Un mundo desordenado
El resurgimiento con fuerza de las guerras y la crisis de legitimidad de las democracias liberales socavan el orden internacional sin perfilar una alternativa clara
El mundo parece cada vez m¨¢s descontrolado. La guerra entre Estados nunca hab¨ªa desaparecido del todo, pero resurge con fuerza en estos a?os, en Ucrania y en Oriente Pr¨®ximo. A su vez, sigue en aumento el n¨²mero de guerras civiles en muchos pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, sobre todo en el ?frica subsahariana, en Oriente Pr¨®ximo y en el sur de Asia. Por si todo esto no fuera suficiente, algunas democracias est¨¢n flaqueando, especialmente en pa¨ªses de renta media o baja. En los pa¨ªses desarrollados, la derecha radical crece, la opini¨®n p¨²blica se deja arrastrar hacia posturas xen¨®fobas, excluyentes y regresivas. No es un panorama halag¨¹e?o, se mire como se mire.
El mundo cambi¨® el rumbo hace poco m¨¢s de una d¨¦cada. Examinando diversos indicadores, a los que luego me referir¨¦ con mayor detalle, cabe afirmar que en torno al a?o 2012 se produjo un viraje cuyas consecuencias estamos notando ya con fuerza.
Comencemos distinguiendo tres periodos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El primero corresponde a la Guerra Fr¨ªa, cubre los a?os 1945-1989. Hubo entonces un mundo bipolar, dominado por Estados Unidos (democracia liberal y econom¨ªa capitalista) y la Uni¨®n Sovi¨¦tica (dictadura del proletariado y econom¨ªa planificada). Aunque gracias en buena medida a la disuasi¨®n nuclear nunca hubo un enfrentamiento militar directo entre las dos superpotencias, s¨ª se registraron numerosos conflictos indirectos en terceros pa¨ªses (lo que en ingl¨¦s se llama proxy wars). En este sentido, las superpotencias promov¨ªan o participaban en conflictos locales y guerras civiles, apoyando a un bando u otro en funci¨®n de los posicionamientos ideol¨®gicos (Corea, Vietnam, Angola, Afganist¨¢n, Nicaragua, etc¨¦tera). Estados Unidos y la URSS compet¨ªan en todos los terrenos, desde el tecnol¨®gico y militar hasta el deportivo. Durante las tres primeras d¨¦cadas, no estaba claro si la Uni¨®n Sovi¨¦tica adelantar¨ªa en desarrollo a Estados Unidos. A partir de finales de los a?os setenta, sin embargo, la URSS comenz¨® a dar s¨ªntomas generalizados de estancamiento.
La Guerra Fr¨ªa entr¨® en crisis en 1989, tras los intentos desesperados de Mija¨ªl Gorbachov de introducir reformas y abrir parcialmente el sistema sovi¨¦tico (perestroika). El comunismo se derrumb¨® primero en los pa¨ªses de Europa del Este y luego en la propia URSS, muchas de cuyas rep¨²blicas se independizaron, quedando el antiguo imperio reducido a la Federaci¨®n de Rusia, un pa¨ªs que sufri¨® una brutal crisis econ¨®mica y demogr¨¢fica. Bajo el dominio mundial de Estados Unidos, el mundo entr¨® en una nueva fase, caracterizada por la globalizaci¨®n y la democracia, que dur¨® hasta 2012 aproximadamente.
Los a?os noventa fueron la d¨¦cada con el mayor n¨²mero de transiciones a la democracia en la historia (33 pa¨ªses se democratizaron entre 1989 y 1999). El avance democr¨¢tico a lo largo y ancho del planeta parec¨ªa imparable. Se observa igualmente un acusado descenso de las guerras civiles en el mundo, en claro contraste con el periodo de la Guerra Fr¨ªa. Es en estos a?os cuando se produce un aumento importante de las misiones de paz comandadas por la ONU (se pasa de 13 misiones durante toda la Guerra Fr¨ªa a 53 en el periodo 1990-2011). Por su parte, la globalizaci¨®n econ¨®mica permiti¨® que centenares de millones de ciudadanos en pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo salieran de la pobreza extrema.
El nuevo orden mundial sufri¨® una sacudida importante el 11 de septiembre de 2001, pero no fue suficiente para derribarlo. El yihadismo no ha conseguido en ning¨²n momento ser una alternativa real al dominio estadounidense. Este dominio, sin embargo, se vio debilitado por la reacci¨®n desmedida y mal planteada de la potencia norteamericana yendo a la guerra contra Afganist¨¢n primero e Irak despu¨¦s. El fracaso de la ¡°guerra contra el terrorismo¡± qued¨® patente con la toma del poder por los talibanes y la retirada estadounidense del pa¨ªs en 2021 y deja un legado tremendo de destrucci¨®n y un aut¨¦ntico fiasco en aquel plan un tanto mesi¨¢nico de introducir la democracia en la regi¨®n.
Aunque resulta dif¨ªcil identificar un suceso concreto que marque el final de este periodo unipolar de hegemon¨ªa estadounidense, probablemente sea el a?o 2012 el que inicia el cambio de ¨¦poca. En 2012 regresa Vlad¨ªmir Putin a la presidencia de Rusia, ya sin traza alguna de democracia, y Xi Jinping es nombrado secretario general del Partido Comunista de China (y presidente en China en 2013). Desde entonces, se detecta un repunte muy preocupante del n¨²mero de guerras civiles, la tensi¨®n entre China y Estados Unidos aumenta, Rusia invade Ucrania e Israel incendia Oriente Pr¨®ximo. Ya no cabe hablar de un mundo unipolar, ni de la hegemon¨ªa pol¨ªtica de la democracia liberal, ni del declive secular de la violencia que Steven Pinker defendi¨® en Los ¨¢ngeles que llevamos dentro, publicado precisamente en 2011, justo al final del periodo liberal: en estos momentos, el mundo tiene el mayor n¨²mero de guerras civiles desde 1945. Por ¨²ltimo, algunas de las democracias que surgieron en los a?os noventa y la primera d¨¦cada del siglo han vuelto al autoritarismo.
En un breve art¨ªculo publicado en el verano de 1989, antes, por tanto, de la desintegraci¨®n final de la URSS, Francis Fukuyama caracteriz¨® el nuevo periodo que se abr¨ªa como ¡°el fin de la historia¡±. Con ello quer¨ªa decir que la democracia liberal hab¨ªa triunfado sobre sus alternativas: no hab¨ªa una ideolog¨ªa que pudiera competir con los valores democr¨¢ticos. En cierta medida, esta tesis sigue teniendo validez hoy en d¨ªa. No hay una alternativa al principio de legitimaci¨®n popular. De hecho, muchos reg¨ªmenes autoritarios tratan de guardar las apariencias celebrando elecciones. Por muy fraudulentas que resulten, el hecho mismo de que los dictadores no dejen de convocarlas es se?al de que no hay una ideolog¨ªa antidemocr¨¢tica fuerte detr¨¢s. Quiz¨¢ el capitalismo autoritario de China acabe siendo un modelo propio que atraiga a otros pa¨ªses, pero eso, de momento, no ha sucedido.
La ausencia de alternativas a la democracia, con todo, no ha dado lugar a un orden estable y pac¨ªfico. Fukuyama, en su art¨ªculo visionario, no cont¨® con el debilitamiento y descomposici¨®n que se est¨¢ produciendo en las democracias liberales, las cuales, por lo dem¨¢s, se enfrentan a rivales cada vez m¨¢s poderosos. Todas las democracias occidentales han sobrevivido hasta el momento, no ha habido ninguna regresi¨®n autoritaria, a diferencia de lo sucedido en el periodo de entreguerras, cuando s¨ª que hab¨ªa competidores (comunismo y fascismo). No obstante, las democracias occidentales experimentan casi en su totalidad una profunda crisis de legitimidad en la representaci¨®n pol¨ªtica, derivando en pulsiones autoritarias y excluyentes innegables. Estas democracias transmiten derrotismo y una imagen de incapacidad para hacer valer su modelo originario. El escandaloso doble rasero empleado con Israel disminuye a¨²n m¨¢s el prestigio y atractivo de Occidente.
En estas condiciones, mucha gente de todo el planeta contiene la respiraci¨®n a la espera del resultado de las elecciones norteamericanas, que tendr¨¢n consecuencias decisivas para el futuro del orden internacional y para la pol¨ªtica interna de much¨ªsimos pa¨ªses. Si un personaje como Donald Trump, encarnaci¨®n de la mentira, la mezquindad y la arrogancia m¨¢s pueril, sale reelegido, el caos mundial se agravar¨¢. El ideal democr¨¢tico quedar¨¢ a¨²n m¨¢s da?ado y los aut¨®cratas de medio mundo se envalentonar¨¢n. Es decir, se acelerar¨¢ el proceso de descomposici¨®n mundial que estamos experimentando desde hace una d¨¦cada y qu¨¦ no sabemos a¨²n ad¨®nde nos llevar¨¢.
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