Volver a la austeridad en Europa es un viaje a ninguna parte
Urge pasar en la UE de una mentalidad de econom¨ªa peque?a y abierta a otra globalizada, pero con fuerte demanda interna y capacidad para moldear los equilibrios geoecon¨®micos
No existe una sola receta econ¨®mica para la prosperidad. Se puede ser un pa¨ªs rico, con pleno empleo, una econom¨ªa eminentemente exportadora y f¨¦rrea disciplina fiscal, como Alemania, o una econom¨ªa menos austera, apoyada en el motor del consumo interno, como Estados Unidos. Aunque la literatura acad¨¦mica muestra que no es f¨¢cil transitar de un paradigma macroecon¨®mico a otro, los momentos de crisis son puntos de inflexi¨®n que abren posibilidades hasta entonces inasumibles.
Sirva como ejemplo la crisis financiera que nos golpe¨® entre 2008 y 2013. En la zona euro ¡ªsobre todo en pa¨ªses del sur¡ª se opt¨® por ¡°germanizar¡± la econom¨ªa mediante devaluaciones internas y recortes de gasto p¨²blico, que llevaron a un bum exportador y a un elevado super¨¢vit externo, pero generaron un intenso descontento social, aumentos de la desigualdad e inestabilidad pol¨ªtica. En 2020, la pandemia abri¨® un par¨¦ntesis a este paradigma, con pol¨ªticas de expansi¨®n fiscal y monetaria sin precedentes que han resultado muy exitosas. La respuesta europea se complement¨® con un esfuerzo coordinado del que nacieron los fondos Next Generation.
Pero en 2022, cuando el rebote econ¨®mico poscovid permit¨ªa alcanzar las tasas de desempleo m¨¢s bajas de la historia reciente, la invasi¨®n rusa de Ucrania ensombreci¨® las perspectivas. La cuesti¨®n, en un entorno de incertidumbre, guerra en Europa y pol¨ªticas monetarias cada vez m¨¢s restrictivas, es qu¨¦ papel debe jugar la pol¨ªtica presupuestaria. Aunque la camisa de fuerza de las reglas fiscales europeas sigue suspendida, se ha reabierto el debate sobre la conveniencia de retomar las pol¨ªticas de austeridad.
Como explicamos a continuaci¨®n, el actual entorno internacional es poco propicio para repetir la estrategia de ajustes y exportaciones. En la d¨¦cada pasada, la austeridad se impuso para consolidar las cuentas p¨²blicas y bajar las primas de riesgo en algunos pa¨ªses de la eurozona. Al margen de las imprecisiones de aquel relato, lo cierto es que estos palos ven¨ªan acompa?ados de importantes zanahorias. La devaluaci¨®n interna ¡ªinstrumentada sobre todo mediante bajadas salariales¡ª se presentaba como un instrumento ¨²til para promover la competitividad-precio de las exportaciones. Es ah¨ª donde, seg¨²n el relato oficial, radicaba la pujanza de econom¨ªas mod¨¦licas como la alemana. As¨ª, la prosperidad generada por el bum exportador y la entrada de capitales compensar¨ªa con creces los sacrificios salariales.
Dar prioridad a las exportaciones como motor de crecimiento implica depender m¨¢s del resto del mundo que de la demanda interna. Y es aqu¨ª donde, en comparaci¨®n con la crisis de 2008, ahora nos enfrentamos a un panorama poco alentador. Esto es as¨ª porque las pol¨ªticas de devaluaci¨®n interna no siempre contribuyen a potenciar las exportaciones: tienen que darse tres condiciones clave en la econom¨ªa internacional.
La primera es un clima que facilite el comercio global. Este requisito hoy est¨¢ tocado, pero no hundido. Pese a las noticias recurrentes sobre su muerte, la globalizaci¨®n goza de una mala salud de hierro. Reconstruir cadenas de suministro globales conlleva costes ¡ªen t¨¦rminos de fricciones comerciales e inflaci¨®n¡ª que la mayor parte de Estados y sociedades no est¨¢n dispuestos a asumir. Los planes de recuperaci¨®n pospandemia traen consigo apuestas para acortar cadenas de suministros estrat¨¦gicas ¡ªcomo los microchips o el material sanitario¡ª y se est¨¢ produciendo una tendencia hacia la regionalizaci¨®n comercial y la reubicaci¨®n de partes de las cadenas de producci¨®n en econom¨ªas con gobiernos menos asertivos que los de Mosc¨² o Pek¨ªn (en ingl¨¦s lo llaman friend-shoring). Esto supone que el comercio y las inversiones internacionales se est¨¢n reconfigurando y transformando cualitativamente, pero que su importancia no disminuir¨¢ demasiado.
La segunda condici¨®n es que otros pa¨ªses hagan pol¨ªticas fiscales expansivas. Al fin y al cabo, si todos aplicasen una estrategia exportadora a la vez, la Tierra se ver¨ªa obligada a obtener un super¨¢vit comercial con Marte. Por suerte para la UE, en la d¨¦cada de 2010 otras econom¨ªas s¨ª optaron por abrir el grifo del gasto, que vino adem¨¢s acompa?ado por expansiones monetarias que facilitaron la recuperaci¨®n de su demanda agregada. De hecho, el crecimiento poscrisis de alumnos mod¨¦licos de la austeridad, como Irlanda y Alemania, no se explica sin los programas de est¨ªmulo fiscal que llevaron a cabo la econom¨ªa estadounidense (altamente entrelazada con la irlandesa) y la china (que se convirti¨® en un destino prioritario para las exportaciones alemanas).
Hoy, Pek¨ªn contin¨²a confinando a su poblaci¨®n para lidiar con las nuevas variantes de la covid-19. En Washington, la Reserva Federal ha optado por endurecer la pol¨ªtica monetaria. Todo ello sugiere que ni China ni Estados Unidos desempe?ar¨¢n el papel que jugaron en la d¨¦cada anterior. Algo parecido se puede decir del conjunto de las econom¨ªas emergentes, que pasan por dificultades econ¨®micas importantes. No habr¨¢, por tanto, una demanda global para las exportaciones europeas como en el pasado.
El tercer requisito es que exista fiabilidad por parte de los pa¨ªses con los que se comercia y de los que se depende para productos clave. Los europeos pensaban que la interdependencia econ¨®mica har¨ªa converger a los dem¨¢s con el modelo de capitalismo occidental, pero la guerra en Ucrania ha demostrado que esto era una ilusi¨®n. La invasi¨®n rusa confirma que profundizar v¨ªnculos comerciales para reconducir tensiones pol¨ªticas entre diferentes Estados en ocasiones es contraproducente. Esta estrategia no solo no ha logrado mitigar los desencuentros entre Bruselas y Mosc¨², sino que ha acrecentado una profunda dependencia de los hidrocarburos rusos, sobre todo por parte de Alemania, que nos vuelve muy vulnerables.
En ¨²ltima instancia, son estas consideraciones pol¨ªticas las que obstaculizan un retorno al paradigma de austeridad y exportaciones que facilit¨® la recuperaci¨®n tras la crisis financiera. Por eso, incluso Alemania acaba de entrar en d¨¦ficit comercial por primera vez desde 1991. De ahora en adelante, la pol¨ªtica econ¨®mica de la UE tendr¨¢ que encajar dentro de un esquema integral destinado a lograr autonom¨ªa estrat¨¦gica, en el que ser¨ªa recomendable pensar en un paradigma de crecimiento diferente.
Pa¨ªses como Espa?a a¨²n necesitan contener sus d¨¦ficits p¨²blicos estructurales, as¨ª como estabilizar y reducir sus ratios de endeudamiento a medio y largo plazo, preferiblemente mediante crecimiento derivado de inversiones y reformas. Pero los ¨¢rboles no deben impedirnos ver el bosque. El conjunto de la zona euro, con una ratio de deuda/PIB en el entorno del 100% ¡ªpor debajo de Estados Unidos o Jap¨®n¡ª dispone de un amplio margen de maniobra para utilizar la pol¨ªtica fiscal como herramienta de estabilizaci¨®n del ciclo econ¨®mico, as¨ª como para apoyar a los sectores vulnerables m¨¢s afectados por la subida de los precios de la energ¨ªa y los alimentos. Y esto es as¨ª incluso en un contexto de subida de los tipos de inter¨¦s.
En la nueva realidad econ¨®mica y geopol¨ªtica, caracterizada por las presiones desglobalizadoras y el antagonismo entre grandes potencias, ya no resulta viable un modelo de crecimiento tan basado en el sector exterior. Esto obliga a replantear el paradigma de devaluaci¨®n salarial y crecimiento en Europa. Urge pasar de la mentalidad de econom¨ªa peque?a y abierta a una de econom¨ªa globalizada, pero con fuerte demanda interna y capacidad para moldear los equilibrios geoecon¨®micos. Esto requerir¨¢ avances en la pol¨ªtica industrial y la uni¨®n fiscal para reforzar el papel internacional del euro. Tambi¨¦n exigir¨¢ poner en valor el papel del gasto p¨²blico como inversi¨®n, garante de la estabilidad social y potenciador de crecimiento. La filosof¨ªa de Next Generation, donde la zanahoria de los fondos est¨¢ condicionada a las reformas e inversiones, es el mejor camino a seguir para Europa.
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