Mirar de frente la crisis clim¨¢tica
Las altas temperaturas de este verano y la sequ¨ªa obligan a abordar con decisi¨®n los m¨²ltiples riesgos del calentamiento

Solo en Espa?a, tres olas de calor sucesivas han dejado este verano temperaturas por encima de 40¡ã en numerosas localidades, con algunos registros completamente extraordinarios en todo el pa¨ªs. En Valencia los term¨®metros llegaron a 46,8¡ã, una marca ins¨®lita que supera en 3,4 grados el anterior r¨¦cord. Julio ha sido el mes m¨¢s c¨¢lido jam¨¢s registrado en la Tierra, con una temperatura media global 1,5¡ã por encima de los niveles preindustriales, el l¨ªmite que el Acuerdo de Par¨ªs fija que no se deber¨ªa sobrepasar a finales de siglo. Casi nueve millones de espa?oles sufren alg¨²n tipo de restricciones de agua tras meses de sequ¨ªa. Y las afecciones de las lagunas de Do?ana o la lenta agon¨ªa de los glaciares del Pirineo son otras dos fotograf¨ªas que definen una situaci¨®n verdaderamente inquietante. Cada d¨ªa se acumulan m¨¢s evidencias de la creciente amenaza que el cambio clim¨¢tico causado por el hombre supone para el bienestar de las generaciones actuales y futuras, sus riesgos y efectos son m¨²ltiples y algunos solo comenzamos a atisbarlos. Y esto ocurre mientras en Espa?a han entrado a gobernar en comunidades y ayuntamientos fuerzas pol¨ªticas que niegan esta realidad, infravaloran su importancia o ridiculizan las imprescindibles medidas para combatir sus efectos.
Hay determinados cambios en el clima que est¨¢n llegando m¨¢s r¨¢pido de lo esperado, con un aumento de temperaturas a un ritmo sin precedentes, explicaba la semana pasada en este peri¨®dico Jim Skea, el nuevo presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico (IPCC). El sexto informe de evaluaci¨®n de este grupo de Naciones Unidas, publicado en marzo, advert¨ªa de los m¨²ltiples efectos que la emergencia medioambiental tiene sobre el conjunto de las sociedades, especialmente las m¨¢s vulnerables, en un escenario que ir¨¢ empeorando, con mayor n¨²mero de impactos combinados al mismo tiempo. La subida de las temperaturas por las emisiones de gases de efecto invernadero introduce infinidad de nuevas variables que se extienden a m¨²ltiples aspectos econ¨®micos, sociales y pol¨ªticos. Esta crisis es un complejo fen¨®meno transversal: algunos de sus impactos requieren solo de peque?os ajustes, pero hay otros cuyos riesgos apuntan directamente a ¨¢reas tan relevantes como puedan ser la salud humana o la de los ecosistemas, o afectan a sectores econ¨®micos estrat¨¦gicos, como el turismo, la agricultura, las infraestructuras, el transporte, la seguridad, las finanzas o el patrimonio cultural, en el caso de Espa?a.
Las advertencias de los expertos son ya innumerables y lo bastante graves como para actuar contra el calentamiento con mayor velocidad y contundencia. El mensaje que dej¨® el citado informe del IPCC es claro: estamos a tiempo de detener las peores consecuencias de la crisis, pero hacen falta medidas m¨¢s ambiciosas que supongan reducciones profundas, r¨¢pidas y sostenidas de los gases de efecto invernadero. Espa?a se comprometi¨® en la ley de cambio clim¨¢tico a reducir en 2030 las emisiones de dichos gases en al menos un 23% con respecto a 1990 y a alcanzar la neutralidad clim¨¢tica antes de 2050. Debe cumplir con los recortes que le tocan y, a la vez, exigir a los otros pa¨ªses que hagan su parte: la regi¨®n mediterr¨¢nea es de las que m¨¢s tienen que perder con una emergencia que puede elevar la falta de recursos h¨ªdricos y aumentar las sequ¨ªas. Como recuerda el programa de la presidencia espa?ola del Consejo de la UE, los Veintisiete deben acelerar la transici¨®n ecol¨®gica para contribuir de forma efectiva a la lucha contra el cambio clim¨¢tico sin comprometer su prosperidad. De la pr¨®xima cumbre del clima, la COP28, que se celebrar¨¢ en diciembre en Dub¨¢i, deber¨ªan salir compromisos firmes y reales para el cumplimiento estricto del Acuerdo de Par¨ªs, ¨²nica forma de aprovechar las oportunidades que quedan y evitar el desastre.
Resulta esencial rebajar de forma dr¨¢stica las emisiones mundiales, pero, al tiempo, Espa?a, tanto el Gobierno como el resto de sus administraciones, tiene que prepararse sin dilaci¨®n para lo que viene. Y anticiparse a las peores consecuencias requiere analizar antes las amenazas. Un informe elaborado en 2021 por Transici¨®n Ecol¨®gica identific¨® hasta 73 riesgos ¡ª34 considerados como m¨¢s urgentes¡ª en 10 ¨¢mbitos, de los recursos h¨ªdricos al transporte o de la salud al turismo. Todo esto no agota los impactos cuando, por ejemplo, sequ¨ªas y hambrunas en diversas partes del mundo se traducen en migraciones forzadas por la simple supervivencia que representan enormes desaf¨ªos de seguridad, econ¨®micos o sociales para las naciones m¨¢s desarrolladas. Los costes no son exclusivamente econ¨®micos ¡ªlas p¨¦rdidas directas en Espa?a solo por los eventos extremos ligados a la meteorolog¨ªa y el clima superan los 64.800 millones desde 1980, seg¨²n estimaciones de la Agencia Europea de Medio Ambiente¡ª, sino tambi¨¦n en vidas: el extremo calor del verano de 2022 en Europa est¨¢ detr¨¢s de 61.672 muertes prematuras en 35 pa¨ªses europeos, 11.324 de ellas en Espa?a, seg¨²n un estudio de Nature Medicine.
Avanzamos hacia un clima que en buena medida desconocemos. Adaptarse a sus nuevos par¨¢metros permitir¨¢ amortiguar los peores efectos. Algunos son muy claros, como en la agricultura o en los ecosistemas naturales, pero otros riesgos presentan mayor n¨²mero de incertidumbres. Lo que est¨¢ en juego tiene demasiado valor como para no prestarle atenci¨®n.
Pese a la ins¨®lita persistencia de voces negacionistas, desde quienes se empe?an en difundir bulos medioambientales de todo tipo a los ayuntamientos que retrasan la implantaci¨®n de zonas de bajas emisiones o eliminan carriles bici, abordar toda la panoplia de riesgos de la crisis clim¨¢tica e impulsar la transici¨®n ecol¨®gica resulta, literalmente, vital. De lo contrario, nos estaremos haciendo trampas y mirando hacia otra parte.
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