La lucha interminable para el asilo LGTBI
Solo el 5% de las solicitudes estudiadas en 2020 en Espa?a conceden la protecci¨®n internacional, pero no hay cifras sobre cu¨¢ntas son por orientaci¨®n sexual
Un a?o y medio despu¨¦s de presentar su solicitud de asilo en Madrid, Hamza Merchich, joven marroqu¨ª de 24 a?os, est¨¢ a punto de quedarse en la calle. ¡°Mi ayuda econ¨®mica terminar¨¢ este mes y no encuentro un trabajo¡±, afirma. Este azafato de una l¨ªnea a¨¦rea de vuelos internacionales, que habla cuatro idiomas y se define como gay no binario (no se identifica con un g¨¦nero en particular), huy¨® hace 18 meses de Casablanca (Marruecos). Fue despu¨¦s de recibir una carta de despido de la empresa aeron¨¢utica en la que trabajaba, que le recomend¨® seguir una terapia psicol¨®gica por su orientaci¨®n sexual para poder conservar su puesto. Obtuvo poco m¨¢s tarde un empleo de teleoperador y con el dinero ahorrado durante dos a?os vol¨® a Espa?a. Consigui¨® un visado, pero ahora se enfrenta a un nuevo reto: conseguir un sustento que le permita sobrevivir mientras espera una respuesta a la petici¨®n de protecci¨®n internacional que present¨® el 17 de enero de 2020.
Mientras en algunos pa¨ªses encarcelan a personas del colectivo LGTBI, los que logran escapar hacia el sue?o del asilo espa?ol se enfrentan al riesgo de terminar en la calle. La burocracia del sistema y la discriminaci¨®n que persiste en la sociedad amenazan la posibilidad de una vida mejor para estos migrantes. A la haza?a de cruzar la frontera se suma el reto de conseguir recursos para sobrevivir mientras esperan la respuesta a su petici¨®n. Eva Men¨¦ndez, especialista de g¨¦nero de ACNUR Espa?a, estima que las resoluciones pueden tardar hasta cinco veces m¨¢s de lo que marca la ley. Adem¨¢s, los solicitantes deben superar barreras como el desempleo, el idioma y las diferencias culturales.
A partir de este mes de agosto, Merchich dejar¨¢ de recibir el apoyo que el Gobierno otorga durante a?o y medio a los solicitantes que se encuentran en situaci¨®n de vulnerabilidad, como establece la ley de asilo. De febrero a julio de 2020, recib¨ªa 300 euros al mes, adem¨¢s de un techo bajo el que vivir, y desde entonces hasta el pasado 28 de junio, 670 euros. No obstante, el marroqu¨ª no sabe c¨®mo pagar¨¢ un alquiler en Madrid si no consigue un empleo, pese a contar con un permiso de trabajo. ¡°La realidad es que las empresas no quieren contratar a personas que tienen papeles temporales¡±, declara mientras muestra el documento que obtuvo hace un a?o. Sus opciones para conseguir empleo y recursos se agotan. Merchich, que se considera perseguido en su pa¨ªs por su orientaci¨®n sexual, asegura que tiene amigas transexuales que ¡°ejercen la prostituci¨®n para sobrevivir¡±. ¡°Yo no quiero hacerlo, pero estoy en una situaci¨®n complicada y me siento un poco obligado¡±, confiesa.
Pese a que la legislaci¨®n marca un plazo de seis meses para resolver las solicitudes, una vez admitidas a tr¨¢mite, el sistema de asilo arrastra deficiencias que alargan los tiempos de respuesta. Men¨¦ndez afirma que las peticiones dif¨ªcilmente son instruidas en seis meses y llegan a tardar m¨¢s de tres a?os. ¡°Esto tiene un impacto muy fuerte en las personas migrantes porque su vida pende del resultado de la solicitud¡±, indica.
La cantidad de peticiones denegadas tambi¨¦n nubla la esperanza de quienes buscan protecci¨®n internacional. Este tipo de asilo constituye la m¨¢xima protecci¨®n para aquellos que huyen de la persecuci¨®n que sufren en sus pa¨ªses ¡°por motivos de raza, religi¨®n, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones pol¨ªticas¡±, seg¨²n lo establecido en la Convenci¨®n sobre los Refugiados de Ginebra, firmada por Espa?a. Solo 5.700 personas la consiguieron en 2020, es decir, menos del 5% de las 114.919 solicitudes totales de asilo estudiadas ¡ªpor cuestiones pol¨ªticas, g¨¦nero, raza, etc¨¦tera¡ª, seg¨²n el ¨²ltimo informe de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR). Aunque Men¨¦ndez estima que la orientaci¨®n sexual es uno de los principales motivos por los que se pide esta protecci¨®n, no existen cifras oficiales sobre este colectivo doblemente vulnerable. ¡°Este es uno de los grandes retos que siempre nos encontramos en Espa?a con el tema del asilo, que falta una mejor recogida y presentaci¨®n de los datos, para analizar l¨®gicamente tendencias, lagunas y necesidades¡±, apunta.
El miedo a tener que regresar a la pesadilla de la que huy¨® atormenta a Merchich: ¡°Cuando era peque?o mis compa?eros de clase me ense?aban el porno gay y me dec¨ªan: ¡®?Ellos son animales como t¨²!¡±. Para el an¨¢lisis de su caso, Merchich ha tenido que presentar pruebas ante la Oficina de Asilo y Refugio sobre la violencia que padec¨ªa en Marruecos. Entre ellas, una carta firmada por su familia paterna con amenazas para que abandonara el pa¨ªs por ¡°no ser normal¡±, y el certificado m¨¦dico que prueba que fue v¨ªctima de abuso sexual en la escuela. Su pa¨ªs castiga hasta con tres a?os de prisi¨®n la homosexualidad, al igual que otros como Camer¨²n, Sud¨¢n, Kenia, Malaui o Zambia. La represi¨®n hacia el colectivo LGTBI llega hasta la pena de muerte en Ir¨¢n, Afganist¨¢n, Pakist¨¢n y Somalia.
La activista lesbiana Danielle Mboume (30 a?os, Camer¨²n) explica el sentimiento de desamparo de quienes, como ella, intentan poner en orden sus papeles mientras buscan alojamiento y manutenci¨®n al llegar a Espa?a: ¡°Recibes la ayuda de la solicitud de asilo entre un a?o y medio y dos a?os, pero ?qu¨¦ haces cuando se acaba?¡±. Mboume tard¨® un a?o en obtener una respuesta a su petici¨®n. A los 19 lleg¨® en una patera a Ceuta, donde fue rescatada por la Guardia Civil junto con su actual esposa. ¡°Nos llevaron a la comisar¨ªa y luego nos derivaron al CETI ¡ªCentro de Estancia Temporal para Inmigrantes¡ª. All¨ª nos hablaron del asilo, me sent¨ª identificada y lo ped¨ª¡±, explica.
Una d¨¦cada despu¨¦s de haber conseguido el estatuto de refugiada, Mboume a¨²n sufre discriminaci¨®n y desempleo. ¡°En febrero de 2020 abandon¨¦ un trabajo porque no aguantaba los chistes hacia mi orientaci¨®n sexual¡±, relata. ¡°Adem¨¢s de racismo y homofobia, tambi¨¦n sufrimos xenofobia¡±, sentencia. Al igual que Merchich, Mboume espera conseguir pronto un sustento, aunque lamenta que a veces ¡°es muy dif¨ªcil¡± porque no les queda m¨¢s remedio que acceder ¡°a los trabajos m¨¢s precarios¡±.
Aunque su camino no ha sido f¨¢cil, ambos conservan el anhelo de dejar atr¨¢s el miedo de terminar en una prisi¨®n al otro lado de la frontera. Mboume desea rescatar la Asociaci¨®n D¨ªa-D¨ªa ?frica Libertad, que fund¨® en 2014, para apoyar a otras mujeres migrantes. Mientras, Merchich sue?a con volver a ser azafato, como lo hac¨ªa antes de ser despedido en su pa¨ªs, y probar suerte en el mundo de la moda. ¡°En Marruecos yo no podr¨ªa tener el pelo largo ni salir a la calle como una chica, con tacones y maquillaje¡±, expresa con alivio.
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