Refundar Europa con el viento en contra
Macron y Merkel se han propuesto dar un nuevo impulso a la UE. Sin embargo, los hechos han frenado su optimismo, sobre todo, por la debilidad de la canciller tras las elecciones de septiembre
Cuando el proyecto europeo empezaba a recobrar tracci¨®n. Cuando parec¨ªa que Emmanuel Macron y el susto de Marine Le Pen a las puertas del El¨ªseo lograban doblegar la renuencia germana a reformar un statu quo que ya no aguanta, los nubarrones asoman de nuevo en el horizonte europeo. Las recientes elecciones en Alemania y en Austria advierten de que la refundaci¨®n europea made in Macron puede no ser ni tan id¨ªlica ni tan factible como po¨¦ticamente proclama el presidente franc¨¦s. La marea euroesc¨¦ptica y neonacionalista ha vuelto a ganar terreno.
¡°Quiero renovar el sue?o europeo, quiero resucitar la ambici¨®n¡±, clamaba Macron recientemente en una entrevista muy interesante en Der Spiegel. Merkel, la eterna canciller al frente de la primera econom¨ªa de la Uni¨®n, asegura compartir el deseo de refundaci¨®n que proclama Macron. Berl¨ªn y Par¨ªs dicen ser conscientes de que la crisis del euro dej¨® a la UE muy tocada y que aquellos lodos nutren en parte estos populismos eur¨®fobos. Y ahora hace falta evitar a toda costa que vendavales venideros derriben lo que a¨²n queda en pie.
El problema es que la capacidad de empuje de Merkel es, al menos de momento, m¨¢s bien relativa. Por un lado, se prev¨¦ que las endiabladas negociaciones para poner en pie un Gobierno de coalici¨®n mantendr¨¢n a la canciller maniatada durante meses y la alineaci¨®n final puede no cuadrar con las ambiciones europe¨ªstas. Pero sobre todo, porque su aura pol¨ªtica ha sufrido un considerable desgaste en casa en las ¨²ltimas semanas.
El 24 de septiembre pasado, Merkel logr¨® un cuarto mandato. Emergi¨® sin embargo muy debilitada de una cita electoral en la que perdi¨® 2,5 millones de votos y en la que un mill¨®n de ellos fue a parar a la ultraderecha eur¨®foba, que ha logrado entrar por primera vez en el Bundestag. Alternativa por Alemania (Afd), que logr¨® un 12,6% de los votos y se convirti¨® en la tercera fuerza m¨¢s votada de Alemania ¡ªla segunda en el este del pa¨ªs¡ª, no quiere abandonar la UE, pero s¨ª el ¡°experimento del euro¡± y reducir a su m¨ªnima expresi¨®n las competencias de Bruselas. No hay que olvidar que Afd naci¨® como un partido de oposici¨®n a los rescates griegos y a la moneda ¨²nica.
La capacidad de empuje de Merkel es m¨¢s bien relativa por las endiabladas negociaciones para formar un Gobierno de coalici¨®n
Al rev¨¦s de lo que sucede en Austria, en Berl¨ªn el llamado cord¨®n sanitario goza de una salud de hierro y no hay partido alem¨¢n que quiera tener nada que ver con la ultraderecha. Pero la mera presencia de su voz-protesta en el hemiciclo ¡ª94 diputados¡ª y el previsible efecto contagio, que ya es perceptible en el discurso pol¨ªtico, hace que resulte complicado augurar excesivas enso?aciones europe¨ªstas tambi¨¦n en este rinc¨®n de la Uni¨®n.
Las negociaciones para formar Gobierno en Alemania con ecologistas y liberales se prev¨¦ que duren hasta final de a?o. Deben dar a luz un detallado programa para el pr¨®ximo Ejecutivo, que a su vez definir¨¢ el margen de maniobra para acometer reformas en Europa. ¡°Evidentemente, una nueva gran coalici¨®n habr¨ªa sido m¨¢s proeuropea, pero los liberales y los verdes son europe¨ªstas en defensa, control de fronteras y asilo. El problema real es la eurozona¡±, centra Thorsten Benner, director del Global Public Policy Institute de Berl¨ªn. Por eso, una de las claves reside en la cartera de Finanzas que abandona el hasta ahora todopoderoso Wolgang Sch?uble.
Los liberales no ocultan su deseo de hacerse con el ministerio del pa¨ªs que lleva a?os marcando la pauta de la pol¨ªtica financiera en Europa. El problema es que la concepci¨®n que los liberales alemanes defienden para la zona euro est¨¢ en las ant¨ªpodas de lo que tiene en mente Macron. Nada de mutualizar deudas, nada que no lleve aparejados estrictos planes de reformas y, sobre todo, nada que al contribuyente alem¨¢n pueda sonarle a desembolso destinado a subsanar platos rotos en otras latitudes europeas.
El problema tambi¨¦n es que Merkel parte en estas negociaciones con desventaja debido a la percepci¨®n dominante en Berl¨ªn de que se encuentra pol¨ªticamente debilitada tanto fuera como dentro de su partido. Porque la ret¨®rica eurodistante anida tambi¨¦n en parte en las filas de la CSU, el partido b¨¢varo hermanado con la CDU de Merkel, que el a?o que viene se enfrenta a unas elecciones regionales en las que teme perder la mayor¨ªa absoluta en M¨²nich a consecuencia del avance de Afd. La puntilla se la han dado a Merkel los comicios regionales del Estado de Baja Sajonia el domingo. En Hannover, la canciller ha sufrido un rev¨¦s electoral, cuando hace apenas tres semanas parec¨ªa una victoria segura para la CDU.
Existe una creciente polarizaci¨®n entre el cosmopolitismo y los comunitarismos nacionales que rechazan a Bruselas, se?ala un experto
Benner verbaliza un pensamiento que recorre los despachos pol¨ªticos de Berl¨ªn. ¡°Es el ¨²ltimo mandato de Merkel y se encuentra en un momento emocional propicio respecto al proyecto europeo. Se puede asumir que tratar¨¢ de avanzar, pero ?la dejar¨¢n?¡±.
Al otro lado de la frontera, en Austria, soplan vientos incluso menos europe¨ªstas y que a la vez confirman lo que para Macron se ha convertido en una urgencia: poner en pie una narrativa apasionada y proeuropea capaz de contrarrestar el exitoso discurso de repliegue identitario y de fortalecimiento de las fronteras nacionales.
¡°Las elecciones en Austria y en Alemania demuestran que ha habido un giro a la derecha y que hay una fuerte corriente de gente en la UE que no quiere m¨¢s Europa. Hay una creciente polarizaci¨®n entre el cosmopolitismo y los comunitarismos nacionales, cuyos defensores piensan que su identidad reside en lo nacional y que no quieren que Bruselas cambie su modo de vida. Hay un creciente resentimiento hacia Europa¡±, describe Wolfgang Merkel, catedr¨¢tico de ciencia pol¨ªtica en la Universidad Humboldt de Berl¨ªn y experto en sistemas democr¨¢ticos. Por eso, el profesor Merkel defiende que ¡°es un momento de consolidar, no de avanzar en la integraci¨®n europea¡±.
¡°Ha llegado el momento del cambio real¡±, dijo Sebastian Kurz, el jovenc¨ªsimo candidato conservador, ganador de las elecciones austriacas. ¡°Es el tiempo de una nueva cultura pol¨ªtica¡±, anunci¨®. Esa nueva cultura pol¨ªtica pasa en parte por derribar parte de los consensos labrados con mimo en Bruselas durante d¨¦cadas. OVP, el partido de Kurz, no es antieuropeo, pero s¨ª defiende una UE contra¨ªda y en la que Bruselas tenga poco o nada que decir en temas como la inmigraci¨®n.
Su visi¨®n de Europa se ver¨¢ en cualquier caso modelada por sus compa?eros de viaje en la coalici¨®n de gobierno. De momento, todo apunta a que Kurz estar¨ªa dispuesto a pactar con la ultraderecha euroesc¨¦ptica FP?, que ya no habla como antes de salir de la UE, pero s¨ª exalta la soberan¨ªa nacional. ¡°Los principios constitucionales de los Estados miembros tienen que tener absoluta prioridad sobre el derecho comunitario¡±, reza el programa del poderoso FP?. Tecnicismos aparte, si algo han dejado claro las elecciones austriacas, es que Viena no compartir¨¢ el hambre de m¨¢s Europa que tambi¨¦n defendi¨® el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean-Claude Juncker, en el arranque del curso pol¨ªtico.
Viena, adem¨¢s, no est¨¢ sola. Hungr¨ªa, Polonia, Eslovaquia y Rep¨²blica Checa miran a Bruselas con creciente distancia e incluso beligerancia. Juntos pelear¨¢n por moldear una UE que no les gusta y por remar, a menudo, en direcci¨®n contraria.
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Por qu¨¦ Merkel volver¨¢ a ser canciller (y qu¨¦ impacto tendr¨¢ en la UE). La dirigente democristiana es la clara favorita en las elecciones que Alemania celebra el 24 de septiembre. ?C¨®mo afectar¨¢ al futuro del proyecto europeo?
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