Petro y la democracia
El presidente piensa que ¨¦l abandera un proceso de cambio social sin precedentes en Colombia, una idea estimulada por mitos fundacionales hist¨®ricamente d¨¦biles
A Petro hay que tom¨¢rselo en serio, y en esto la opini¨®n p¨²blica comete un error cuando indica que Petro ¡°sabe¡± que no podr¨¢ aprobar en el Congreso una ley de convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Por supuesto que lo sabe. Pero es que no es eso lo que est¨¢ diciendo: no es lo que primero dijo en Cali y no es tampoco lo que aclar¨® en su entrevista en El Tiempo. Una lectura r¨¢pida del propio movimiento que lo respalda ¨Cel pastor Saade, Bol¨ªvar, algunos influencers especialmente fieles¨C tambi¨¦n se?alaba otro cauce. Lo que Petro est¨¢ proponiendo es un proceso constituyente extraconstitucional.
Los procesos constituyentes extraconstitucionales son aquellos que no se sujetan a reglas constitucionales previas para su conducci¨®n. Ejemplos son el proceso que dio origen a la Revoluci¨®n Francesa, la elaboraci¨®n de la Constituci¨®n de los Estados Unidos y, seg¨²n algunos seguidores de Petro, la propia Constituci¨®n de 1991.
La Constituyente de 1991 no fue extraconstitucional. Requiri¨® dos decretos de contenido legislativo del presidente de la Rep¨²blica, dos sentencias favorables de la Corte Suprema de Justicia, un concepto favorable del entonces Registrador Nacional y tres elecciones.
Petro est¨¢ sugiriendo que unos comit¨¦s populares, de no se sabe qui¨¦nes ni cu¨¢ndo y c¨®mo, sean aceptados como el poder constituyente, algo as¨ª como si la oposici¨®n llenara unos salones comunales y dijera que el poder constituyente ha decidido cesar a Petro. Ninguna reuni¨®n del pueblo es el poder constituyente. Vamos por partes.
?Qu¨¦ es el pueblo?
El pueblo somos los cincuenta y dos millones de colombianos. Ni uno menos.
?Qu¨¦ es el poder constituyente?
El poder constituyente es la parte del pueblo autorizada para reformar la Constituci¨®n, o sea el pueblo cuando vota un referendo o cuando es representado por una Asamblea Nacional Constituyente.
?Qu¨¦ es un comit¨¦ popular, un cabildo o una Plaza de Bol¨ªvar a rebosar?
Es una parte ¨Cmuy peque?a, adem¨¢s¨C del pueblo, que por lo mismo no est¨¢ autorizada para reformar la Constituci¨®n, pues, si se permitiera, ello excluir¨ªa a la mayor¨ªa del pueblo.
Todo este embrollo se desprende, adem¨¢s, de varias lecturas equivocadas del propio Petro.
Sobre el cambio
Petro piensa que ¨¦l abandera un proceso de cambio social sin precedentes en Colombia.
Esta idea es estimulada por mitos fundacionales hist¨®ricamente d¨¦biles, como que el suyo es el primer gobierno de izquierda. Petro no es el primer presidente de izquierda en Colombia y a Petro, m¨¢s bien, lo eligi¨® la pandemia, no su destreza pol¨ªtica, aunque sea mucha; tampoco lo eligi¨® un cambio social en ciernes: lo eligi¨® la pandemia, de la misma manera que la pandemia eligi¨® al partido que representaba a la oposici¨®n en casi todo el continente. Sin la pandemia, Petro jam¨¢s hubiera sido presidente.
El ¡°Paro Nacional¡±, rebautizado por la propia izquierda como ¡°Estallido social¡± ¡ªla izquierda import¨® este t¨¦rmino de Chile; ¡°lawfare¡±, otro concepto que tambi¨¦n ya utiliza para designar las decisiones judiciales adversas, viene del kirchnerismo en Argentina¡ª, fue interpretado como un cambio social de grandes proporciones antes que como el grito de protesta de un pueblo consumido por la pandemia y el encierro, atizado por Petro y enardecido por la represi¨®n policial y el gobierno ingr¨¢vido de Duque.
Ahora Petro tiene que hacer algo con esa historia que no existe, y lo ¨²nico es crearla. A Petro se le ve descolocado cada vez que su propia narrativa del cambio se le rompe, como en los discursos del balc¨®n, en los que los oyentes son sus propios funcionarios, y en sus marchas de funcionarios y sindicatos. Lo asalta la tristeza, como en El traje nuevo del emperador.
Sobre el pueblo
Petro tiene tambi¨¦n dificultes para reconocer la fragmentaci¨®n del pueblo y el sistema de legitimidad plural que es caracter¨ªstico de los sistemas democr¨¢ticos. El pueblo no elige al presidente para que haga todo lo que ¨¦l quiera. Eso ser¨ªa otro sistema. El pueblo lo elige para que, junto con otros actores que tambi¨¦n elige, e incluso otros que no elige, adopte las grandes decisiones, como las leyes, las reformas constitucionales y las pol¨ªticas p¨²blicas.
El pueblo decidi¨® que el mandato para hacer las leyes fuera cumplido por un grupo de actores: el Legislativo que las discute y las aprueba, el Ejecutivo que las presenta y las defiende, y la Corte Constitucional que decide si son contrarias o no a la Constituci¨®n. El pueblo eligi¨® al Congreso que leg¨ªtimamente decide no aprobar las reformas de Petro. El Congreso popularmente elegido nombra a buena parte de las autoridades que controlan a Petro. El pueblo instaur¨® en la Constituci¨®n la libertad de expresi¨®n que autoriza a las m¨²ltiples voces a mostrar su desacuerdo con el gobierno. El pueblo vot¨® por la Constituyente y apoya despu¨¦s de treinta a?os la Constituci¨®n. No solo eso. El M-19 fue uno de los partidos que presidi¨® y que m¨¢s gan¨® en la Constituyente.
Sobre la oposici¨®n
Petro tiene problemas para reconocer legitimidad en el espectro pol¨ªtico. Todo lo que est¨¢ a su derecha, es reconducido por ¨¦l como ¡°extrema¡± derecha, cuando no ¡°fascismo¡±. La oferta pol¨ªtica se reduce a la izquierda democr¨¢tica y el fascismo.
Como Trump, Petro tiene el h¨¢bito de repetir los mensajes pol¨ªticos cuando ve que calan. El m¨¢s poderoso es la dicotom¨ªa vida versus muerte. Como nada es peor que la muerte, Petro puede ser corrupto, ineficiente y populista y, aun as¨ª, ser¨¢ preferible a sus rivales, que son todas estas cosas, pero adem¨¢s ¡°asesinos¡±. Esta criminalizaci¨®n de la oposici¨®n es uno de sus rasgos antidemocr¨¢ticos m¨¢s notorios.
Sobre su popularidad
Usualmente este tipo de procesos es impulsado por presidentes populares. Lo inusual es que Petro no es popular. Lo extravagante de todo esto es que el pueblo no est¨¢ con Petro. Tampoco son los pol¨ªticos sus enemigos; Petro tiene un enemigo m¨¢s poderoso: el ¡°soberano¡±, como ¨¦l le llama: es el pueblo quien no lo respalda.
Petro acusa a los pol¨ªticos; lo que pasa es que los pol¨ªticos huelen la sangre. Se comienza a ver que el Pacto Hist¨®rico no podr¨¢ ganar las elecciones en 2026 (si se realizan), ni tampoco obtener los 20 senadores que hoy tiene. Esto dejar¨¢ a muchos por fuera, como ya los dej¨® el batacazo de las locales: un candidato del centro dobl¨® al segundo de Petro, en Bogot¨¢, su propia casa pol¨ªtica. Pero la izquierda ya ha probado (y saboreado) los frutos antes prohibidos del poder; ya conoce los contratos y los vi¨¢ticos, las camionetas y las embajadas, y todas las delicias injustificadas e injustas que trae el desproporcionado uso del poder pol¨ªtico en Colombia. Contra este no lucharon. Ni un solo privilegio ha desaparecido ni desaparecer¨¢ en este cuatrienio.
Todo el centro que lo apoy¨®, a veces con bochornoso optimismo, se ha ido ya. Defender a Petro ha pasado en estos dos primeros a?os de ser lo pol¨ªticamente correcto a requerir un poco de coraje, y un poco de verg¨¹enza.
Las cuentas son otras. Por Petro vot¨® en la primera vuelta el 20% del pueblo colombiano. En segunda, el 30%, y casi pierde contra el peor candidato de la historia de Colombia, una alternativa poco menos que lun¨¢tica. Cualquier otro candidato m¨ªnimamente competente lo hubiera derrotado. La izquierda fue exitosa en que ese candidato no llegara a segunda vuelta. Petro no ha logrado una sola manifestaci¨®n multitudinaria, nada parecido a los millones de colombianos que salieron a las calles contra las FARC en la primera d¨¦cada del siglo. En ninguna encuesta, ni siquiera en las suyas, Petro supera el 50% de popularidad. ?De qu¨¦ pueblo habla?
El pueblo iluminado
Petro habla del pueblo ¡°iluminado¡±. Petro es receptivo a la teor¨ªa marxista de que cuando el pueblo no cree en estas tesis, es porque est¨¢ alienado y hay que ¡°despertarlo¡±. Los recientes mensajes contra los medios cumplen esta funci¨®n. El pueblo ha sido ¡°idiotizado¡±, lo dijo con esas palabras textuales hace una semana.
Acusar al pueblo, como lo ha hecho Petro varias veces, de una manera que a un dem¨®crata debe causarle rechazo, produce en la izquierda la satisfacci¨®n que brinda ese sentido de superioridad sobre el conocimiento que Petro invoca. Es, en el fondo, un reclamo elitista, tan recalcitrante como el de la tecnocracia que cuestionan.
?Y la derecha?
La derecha uribista que, vale decir, no es la ¨²nica derecha, tiene sobre esto poco que pueda decir. Uribe se reeligi¨® y lo quiso hacer por una segunda vez. Uribe caus¨® tanto malestar institucional como Petro. La movilizaci¨®n contra la deriva autoritaria de Petro no puede venir del uribismo. Debe provenir de una plataforma m¨¢s amplia que incluya a todos los dem¨®cratas.
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