¡°Los ciudadanos deben elegir si quieren destinar parte de sus ingresos a un nuevo pacto social. Yo creo en ese pacto¡±
El expresidente que logr¨® la anexi¨®n a la UE sopesa los retos que plantea el Brexit, los errores de Europa en la gesti¨®n de la crisis y la creciente brecha de desigualdad
Felipe Gonz¨¢lez (Sevilla, 1942) no es un pol¨ªtico en activo, en el sentido tradicional de la palabra. Sigue siendo el presidente del Gobierno que m¨¢s tiempo ha dirigido Espa?a (1982-1996), pero desde hace m¨¢s de 20 a?os no participa en la ejecutiva de un partido, no se presenta a elecciones y no mantiene ning¨²n cargo representativo. Sin embargo, sigue siendo un pol¨ªtico en activo desde el punto de vista del pensamiento y de la curiosidad. Europa y Espa?a son el centro de sus cavilaciones y a lo largo de esta conversaci¨®n, mantenida en su domicilio madrile?o, se muestra mucho m¨¢s preocupado por la primera que por la segunda. Afirma que le horroriza la estupidizaci¨®n de la pol¨ªtica, las respuestas simples (que no hay que confundir con las sencillas) y la renuncia de los pol¨ªticos a poner a la sociedad ante sus problemas. Cree firmemente en la necesidad de un nuevo pacto social y en que los ciudadanos estar¨¢n de acuerdo en destinar parte de su riqueza a esos objetivos. ¡°Es la magia de la pol¨ªtica¡±, apunta.
Pregunta. Se acercan las elecciones europeas y, en t¨¦rminos generales, hay dos propuestas. Una Uni¨®n Europea m¨¢s integrada y una en la que exista un esqueleto ¨²nico pero diferentes grupos donde se junten los pa¨ªses de acuerdo con sus intereses compartidos. ?Qu¨¦ opina?
Respuesta. Creo que lo simplista es ese mantra de m¨¢s o menos Europa. Lo que hace falta es mejorar la calidad del funcionamiento de Europa y la manera m¨¢s razonable es aplicar seriamente el principio de subsidiariedad. Es decir, hagamos juntos lo que podemos hacer mejor como europeos. Busquemos un n¨²cleo, un esqueleto, como quiera llamarlo, que defina las pol¨ªticas que marcan de verdad la vocaci¨®n europe¨ªsta. El resto, podemos resetearlo. Hay cosas que tienen que permanecer en esa centralidad, y cosas que no tienen por qu¨¦ estar en el aparato burocr¨¢tico central europeo.
P. ?No tenemos que llegar todos al mismo punto?
R. No tenemos por qu¨¦. La construcci¨®n europea, tal y como se conceb¨ªa al principio, era una construcci¨®n por acumulaci¨®n de lo que llamamos el acervo comunitario. Siempre que hab¨ªa una posibilidad de acuerdo se adoptaba y se iba sumando acervo. En ning¨²n momento se ha planteado una revisi¨®n de ese mecanismo para intentar ganar eficacia en lo que usted llama el esqueleto. Pero eficacia es lo que tenemos que dar a ese centro, ahora que somos 27 y medio, si contamos a Reino Unido. Ahora la complejidad aconseja no seguir acumulando acervo, sino redefinir qu¨¦ es lo que importa que se haga desde Bruselas, como s¨ªmbolo, relegitimando, adem¨¢s, democr¨¢ticamente aquello que se hace. Y averiguar qu¨¦ elementos podemos ir devolviendo.
P. ?Ayudar¨ªa esa decisi¨®n a resolver los problemas que plantean pa¨ªses como Hungr¨ªa o Polonia?
¡°El Brexit a? los no brit¨¢nicos nos plantea una pregunta dram¨¢tica: ?esto ser¨¢ una vacuna o ser¨¢ contagioso?¡±
R. No, a ellos les va a dar igual porque su deriva es distinta. Pero quiz¨¢s hubiera ayudado a evitar el error del Brexit. Si se analizan con cuidado las quejas que hicieron triunfar el Brexit, son temores de una sociedad envejecida y est¨¢n muy poco fundados. Y, sobre todo, se refer¨ªan mucho m¨¢s a pol¨ªticas concretas que a elementos constitutivos de la Uni¨®n. El problema de Hungr¨ªa o de Polonia es de otra naturaleza. Tiene que ver con lo que ahora llaman ¡°democracias iliberales¡±. Es decir, que no respetan los fundamentos de la democracia representativa. Esos Gobiernos est¨¢n vulnerando un elemento esencial del funcionamiento de la UE y de cada uno de los Estados miembros. Es incompatible con la Uni¨®n. Y no se resuelve con devolver una competencia u otra porque afecta a un problema esencial que define la democracia representativa y, en ese sentido, al mismo hecho de ser miembro de la UE.
P. ?El verdadero esqueleto de la UE es la democracia liberal representativa?
R. Sin duda. Ese es uno de los elementos. Otro elemento constitutivo desde la propia fundaci¨®n de la Uni¨®n es la econom¨ªa social de mercado. En alg¨²n momento se ha dicho que la competitividad en la econom¨ªa global se resent¨ªa por la dimensi¨®n social de la econom¨ªa de mercado. Siempre he cre¨ªdo que es un error. Ahora vemos una especie de reacci¨®n que me da hasta apuro. Me da cierta verg¨¹enza que desde Davos adviertan de que las desigualdades plantean problemas de sostenibilidad del modelo. ?Ahora hacen una reflexi¨®n sobre lo que supone la dimensi¨®n social de la econom¨ªa de mercado, sobre los elementos de redistribuci¨®n m¨¢s igualitaria que implica esa dimensi¨®n social?
P. Muchos ciudadanos, dicen algunas encuestas, vuelven a la idea del Estado nacional, porque creen que la UE no facilita sino que impide la redistribuci¨®n, y que solo el Estado puede luchar contra la desigualdad. ?Es eso as¨ª?
R. A veces ha ocurrido. La UE, a mi juicio, no ha sabido gestionar la crisis financiera y despu¨¦s econ¨®mica y social de 2008. Creo que la respuesta fue equivocada. Se est¨¢ corrigiendo, afortunadamente, pero se corrige tarde, mucho m¨¢s tarde que en Estados Unidos. La Uni¨®n recurri¨® solo a medidas de pol¨ªtica monetaria y, pese a la gravedad de la crisis, no fue capaz de dar un impulso a pol¨ªticas antic¨ªclicas.
P. Entonces, ?la equivocaci¨®n fue de la UE y los Estados habr¨ªan reaccionado mejor por su parte?
¡°La pol¨ªtica convierte en mercanc¨ªa a la persona y la econom¨ªa de mercado se convierte en sociedad de mercado. ?Es posible hacer pol¨ªtica para limitar esa tendencia? S¨ª¡±
R. Tengo dudas. En aquel momento, algunos pa¨ªses, entre ellos Espa?a, ya hab¨ªan agotado su capacidad de respuesta antic¨ªclica. Y era la UE, en su conjunto, la que ten¨ªa margen de maniobra para hacer esas pol¨ªticas con un Banco Europeo de Inversiones, por ejemplo.
P. ?Fueron decisiones ideol¨®gicas?
R. Quiero creer que fueron convicciones equivocadas, pero convicciones. M¨¢s austeridad, cre¨ªan que mejorar¨ªa la situaci¨®n. Lo que pas¨® con Grecia es paradigm¨¢tico. Tsipras cometi¨® errores, pero cuando choc¨® con la realidad tuvo el coraje de gestionarla. Yo dir¨ªa que ¨¦l es uno de los grandes conversos de la pol¨ªtica de confrontaci¨®n. En fin, creo que nos equivocamos, que la Uni¨®n se equivoc¨®.
P. ?Fue la peor equivocaci¨®n?
R. Nos equivocamos tambi¨¦n al no predecir las consecuencias de la crisis en la inmigraci¨®n y al no poner en marcha una pol¨ªtica migratoria com¨²n. No digo que tengamos una pol¨ªtica migratoria europea equivocada, digo que es a¨²n peor: no tenemos una pol¨ªtica com¨²n en absoluto. Es evidente que si tienes un espacio de libre circulaci¨®n en la UE, la pol¨ªtica migratoria tiene que ser tambi¨¦n europea. Es imposible que respondas a un fen¨®meno migratorio extraordinario de manera parcial o desordenada, sin que te encuentres con un fen¨®meno nuevo de xenofobia y nacionalismo. Y ese desorden en las respuestas en mitad de una crisis hace crecer los movimientos antieuropeos o excluyentes en cada pa¨ªs, con mayor o menor fuerza.
P. ?Es imposible que la UE tenga una pol¨ªtica migratoria com¨²n?
Cuando Tsipras choc¨® con la realidad tuvo el coraje de gestionarla. Es uno de los grandes conversos de la pol¨ªtica de confrontaci¨®n¡±
R. No, no lo creo. Es perfectamente posible hacerlo siempre que se tenga la visi¨®n necesaria. Si t¨² construyes un espacio p¨²blico compartido, y dentro de ese espacio p¨²blico hay principios de libertad de circulaci¨®n de personas, de bienes y de servicios, si construyes ese espacio, no puedes imaginar una pol¨ªtica diferenciada para el flujo de personas que llega a ese espacio. Tiene que ser la misma. Nos vemos en la inmensa contradicci¨®n que es desplegar fuerzas de la OTAN en el Mediterr¨¢neo para defendernos, no del ataque de Rusia o de no s¨¦ qu¨¦ otra fuerza, sino de flujos migratorios.
P. ?Esa ha sido la peor crisis en la UE?
R. La crisis migratoria me preocupa mucho. Pero hay tambi¨¦n otra crisis que me inquieta: la del Brexit. Me inquieta mucho porque plantea a los no brit¨¢nicos una pregunta dram¨¢tica: ?esto ser¨¢ una vacuna o ser¨¢ contagioso? En principio, lo vemos como una vacuna, porque la respuesta ha mantenido unida a la UE frente a las pretensiones de Reino Unido, pero en el fondo se est¨¢n produciendo fen¨®menos que est¨¢n debilitando a la UE. Tenemos elementos de contagio por muchos sitios. Para colmo, la emergencia en EE UU de un liderazgo imprevisible y antieuropeo, como m¨ªnimo, cambia tambi¨¦n el escenario de alianzas. De esta parte del Atl¨¢ntico, comprendo que la reac?ci¨®n a ese fen¨®meno es extraordinariamente dif¨ªcil. Pero lo cierto es que tambi¨¦n est¨¢ erosionando las bases de la Uni¨®n, porque hay que reconocer que el trumpismo tiene m¨¢s de un alumno en la pol¨ªtica europea. Cu¨¢ndo van a llegar a ser esos alumnos lo suficientemente relevantes como para que cambien las relaciones de fuerza en la Uni¨®n, no lo s¨¦.
¡°Tenemos que pactar con la sociedad, porque no se trata de improvisar una respuesta fiscal coyuntural¡±
P. Usted es un pol¨ªtico con una experiencia muy larga, ?es este el momento m¨¢s peligroso que ha conocido?
R. No quiero dramatizar. Es peligroso porque los fundamentos de todo lo que hemos hecho ¡ªdesarrollar una democracia representativa e ir construyendo un espacio supranacional¡ª est¨¢n en un momento de indefinici¨®n, y porque a la crisis de gobernanza se juntan muchos factores externos que est¨¢n influyendo sobre ella, y muchos factores de futuro que empiezan tambi¨¦n a hacerlo. Van a cambiar las relaciones industriales en el mundo s¨ª o s¨ª. Puede haber un repliegue defensivo, pero estos repliegues, si los vemos hist¨®ricamente, est¨¢n condenados al fracaso. El problema es si somos capaces de anticipar todo esto en nuestro debate. No para impedirlo, sino para intentar encauzarlo y para que ese tr¨¢nsito hist¨®rico, que se acelera mucho m¨¢s que la revoluci¨®n industrial, tenga el m¨ªnimo de costes y el m¨¢ximo de beneficios. Minimizar los costes es, sobre todo con una visi¨®n europea, intentar que nadie se quede en la cuneta por ese cambio que se nos viene encima.
P. Una parte de la poblaci¨®n cree que ya est¨¢ en la cuneta. ?Hay grupos pol¨ªticos con la fuerza necesaria para cambiar esa percepci¨®n?
R. Lo creen incluso cuando no lo est¨¢n. En realidad, son estados de ¨¢nimo sobre qu¨¦ les espera en el futuro. Y en much¨ªsimos casos contradicen los datos de la realidad. Repito, el problema de fondo permanece: el modelo de econom¨ªa financierizada e interdependiente de la globalizaci¨®n est¨¢ creando mayor desigualdad. No es que el modelo no funcione en la crisis, es que el modelo, cuando crece, tambi¨¦n es un modelo desigual. Y es responsabilidad de la pol¨ªtica dar una respuesta a este hecho. Desde luego, es responsabilidad de la pol¨ªtica progresista, si quiere, socialdem¨®crata. Pero cuando lo analizas desde el punto de vista de esos estados de ¨¢nimo, llegas a la conclusi¨®n de que el espacio p¨²blico compartido que llamamos Uni¨®n Europea es, en t¨¦rminos relativos, el que tiene mejores condiciones de vida de todo el planeta. A pesar de todo. A pesar de todas las dificultades inocultables, a pesar de fen¨®menos que podr¨ªamos enumerar, de desigualdad, de precarizaci¨®n. Sin embargo, el estado de ¨¢nimo en Europa es el que estamos describiendo: el futuro va a ser mucho peor que el presente y que el pasado. En cambio, el estado de ¨¢nimo en Asia es que lo pasado fue mucho peor y que el futuro se abre con esperanza. ?Eso es permanente? Los estados de ¨¢nimo son muy cambiantes.
P. Pero ?qu¨¦ provoca ese estado de ¨¢nimo en Europa? ?La sensaci¨®n que tienen algunos ciudadanos de que viven en democracias, digamos, capturadas?
R. Condicionadas. Claro, despu¨¦s hay que acercar el foco y ver qu¨¦ pasa en cada sitio. Pero s¨ª, democracias condicionadas por factores que los ciudadanos perciben que no dependen de su voto. Por eso es m¨¢s grave el estado de ¨¢nimo en las democracias representativas que en las autocracias en general. Es grave que en las democracias se piense que mi destino no depende de m¨ª, sino de factores externos, y que elija a quien elija esto no va a cambiar.
P. ?Y es eso verdad?
¡°Es imposible que respondas a un fen¨®meno migratorio extraordinario de manera parcial, sin que te encuentres con un xenofobia¡±
R. No, no es verdad, pero da pie a que se expliquen cosas complejas con respuestas simples. Ojo, no respuestas que expliquen con sencillez los desaf¨ªos complejos, sino respuestas simples y, por tanto, demag¨®gicas. Las respuestas simples que expresan Bolsonaro en Brasil o Trump en EE UU. Esa respuesta simple la vemos todos los d¨ªas porque el debate pol¨ªtico no solo se est¨¢ banalizando, sino que est¨¢ cayendo en una simplificaci¨®n estupidizante como respuesta a problemas que son complejos. Pasa en nuestra casa, pasa en Europa y pasa en EE UU y en Brasil. Me acuerdo siempre del primer ministro sueco Olof Palme, que ten¨ªa la capacidad intelectual de explicar lo complejo de manera que se entendiera, pero nunca daba respuestas simples.
P. ?Hay capacidad hoy de respuesta a eso?
R. Antes dec¨ªa que tenemos cada vez m¨¢s limitaciones para redistribuir. No digo que no se puedan superar esas limitaciones. Las se?ales de alarma sobre la sostenibilidad de un modelo como el actual, de crecientes desigualdades y, por tanto, de crecientes zonas de marginaci¨®n, llegan incluso desde Davos. Pero all¨ª no se preocupan, para ellos es simplemente un impulso t¨¦cnico econ¨®mico, no ¨¦tico. Es una llamada de atenci¨®n, digamos, tecnocr¨¢tica. ?La pol¨ªtica puede actuar sobre eso? Claro. ?Puede actuar sobre los mercados? Debe actuar sobre los mercados. Siempre he defendido que es peligroso confundir una econom¨ªa de mercado con una sociedad de mercado. La sociedad de mercado, que convierte al ser humano en mercanc¨ªa, es brutal. En la negociaci¨®n del Brexit se nota mucho. Oiga, basamos la construcci¨®n europea en cuatro libertades: se mueven los servicios, las mercanc¨ªas, los capitales y las personas. Se supone que la libertad de movimiento de esos factores es beneficiosa para las personas, pero la paradoja es que limita la libertad de las personas para ajustar los otros tres movimientos.
Por tanto, la pol¨ªtica convierte en mercanc¨ªa a la persona y la econom¨ªa de mercado se convierte en sociedad de mercado. ?Es posible hacer pol¨ªtica para limitar esa tendencia a crear una sociedad de mercado? S¨ª lo es. ?Hay que coordinarlo por lo menos en el ¨¢mbito europeo y hay que intentar darle gobernanza a la globalizaci¨®n para que no se provoquen las reacciones retardatarias de un fen¨®meno que seguir¨¢ avanzando? Es posible. ?Es posible mejorar elementos de predistribuci¨®n, no solo de distribuci¨®n o redistribuci¨®n? S¨ª, es posible. ?Es posible mejorar las rentas salariales en el sentido amplio de la palabra, es posible retribuir m¨¢s seriamente el talento y dar mejores oportunidades en la formaci¨®n de ese talento y en la respuesta a la crisis? S¨ª. Eso ser¨ªa uno de los elementos de predistribuci¨®n. ?Qu¨¦ es lo que me angustia, con 76 a?os? Que esto no forma parte del debate. Lo que me preocupa es que, bueno, las personas notamos que estamos envejeciendo cuando miramos al suelo antes de poner el pie porque nos da miedo d¨®nde pisamos. Miedo, resalto, miedo. Nos da miedo hacernos da?o. Eso pasa con las sociedades.
P. Pero los que tienen que estar ahora mirando hacia abajo son los j¨®venes, porque es su suelo el que est¨¢ lleno de agujeros, ?no?
R. Tiene raz¨®n desde un an¨¢lisis muy racional, de culto puro a la raz¨®n. Pero esta no es una pulsi¨®n que dependa solo de un elemento racional. Los j¨®venes tienen razones para estar preocupados y en rebeld¨ªa. Pero es dif¨ªcil encontrar razones en un joven para tener miedo. No es una caracter¨ªstica ligada a la juventud. Lo es el cabreo y el rechazo, eso era el 15-M. Si usted no me da respuestas, no me representa. Y despu¨¦s han llegado nuevas respuestas, y es curioso porque tienen una cierta tendencia a adquirir los peores vicios unidos a la simplificaci¨®n. Por tanto, de nuevo cierran el horizonte y crean frustraci¨®n, y los j¨®venes dicen: ¡°Me desentiendo de eso y busco la salida por donde sea¡±.
¡°El mantra de m¨¢s o menos Europa es simplista. Lo que hace falta es mejorar la calidad de su funcionamiento¡±
P. Cuando usted gan¨® sus primeras elecciones, en 1982, le propuso a la sociedad un mensaje sencillo, modernizar Espa?a. No era una propuesta simple, pero era comprensible para los ciudadanos. ?Qu¨¦ se le podr¨ªa decir ahora que fuera comprensible y asequible, aunque fuera complejo?
R. Bueno, hay muchos temas. Por ejemplo, ?qu¨¦ hacemos con la parte de redistributiva como misi¨®n del Estado? ?Podr¨ªamos decirles a los ciudadanos que necesitamos dentro de dos a?os 14 puntos de producto bruto para mantener un sistema digno de pensiones? Son las simplificaciones de las respuestas lo que me aterra. Hay que encarar a la sociedad consigo misma, si quieres ser pol¨ªticamente responsable. Es decir, necesitamos 14 puntos para pensiones y 10 puntos, m¨ªnimo, para un sistema sanitario como el que tenemos. Y deber¨ªamos aspirar a tener entre 5 y 6 puntos como m¨ªnimo en educaci¨®n. Y todav¨ªa no hemos hablado de c¨®mo funciona la justicia, de c¨®mo funciona la polic¨ªa, de qu¨¦ defensa queremos, de cu¨¢les son los servicios generales.
P. ?Cu¨¢l ser¨ªa entonces el mensaje complejo, sencillamente formulado?
R. ?Los ciudadanos espa?oles est¨¢n dispuestos a comprometerse a detraer esas cantidades de la riqueza que generamos cada a?o para hacer esas pol¨ªticas y sin perder eficacia? Los ciudadanos deben decidir si quieren destinar parte de sus ingresos a un nuevo pacto social. Yo creo en ese pacto. Hay que plante¨¢rselo y decir que s¨ª. Tenemos que pactar con la sociedad, porque no se trata de improvisar una respuesta fiscal coyuntural a un elemento que es estructural. Se trata de analizar cu¨¢l es el problema estructuralmente y cu¨¢l es la respuesta permanente. Te puedes encontrar con la sorpresa de que los ciudadanos ¡ªy estoy hablando solo de ese aspecto pero hay otros muchos¡ª te digan que no, que no est¨¢n dispuestos a pagar, puede ser y tenemos que asumir las consecuencias. Pero yo creo que s¨ª estar¨ªan dispuestos. Esa es un poco la magia de la pol¨ªtica.
P. Quiz¨¢s en su momento era m¨¢s f¨¢cil plantear un pacto social porque los ciudadanos ten¨ªan m¨¢s confianza en el sistema de democracia representativa.
¡°El miedo no es una caracter¨ªstica ligada a la juventud. Lo es el cabreo y el rechazo, eso era el 15-M¡±
R. Todav¨ªa hoy creemos eso en Espa?a. Y eso nos lleva a otra reflexi¨®n. En Am¨¦rica Latina a veces les cuesta entenderme cuando digo que no ideologicemos la democracia. La buena democracia no garantiza el buen gobierno, salvo a largo plazo. Lo que garantiza, y es muy importante viniendo de una dictadura, es que podemos echar al Gobierno que no nos gusta. A nadie le gusta que lo echen, ni fracasar, por tanto intenta corregir errores. Y eso, a la larga, permite no solo las alternancias en los Gobiernos con pol¨ªticas diferenciadas, sino que ayuda a mejorar las prestaciones. Porque aunque alguien creyera que hay que acabar con el sistema nacional de salud, comprender¨ªa que la cohesi¨®n social en torno a ese tema es tan fuerte que le echar¨ªan si lleva a t¨¦rmino su convicci¨®n.
P. Se han publicado recientemente varios libros sobre c¨®mo mueren las democracias, no solo por golpes de Estado sino tambi¨¦n por debilitamiento o p¨¦rdida de contenido.
R. Tenemos un retrato robot del golpe de Estado violento, rupturista y represor. Ahora es verdad que se da de manera distinta. ?Qu¨¦ es lo que ha hecho, por ejemplo, Maduro en Venezuela? Un golpe de Estado a partir de diciembre de 2015, cuando perdi¨® las elecciones. El mismo diciembre, con la Asamblea ya saliente, deslegitimada, cambi¨® las reglas del juego. Y ha ido completando ese golpe de Estado hasta el nombramiento de una pseudo Asamblea Constituyente, absolutamente monol¨ªtica, elegida por mecanismos casi de soviets, que vota a mano alzada lo que le dicen, por unanimidad. El c¨ªrculo se cerr¨® cuando esa propia Asamblea Constituyente convoc¨® un proceso electoral trucado, para prolongar el poder de Maduro. Lo que ha hecho este se?or es un golpe de Estado desarrollado en el tiempo.
P. ?El debilitamiento de las instituciones es tambi¨¦n un problema espa?ol?
¡°Si hacemos depender todo de lo que pase en Catalu?a, estaremos en una especie de bucle melanc¨®lico¡±
R. Hay una cosa que est¨¢ super probada, la validez de la Constituci¨®n que nos rige desde hace 40 a?os. Otra cosa es que nos movamos en esa cosa tan espa?ola de que las Constituciones o no se tocan o se liquidan. Pero estos 40 a?os han demostrado que es perfectamente posible convivir institucionalmente con esa Constituci¨®n, facilitando la alternancia entre propuestas que son completamente distintas. El debilitamiento institucional probablemente se acelerar¨ªa o acelerar¨¢, si no somos capaces de mantener un esp¨ªritu reformista y nos quedamos atrapados entre liquidacionistas e inmovilistas. ?stos ¨²ltimos dicen que mientras exista un problema en Catalu?a no debemos intentar reformar la Constituci¨®n. O que no hay consenso para intentar reformar el texto, aunque pueda parecer necesario e incluso evidente en algunos casos. Yo creo exactamente lo contrario. Tendr¨ªamos que poder ponernos de acuerdo en hacer las reformas que necesitemos, sin una dependencia directa de un desaf¨ªo de una parte de Catalu?a, que se expresa en el independentismo. Y, por cierto, menuda forma de golpe de Estado lo ocurrido en Catalu?a, no el 1 de octubre, sino el 6 y 7 de septiembre.
P. ?Es posible entonces plantear la reforma de la Constituci¨®n?
R. Mientras no salgamos de esta confusi¨®n, tambi¨¦n en Catalu?a, ser¨¢ muy dif¨ªcil avanzar. Pero ser¨¢ peor si todo lo hacemos depender de eso y no se ponen de acuerdo las fuerzas pol¨ªticas que creen en un buen funcionamiento de la democracia para proponer las reformas que necesitemos, que, al final, no ser¨¢n las que proponga uno u otro, sino el fruto de una negociaci¨®n. Si hacemos depender todo de lo que pase en Catalu?a, estaremos en una especie de bucle melanc¨®lico, y simplemente siempre se ir¨¢ encontrando un motivo, una excusa, para mantener la situaci¨®n bloqueada.
P. ?Cu¨¢ndo debe un presidente convocar elecciones anticipadas?
R. Depende. En Europa disolver en los ¨²ltimos seis meses del periodo no se considera una anticipo electoral. Otros creen que agotar una legislatura es llegar hasta el ¨²ltimo d¨ªa. Esa es una interpretaci¨®n bastante dudosa. Cuando yo era presidente, ?le daba importancia al Presupuesto? S¨ª, y pensaba que era la tarjeta de visita del Gobierno para el a?o. Recuerdo una conversaci¨®n con Rajoy en la que le dije que en mis tiempos, tener o no presupuesto era decisivo. Ahora no, la pr¨®rroga es un mecanismo tan aplicable como obtener una mayor¨ªa. Quien tiene ese poder como presidente o presidenta del Gobierno, solo tiene que calcular si disuelve cuando cree que es mejor para los intereses generales o de otro tipo, o cuando no tiene m¨¢s remedio que disolver.
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