Vox nos da igual
La campa?a en la calle contra la amnist¨ªa instrumentaliza el lenguaje del patriotismo para disimular que su objetivo es la lucha por el poder y la frustraci¨®n por no haberlo conseguido
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta la derecha espa?ola es no haberse dotado de un discurso cultural que le permita marcar distancias con Vox. As¨ª, una gran noche Esperanza Aguirre anima a invadir la v¨ªa p¨²blica para protestar frente a la sede del PSOE y, de repente, sin darte cuenta, tienes trumpismo cotidiano en su variante ca?¨ª o cayetana sin que se activen las alertas democr¨¢ticas del sector conservador al ver en directo c¨®mo tu lideresa llama ¡°hijo de puta¡± al presidente del Gobierno al tiempo que coagula en la calle un movimiento neofranquista que patrimonializa con violencia una idea excluyente de naci¨®n. No ha sido casualidad. Desde 2018, apenas se ha elaborado una alternativa moderada; solo val¨ªa la ofensiva. Durante los ¨²ltimos a?os, tras la implosi¨®n de Ciudadanos, la mayor¨ªa de los sat¨¦lites intelectuales que est¨¢n orbitando en torno al PP han concentrado sus esfuerzos ideol¨®gicos en la construcci¨®n del monstruo del sanchismo. Ahora, de una manera ag¨®nica, llevan hasta el paroxismo esta apuesta militante. La paradoja es que, a pesar de presentarse como adalides de la defensa del Estado de derecho, no est¨¢n en condiciones de reaccionar cuando conceptos como dictadura, golpe de Estado o guerra civil se normalizan en el debate pol¨ªtico. Mejor hag¨¢monos unas risas: me gusta la fruta porque, en realidad, Vox nos da igual.
Acaba de publicarse El peso del tiempo, de Oriol Bartomeus. La tesis principal del ensayo es que la situaci¨®n pol¨ªtica que atraviesa Espa?a responde a la intensidad de un profundo cambio generacional que apenas ha sido advertido y que se ha sincronizado con la solidificaci¨®n de un mundo muy distinto al que dio forma la generaci¨®n que hizo y vivi¨® la Transici¨®n. Uno de los elementos que configuran este nuevo mundo, al decir de Bartomeus, es la existencia del que denomina con iron¨ªa ¡°complejo electoral industrial¡±: asesores, consultores y lobistas, agencias de comunicaci¨®n o expertos en demoscopia, pero tambi¨¦n tertulianos profesionales o medios de comunicaci¨®n cuya funci¨®n es excitar al elector y actuar como interesados aceleradores de polarizaci¨®n. Son centenares de personas que dependen de captar la atenci¨®n y, en el caso de la mayor¨ªa del ecosistema comunicativo de Madrid, su viabilidad los vincula al poder econ¨®mico e institucional que se concentra en la capital. La retroalimentaci¨®n entre dicho poder y el discurso que se elabora y propaga desde esos medios es evidente. Y dir¨ªa que el PP tiene un problema con esta din¨¢mica, porque ese discurso que se chala con el sanchismo, si sigue con su actual deriva argumental, solo puede radicalizarse e impedir la necesaria deslegitimaci¨®n liberal y conservadora de Vox, que hoy es la principal amenaza democr¨¢tica en Espa?a como los nacionalismos populistas lo son en el resto de Europa.
Claro que el sanchismo debe ser discutido. Claro que el relato de Junts en el acuerdo con el PSOE es una infamia. Claro que la ley de amnist¨ªa, cuyo fundamento c¨ªvico es problem¨¢tico, se ha tramitado porque S¨¢nchez no habr¨ªa sido investido sin ella. Pero la campa?a en la calle contra la amnist¨ªa, cuyos principales impulsores son los partidos que esperaban gobernar y que cuentan con el apoyo de su ¡°complejo electoral industrial¡±, no est¨¢ planteada como una discusi¨®n sobre la constitucionalidad de una medida sin duda excepcional, sino que instrumentaliza el lenguaje del patriotismo y se excitan las pasiones tribales para disimular cu¨¢l es su objetivo pol¨ªtico real: la lucha por el poder y la frustraci¨®n por no haberlo conseguido cuando se consideraba que caer¨ªa como una fruta madura. No ocurri¨® as¨ª. ¡°Las estrategias de la crispaci¨®n de las que venimos a hablar¡±, le dice Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall a ??igo Errej¨®n dialogando en el ¨²ltimo n¨²mero de tintaLibre, ¡°tienen que ver con estrategias de hacerse con el poder para dividir la fortaleza que pueda tener el adversario, de desmovilizar a los votantes del adversario, de bloquear algunas pol¨ªticas que han sido una obsesi¨®n para ellos¡±. As¨ª estamos. Mientras esa estrategia no sea problematizada, en el fondo, estaremos diciendo que Vox nos da igual.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Opini¨®n
- Espa?a
- Pol¨ªtica
- Partidos pol¨ªticos
- PP
- Vox
- Extrema derecha
- Ultraderecha
- Populismo
- Partidos ultraderecha
- PSOE
- JuntsxCat
- Pedro S¨¢nchez
- Investidura parlamentaria Pedro S¨¢nchez 2023
- Amnist¨ªa
- Pactos pol¨ªticos
- Pactos postelectorales
- Constituci¨®n Espa?ola
- Manifestaciones
- Disturbios
- Violencia callejera
- Esperanza Aguirre
- Isabel D¨ªaz Ayuso
- Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall
- ??igo Errej¨®n
- TintaLibre