Auge y ca¨ªda de los gur¨²s del tecnopopulismo. ?El fin de un ciclo?
El arresto de Luca Morisi, jefe de comunicaci¨®n de Salvini en Italia, marca el declive de un tipo de estratega. Morisi, Steve Bannon o Dominic Cummings supieron leer el estado de ¨¢nimo de la ciudadan¨ªa y cabalgarlo electoralmente
El 112 recibi¨® dos llamadas entre las 15.00 y las 16.30 del 14 de agosto desde Belfiore, un peque?o pueblo de Verona. Un tipo con acento del Este balbuceaba, aseguraba que le hab¨ªan robado. Los carabinieri fueron hasta el camino de tierra indicado y encontraron a un rumano de 20 a?os que se identific¨® como Petr R. Aquel hombre, sin dormir y con aspecto de haber consumido drogas, asegur¨® que ven¨ªa de una casa donde se hab¨ªa prostituido con un amigo y que el cliente no quiso pagar lo acordado. Llevaban dos d¨ªas de fiesta. Result¨® que el apartamento, a unos metros del lugar donde fue interceptado, pertenec¨ªa a Luca Morisi, el estratega y jefe de comunicaci¨®n de Matteo Salvini, el hombre que en los ¨²ltimos a?os convirti¨® a la Liga en una m¨¢quina de captar votos en redes a trav¨¦s del hostigamiento, los memes, el acoso a inmigrantes o toxicodependientes. El inventor de un programa revolucionario apodado la Bestia, que transform¨® la Liga en el partido m¨¢s votado de Italia en las elecciones europeas de 2019 (34% de los sufragios). Un hombre discreto, alejado de los focos, hasta cierto punto, inadaptado y entregado a la pantalla de su tel¨¦fono. El paradigma de gur¨², en suma, que ha controlado la estrategia de los grandes partidos populistas de los ¨²ltimos a?os desde el jard¨ªn trasero de la pol¨ªtica.
Morisi (47 a?os) hab¨ªa llamado la noche del 13 de agosto a un chico rumano de 20 a?os al que localiz¨® a trav¨¦s de la web de prostituci¨®n gay Grinderboy. No era la primera vez, dijeron ellos. Ofreci¨® su casa, les explic¨® que estaba ya provisto de droga (dijo ¡°C.¡±, en una presunta referencia a la coca¨ªna) y que todo lo que trajesen era bienvenido, seg¨²n declararon en comisar¨ªa. Los dos chicos no se conformaron con lo pactado y quisieron extorsionarle para que pagase 4.000 euros en lugar de los m¨¢s de 2.000 que ya hab¨ªa desembolsado. Morisi aguant¨® el tipo, se plant¨®. Pero le sali¨® mal y tir¨® su carrera por la borda en ese instante. La polic¨ªa encontr¨® medio gramo de coca¨ªna en su casa, restos de la misma droga en un plato y un tubito de metacrilato con 125 mililitros de GHB (¨¦xtasis l¨ªquido) que les entreg¨® uno de los prostitutos. ¡°Nos la ha dado ¨¦l¡±, mintieron. Tampoco quedaron claros otros detalles sobre qui¨¦n hab¨ªa comprado la droga. Pero Morisi fue arrestado y acusado de ¡°cesi¨®n de estupefacientes¡±. Y aqu¨ª las cosas se complicaron ya demasiado como para pensar que pod¨ªa seguir siendo el hombre de confianza de Salvini y el azote de un mundo que, en realidad, no le resultaba tan ajeno.
La historia de Morisi (asesor a sueldo del Ministerio del Interior durante la etapa de Salvini como titular del ramo) no trascendi¨® hasta que present¨® su dimisi¨®n a finales de septiembre. ¡°Motivos familiares¡±, dijeron en la Liga. ¡°En su entorno se sab¨ªa lo que hab¨ªa sucedido. Y no era ninguna sorpresa¡±, se?ala una persona que le conoce desde hace 15 a?os. ¡°?C¨®mo puede ser que se encargara la estrategia a un tipo que deb¨ªa de tener resaca varios d¨ªas a la semana?¡±, se pregunta un diputado de la Liga. Pero durante el tiempo en el que el reinado entre las sombras de Morisi estuvo vigente, mientras fue el ¨²nico que supo descifrar el algoritmo electoral, nadie en el partido os¨® levantar la voz.
Morisi era un cuerpo extra?o en la pol¨ªtica. Pero compart¨ªa los rasgos de un nuevo perfil de asesor que estaba sumando poder pol¨ªtico en ese momento: desde el Reino Unido a EE UU. Estudi¨® Filosof¨ªa e Inform¨¢tica y hab¨ªa montado una empresa de servicios digitales (Sistemaintranet) con su amigo del alma. En una retransmisi¨®n en 2012 del programa Porta a Porta de Rai 1 vio a Salvini usar un iPad en directo, cuando todav¨ªa no lo hac¨ªa casi nadie. Se ofreci¨® y comenzaron a colaborar y a experimentar con las redes sociales transformando la comunicaci¨®n del partido. Un veterano diputado de la Liga, que pas¨® a la lista negra de disidentes en el entorno de Morisi, relata c¨®mo arranc¨® aquel periodo. ¡°Quer¨ªan un partido l¨ªquido. Congelaron la estructura regional para centrarlo en la figura del l¨ªder. El partido dej¨® de ser la Liga y se convirti¨® en Salvini. Morisi guiaba esa pol¨ªtica agresiva hecha de titulares y sin apenas contenidos. Una pol¨ªtica que habla al est¨®mago de la gente. Funcion¨® en votos, pero destruyeron la estructura y perdimos a personas de referencia s¨®lidas en el territorio, garantes ante el electorado¡±. Nadie pod¨ªa saberlo entonces. Pero en distintos puntos del mundo suced¨ªa ya algo parecido.
Morisi guiaba esa pol¨ªtica agresiva que habla al est¨®mago de la genteUn veterano diputado de la Liga
La tormenta comenz¨® a formarse en 2014, con las elecciones intermedias de EE UU. Cambridge Analytica hab¨ªa recopilado fraudulentamente los datos de 50 millones de usuarios de Facebook para explotarlos con fines electorales. La firma hab¨ªa sido creada por el brit¨¢nico Alexander Nix con la financiaci¨®n del multimillonario estado?unidense Robert Mercer, mecenas republicano y uno de los principales patrocinadores de la campa?a de Trump en 2016. Ambos se conocieron a trav¨¦s de Steve Bannon, asesor jefe de la campa?a del magnate y tambi¨¦n miembro e inversor de la nueva compa?¨ªa que cre¨® Nix en Estados Unidos (adem¨¢s de director de Breitbart, el medio preferido de aquella ultraderecha populista que tanto se parec¨ªa a lo que suced¨ªa en Italia). El mismo sistema de an¨¢lisis sirvi¨® para la campa?a de Trump y luego para la promotora del Brexit. Mensajes claros. Bombardeo a abstencionistas en Facebook. Hipercomunicaci¨®n agresiva al servicio de un crecimiento instant¨¢neo. Perfecto para partidos peque?os o formaciones con el viento en contra. Y funcion¨®.
El 30 de noviembre de ese mismo a?o, Salvini acababa de participar en el congreso del Frente Nacional en Lyon, donde Marine Le Pen entr¨® en ¨¦xtasis al verlo en el estrado con una camiseta antieuro. No hac¨ªa falta m¨¢s para copar el foco medi¨¢tico. Pero Morisi le pidi¨® que se fotografiase en la habitaci¨®n del hotel con el torso desnudo y una corbata verde anudada al cuello para una revista del coraz¨®n. Quer¨ªa que el algoritmo de Facebook ampliase la visibilidad de su jefe m¨¢s all¨¢ del filtro pol¨ªtico en el que estaba encorsetado. El plan era colonizar el flujo de informaci¨®n de millones de usuarios que todav¨ªa no le prestaban atenci¨®n. Esa fue la revoluci¨®n. El comienzo de una pol¨ªtica de comunicaci¨®n circular (territorio, redes sociales, televisi¨®n) en la que el l¨ªder de la Liga estaba expuesto 24 horas al d¨ªa siete d¨ªas a la semana. En casa, con los amigos, comiendo, en los m¨ªtines. As¨ª naci¨® la Bestia, un sistema de monitoreo de redes que diseccionaba la conversaci¨®n dominante y el estado de ¨¢nimo ciudadano ¡ªuna t¨¦cnica conocida como sentiment analysis¡ª para colocar los posts adecuados en cada momento. La quintaesencia del oportunismo digital.
La Bestia permiti¨® crecer exponencialmente a la Liga. La publicidad y el marketing ligaron durante esos a?os su suerte al algoritmo de Facebook. Los brujos capaces de descifrarlo pod¨ªan vender hielo a los esquimales del Polo Norte. Y no digamos hacer pasar por estadista a cualquier pol¨ªtico, por muy vac¨ªas o violentas que fuesen sus ideas. ¡°Morisi us¨® de manera muy inteligente el growth hacking (pirateo de crecimiento). Es lo que hac¨ªa Hotmail al principio: regalas una cuenta y esperas a que esa persona invite a sus 10 mejores amigos. Es una forma psicol¨®gica de seleccionar y crecer en c¨ªrculos de calidad¡±, analiza Alex Orlowski, exhacker y experto en marketing pol¨ªtico digital. ¡°Fue un revolucionario a quien luego copiaron todos. Invent¨® el primer caso de gamificaci¨®n en pol¨ªtica. Un juego en web en el que lo que se vend¨ªa como un premio a cambio de tus datos personales era un pol¨ªtico que te llamaba y tomar¨ªa un caf¨¦ contigo. Fue un Cambridge Analytica casero¡±, recuerda en referencia al juego Vince Salvini, un experimento que permiti¨® al l¨ªder de la Liga convertirse en el pol¨ªtico con m¨¢s seguidores de Europa (4,7 millones en Facebook).
El populismo y la ultraderecha hab¨ªan copado el debate p¨²blico en esa ¨¦poca. Su impacto y el ¨¦xito de crecimiento llegaron por contagio a los partidos tradicionales, que adaptaron perfiles y t¨¦cnicas parecidas. Y casi siempre hubo una suerte de Richelieu digital o un discreto gur¨² ajeno a la ortodoxia pol¨ªtica con evidentes problemas de adaptaci¨®n social detr¨¢s de cada fen¨®meno. Personajes sin una ideolog¨ªa marcada ¡ªel mantra dominante fue el de la muerte del eje izquierda-derecha¡ª, pero con un instinto desbordante para percibir el estado de ¨¢nimo de la ciudadan¨ªa y cabalgarlo electoralmente. Todo pod¨ªa resumirse en datos y algoritmos. Y el primero que lo entendi¨® en el Reino Unido, donde se cocinaba la batalla m¨¢s importante de las ¨²ltimas d¨¦cadas, fue un tal Dominic Cummings. Lejano a los circuitos de poder del Partido Conservador, aliment¨® con ¨¦xito el motor estrat¨¦gico del Brexit bajo el lema ¡°Recuperemos el control¡±. Cummings se propuso cambiar la matriz de una pol¨ªtica que despreciaba. La campa?a del refer¨¦ndum de 2016 fue un ¨¦xito y construy¨® su propia Bestia con un equipo de analistas de datos y f¨ªsicos. Tambi¨¦n con la inestimable ayuda de una filial de Cambridge Analytica, que le sirvi¨® para localizar a 1,5 millones de abstencionistas y bombardearlos en Facebook con publicidad invisible para la comisi¨®n electoral. Fue contratado luego por Boris Johnson como asesor personal con su nuevo eslogan bajo el brazo (¡°Culminemos el Brexit ya¡±) y se propuso llenar la Administraci¨®n de ¡°raros y freaks¡±. Herm¨¦tico, con un indisimulado desprecio hacia la inteligencia menor ¡ª¡±un psic¨®pata profesional¡±, le defini¨® David Cameron¡ª, termin¨® siendo v¨ªctima de s¨ª mismo. Cummings prob¨® su medicina y dimiti¨® al ser cazado salt¨¢ndose las normas del confinamiento. ¡°Cada uno tiene su peculiaridad: pueden ir desde Iv¨¢n Redondo [asesor de Pedro S¨¢nchez, pero antes tambi¨¦n del PP] a Cummings. Incluso la figura de Bannon comparte algunos puntos como la idea de moverse en la estrategia online. Conocemos ahora a algunos de ellos. Pero muchos de esos personajes siguen manejando la pol¨ªtica y viviendo en la sombra¡±, se?ala Steven Forti, autor de Extrema derecha 2.0 (Akal, 2021), un fant¨¢stico retrato de la evoluci¨®n tecnol¨®gica e ideol¨®gica de la ultraderecha en los ¨²ltimos a?os.
El mismo sistema de an¨¢lisis de redes sirvi¨® para la campa?a de Trump y luego para la promotora del Brexit
Roma, donde el propio Bannon pas¨® largas temporadas asesorando a la Liga y a Hermanos de Italia cuando perdi¨® tir¨®n en EE UU ¡ª¨¦l mismo lo reconoci¨® en una entrevista en este peri¨®dico¡ª, era ya en aquella ¨¦poca el laboratorio europeo de estos experimentos. El asesor estrat¨¦gico de Trump la pis¨® por primera vez en 2014, recuerda Benjamin Harnwell, su mano derecha e impulsor de la Universidad Populista que Bannon se propuso construir en un viejo monasterio a 130 kil¨®metros de la capital. El primer aterrizaje fue para abrir una oficina de Breitbart. Quer¨ªa que fuese en el coraz¨®n de Europa, epicentro de las supuestas ra¨ªces cristianas de las que quer¨ªa dotar a su movimiento. A solo dos pasos del Vaticano, donde comenzaba tambi¨¦n a librarse una batalla pol¨ªtica, a un lado y otro del Atl¨¢ntico, contra el papa Francisco. ¡°Dos fuerzas empezaban a ser visibles en pol¨ªtica y nadie se estaba dando cuenta. Hab¨ªa un creciente sentimiento de insatisfacci¨®n que logr¨® canalizar el Movimiento 5 Estrellas (M5S). Pero tambi¨¦n hab¨ªa un impulso nacionalista, guiado por la Liga Norte. ?l siempre pens¨® que pod¨ªa unir esas dos fuerzas: lo llamaba el movimiento nacionalpopulista. Nadie lo pod¨ªa imaginar entonces, pero lo logr¨® y terminaron formando un Gobierno juntos¡±, apunta Harnwell, atribuyendo a Bannon parte de la responsabilidad de la gestaci¨®n en 2018 del Ejecutivo m¨¢s populista que ha alumbrado Europa y en el que Morisi pudo poner en pr¨¢ctica sus t¨¦cnicas de comunicaci¨®n desde el Ministerio del Interior. El M5S hab¨ªa ganado en 2018 las elecciones con un 33% de votos. Un partido antisistema y extremadamente populista surgido de la mente de Gianroberto Casaleggio, un visionario de la tecnolog¨ªa y due?o de una empresa de consultor¨ªa digital. Junto al c¨®mico Beppe Grillo dise?¨® una formaci¨®n articulada alrededor de una opaca plataforma web basada en la participaci¨®n directa (copiada del Partido Pirata alem¨¢n). Una empresa privada convertida en formaci¨®n pol¨ªtica, cuya comunicaci¨®n y estrategia termin¨® dirigiendo con gran ¨¦xito Rocco Casalino, participante de la primera edici¨®n de Gran Hermano (hoy es portavoz del ex primer ministro, Giuseppe Conte).
El discurso pol¨ªtico, esa fue la paradoja, dej¨® de ocupar el centro de la pol¨ªtica. Y se buscaron perfiles que respondieran a ese nuevo esquema. El ensayista Giovanni Orsina cree que ¡°en las posiciones clave surgi¨® gente que necesariamente ven¨ªa de la nada¡±. ¡°El momento se basaba en una tecnolog¨ªa completamente nueva y para entrar en ese mundo actual necesitas a personajes curiosos que rompan los esquemas. Gente sin una formaci¨®n ortodoxa. Si en el centro de la pol¨ªtica se encuentra un tipo de comunicaci¨®n nueva, revolucionaria, disruptiva¡, ?a qui¨¦n coges? A un inform¨¢tico licenciado en Filosof¨ªa como Morisi. O a un asesor como Rocco Casalino, formado en Gran Hermano. Gente inteligente, fuera de los esquemas que, por sus caracter¨ªsticas personales, puede entregar la vida a esto. Gente sola. Porque si tienes una familia es complicado tener esa dedicaci¨®n. Es comprensible: necesitas a un innovador obsesivo¡±. Morisi lo fue. El m¨¢s radical de su c¨¢tedra. Y por eso le copiaron hasta la extenuaci¨®n.
El ascenso y ca¨ªda del gur¨² de la Liga corre en paralelo al auge y estancamiento de los populismos de ultraderecha y al tipo de comunicaci¨®n sobre la que tantos partidos edificaron una imbatible m¨¢quina electoral. El asesor de Salvini era una pieza clave del engranaje. Su tropez¨®n, en aquel camino de tierra a pocos metros de su casa de Verona junto a dos chaperos rumanos, marca el declive tambi¨¦n de la influencia del l¨ªder de la Liga en redes. Los n¨²meros lo muestran claramente, seg¨²n un an¨¢lisis de su p¨¢gina de Facebook realizado por la empresa Tech. En los dos ¨²ltimos meses han ca¨ªdo a la mitad los posts que cuelgan al d¨ªa, pasando de 18 a 9. Desaparecen los que tienen enlace, que ahora son solo el 0,04% del total. Pero la debacle m¨¢s significativa se produce en las interacciones, que pasan de 32,5 millones en el periodo agosto/octubre a los 7,2 actuales. De las 117.000 que actualmente se producen a diario, respecto a las 524.000 de 2020. ?Ha tocado techo el modelo?
La cr¨®nica de sucesos habla tambi¨¦n de un ocaso de este mundo. El timing coincide con la defenestraci¨®n o incluso arresto de muchos de ellos por saltarse sus propios c¨®digos: Cummings, Bannon, Ted Malloch o el propio Morisi. Lorenzo Pregliasco, fundador de la empresa de an¨¢lisis pol¨ªtico Youtrend y autor del libro Fen¨®meno Salvini: qui¨¦n es, c¨®mo comunica, por qu¨¦ lo votan (2019), cree que este modelo y sus art¨ªfices muestran ¡°s¨ªntomas de debilidad provocados, en parte, por la pandemia¡±. ¡°Ha tenido efectos directos e indirectos que le han complicado las cosas. Ese tipo de emergencia ha reforzado el papel de los gobiernos marginando a quien estaba en la oposici¨®n. El tema de las vacunas rompe el eje conservador, que ten¨ªa como temas principales la inmigraci¨®n y la seguridad. En el caso de Trump tambi¨¦n pes¨® esa hipercomunicaci¨®n muscular y agresiva, agota a los electores. Y es cierto que el magnate perdi¨® las ¨²ltimas elecciones. Pero tambi¨¦n tuvo m¨¢s votos que la otra vez¡±.
El caso de Morisi ha suscitado en Italia un vendaval de descalificaciones personales. Tambi¨¦n la revelaci¨®n de una vida ¨ªntima y una tormenta de porquer¨ªa parecida a la que ¨¦l mismo utilizaba cuando su sistema alimentaba al partido. Pidi¨® comprensi¨®n. Public¨® una emotiva declaraci¨®n donde admit¨ªa su error y la ¡°grave ca¨ªda como hombre¡±, pero hab¨ªa hecho demasiados enemigos a quienes se la hab¨ªa negado en otros momentos. Morisi no hac¨ªa prisioneros. Le esperaban con la cuenta decenas de periodistas, rivales pol¨ªticos, mujeres acosadas en redes, asociaciones de inmigrantes. D¨ªas despu¨¦s de ser arrestado, hubo llamadas desesperadas al Ministerio del Interior, seg¨²n public¨® La Repubblica, para intentar silenciar el caso. Salvini, que hab¨ªa sido ministro del Interior y vicepresidente del Consejo de Ministros, intent¨® protegerlo. Aquello formaba parte de la vida personal, aleg¨® su entorno. Seguramente saldr¨¢ absuelto de este caso, apuntan fuentes jur¨ªdicas consultadas. La Fiscal¨ªa archivar¨¢ la causa penal. ¡°Mi puerta estar¨¢ abierta siempre. No ha cometido ning¨²n delito¡±, anunci¨® el mi¨¦rcoles el jefe de la Liga, dispuesto a readmitirlo. Pero Morisi ha sido v¨ªctima de la misma trituradora de carne con la que aliment¨® a su monstruo. Quiz¨¢ la bestia, tal y como descubrieron al mismo tiempo sus hom¨®logos, siempre fuimos nosotros.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.