Adi¨®s a los mitos de la menopausia: la rebeli¨®n de la mujer madura
Despojadas de su papel reproductivo y pertrechadas en la experiencia acumulada, cada vez m¨¢s mujeres afrontan el climaterio sin renunciar ni a su posici¨®n ni a su deseo
Despu¨¦s de una lucha sin cuartel, la mayor parte del tiempo con una doble jornada, gestionando la vida profesional en condiciones adversas y la dom¨¦stica con notables dosis de culpabilidad por no llegar a todo, llega la l¨ªnea simb¨®lica de la cincuentena y todo parece saltar por los aires. La edad corre para todos, pero los hombres no tienen una meta volante tan expl¨ªcita como la retirada de la regla y, dado que la identidad social de las mujeres se ha construido a lo largo de milenios en torno a la fertilidad, cuando esta decae, parece que todo se derrumba. De repente, la escalera que sub¨ªa comienza a bajar. Incluso las mujeres que ya han conquistado una habitaci¨®n propia, como reclamaba Virginia Wolf, son invitadas a retirarse.
Pero muchas de esas mujeres, protagonistas de la mayor revoluci¨®n de la historia, no se resignan a quedar sepultadas bajo el estereotipo del atractivo y la capacidad menguante, bajo las normas no declaradas de un edadismo que sutilmente les dice que vayan saliendo. No han conquistado tanto terreno factual y simb¨®lico en el espacio p¨²blico para aceptar volverse invisibles sin resistir. Pertrechadas en el conocimiento y la experiencia acumulados, cada vez m¨¢s mujeres afrontan esa nueva etapa sin renunciar ni a la posici¨®n ni al deseo. Es la rebeli¨®n de la edad madura.
Con suerte, a una mujer sana, en el momento en que se le retira la regla le queda por vivir tanta vida como la que ha vivido con ella. ?Por qu¨¦ habr¨ªa de aceptar el camino de la invisibilidad? En 2019, cinco mujeres, todas ellas profesionales muy activas ¡ªMaria Rosa Benedicto, Sara Berbel, Maribel C¨¢rdenas, Estrella Montol¨ªo y Ester Pujol¡ª quisieron salir al paso de lo que se les ven¨ªa encima con un libro que titularon Imbatibles. La edad de las mujeres. Su prop¨®sito era lanzar una contranarrativa sobre la etapa de madurez y llamar a las mujeres a impugnar, all¨ª donde est¨¦n, ¡°la asociaci¨®n entre edad y derrota¡±. Por supuesto que iban a abordar los cambios f¨ªsicos que trae, aunque no siempre, el climaterio: sofocos, p¨¦rdida del deseo sexual, sequedad vaginal, aumento de peso y emociones a flor de piel, pero tambi¨¦n lo que m¨¢s tem¨ªan de esa nueva etapa: ¡°La falta de respeto, de credibilidad, el miedo a ser desplazadas al almac¨¦n simb¨®lico de los productos caducados¡±.
Cre¨ªan que las mujeres de su edad necesitaban un revulsivo como lo fue en los a?os setenta la obra Our Bodies, Ourselves (Nuestros cuerpos, nuestras vidas), del Colectivo de Mujeres de Boston, que en 1971 invitaron a sus coet¨¢neas a impugnar la falta de control sobre su cuerpo y reivindicar su propia sexualidad y su propio deseo. Aquella revoluci¨®n cambi¨® la vida de las mujeres j¨®venes. Queda por romper el relato del climaterio como el punto de partida de la mujer declinante. Ni abuelitas indefensas ni brujas amargadas. Quieren ser simplemente mujeres que envejecen con alegr¨ªa, tan plenas y atractivas como antes y orgullosas de su experiencia y sus arrugas.
¡°La identidad femenina est¨¢ todav¨ªa medida por la mirada masculina¡±Maribel C¨¢rdenas, pol¨ªtica
Las imbatibles pronto se dieron cuenta de que estaban pinchando en hueso porque, siendo varias de ellas autoras que hab¨ªan publicado antes sin problema, con ese libro tuvieron que peregrinar para encontrar editorial. ¡°La tesis les parec¨ªa demasiado disruptiva. No sab¨ªan d¨®nde colocarlo¡±, recuerda Estrella Montol¨ªo, catedr¨¢tica de Lengua e investigadora sobre Comunicaci¨®n en la Universidad de Barcelona. Desde luego, la tesis no encajaba con la manida etiqueta de la autoayuda, que tanto vende. Cuatro a?os despu¨¦s, Sara Berbel, que acababa de dejar el cargo de gerente del Ayuntamiento de Barcelona, cree que es una rebeli¨®n a¨²n bastante silenciosa, pero ir¨¢ a m¨¢s. ¡°El tema est¨¢ en la conversaci¨®n p¨²blica y ha servido para poner el foco en el problema de edadismo, que sufren tambi¨¦n los hombres, pero especialmente las mujeres¡±.
As¨ª lo cree tambi¨¦n Maribel C¨¢rdenas, directora de uno de los centros monogr¨¢ficos de recursos para mujeres, innovaci¨®n y econom¨ªa feminista m¨¢s relevantes de Espa?a, La Ciba de Santa Coloma de Gramenet, y directora de Pol¨ªticas de Igualdad de esa ciudad que lidera desde hace a?os con mayor¨ªas absolutas la alcaldesa N¨²ria Parl¨®n. C¨¢rdenas cree que hace falta una resignificaci¨®n de c¨®mo se transita hacia la vejez. ¡°La identidad femenina est¨¢ todav¨ªa mediada por la mirada masculina. Cuando no encajas en el ideario de esa mirada, pierdes todo el valor y, con ¨¦l, el respeto. La suma de edadismo y sexismo es una expresi¨®n m¨¢s de la desigualdad en algo que es irremediable, como es el paso del tiempo¡±.
Especialmente dura es esa presi¨®n en el caso de las mujeres directivas. ¡°A los 28 te preparas para comerte el mundo, y sabes que te exigir¨¢n un alto precio. A los 58 te dicen que lo que has logrado no importa. Despu¨¦s de tantos a?os de esfuerzo por alcanzar posiciones destacadas, has de volver a luchar por no perder valoraci¨®n y respeto¡±. Quien as¨ª se expresa es Esther Nin, directora de la Asesor¨ªa Jur¨ªdica Internacional del Banco de Sabadell. Cree que a los 50 las mujeres est¨¢n en plenitud de su capacidad. Han llegado a esas posiciones a pesar de haber sufrido una doble presi¨®n, en el campo profesional y el campo del deseo, del atractivo, y justo cuando est¨¢n en condiciones de recoger los frutos, cuando por fin han dejado lastre porque ya no tienen tantas obligaciones, surge una nueva barrera invisible: la de la edad. ¡°De repente, los m¨¦ritos desaparecen de la ecuaci¨®n y has de volver a disciplinarte, no para llegar a ser, sino para no desaparecer¡±. Que en la sociedad del rendimiento se desperdicie toda la inmensa reserva acumulada por las mujeres no solo es injusto, sino il¨®gico.
Susan Sontag ya advirti¨® en 1972 en The Double Standard of Aging (El doble rasero del envejecimiento) que a partir de los 50, pareciera que los hombres maduren mientras las mujeres envejecen. L¨²cida y rebelde hasta con la muerte, Sontang llam¨® a desobedecer la convenci¨®n por la que hacerse mayor empodera a los hombres mientras destruye paulatinamente a las mujeres. Pero para romper esa convenci¨®n y poder envejecer con asertividad hay que encarar bien el tr¨¢nsito de los 50. Anna Freixas llama a la fase del climaterio ¡°la edad de la renovaci¨®n¡±. Despu¨¦s de escribir Sin reglas, sobre la liberaci¨®n que implica dejar atr¨¢s la edad f¨¦rtil, y Tan frescas, con pr¨®logo de Rosa Reg¨¤s, sobre c¨®mo una nueva generaci¨®n de mujeres mayores, ¡°las hijas del rock and roll y del feminismo¡±, romp¨ªan moldes y estereotipos, insisti¨® en 2021 con Yo, vieja, un nuevo ariete contra las convenciones en el que, desde sus 75 a?os y con una larga trayectoria como profesora de Psicolog¨ªa Evolutiva en la Universidad de C¨®rdoba, reivindica el derecho de las mujeres a una vejez libre, confortable y afirmativa, que no se oculta ni pide perd¨®n por estar ah¨ª. Lo considera la versi¨®n punk de Tan frescas, publicado en 2010, y lo que m¨¢s le ha sorprendido es que ¡°interesa a las mujeres mayores, pero sobre todo a las de 50 y a muchas de 40¡å. Decir la verdad con humor penetra mejor. Tambi¨¦n le ha deparado sorpresas agradables, como la de aquella pareja de mediana edad con la que se cruz¨® en la calle Ancha de C¨¢diz, ella ligeramente m¨¢s alta y con su brazo sobre el hombro de ¨¦l, que al cruzarse, le hacen un gui?o: ¡°Gracias por el libro¡±. Como las autoras de Imbatibles, hay muchas mujeres que, en esta nueva revoluci¨®n, quieren tener a su lado a los hombres que aman. Hombres c¨®mplices que quieren y valoran a las mujeres maduras, tan distintos de esos otros que solo quieren y valoran a las mujeres j¨®venes. Y que refuerzan.
¡°Hay una presi¨®n interiorizada y aceptada con el tinte, la delgadez y la depilaci¨®n¡±Ester Nin, abogada
La fascinaci¨®n por la juven?tud y el imperativo de la belleza a cualquier precio son los dos grandes cors¨¦s que el sexismo ha impuesto a las mujeres. Esa narrativa aboca a muchas mujeres a hacer esfuerzos tit¨¢nicos por parecer m¨¢s j¨®venes de lo que son a base de gimnasio, dietas draconianas y/o cirug¨ªa est¨¦tica. Para Esther Nin: ¡°Hay que luchar tambi¨¦n contra la otra invisibilidad, la consentida, porque el patriarcado es una sociedad an¨®nima de la que todos tenemos acciones, incluidas las mujeres. Hay un patriarcado de la coerci¨®n, que somete con el burka, y un patriarcado del consentimiento, el de la delgadez, el tinte y la depilaci¨®n, que es una presi¨®n interiorizada y aceptada¡±. Cuanto m¨¢s marcado y m¨¢s un¨ªvoco es el ideal de belleza, m¨¢s mujeres sufren por quedar fuera del canon. En Espa?a debe ser muy fuerte porque, con el 8% de todas las intervenciones que se registran, se ha convertido en el primer pa¨ªs de la UE y el cuarto del mundo en el que m¨¢s cirug¨ªa est¨¦tica se practica. Esa forma de luchar contra el tiempo es una tortura y al final est¨¢ destinada al fracaso, porque el ideal puede ser eterno, pero el cuerpo no lo es. ¡°No podemos (ni debemos desear) tener a los 50 el mismo cuerpo que a los 20¡å, zanja la doctora Maria Rosa Benedicto, coautora de Imbatibles y especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.
El climaterio comporta cambios f¨ªsicos y puede entra?ar un ligero aumento de peso. Es conveniente hacer deporte y seguir una dieta sana a cualquier edad, y especialmente en el climaterio, pero no para cumplir con imposiciones externas, sino para sentirse bien y proteger la salud. Ese es el objetivo a perseguir. Pero antes que convertir los cuatro kilos de m¨¢s en una obsesi¨®n es preferible lucirlos. Lo mismo que las arrugas. O las canas. Este es otro signo de rebeld¨ªa que crece. Cada vez hay m¨¢s mujeres que dejan de te?irse y lucen su pelo blanco como si fuera una pancarta: ¡°Aqu¨ª estoy. Yo soy as¨ª¡±. El hecho mismo de presentar s¨ªntomas ya no se vive de forma vergonzante: ¡°?Soy yo o es que hace calor?¡±. ?Contra los sofocos, abanicos! La fot¨®grafa Montse Roura suele recordar que se dio de bruces con la menopausia porque ella sola reun¨ªa todo el muestrario de s¨ªntomas. Eso era en 2010 y tuvo la idea de crear una web donde compartir informaci¨®n, experiencias e inquietudes con otras mujeres. Ella y el abanico tiene ahora 12 millones de seguidoras.
Para la sequedad vaginal, como para los sofocos, hay remedios. Para lo que no los hay es para el mito de la eterna juventud. Fue una gran feminista, Germaine Greer, quien en los a?os noventa se rebel¨® contra la pretensi¨®n de la industria farmac¨¦utica de ¡°vender¡± la terapia hormonal sustitutiva como la p¨®cima m¨¢gica para seguir siendo j¨®venes. Es un tratamiento que combina estr¨®genos y progesterona para compensar la p¨¦rdida fisiol¨®gica de estas hormonas, de manera que el cuerpo reacciona como si continuara teniendo la regla. Se lleg¨® a recomendar prescribirlo con car¨¢cter preventivo a todas las mujeres durante por lo menos 15 a?os a partir de los 50. Aunque en Estados Unidos lleg¨® a recetarse masivamente, por suerte se impuso la prudencia, porque m¨¢s tarde se demostr¨® que tambi¨¦n ten¨ªa riesgos importantes. Ahora est¨¢ indicado para tratar los s¨ªntomas, pero solo cuando sea estrictamente necesario. La ciencia est¨¢ para ayudar a vivir mejor, pero hay que ir con cuidado con la medicalizaci¨®n de la menopausia si eso implica riesgos y contribuye a negarla como parte natural de la vida o a presentarla como una etapa indeseable que hay que pasar con culpa y a escondidas.
En realidad, no hay dos menopausias iguales y la mayor¨ªa son llevaderas. A partir de los 45, la actividad del ovario disminuye y comienza a bajar la producci¨®n de estr¨®genos y progesterona hasta que cesa la regla. Eso ocurre entre los 50 y los 55, aunque el estr¨¦s y la contaminaci¨®n est¨¢n provocando cada vez m¨¢s casos de menopausia precoz. Estos cambios hormonales tienen, obviamente, consecuencias. Carmen S¨¢nchez Mart¨ªn ha cumplido 55 a?os y est¨¢ justo en ese punto en el que va a poder sincronizar el conocimiento adquirido en 30 a?os de experiencia como sex¨®loga con sus propias vivencias. Cuando empez¨® a trabajar en un centro de planificaci¨®n familiar comenz¨® a tratar mujeres con menopausia que le doblaban en edad. Como explica en su libro El sexo que queremos las mujeres, la ca¨ªda de estr¨®genos y progesterona influye en el deseo sexual, pero la biolog¨ªa no lo es todo. ¡°Somos seres biopsicosociales¡±, recuerda. ¡°Si has vivido bien y tienes relativamente buena salud, dejar de ser f¨¦rtil no ha de significar dejar de tener deseo¡±.
La experiencia de Carmen S¨¢nchez es que cada mujer vive la menopausia y su sexualidad de forma diferente. Para unas es un trago, para otras una liberaci¨®n. Todo depende de c¨®mo han vivido antes y del contexto socioecon¨®mico al que pertenecen. De la salud que tengan y las posibilidades de cuidarse. Hay mujeres muy enfocadas a la maternidad que sufren el s¨ªndrome del nido vac¨ªo y, a veces, en esa edad, entran en una crisis que afecta tambi¨¦n a su relaci¨®n con la pareja. Pero otras viven m¨¢s intensamente su propia sexualidad y la relaci¨®n de pareja se refuerza. Si hay una ruptura sentimental, cuando se rehacen, el deseo vuelve. Y si est¨¢n solas descubren el poder de la autosatisfacci¨®n. Algunas incluso han experimentado por primera vez el sexo con otra mujer.
Uno de los aspectos de esta rebeli¨®n es, en opini¨®n de Sara Berbel, que cada vez hay m¨¢s mujeres maduras que empiezan a tener sexo con otras mujeres. ¡°El hecho de que a los hombres ya no les interesen tanto hace que se centren en las relaciones con otras mujeres, y de ah¨ª surge a veces la oportunidad de relaciones amorosas inesperadas, que no se hab¨ªan planteado nunca¡±. Maribel C¨¢rdenas est¨¢ de acuerdo y se?ala que en estos casos las vivencias son muy diferentes: el elemento central no suele ser el sexo, sino el v¨ªnculo. Pesan m¨¢s sentimientos como la admiraci¨®n, la compenetraci¨®n o la complicidad.
¡°Se ha creado el mito de que tras la menopausia las mujeres no son deseantes¡±Carmen S¨¢nchez, sex¨®loga
Todas se?alan que el climaterio es un excelente momento para limpiar el desv¨¢n de todo aquello que ya no te sirve. De ser selectivas, desprenderse de las mochilas y encontrar una nueva libertad, incluidas otras experiencias afectivas. ¡°Se ha creado el mito de que, tras la menopausia, las mujeres no solo no son deseables, sino que no son deseantes. Ni objeto ni sujeto de deseo¡±, recuerda Carmen S¨¢nchez. Pero para muchas mujeres significa poder empezar a vivir como quieren. Dejar de preocuparse tanto por ser deseadas y desear ellas m¨¢s, como en la pel¨ªcula Buena suerte, Leo Grande, en la que una magn¨ªfica Emma Thompson encarna a una mujer en edad madura que se atreve a vivir la experiencia del sexo como nunca antes lo ha hecho.
Porque ni la vida ni la sexualidad se interrumpen cuando se va la regla, pero el lenguaje y el discurso sobre el climaterio no son neutros, como bien sabe Estrella Montol¨ªo, de ah¨ª la importancia de apoderarse de las palabras y hacer o¨ªr la voz femenina madura. ¡°A nivel social est¨¢ ocurriendo algo muy relevante: la reivindicaci¨®n del deseo. Despu¨¦s de la menopausia, las mujeres se sienten tan vivas y tan potentes como antes, y quieren seguir si¨¦ndolo. Lo que cambia es la mirada de los otros¡±. Por eso considera tan importante que haya referentes potentes en los medios de comunicaci¨®n. Esas escritoras, deportistas, artistas, periodistas, investigadoras, sindicalistas de edad madura que no est¨¢n dispuestas a ceder ni un cent¨ªmetro. Como ha descrito la presentadora de televisi¨®n June Sarpong en The Power of Women (El poder de las mujeres), nombrada en 2019 comisaria de Diversidad Creativa de la BBC brit¨¢nica, que haya referentes femeninos es esencial para empoderar a las mujeres, especialmente en el escaparate que son los medios de comunicaci¨®n, de los que suelen desaparecer al llegar a los 50. ¡°Cuanto m¨¢s se empodera a las mujeres, m¨¢s hombres se liberan de la esclavitud del patriarcado que ellos mismos han creado¡±.
La rebeli¨®n est¨¢ en marcha, pero Maribel C¨¢rdenas ve riesgo de involuci¨®n. ¡°Es la relaci¨®n de poder la que devuelve a las mujeres la mirada de s¨ª mismas. Las mayores hemos de seguir luchando por nosotras, pero tambi¨¦n por las j¨®venes. Por c¨®mo se ven en el espejo: en una sociedad hipersexualizada, las j¨®venes est¨¢n interiorizando que su valor pasa, m¨¢s que nunca, por el f¨ªsico, en un discurso muy peligroso que hace que tengan una relaci¨®n problem¨¢tica con su cuerpo. Aprenden que hacerse mayor es lo peor que te puede pasar. Pero no es un proceso individual, sino colectivo. Hay que cambiar ese espejo deformante y eso solo se puede hacer desde una mirada colectiva. Plantando cara¡±. La edad del climaterio no es, como ya escrib¨ªa en 1991 Germaine Greer en El cambio: mujeres, vejez y menopausia, ¡°una etapa que deba vivirse apresuradamente, procurando dejarla atr¨¢s cuanto antes, y menos debe ser ocultada o negada. De estos a?os depende el resto de tu vida, una vida tal vez tan larga como la que ya has tenido¡±.
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