Wendy Brown, fil¨®sofa: ¡°La izquierda debe hacer algo m¨¢s que reaccionar a lo que dice la derecha¡±

La pensadora Wendy Brown (Modesto, California, 67 a?os) es una de las voces m¨¢s influyentes en el ¨¢mbito de la ciencia pol¨ªtica en Estados Unidos. Desde la izquierda, ha teorizado sobre c¨®mo la racionalidad perversa del neoliberalismo sent¨® las bases del populismo autoritario, sobre las heridas de la modernidad, la tolerancia y las pol¨ªticas identitarias o (seis a?os antes de la fijaci¨®n de Donald Trump por el muro con M¨¦xico) sobre las fronteras amuralladas como el desesperado simulacro de un mundo de Estados soberanos en declive.

Tras jubilarse hace cinco a?os como profesora en la Universidad de Berkeley, acept¨® un puesto en el Instituto de Estudio Avanzado de Princeton, hogar intelectual, entre otros, de Einstein u Oppenheimer. En el espacioso despacho de un edificio brutalista en el que trabaja en su pr¨®ximo libro ¨Dser¨¢ sobre cambio clim¨¢tico¨D Brown convers¨® el lunes pasado durante casi tres horas con motivo de la publicaci¨®n en espa?ol de su ¨²ltimo ensayo, Tiempos nihilistas. Pensando con Max Weber (Lengua de Trapo, traducci¨®n de Luc¨ªa Rheineck y Jorge Lago). En ¨¦l, vuelve sobre dos de sus obsesiones: la democracia en peligro y el papel de la universidad en la sociedad. Y lo hace a partir de dos famosas conferencias del pensador alem¨¢n: La pol¨ªtica como vocaci¨®n, en la que Weber (1864-1920) expuso su famosa teor¨ªa del monopolio de la violencia del Estado, y El conocimiento como vocaci¨®n, cr¨ªtica a las calamidades de la Academia en la Alemania del final de la I Guerra Mundial.

Brown es pareja de Judith Butler, c¨¦lebre por revolucionar en los noventa los estudios de g¨¦nero. Reparten su tiempo entre la ciudad universitaria de Nueva Jersey y Berkeley, en la bah¨ªa de San Francisco, su lugar en el mundo. ¡°Un buen sitio¡±, dice, ¡°para vivir mientras llega el Armaged¨®n¡±.

Pregunta: ?Por qu¨¦ Weber hoy?

Repuesta: Es un extraordinario te¨®rico del poder y un pensador oscuro. Con Dostoyevski, Tolstoi y Nietzsche, descubre que el significado del mundo ya no est¨¢ ligado a Dios. Tambi¨¦n fue el primero en teorizar sobre lo que hoy llamamos la posverdad. Me inspir¨® su estudio de la condici¨®n nihilista. Es conservador y nacionalista. A menudo se le reduce estrictamente a eso. Algunos lo consideran injustamente precursor del nazismo. Para m¨ª, pensar con y contra ¨¦l no supone comulgar con todas sus ideas.

P. ?Est¨¢n los pensadores cl¨¢sicos arrinconados como consecuencia de la ampliaci¨®n del canon para que entren otras voces?

R. Si la pregunta es si estamos dejando que sus ideas se fosilicen como las de unos tipos sin nada que ense?arnos, la respuesta es s¨ª. Hay una tendencia a dejarlos atr¨¢s.

P. Pero el mundo descrito por Weber es sorprendentemente similar al nuestro¡­

R. Los paralelismos son evidentes. En La pol¨ªtica como vocaci¨®n, describe una burocracia insoportable y unos partidos esencialmente corruptos, y denuncia el narcisismo y a los charlatanes. En la conferencia sobre la ciencia, advierte a los estudiantes contra la mediocridad triunfante y la precariedad. Y parece que estuviera hablando de la actual neoliberalizaci¨®n de la universidad. Su definici¨®n de la vana demagogia encaja con algunos l¨ªderes actuales, de Giorgia Meloni a Donald Trump. Lo que nunca pudo imaginar es hasta qu¨¦ punto esa demagogia se aliar¨ªa con dos de nuestros principales problemas: los medios de comunicaci¨®n y las redes sociales. El narcisismo es una caracter¨ªstica esencial del nihilismo. Cuando los valores se trivializan, solo importa el poder personal. No es fundamentalmente nuevo, Weber ya lo define como un efecto de la modernidad, pero se ha intensificado en estos 100 a?os. Ya ni siquiera nos extra?a esa normalizaci¨®n de la gratificaci¨®n narcisista.

P. ?Qui¨¦n escribi¨® ese manual aplicado a la pol¨ªtica?

R. Podr¨ªa decir que Margaret Thatcher, pero ser¨ªa demasiado largo de justificar. Trump irrumpi¨® en escena de una manera que tom¨® a mucha gente por sorpresa. Si nada tiene valor, todo vale. Probablemente fue ¨¦l quien escribi¨® ese manual, o al menos, el que lo perfeccion¨®.

P. Ocho a?os despu¨¦s, el sistema estadounidense sigue sin saber c¨®mo hacer frente a la excepcionalidad que representa. Podr¨ªa ser presidente si lo declaran culpable incluso si termina en la c¨¢rcel. Y da la impresi¨®n de que muchos en el Partido Republicano ser¨ªan felices vi¨¦ndolo en el vertedero de la historia, pero ni siquiera se atreven a decirlo.

R. No tienen ni idea de qu¨¦ hacer. El Partido Republicano ya no tiene el control, que es de los seguidores de Trump. Con todo, lo veo flaquear ¨²ltimamente. Se lo ve furioso, y hace declaraciones confusas. Hace poco se refiri¨® a s¨ª mismo como aquel que derrot¨® a Obama en 2016 [y no a Hillary Clinton] y sugiri¨® que Biden estaba a punto de iniciar la II Guerra Mundial. A sus ac¨®litos esas cosas no les importan, tampoco sus delitos. Les fascina su belicosidad, su bravuconer¨ªa, su ejercicio sin remordimientos del privilegio del hombre blanco, incluso su mezquindad y su mala educaci¨®n. Los representa. Un gran n¨²mero de votantes republicanos les gustar¨ªa que se fuera, pero no son suficientes. Y el dilema actual del establishment del partido es que son incapaces de ganar sin ¨¦l.

P. Volviendo a Thatcher. ?Est¨¢n vinculados nihilismo y neoliberalismo?

R. Es complejo. El neoliberalismo refuerza el nihilismo al reducirlo todo a los valores de mercado. Y luego est¨¢ lo que nos hace como personas. La propia Thatcher lo dijo: el objetivo del neoliberalismo no es solo cambiar la sociedad, sino tambi¨¦n las almas. Uno de los grandes ¨¦xitos de la revoluci¨®n neoliberal, la m¨¢s exitosa de los ¨²ltimos 50 a?os, es que ha transformado no solo estados y econom¨ªas, sino tambi¨¦n a los individuos en seres de valor solo en funci¨®n del capital.

P. El neoliberalismo tambi¨¦n conquist¨® a a una parte de la izquierda. En el libro, recuerda que Hilary Clinton era la opci¨®n neoliberal en las elecciones de 2016.

R. Los Clinton en los noventa abrazaron completamente el neoliberalismo, y con ellos, el Partido Dem¨®crata, que en este pa¨ªs nunca ha sido realmente de izquierdas. El problema es que los estadounidenses entendieron muy tarde el neoliberalismo. Ya hab¨ªamos conquistado a Chile con su receta. Ya lo hab¨ªamos diseminado con el FMI por Am¨¦rica Latina y ?frica, pero no supimos ver que tambi¨¦n hab¨ªa tomado nuestro pa¨ªs hasta hace unos 10 a?os. Una de las razones por las que el neoliberalismo conquist¨® a la izquierda aqu¨ª fue esa: la ignorancia.

P. Otra caracter¨ªstica del pol¨ªtico nihilista es que har¨¢ lo necesario por permanecer en el poder...

R. Los partidos y sus l¨ªderes, tambi¨¦n en la izquierda, est¨¢n hoy m¨¢s preocupados por eso que por problemas concretos.

P. Weber describe el reverso virtuoso de quienes practican ¡°la pol¨ªtica como vocaci¨®n¡±. ?Qui¨¦n encajar¨ªa hoy en esa definici¨®n?

R. Es m¨¢s f¨¢cil si recurrimos a la historia: Gandhi, Martin Luther King o Che Guevara. Cuando apareci¨®, Alexandria Ocasio-Cortez ten¨ªa esa combinaci¨®n de carisma, y compromiso apasionado con una causa noble. Ese brillo se ha perdido un poco.

P. ?Comparte la preocupaci¨®n por la edad de Joe Biden para su reelecci¨®n?

R. Por supuesto, es un problema grave. Y luego tiene que resolver tambi¨¦n el asunto de Kamala Harris. Le va a costar ilusionar a los j¨®venes y a los afroamericanos. Est¨¢n realmente cabreados por lo que el partido le hizo a Bernie Sanders. Aunque es justo admitir que Biden ha recuperado la legitimidad del Estado social, y eso ha sido sorprendente. La vivienda p¨²blica vuelve a estar en la agenda; no pasaba desde hac¨ªa 50 a?os. Un s¨ªntoma de su ¨¦xito es que los republicanos han dejado su cl¨¢sico programa neoliberal, para centrar su agenda en pol¨ªticas anti-woke, en atacar la identidad de g¨¦nero y en defender el cristianismo y la familia. La derecha en Estados Unidos est¨¢ m¨¢s fragmentada que nunca, y unida s¨®lo por una cosa: el odio a la izquierda. Que esta sea incapaz de sacar provecho de eso es realmente tr¨¢gico.

La derecha en EE UU est¨¢ m¨¢s fragmentada que nunca, y unida s¨®lo por una cosa: el odio a la izquierda

P. ?Es la espectacularizaci¨®n del circo pol¨ªtico otro s¨ªntoma de la condici¨®n nihilista?

R. El nihilismo no solo trae la trivializaci¨®n de los valores, sino de la pol¨ªtica misma. Hoy todo est¨¢ politizado, pero no se trata de una pol¨ªtica con prop¨®sito, sino que acaba siendo una discusi¨®n sobre qu¨¦ comes o qu¨¦ coche conduces.

P. ?Qu¨¦ opina de la ret¨®rica de la polarizaci¨®n extrema en Estados Unidos?

R. La polarizaci¨®n es un s¨ªntoma de la condici¨®n nihilista, m¨¢s que su ra¨ªz. Cuando tanto los hechos como los valores se vuelven d¨¦biles y la verdad queda desplazada, la polarizaci¨®n es inevitable. La gente cree lo que quiere creer. No es ya que no contrasten otros puntos de vista, es que les dan igual los hechos.

P. ?D¨®nde se fueron los buenos l¨ªderes?

R. La pol¨ªtica se ha vuelto muy poco atractiva, porque es muy cruel. Las redes sociales alimentan esa crueldad. Creo que eso disuade a muchas personas de dedicarse a ese oficio, o los lleva a abandonarlo r¨¢pidamente.

P. ?Cu¨¢l es el papel de un intelectual p¨²blico en ese ambiente s¨²per agresivo?

R. Ser un pensador reflexivo constantemente alerta, dispuesto a decir la verdad y a exponer posiciones serias y honestas sobre el mundo en el que vivimos. Tambi¨¦n pedir cuentas a los pol¨ªticos.

P. Hablemos del cambio clim¨¢tico. ?Es la ecoansiedad otra forma de nihilismo?

R. La crisis ecol¨®gica no se toma lo suficientemente en serio. No creo que el pensamiento apocal¨ªptico est¨¦ fuera de lugar. Ahora bien, cuando este impide la acci¨®n, se convierte en un problema. Tenemos que ser conscientes de su gravedad. Y debemos tomar medidas como si no fuera a matarnos.

P. ?C¨®mo y cu¨¢ndo se apropi¨® la derecha de la idea de la libertad?

R. En los ¨²ltimos 20 a?os. A la libertad de ampliar los derechos del capital y la propiedad han a?adido la de la pr¨¢ctica religiosa, que han usado para rechazar los derechos de las mujeres y de las minor¨ªas. En Estados Unidos, se ha convertido en una bula, respaldada por el Tribunal Supremo, para todo, desde negarse a atender a clientes gais o rechazar la educaci¨®n secular. Tambi¨¦n se usa para negar el cambio clim¨¢tico y cualquier regulaci¨®n que, o la aceptamos, o el planeta morir¨¢. La libertad se ha convertido en el grito de guerra del derecho a destruir el planeta. ?La izquierda? Est¨¢ perdida, a la defensiva, sin saber qu¨¦ hacer.

P. ?Cu¨¢l es su propuesta para que la izquierda cambie eso?

R. Debe hacer algo m¨¢s que solo reaccionar a lo que la derecha dice. Necesita exponer su propia visi¨®n. Esa visi¨®n debe ser ampliamente convincente, y no basarse en los agravios sino en propuestas para un mundo mejor y m¨¢s habitable. Desarrollar un lenguaje y un relato basado en la justicia, la ecolog¨ªa, la sostenibilidad y la libertad que resulte atractivo. No se trata solo de estar pasando lista, rega?ando, indignados. La izquierda debe dejar el rencor y la crueldad a la derecha; eso acabar¨¢ envenen¨¢ndolos, es casi la ¨²nica propuesta que tienen.

P. ?Qu¨¦ opina de la cr¨ªtica de que la progres¨ªa est¨¢ demasiado preocupada por los problemas de las minor¨ªas y no por los de los que esos cr¨ªticos llaman la ¡°gente normal¡±?

R. Ah¨ª es donde el neoliberalismo se vuelve a salir con la suya. El reto es convertir asuntos como la identidad de g¨¦nero en un tema macro: presentarlos con argumentos amplios, porque afectan a todos.

P. ?Es m¨¢s fuerte que nunca el antiintelectualismo en la vida estadounidense que el historiador Richard Hofstadter diagnostic¨®?

R. S¨ª y no. Con las redes sociales, todo el mundo piensa que es un intelectual. Creo que el problema hoy es que el intelectualismo se ha desvinculado del conocimiento y la educaci¨®n.

P. Se ha debatido mucho ¨²ltimamente, dir¨ªa que de un modo un tanto ingenuo, sobre la educaci¨®n de ¨¦lite en Estados Unidos...

R. Este debate, por m¨¢s que na¨ªf, ha sacado a relucir una verdad: lo importante es a qui¨¦n conoces y con qui¨¦n te relacionas. No lo que aprendes. Se debate qui¨¦n deber¨ªa entrar, y si codearse con los ricos o con los pobres es lo que te hace avanzar en la vida.

P. ?Qu¨¦ opina de la decisi¨®n del Supremo de tumbar la discriminaci¨®n positiva en el acceso a las universidades?

R. Que sabremos c¨®mo sortearla. El problema de la acci¨®n afirmativa es que dejaba fuera el argumento de clase, cuando la educaci¨®n superior, en parte por el declive de las universidades p¨²blicas, ya no es asequible para la clase trabajadora.

El narcisismo es una caracter¨ªstica esencial del nihilismo. Si los valores se trivializan, solo importa el poder personal

P. Si uno hace caso a los medios, pensar¨¢ que las universidades estadounidenses son crueles campos de batalla por la libertad acad¨¦mica y de expresi¨®n y por las pol¨ªticas identitarias. Lugares en los que solo impera la cultura de la cancelaci¨®n. ?Es tan as¨ª?

R. No fue mi experiencia en Berkeley. Creo que hay erupciones peri¨®dicas, subculturas que luchan por el poder y estudiantes que quieren que se impartan ciertas verdades, pero no creo que sea tan frecuente. El problema es que no es noticia ir a una universidad y encontrar gente pensando y estudiando. Dicho esto, hay una tendencia, a derecha a izquierda, de llamar la atenci¨®n a los profesores por sus puntos de vista, o por las cosas que ense?an o los textos que incluyen o no en sus programas. Viene de los ¨²ltimos 10 o 20 a?os. No ayuda a los estudiantes a aprender ni a los profesores a ense?ar. Otra cosa son los casos que se pueden englobar en el movimiento MeToo, que trajo una limpieza necesaria de cierta generaci¨®n y de ciertas pr¨¢cticas. No es lo mismo denunciar que no hay ning¨²n escritor negro en una lista de lecturas que la conducta sexual impertinente de un profesor.

P. ?A usted la podr¨ªan cancelar?

R. Cualquiera puede ser cancelado, pero la cancelaci¨®n tambi¨¦n resulta, en muchos casos, un fen¨®meno muy ef¨ªmero, una tormenta que pasa.

P. ?Est¨¢n los estudiantes m¨¢s envalentonados que nunca?

R. Dig¨¢moslo al rev¨¦s. Creo que los profesores, acosados tambi¨¦n por los gestores, tienen menos poder que nunca.

P. En el libro denuncia que los l¨ªmites entre informaci¨®n y entretenimiento se diluyen en tiempos nihilistas¡­

R. La linde entre la vida personal y la p¨²blica desaparece. Todo se mezcla. Y todo, de la pol¨ªtica a la pedagog¨ªa, tiene que ser entretenido. Los profesores deben plantarse. Una de las razones por las que despu¨¦s de 40 a?os pens¨¦ que probablemente era hora de dejarlo es que una alumna dijo de m¨ª que era una gran oradora y que las materias eran buenas, pero que no usaba PowerPoint, ni videos. Quer¨ªa un circo de tres pistas. La explosi¨®n de conocimiento tiene que suceder en tu cabeza, no llegarte de fuera.

P. ?Simpatiza con los motivos de cabreo del hombre blanco que vota a Trump?

R. No hay frase de Trump m¨¢s honesta que cuando dijo que amaba a los poco ilustrados. Claro: les falta capacidad de discernir la verdad de la mentira, o para identificar una teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Cosas que se aprenden en las universidades. Si se deja fuera de ellas a la clase trabajadora, entonces se generalizar¨¢ ese sentimiento anti intelectual de la derecha. Muchos de los votantes de Trump est¨¢n cabreados porque perdieron su estatus en las garras del neoliberalismo. Esa frustraci¨®n la vinculan al progreso de las reivindicaciones del feminismo o de los movimientos antirracistas. ?Tienen derecho a estar enfadados? S¨ª. ?Es por los motivos correctos? No. Les cabrea que su condici¨®n de hombres blancos ya no tenga el cach¨¦ autom¨¢tico del pasado. Creo que eso lo cuenta bien Barbie. Es cuando est¨¢n en el ¡°mundo real¡±, y Ken comienza a entender c¨®mo funciona el patriarcado. Entra a un hospital y dice que quiere ser m¨¦dico. Le dicen que es imposible, que carece de studios. Y ¨¦l contesta: ¡°Claro que puedo, soy un hombre blanco¡±.

P. Usted es una pensadora feminista que no escribe de feminismo. M¨¢s bien lo emplea como caja de herramientas.

R. Escrib¨ª un libro sobre feminismo, el primero, Manhood and Politics, y me par¨¦ ah¨ª. Hay tanta gente escribiendo sobre feminismo, que se lo dejo a esas personas.

P. Gente con la que convive...

R. Puede que sea por la divisi¨®n del trabajo entre Judith y yo. El feminismo siempre es parte de mi pensamiento. Cuando analizo a Trump, pienso en su versi¨®n de la masculinidad y en lo que tiene de atractiva en esos hombres blancos e infelices. Lo mismo pasa con los partidos de extrema derecha en Francia o Espa?a, no puedes entenderlos sin pensar en su antifeminismo.

P. En 2017, a Butler y a usted las increp¨® un grupo de mujeres en el aeropuerto de S?o Paulo. Las llamaron ¡°ped¨®filas¡± y ¡°brujas¡±, por, entre otras cosas, defender el aborto. ?C¨®mo recuerda aquel incidente?

R. Fue un poco c¨®mico. Est¨¢bamos en el aeropuerto y esas mujeres nos gritaban y nos golpeaban con sus pancartas y sus bolsos. Llevaban d¨ªas tratando de encararnos, porque Judith dio una serie de conferencias en la ciudad. Estaban muy frustradas porque no lo consegu¨ªan. No s¨¦ c¨®mo, pero se enteraron de que est¨¢bamos all¨ª, as¨ª que esa era su ¨²ltima oportunidad, antes de que nos march¨¢ramos. Las encontr¨¦ un poco rid¨ªculas. Judith lo pas¨® peor, creo, porque hab¨ªan quemado su efigie en la calle. Hasta nos pusieron un guardaespaldas. Yo me qued¨¦ tratando de hablar con ellas. A una le pregunt¨¦: ¡°?Pero ha le¨ªdo el libro que condena [El g¨¦nero en disputa, de Butler]?¡±. Contest¨®: ¡°?No! ?Nunca lo leer¨ªa!¡±. En fin, ?qu¨¦ decir ante eso?

Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.