Gu¨ªa para conseguir que tu hijo adolescente hable durante la cena
Conectar desde la infancia, ser flexibles o demostrar empat¨ªa son algunas de las claves para que cuando llegue una de las etapas vitales m¨¢s complicadas fluyan las conversaciones en familia
En la ¨²ltima escena de la pel¨ªcula Del rev¨¦s (Inside Out), la madre de la protagonista cuenta lo feliz que es su hija de 12 a?os despu¨¦s de haber lidiado con sus emociones y descubierto el valor de la tristeza. Y augur¨¢ndole un gran futuro, se pregunta: ¡°?Qu¨¦ podr¨ªa salir mal?¡±. La cinta de Pixar dej¨® as¨ª abierta la puerta a una segunda parte con la adolescencia como protagonista, una historia sobre la complicad¨ªsima etapa vital que llegar¨¢ al cine el pr¨®ximo verano con nuevos personajes ¡ªAnsiedad, Aburrimiento, Verg¨¹enza y Envidia¡ª, y que promete retratar ese c¨®ctel emocional al que nos enfrentamos a partir de los 13 a?os y que tanto nos cuesta entender.
¡°Durante la infancia los ni?os y las ni?as hacen lo que les dicen sus padres porque todav¨ªa no conocen el mundo y su cerebro no est¨¢ maduro como para tomar iniciativas. A partir de la adolescencia, uno de los procesos b¨¢sicos de maduraci¨®n del cerebro es adquirir conciencia de tu individualidad, porque tienen que decidir qui¨¦nes son, qui¨¦nes quieren ser y c¨®mo quieren que sea su vida. Como nunca han tenido estos pensamientos de individualidad, no lo saben gestionar bien¡±, explica a EL PA?S David Bueno, bi¨®logo y genetista, profesor en el Departamento de Gen¨¦tica de la Universidad de Barcelona y autor del libro El cerebro del adolescente (editorial Grijalbo).
Este proceso biol¨®gico deriva en multitud de complicaciones y enfrentamientos entre adolescentes y progenitores. Uno de los m¨¢s comunes tiene lugar al sentarse juntos en la mesa. Es entonces cuando padres y madres dispuestos a charlar ¡ªbien por sonsacar informaci¨®n o solo por amenizar la cena¡ª se encuentran con un muro de monos¨ªlabos y malas caras que intentan solventar a trav¨¦s de t¨¢cticas, no siempre acertadas, que pueden desatar la guerra en casa. Una mala gesti¨®n que no deja de ser sorprendente, ya que todos (padres y madres) han pasado por el mismo estado en alg¨²n momento.
¡°Perdemos la perspectiva de cuando ¨¦ramos adolescentes. El cerebro acumula todas nuestras experiencias pasadas, pero siempre intenta interpretarlo desde el presente, y nos da la sensaci¨®n de que todo lo que hicimos en la adolescencia lo pensamos para terminar siendo lo que somos ahora¡±, apunta Bueno. ¡°No nos acordamos de las mil tonter¨ªas que hicimos. O nos acordamos, pero es como si no formase parte de esta l¨ªnea contin¨²a que nos da la sensaci¨®n de haber ido siguiendo. Y por eso nos cuesta tanto entenderlos¡±, a?ade.
Entonces la soluci¨®n parece sencilla: tratar a los adolescentes con empat¨ªa podr¨ªa ser el camino que les lleve a padres y madres a disfrutar de una cena en armon¨ªa.
1. Ponte en su lugar
A los progenitores ya se les ha olvidado, pero los adolescentes est¨¢n sometidos a niveles de estr¨¦s mucho m¨¢s elevados que los suyos ¡°porque est¨¢n viviendo dentro del mundo de los adultos, pero ese mundo no lo entienden. Se encierran en s¨ª mismos porque muchas veces consideran que el hablar con los progenitores es como perder su intimidad¡±. Para ayudarles a gestionarlo, Bueno recomienda ser conscientes de que esto ocurre, y estar pendientes para no a?adir m¨¢s estr¨¦s. ¡°Cuando hacen alguna cosa que deba ser corregida, no siempre lo mejor es amonestarlos en ese instante. A veces, es preferible esperar para darles tiempo a que ellos mismos piensen sobre lo que ha sucedido, y despu¨¦s hablarlo. Si baja su estr¨¦s y se sienten m¨¢s confiados se abrir¨¢n mucho m¨¢s¡±.
2. Cuanto antes, mejor
Bueno cree que para conseguir resultados hay que empezar a trabajar a?os antes: ¡°Si queremos conversar abiertamente con nuestros adolescentes, primero tendremos que haber sentado unas bases durante la infancia¡±. ¡°No cogemos el h¨¢bito de mantener conversaciones en familia¡±, prosigue, ¡°as¨ª que cuando queremos mantenerlas, como no haya un h¨¢bito, es m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa. Tendr¨ªamos que hacer siempre al menos una comida juntos con nuestros hijos, precisamente por esto, para que hablemos los adultos entre nosotros y que nos escuchen, les dejemos participar y les escuchemos con atenci¨®n, aunque sus opiniones a veces nos parezcan pueriles¡±. Solo sabiendo que se les presta atenci¨®n y que se respetan sus juicios, adoptar¨¢n el h¨¢bito de conversar: ¡°As¨ª no tendr¨¢n verg¨¹enza o miedo a hablar. O no pensar¨¢n: para qu¨¦ voy a hablar si, total, no me van a escuchar¡±.
3. Habla de todo
Pero, a veces, el problema no es la falta de conversaciones, sino la autocensura que los padres y madres ponen ante determinados temas, bien porque no saben c¨®mo enfrentarse a ellos ¡ªasuntos delicados como las enfermedades o la muerte¡ª, o porque piensan que los ni?os y las ni?as no les van a entender. ¡°Ellos nos van a responder como ni?os, y cuando nos dirijamos a ellos tenemos que hacerlo con su registro, pero tienen que escucharnos hablar de cualquier tema, de pol¨ªtica, econom¨ªa, sociedad, o del vecino de arriba, y preguntarles por lo que sucede en su entorno, con su lenguaje y con su vocabulario. Escucharles y darles nuestra opini¨®n si nos la piden. Si no les estaremos infantilizando¡±, se?ala el experto. Adem¨¢s, ¡°a los ni?os, ?les hablamos nosotros de nuestros amigos? ?Y de nuestros compa?eros de trabajo? Entonces, no les podemos exigir que nos hablen de sus amigos o compa?eros. Hay que predicar con el ejemplo¡±, reflexiona Bueno.
4. S¨¦ flexible
Por mucho que se pongan los cimientos en la infancia, la adolescencia no perdona y es posible que aun as¨ª los padres y madres se encuentren con dificultades en la comunicaci¨®n. El experto en Biolog¨ªa avisa de que si se les atosiga se van a cerrar en banda, y aunque considera que reunirse en la mesa es fundamental para relacionarse en familia, se debe ser un poco m¨¢s permisivos con los horarios y las rutinas durante la adolescencia: ¡°Hay que respetarles porque ellos est¨¢n aprendiendo lo que es el respeto. Si no se les respeta, ellos no les van a respetar a ellos¡±. Eso no significa que no existan las normas, pero s¨ª que traten de buscar un equilibrio entre los dos extremos: ¡°Respetarles, pero darles a entender que ese tema que queramos abordar lo hablaremos ma?ana o pasado¡±.
5. Utiliza la t¨¢ctica del hijo de una amiga
Con los hijos e hijas, a los progenitores se les olvida, pero en cualquier relaci¨®n entre adultos tratan de decir las cosas de una forma m¨¢s sutil y menos directa. Si se quiere obtener una informaci¨®n determinada de los adolescentes sin que se sientan inc¨®modos o atacados, el bi¨®logo y genetista recomienda utilizar un m¨¦todo con el que se traslade el tema que se quiere abordar a terceras personas. ¡°Cuando queremos comentarles algo que sabemos que no se lo van a tomar bien, lo mejor es despersonalizarlo, es decir, inventarnos una historia para explicar lo que queremos que oigan¡±, explica el experto. ¡°A mi amiga, su hija le ha dicho que le est¨¢ sucediendo, no s¨¦ qu¨¦¡ y me ha preguntado qu¨¦ pienso, pero yo ya no soy adolescente, no s¨¦ qu¨¦ pensar. T¨² que s¨ª eres adolescente, ?qu¨¦ consejo le dar¨ªas?¡±. Y advierte: ¡°Hay que hacerlo con sutileza, porque si no nos van a ver enseguida¡±, ejemplifica Bueno.
6. Interpreta las se?ales
Esa sutileza en el trato aparecer¨¢ cuando los padres y madres se den cuenta de que ya no son ni?os o ni?as, y que deben relacionarse entre personas adultas. ¡°Hay que estar pendientes, y ver el d¨ªa que abrimos la puerta y nos empiezan a mirar mal porque no hemos pedido permiso. Ya sabemos que a partir de ese d¨ªa hay que llamar a la puerta, como har¨ªamos como con un adulto, y abrirla lentamente mientras empezamos a contarles lo que queremos para darles un tiempo a reaccionar¡±, prosigue Bueno. Porque conseguir que los adolescentes conversen en la mesa no es un trabajo que se limita solo al tiempo de la cena, sino que abarca todas las situaciones del d¨ªa a d¨ªa en casa y, seg¨²n informa el bi¨®logo, ¡°la paternidad se vive con m¨¢s satisfacci¨®n si estableces estas relaciones, sabiendo que no te lo van a contar todo, pero nosotros tampoco lo cont¨¢bamos todo¡±.
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