Los refugiados ¡®desaparecen¡¯ de la batalla electoral en Grecia

El s¨¢bado pasado una inmigrante armenia que cuidaba a un interno en un hospital de Atenas, muri¨® al tirarse por el balc¨®n para evitar un control de la polic¨ªa. No ten¨ªa papeles, pese a llevar veinte a?os en Grecia. Al albur de una feroz crisis econ¨®mica, inmigrantes veteranos y refugiados llegados desde 2015, cuando estall¨® el mayor ¨¦xodo conocido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, sobreviven en un limbo cada vez m¨¢s opaco para la opini¨®n p¨²blica. Incluso la estrella griega de la NBA, Giannis Antetokounmpo, nacido en una familia de inmigrantes nigerianos, manifestaba recientemente su temor a ser deportado en el pasado.

Tambi¨¦n son invisibles para los partidos pol¨ªticos, que en la campa?a de las elecciones que se celebran este domingo han orillado un asunto inflamable: para la ultraderecha, que lo utiliza como munici¨®n ideol¨®gica, pero tambi¨¦n para la izquierda m¨¢s militante y social. Las ONG denuncian el estado de abandono en que sobreviven los migrantes en los campamentos de las islas del Egeo, con un notable repunte de las llegadas desde Turqu¨ªa: en lo que va de a?o, han alcanzado Grecia por mar 12.863 personas, frente a las 5.431 que entraron por v¨ªa terrestre, seg¨²n datos del 30 de junio de Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados. El 31 de mayo hab¨ªa en las islas 15.800 extranjeros y 63.700 en la Grecia continental (79.500 en total), seg¨²n Acnur.

La situaci¨®n es especialmente insostenible en Samos, donde el candidato favorito seg¨²n los sondeos, el conservador Kyriakos Mitsotakis, hizo campa?a el lunes, con una escueta propuesta sobre un asunto que, dijo, ser¨¢ una prioridad para su Gobierno: descongestionar las islas, agilizar los tr¨¢mites de asilo y devolver a Turqu¨ªa a los que no lo obtengan. El pacto migratorio UE-Turqu¨ªa de marzo de 2016, que contempla la devoluci¨®n de todos cuantos no reciban alg¨²n tipo de protecci¨®n internacional, hace tiempo que es papel mojado, pero sin soluciones al hacinamiento insular.?

La implementaci¨®n de este acuerdo por el Gobierno de Syriza ha restado a la formaci¨®n apoyos entre su base m¨¢s militante, la de los movimientos sociales, mientras el resto de partidos pasa como sobre ascuas por el tema, desde el movimiento centroizquierdista Kinal, heredero del antiguo Pasok, a los comunistas. ¡°?C¨®mo voy a votar a un partido que ha aceptado sin rechistar los planteamientos inhumanos e insolidarios de Bruselas?¡±, dice el universitario Kostas Kassimis, votante anterior de Syriza. ¡°No me vale que Tsipras diga en los m¨ªtines que hay que combatir el fascismo y el racismo, lo que hay que hacer es predicar con el ejemplo, y su Gobierno ha hecho buena la indignidad de la UE¡±. Por este motivo Kassimis se plantea votar a la izquierda extraparlamentaria, aunque a¨²n duda (el porcentaje de indecisos oscila entre el 6,6% y el 10%).

Por el flanco de la extrema derecha, el cord¨®n sanitario impuesto alrededor del neonazi Aurora Dorada ¡ªlos Ayuntamientos de Atenas y Sal¨®nica le han denegado el uso de espacio p¨²blico para m¨ªtines¡ª ha contribuido a silenciar su tradicional discurso xen¨®fobo, si bien diversos observatorios constatan un aumento de la violencia racista. El partido, cuya c¨²pula est¨¢ siendo juzgada desde hace cuatro a?os por asociaci¨®n criminal, el asesinato del rapero Pavlos Fysas en 2013 y varios ataques a inmigrantes, tiene un apoyo de entre el 3,2% y el 3,9%: la mitad que en 2015, pero suficiente para sentar a sus esbirros en el Parlamento. Uno de los dos eurodiputados que logr¨® en mayo, Yanis Lag¨®s, encarcelado varios meses por la citada causa, tiene prohibido salir del pa¨ªs por la justicia.

Entre las razones que explican este silencio casi administrativo figura el apag¨®n informativo, que s¨®lo revierten naufragios mortales o episodios de tensi¨®n como los que propician bulos sobre la apertura de las fronteras. ¡°En 2015 y 2016 ten¨ªamos a diario una media de 10 periodistas a la puerta. Hoy echo en falta no ya an¨¢lisis de contexto sobre la cuesti¨®n, sino simple y llanamente informaci¨®n¡±, lamenta Nadina Cristopoulou, fundadora y coordinadora de Melissa, una red de mujeres migrantes que ech¨® a andar en 2015. Tras casi un lustro de ¡°victimizar¡± a los refugiados, en una especie de competici¨®n ¡°a ver qui¨¦n lo pasa peor¡± guiada por una visi¨®n cortoplacista, denuncia la antrop¨®loga, el asunto migratorio es una bomba que ning¨²n partido quiere tocar.

¡°Y el problema ahora es m¨¢s agudo que en 2015 porque hay que gestionar la cotidianidad, es decir, los diferentes pasos de la integraci¨®n, que no son f¨¢ciles¡±, explica sobre los miles de migrantes varados en Grecia desde el cierre de la ruta balc¨¢nica y la aplicaci¨®n del acuerdo con Turqu¨ªa, forzados a quedarse aunque sigan so?ando con Alemania o Suecia. ¡°Es ahora cuando sale a la luz otro nivel de problemas, como la violencia de g¨¦nero, o las necesidades espec¨ªficas, en t¨¦rminos de independencia o empoderamiento, de las refugiadas. Pero hay cierta hipocres¨ªa: los partidos hacen como si no vieran, o no quisieran ver, esta realidad¡±.