hasta que en 1999 se reunieron de nuevo, ya con Paul McLoone. ¡°Solo quer¨ªamos hacer algunos conciertos m¨¢s, ?y de repente han pasado 25 a?os!¡±, exclama Bradley. Tambi¨¦n han grabado nuevos trabajos de estudio y una recopilaci¨®n de su primera etapa, a la que regresan continuamente.
?Hay nostalgia, quiz¨¢s? ¡°Volvemos a menudo a aquellos tiempos, pero no s¨®lo por echarlo de menos, sino porque somos amigos desde hace 50 a?os y hablamos de cosas que nos pasaron. No quedamos para tomar algo y ponernos a recordar, pero s¨ª compartimos an¨¦cdotas¡±, matiza Bradley, narrando una de ellas: ¡°Ayer mismo refrescamos una. En el aparcamiento del hotel, hab¨ªa mucho eco y nos acordamos de cuando ¨ªbamos al centro de Derry cantando un anuncio de chocolate con el mismo eco, porque las calles estaban vac¨ªas y los edificios derruidos por el conflicto. ?Y no lo ve¨ªamos como algo tr¨¢gico!¡±. A pesar del acuerdo de paz en 1998, el desarme progresivo y la renovaci¨®n pol¨ªtica, ¡°sigue habiendo segregaci¨®n¡±, se?ala. ¡°Y se ha enfatizado con el Brexit y la pol¨¦mica de la frontera. Pero creo que tiene que ver m¨¢s con la clase social que con la independencia. Es como las ¨¢reas de negros y blancos en Estados Unidos: no es tan sencillo acabar con la divisi¨®n¡±, suspira, sin una soluci¨®n entre manos.
A Bradley, con un programa semanal en la BBC sobre m¨²sica y alguna colaboraci¨®n en prensa, le preocupa el contexto, pero se define como feliz. ¡°Me doy cuenta de lo afortunado que soy. Actuamos sin presiones, disfrutando. Y, lo mejor, todav¨ªa no sentimos verg¨¹enza de nosotros mismos al vernos en el escenario¡±, esgrime, mencionando un mural en su honor pintado a finales de 2023 en un edificio de Derry. Jam¨¢s se imaginaron como estrellas ni como due?os de una trayectoria longeva, y eso les ha hecho continuar. ¡°El punk no se hac¨ªa con la idea de perdurar, por eso sigue vivo. El g¨¦nero prevalece. Siempre habr¨¢ chavales de 20 a?os tocando como pueden, aunque hayan cambiado muchas cosas. A lo mejor no se ven las crestas, pero se mantiene la actitud¡±, valora. The Undertones es un modelo para varias generaciones, aunque se sit¨²en en esa l¨ªnea entre lo m¨ªtico y lo extra?o.
¡°El asunto ahora es que nos hacemos mayores y vemos que nuestro tiempo en el planeta es m¨¢s corto, m¨¢s limitado. As¨ª que nos dejamos llevar por lo que nos apetece en cada momento¡±, afirma, a punto de comenzar este ¨²nico concierto en Espa?a y con algunas citas m¨¢s por Europa a lo largo del verano. ¡°Nos movemos por impulsos. Si de j¨®venes no pens¨¢bamos en el siguiente mes, imag¨ªnate ahora, que no nos queda mucho¡±, reflexiona Bradley, sentenciando la conversaci¨®n con una de las consignas m¨¢s punkis: ¡°?Preocuparnos por el futuro? ?Pero si no tenemos!¡±.
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