El abecedario de la pandemia
La crisis sanitaria ha marcado el discurso y el vocabulario m¨¢s recurrente. Seg¨²n Fund¨¦uRAE, la palabra del a?o ha sido confinamiento
La pandemia de coronavirus ha vuelto el mundo patas arriba. La gente ya no se toca, no se besa ni se da abrazos. Las videollamadas han ganado espacio a la charla de bar e incluso la forma de hablar ha cambiado. La crisis sanitaria ha marcado el discurso y el vocabulario m¨¢s recurrente. No hay d¨ªa que no se hable del virus, la vacuna, la cuarentena y las restricciones. Seg¨²n la Fundaci¨®n del Espa?ol Urgente (Fund¨¦uRAE), la palabra del a?o ha sido, de hecho, confinamiento. Pero hay m¨¢s vocablos que han pasado a ser el pan de cada d¨ªa. He aqu¨ª el abecedario de la pandemia.
Ant¨ªgenos. La jerga m¨¦dica se ha instalado y la poblaci¨®n ya se ha familiarizado con los ant¨ªgenos, esas prote¨ªnas que se encuentran en la superficie del virus y provocan una respuesta inmunitaria. Los test diagn¨®sticos que detectan esta prote¨ªna han acelerado la identificaci¨®n de casos positivos y ya se emplean masivamente dentro del sistema sanitario, sobre todo para sospechosos sintom¨¢ticos.
Bulos. La pandemia ha tra¨ªdo un grave efecto secundario inesperado, alentado, entre otras cosas, a trav¨¦s de las redes sociales: la informaci¨®n falsa. A lo largo de la crisis sanitaria han proliferado los movimientos negacionistas, con discursos estrafalarios y conspiranoicos, como que la pandemia era un invento para controlar a las masas ¡ª¡°plandemia¡±, lo acu?aron sus creativos impulsores¡ª o que con las vacunas inyectar¨ªan chips a los ciudadanos para controlarlos.
Covid-19. La enfermedad que provoca el coronavirus. La dolencia que ha puesto contra las cuerdas a los sistemas sanitarios de medio mundo. Leve o asintom¨¢tica en la mayor¨ªa de los casos ¡ªde ah¨ª que se la definiese al principio ¡°como una gripe¡±¡ª, la covid-19 puede provocar tambi¨¦n un grave da?o multiorg¨¢nico que aboca a los pacientes a cuidados intensivos y, en el peor de los casos, a la muerte.
Distancia social. El virus se alimenta de la cercan¨ªa. Por eso la primera directriz fue ¡ªy sigue siendo¡ª separarse. Nada de besos ni abrazos. La distancia de 1,5 metros entre personas se ha instalado como un mantra y persiste 10 meses despu¨¦s del inicio de la crisis sanitaria.
Epidemi¨®logos. Estos especialistas m¨¦dicos eran poco conocidos para el com¨²n de los mortales. Una especialidad olvidada y denostada, incluso, por los propios Gobiernos, que hab¨ªan dejado su estructura de trabajo casi esquel¨¦tica. Dedicados, especialmente, a tareas de prevenci¨®n de la salud, a las campa?as de vacunaci¨®n de otros virus conocidos como la gripe y el control de recurrentes enfermedades infecciosas, como la tuberculosis o el sarampi¨®n, estos profesionales se han convertido en figuras fundamentales para entender la evoluci¨®n de la curva epid¨¦mica, analizar el impacto en salud p¨²blica y decidir las medidas adecuadas para contener el virus.
Fernando Sim¨®n. El director del Centro de Coordinaci¨®n de Alertas y Emergencias Sanitarias se convirti¨®, durante muchos meses, en el epidemi¨®logo de referencia en Espa?a. Odiado por muchos y amado por otros tantos, este funcionario discreto termin¨® entrando en los hogares espa?oles cada d¨ªa durante muchas semanas para dar parte de la situaci¨®n epid¨¦mica en los peores momentos de la crisis sanitaria.
Gel hidroalcoh¨®lico. Esta soluci¨®n l¨ªquida desinfectante se convirti¨® en un complemento imprescindible al salir de casa para evitar la transmisi¨®n por contacto con superficies infectadas. Ahora se sabe que la infecci¨®n a trav¨¦s de f¨®mites ¡ªobjetos contaminados con part¨ªculas virales¡ª es m¨ªnima, y la transmisi¨®n a¨¦rea o por got¨ªculas es m¨¢s importante.
Hidroxicloroquina. La gran esperanza que no fue. Este f¨¢rmaco, utilizado desde hace d¨¦cadas para el tratamiento de enfermedades como la artritis reumatoide y el paludismo, no ha resultado efectivo para casos graves ¡ªaumentaba el riesgo de muerte, de hecho¡ª ni tampoco como medida preventiva. No hay balas de plata para tratar la enfermedad. El remdesivir, otro tratamiento testado en covid-19, tampoco ha funcionado.
Inmunidad. A ello aspira el mundo: la protecci¨®n m¨¢xima contra el virus. Pero la ansiada inmunidad de grupo, que proteger¨ªa a la poblaci¨®n porque limitar¨ªa la circulaci¨®n del pat¨®geno, todav¨ªa est¨¢ lejos. La vacuna es el primer paso, pero la inmunizaci¨®n masiva todav¨ªa est¨¢ empezando y tampoco se conoce cu¨¢nto durar¨¢ el efecto o si se necesitar¨¢n dosis recordatorio.
J¨®venes. Es el grupo de poblaci¨®n en el punto de mira. Son los grandes transmisores, por sus din¨¢micas sociales de movilidad e interacci¨®n constante, y aunque se han registrado muchos contagios en este colectivo, la enfermedad suele cursar de forma banal en ellos, sin grandes complicaciones.
Katalin Karik¨®. Es la madre de algunas de las vacunas m¨¢s avanzadas contra la covid-19, basadas en el ARN mensajero. Esta mol¨¦cula, sin la cual la vida no existir¨ªa, es la encargada de entrar en el n¨²cleo de las c¨¦lulas, leer la informaci¨®n del ADN (el libro de instrucciones gen¨¦tico) y salir con la receta para producir las prote¨ªnas que necesitamos para vivir. Tras d¨¦cadas de investigaci¨®n, Karik¨® patent¨® en los 2000 por primera vez una t¨¦cnica para crear ARN modificado, germen de la vacuna actual.
Limitaciones. La pandemia oblig¨® y acostumbr¨® a vivir entre restricciones. Limitaciones en los encuentros sociales, en la movilidad, en las entradas y salidas, en c¨®mo socializar. Los ciudadanos conviven ¡ªo sobreviven¡ª con las medidas de control de aforo en los comercios, las restricciones horarias en los restaurantes o el toque de queda que los devuelve a casa antes que a Cenicienta. Cuantas m¨¢s limitaciones, menos circula el virus (pero m¨¢s sufre la econom¨ªa).
Mascarilla. Aquel complemento ex¨®tico y lejano que usaban los asi¨¢ticos ¡ªy el personal sanitario en un quir¨®fano¡ª se ha convertido en un salvavidas para el mundo, literalmente. Una de las medidas m¨¢s efectivas para combatir el virus. Las autoridades sanitarias tardaron en recomendar su uso, un poco por desconocimiento y otro poco por temor a un desabastecimiento mundial (que acab¨® ocurriendo). Pero la realidad cay¨® por su propio peso y la pandemia las ha hecho imprescindibles.
Neumon¨ªa. Era el s¨ªntoma de que algo no iba bien en el curso de la enfermedad. Sobre la radiograf¨ªa, una nube gaseosa tapaba los pulmones, indicativo de una infecci¨®n bilateral de pron¨®stico incierto. Sin tratamiento efectivo, solo quedaba paliar los efectos y ayudar a los pulmones a respirar. En el peor de los casos, intubando al paciente para que un equipo de ventilaci¨®n mec¨¢nica lo hiciese por ¨¦l.
Ni?os. En la primera ola fueron los grandes olvidados. Con el temor de que fueran grandes transmisores, como ocurre con la gripe, los ni?os se encerraron en casa. Sin clase. Confinados sin salir ni a estirar las piernas durante m¨¢s de un mes. El tiempo y la experiencia demostraron que no son m¨¢s contagiadores ni se infectan m¨¢s. De hecho, suelen cursar la enfermedad de forma asintom¨¢tica.
Ox¨ªgeno. El gran aliado para combatir las neumon¨ªas y los efectos de la covid-19. Con gafas que insuflan el gas o a golpe de respirador, en los casos m¨¢s graves, las bombonas de ox¨ªgeno se convirtieron en un lujo durante la primera ola, cuando escaseaban los recursos.
Pandemia y PCR. Dos de las palabras m¨¢s empleadas en la calle, que definen la situaci¨®n y el porvenir. El 11 de marzo, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud declar¨® el brote de covid-19 una pandemia mundial: el coronavirus circulaba por el mundo sin control. Las pruebas PCR, que identifican material gen¨¦tico del virus, fueron (y son) clave para identificar y aislar a los positivos. Aunque son m¨¢s lentas que los test de ant¨ªgenos, siguen siendo el m¨¦todo m¨¢s fiable para detectar casos asintom¨¢ticos o con s¨ªntomas.
Quincena. La vida se empez¨® a contar de 15 en 15 d¨ªas. Cuarentenas, estados de alarma, confinamientos, incidencia del virus, medidas restrictivas. Todo se med¨ªa en el plazo de dos semanas, que es el tiempo m¨¢ximo de incubaci¨®n del virus.
RT. El argot epidemiol¨®gico tambi¨¦n se instal¨® en los hogares. El riesgo de rebrote, la incidencia, la tasa de positividad y, sobre todo, la Rt, marcaban el rumbo del mundo. La Rt es la velocidad de transmisi¨®n del virus y mide a cu¨¢ntas personas contagia, de media, un positivo. Los expertos recomiendan que est¨¦ por debajo de 1 ¡ªpor cada 100 casos se contagian otros 100¡ª para mantener a raya la pandemia en una zona.
Salvador Illa. El ministro de Sanidad. Fil¨®sofo de formaci¨®n, entr¨® al Gobierno al mando del ministerio m¨¢s vac¨ªo de competencias ¡ªcasi todo est¨¢ delegado en las comunidades¡ª y acab¨® gestionando la crisis sanitaria m¨¢s dura de la historia reciente. Educado y pausado en formas y fondo, Illa es el miembro del Ejecutivo m¨¢s valorado, aunque no ha estado exento de cr¨ªticas por la falta de transparencia del Gobierno en algunas cuestiones de la pandemia.
Teletrabajo. Las oficinas se trasladaron al sal¨®n de las casas. Las mesas de los comedores se convirtieron en despachos improvisados y las reuniones se hac¨ªan por videollamada, con ni?os revoloteando en segundo plano. La pandemia no solo instal¨®, de facto, el teletrabajo, sino que tambi¨¦n precipit¨® una regulaci¨®n en este campo.
UCI. El recurso m¨¢s preciado de los hospitales. El m¨¢s exiguo tambi¨¦n. Las camas de cuidados intensivos se quedaron cortas para atender la avalancha de pacientes graves en la primera ola y los centros sanitarios hicieron encaje de bolillos para montar plazas de cr¨ªticos en los quir¨®fanos y las salas de reanimaci¨®n. El acceso a estos servicios se satur¨®, si no colaps¨®, en la mayor¨ªa de hospitales y oblig¨® a priorizar la entrada de enfermos.
Vacuna. La gran esperanza ya ha empezado a llegar a los m¨¢s vulnerables: los ancianos de residencias y sus cuidadores. Un esfuerzo tit¨¢nico de la comunidad cient¨ªfica y un desembolso de recursos sin precedentes hicieron posible tener vacunas contra la covid-19 en apenas un a?o. Europa ya ha aprobado una, la de Pfizer y BioNTech, basada en el ARN mensajero, y est¨¢ a punto de dar luz verde a otra, la de Moderna, con el mismo mecanismo de acci¨®n.
Wuhan. All¨ª empez¨® todo. Una ciudad de 11 millones de habitantes donde comenz¨® a circular el virus: se contagiaron m¨¢s de 50.000 personas y murieron 3.869, seg¨²n los registros oficiales. A finales de enero se confinaron, 76 d¨ªas. La ciudad no registra un caso de covid desde mayo, cuando someti¨® a toda su poblaci¨®n a pruebas de coronavirus que dieron negativo.
X Disease. As¨ª le llama la OMS a la pr¨®xima pandemia, a¨²n sin nombre, que vendr¨¢. Porque vendr¨¢ otra, auguran. Y los organismos internacionales se preparan para la llegada de esa dolencia de impacto internacional grave provocada por un pat¨®geno a¨²n desconocido.
#Yomequedoencasa. Ese fue el hashtag que apabull¨® las redes sociales la pasada primavera para instar a cumplir el confinamiento domiciliario impuesto por el Gobierno para contener el virus. La misma consigna sigue ahora en boga, en la boca de pol¨ªticos y expertos que reclaman, aunque no haya una prohibici¨®n total, limitar al m¨¢ximo los movimientos. La tercera ola acecha.
Zona perimetrada. El virus levant¨® m¨¢s fronteras f¨ªsicas que nunca. Por pa¨ªses, con aeropuertos casi cerrados a cal y canto; por comunidades, como agentes de polic¨ªa cortando el paso; hasta por barrios, ¨¢reas de salud o residencias de ancianos. Zonas perimetradas para acotar la circulaci¨®n del virus cuando la incidencia se disparaba en una zona concreta.
Informaci¨®n sobre el coronavirus
- Aqu¨ª puede seguir la ¨²ltima hora sobre la evoluci¨®n de la pandemia
- Buscador de restricciones: ?Qu¨¦ puedo hacer en mi municipio?
- As¨ª evoluciona la curva del coronavirus en el mundo
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.