Claves culturales para comprender la guerra de Gaza
Una tensi¨®n latente y enquistada durante lustros ha estallado: la escalada de violencia convierte la zona en centro de inter¨¦s geopol¨ªtico, pero tambi¨¦n en espacio prioritario de reflexi¨®n cultural
Palestina, de Joe Sacco, la novela gr¨¢fica m¨¢s famosa sobre el conflicto de Oriente Pr¨®ximo, hab¨ªa quedado condenada a ser uno de esos t¨ªtulos que se exponen en las ferias literarias confiando sobre todo en que el adulto que lo ley¨® en su momento lo vea y se lo regale a hijos o sobrinos. Entonces, lleg¨® el 7 de octubre de 2023, Ham¨¢s sorprendi¨® al mundo con su ataque masivo, Israel comenz¨® su invasi¨®n de Gaza y la regi¨®n se contagi¨® de un ciclo de violencia que forma parte ya de los libros de historia.
Aunque el c¨®mic refleja una Gaza bastante distinta a la que se desangra estos d¨ªas (Sacco narra sus experiencias durante la Primera Intifada, entre 1987 y 1993), la editorial, la estadounidense Fantagraphics, vio de repente c¨®mo librer¨ªas y distribuidores le ped¨ªan miles de ejemplares. Se qued¨® sin stock y el pasado diciembre encarg¨® algo inusual: una reimpresi¨®n 22 a?os despu¨¦s de la primera edici¨®n.
El caso ejemplifica el recobrado inter¨¦s por un conflicto que ven¨ªa rozando el olvido y carga el sambenito de intratable o incomprensible. De demasiado complejo y demasiado siglo XX. Otras guerras (Irak, Siria, Afganist¨¢n, Ucrania¡), una pandemia y la ausencia de un estallido brutal (como el del 7 de octubre) apuntalaron la ficci¨®n de que el statu quo entre israel¨ªes y palestinos no era, al fin y al cabo, tan insostenible. Desde entonces, palabras como Gaza, Ham¨¢s, sionismo, Fronteras del 67, colonos o Desde el r¨ªo hasta el mar han pasado de las baldas especializadas a las tertulias, mientras las editoriales se apresuran a actualizar ediciones antiguas o sacar ensayos breves de urgencia. Este es el vocabulario b¨¢sico para, al menos, no perderse.
Franja de Gaza. Hoy es sin¨®nimo de muerte y escombros, pero fue un vibrante puerto comercial en el mar Mediterr¨¢neo, ya mencionado en el Antiguo Testamento. Se trata de un territorio min¨²sculo (41 kil¨®metros de norte a sur, y 13 de oeste a este, en su punto m¨¢s ancho) cuyos 2,3 millones de habitantes descienden en su mayor¨ªa de quienes tuvieron que dejar atr¨¢s sus hogares en el actual Israel.
Israel lo tom¨® en la Guerra de los Seis D¨ªas de 1967 y construy¨® 21 asentamientos jud¨ªos. Acab¨® convertido en un dolor de cabeza de protestas y ataques. ¡°Me gustar¨ªa que Gaza se hundiese en el mar, pero no va a pasar, as¨ª que habr¨¢ que encontrar una soluci¨®n¡±, admiti¨® en 1992 el primer ministro israel¨ª, Isaac Rabin.
En 2005, el Gobierno de Ariel Shar¨®n tom¨® unilateralmente una decisi¨®n que la derecha nacionalista (con el apoyo de un 22% de israel¨ªes) lucha hoy por revertir: la retirada de todos los soldados y colonos. Un a?o m¨¢s tarde, Ham¨¢s gan¨® las elecciones (las ¨²ltimas que han celebrado los palestinos) y acab¨® haci¨¦ndose por la fuerza con el control de la Franja. Desde entonces, 2007, dos Gobiernos palestinos se arrogan la legitimidad. El segundo, el que reconoce la comunidad internacional, lo preside Mahmud Abbas en Cisjordania.
Fronteras del 67. Una de las f¨®rmulas que suelen aparecer en los comunicados de las canciller¨ªas. ?Por qu¨¦? Porque, sin ser una frontera oficial, son las que ¨Dpara todos los pa¨ªses del mundo, salvo Israel¨D delimitan el territorio reconocido del Estado jud¨ªo y el que deber¨ªa convertirse en Estado palestino e Israel mantiene bajo ocupaci¨®n: Gaza y Cisjordania, incluido Jerusal¨¦n Este.
Es la famosa L¨ªnea Verde marcada en los armisticios de 1949 que pusieron fin a la primera guerra ¨¢rabe-israel¨ª. Se llaman del 67 porque es el a?o en que se vinieron abajo, con la Guerra de los Seis D¨ªas. El historiador Tom Segev narra en 1967 la euforia tras la incontestable victoria, en la que Israel triplic¨® el territorio bajo control, con el Sina¨ª (que devolvi¨® a Egipto al firmar la paz), los Altos del Gol¨¢n sirios, Gaza y Cisjordania. El resultado, medio siglo m¨¢s tarde, est¨¢ en uno de los mejores documentales: Los hijos de Arna, de Juliano Mer Khamis y Danniel Danniel y ambientado en Yen¨ªn.
Ning¨²n mapa oficial israel¨ª muestra la L¨ªnea Verde, seg¨²n una decisi¨®n gubernamental de 1967. En 2022, el Ayuntamiento de Tel Aviv-Yaffa envi¨® a las escuelas un kit con mapas que la inclu¨ªan. El Ministerio de Educaci¨®n prohibi¨® colgarlo, incluso como p¨®ster. Fue con el llamado ¡°Gobierno del cambio¡±, en el que no estaba Netanyahu ni sus socios ultras, sino el Israel considerado m¨¢s liberal.
Ham¨¢s. Es un acr¨®nimo de su nombre oficial, Movimiento de Resistencia Isl¨¢mica, que a la vez significa entusiasmo. Naci¨® en los a?os ochenta, en una ¨¦poca de impulso islamista en el mundo ¨¢rabe-musulm¨¢n y en la que a Israel le conven¨ªa una alternativa a Yasir Arafat. Fue ganando popularidad. No solo por su red asistencial o su fama de honestidad y piedad, frente a la corrupci¨®n de Al Fatah. Tambi¨¦n porque muchos palestinos ven la violencia armada como un acto de dignidad y justicia frente a un enemigo muy superior. Incluso cuando se trata de la explosi¨®n de autobuses y cafeter¨ªas llenas de civiles en territorio israel¨ª, como las que efectu¨®. Por eso, gan¨® en 2006 las elecciones.
En teor¨ªa, rechaza la existencia de Israel, pero lleva a?os dispuesta a aceptar un Estado palestino solo en Gaza, Cisjordania y Jerusal¨¦n Este. Gobernaba Gaza con mano de hierro, aplic¨® puntualmente la pena de muerte y persegu¨ªa la homosexualidad, pero no impuso el velo y daba espacio a otras facciones. EE UU y la UE lo consideran en su conjunto organizaci¨®n terrorista. Otras decenas de pa¨ªses, solo al brazo armado.
Es, a la vez, partido pol¨ªtica y milicia. Y tiene medio coraz¨®n pragm¨¢tico y otro medio, m¨¢s radical. Los segundos se han ido comiendo a los primeros, como demuestra la elecci¨®n este martes de Yahia Sinwar como l¨ªder, en sustituci¨®n de Ismail Haniya, asesinado en Teher¨¢n, previsiblemente por Israel. Tras el ataque del 7 de octubre, Carmen L¨®pez Alonso ha actualizado su ensayo sobre Ham¨¢s, retitul¨¢ndolo como De la marcha hacia el poder al vuelo de ?caro (Catarata).
Eretz Israel. La Tierra de Israel. Es un concepto territorial, de origen b¨ªblico, que trasciende las fronteras del propio Estado y no est¨¢ muy claro qu¨¦ incluye. Abarcar¨ªa seguro, enteras, las actuales Israel y Palestina, pero tambi¨¦n partes de Jordania, L¨ªbano, Siria, Irak¡ Lo mencion¨® el padre fundador de Israel, David Ben Guri¨®n, al declarar la independencia, pero hoy lo emplea m¨¢s, pol¨ªticamente, el nacionalismo religioso. El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, sembr¨® la pol¨¦mica el a?o pasado por hablar en un atril con un mapa de Eretz Israel.
Sionismo. Una de esas palabras que m¨¢s y peor se usan. En sentido estricto, es el movimiento nacionalista jud¨ªo fundado en el siglo XIX (es el signo de la ¨¦poca) por el periodista y escritor h¨²ngaro Theodor Herzl, al plantear que la soluci¨®n al ¡°problema jud¨ªo¡± (como se denominaba entonces) pasaba por crear un Estado jud¨ªo. No especificaba d¨®nde (su ensayo m¨¢s conocido menciona, de hecho, Argentina en primer lugar) y el liderazgo valor¨® opciones, pero se acab¨® imponiendo Palestina, entonces bajo mandato otomano, por la conexi¨®n hist¨®rica y espiritual de los jud¨ªos con el lugar.
La idea gener¨® al principio poco entusiasmo, pero acab¨® motivando oleadas de migraci¨®n ¨Dbien huyendo de pogromos o del ascenso del nazismo, bien por entusiasmo nacionalista¨D que suponen el verdadero inicio (nada de ra¨ªces b¨ªblicas) del conflicto de Oriente Pr¨®ximo. Los palestinos fueron intuyendo las consecuencias, comenzaron las tensiones, unos y otros crearon milicias, la situaci¨®n degener¨®, la ONU intent¨® repartir el territorio y, para 1947, la situaci¨®n ya era b¨¢sicamente de guerra civil, como refleja Julia Navarro, a trav¨¦s de dos familias ¨Duna jud¨ªa y otra ¨¢rabe¨D en su best-seller Dispara, yo ya estoy muerto.
?Es, como defienden sus cr¨ªticos, un proyecto colonial? S¨ª. Como buenos europeos, los sionistas ve¨ªan en los nativos palestinos seres inferiores (¡°seremos la vanguardia de la civilizaci¨®n en medio de la barbarie¡±, escrib¨ªa Herzl) y un obst¨¢culo en su objetivo, al que expulsar si era necesario. ?Es distinto a otras formas de colonialismo europeo? S¨ª. Los jud¨ªos no ten¨ªan un Estado propio y muchos llegaron huyendo de antisemitismo y la persecuci¨®n, con el Holocausto (el exterminio de seis millones) como c¨¦nit. Si no lo han hecho, lean la novela gr¨¢fica Maus, de Art Spiegelman, editada por Reservoir. ?Fue un movimiento religioso guiado por la idea de la Tierra Prometida? No. La inmensa mayor¨ªa de sus l¨ªderes eran seculares, aunque recurriesen a elementos religiosos o simb¨®licos para aglutinar. El mesianismo y la radicalidad religiosa tan presentes hoy en d¨ªa en Israel hunden sus ra¨ªces m¨¢s bien en la borrachera de poder posterior a 1967, como cuenta Ari Shavit en Mi tierra prometida (Debate, 2013) a trav¨¦s de su historia familiar.
Hay pocos consensos sobre lo que la palabra significa hoy, una vez creado Israel. Izquierda, centro y derecha la usan para defender cosas distintas.
Palestino/¨¢rabe/musulm¨¢n/islamista. Los palestinos son un pueblo, una identidad, independiente del pasaporte que tengan. Como en Chile, con su propio equipo de f¨²tbol, o los ¡°palestinos del 48¡å (en referencia al a?o del nacimiento del Estado de Israel), Son los descendientes de los que se quedaron y tienen hoy ciudadan¨ªa israel¨ª. Oficialmente llamados ¡°¨¢rabes israel¨ªes¡±, para soslayar su car¨¢cter nacional.
Todos los palestinos son ¨¢rabes, un colectivo en cuya historia se sumerge Tim Mackintosh-Smith en Los ¨¢rabes. Tres milenios de historia de pueblos, tribus e imperios (?tico de los Libros, 2022). Es un grupo ¨¦tnico vertebrado principalmente por la lengua, que tiene una modalidad com¨²n a todo el mundo ¨¢rabe (que se usa para escribir o para disertaciones acad¨¦micas y noticiarios...) y otra dialectal, con notables diferencias entre regiones. Un marroqu¨ª y un iraqu¨ª tienen, por ejemplo, dificultades para entenderse.
Ni todos los ¨¢rabes son musulmanes, ni a la inversa. Musulm¨¢n es quien profesa el islam. E isl¨¢mico no se refiere a personas (es lo relativo al islam, y se usa para arte, literatura, pa¨ªses¡) y difiere de islamista, que es quien propugna la doctrina que propugna la aplicaci¨®n de las leyes isl¨¢micas a las esferas pol¨ªtica, econ¨®mica, etc.
Jud¨ªo / hebreo / israelita / israel¨ª. Cuatro t¨¦rminos no siempre intercambiables. Los jud¨ªos son un pueblo. Es una identidad compartida que aglutin¨® la primera religi¨®n monote¨ªsta y que cada uno vive hoy de forma muy distinta, en funci¨®n del peso que da al credo, la tradici¨®n, los valores¡ La gran mayor¨ªa vive en Israel y EE UU. El historiador brit¨¢nico Simon Schama ha trazado la Historia de los jud¨ªos en Debate. Hebreo se usa para el antiguo pueblo de Israel, la literatura o la lengua, tanto la b¨ªblica como la moderna que se habla hoy, creada en el siglo XIX por un se?or ruso, Eliezer Ben Yehuda, que se lo tom¨® tan en serio que no dejaba a su hijo hablar otra. Tambi¨¦n israelita alude a esas tribus semitas del Antiguo Testamento, aunque algunas comunidades jud¨ªas actuales llevan la palabra en su nombre. Israel es c¨®mo Dios llam¨® a Jacob tras luchar contra un ¨¢ngel y el nombre del antiguo reino y del Estado actual, cuyos habitantes (los israel¨ªes) pueden o no (un 20% de la poblaci¨®n) ser jud¨ªos. Sus distintas realidades est¨¢n en la gran pantalla en Llenar el vac¨ªo, La banda nos visita, Ayami, Sallah Sabahti, Motivaci¨®n Cero... Si solo tienen tiempo para cuatro, vean Avanti Popolo, Gett, Vals con Bashir y Tras las rejas.
Ocupaci¨®n. Es uno de esos t¨¦rminos que significa una u otra cosa en funci¨®n de quien lo pronuncie. En ¨¢rabe, los grupos m¨¢s irredentistas (Yihad Isl¨¢mica, Ham¨¢s, Hezbol¨¢¡) lo usan a veces como sustantivo (¡°la ocupaci¨®n¡±), para no pronunciar Israel, al que niegan un lugar en el mapa. En general, y en los documentos de la ONU, se refiere al r¨¦gimen de control que Israel mantiene sobre los territorios que controla, en vulneraci¨®n del derecho internacional y que cobra distintas formas.
Gaza, por ejemplo, no dej¨® de estar t¨¦cnicamente bajo ocupaci¨®n en 2005, cuando Israel sac¨® a sus colonos y soldados. Mantuvo el control sobre su espacios a¨¦reo, mar¨ªtimo, electromagn¨¦tico, con bombardeos puntuales y varias ofensivas de hasta un mes. En los Altos del Gol¨¢n, anexionados en los ochenta, impera la calma. Los estallidos de violencia entre los drusos y los colonos jud¨ªos han sido muy puntuales.
Cisjordania es la que m¨¢s recuerda a la Sud¨¢frica del apartheid, con los palestinos bajo r¨¦gimen militar (pueden permanecer a?os encarcelados sin que ellos ni sus abogados sepan de qu¨¦ se les acusa) y los colonos, bajo el civil de Israel. A esto se suman carreteras segregadas, cientos de puestos de control y barreras al movimiento, redadas y demoliciones de hogares cotidianas¡ Todo una red que retrataba acad¨¦micamente Neve Gordon en Israel?s occupation (UCP, 2008) y lo hace humanamente Nathan Trall a trav¨¦s de una historia en Un d¨ªa en la vida de Abed Salama, reciente premio Pulitzer y publicado en espa?ol por Anagrama. Vean tambi¨¦n los documentales The Gatekeepers, The law in these parts y Cinco c¨¢maras rotas.
Barrera de separaci¨®n. Otro tema que apenas suena, pero sigue condicionando las vidas de cientos de miles de palestinos, separados efectivamente de Jerusal¨¦n. Las colas y humillaciones cotidianas, las familias separadas, los cultivos perdidos, el impacto en el tejido econ¨®mico¡ Vivir a uno u otro lado del muro define a¨²n el d¨ªa a d¨ªa de muchos palestinos, como en la pel¨ªcula A 200 metros, de Ameen Nayfeh (2020).
El Gobierno de Ariel Shar¨®n la comenz¨® a construir en 2002 a ra¨ªz de una oleada de atentados suicidas durante la Segunda Intifada. Aunque Israel ha tratado de equipararla a otras en el mundo, no es un una valla en una frontera reconocida. Sigue una trayectoria en zigzag, casi toda por dentro de Cisjordania, para incluir las principales colonias. Consciente de que no era solo un tema de seguridad, la derecha colona (la que hoy tiene un poder in¨¦dito con Netanyahu) se opon¨ªa. No le gustaba la suerte de futura frontera que marcaba, porque supon¨ªa renunciar a toda Cisjordania.
Nakba. Es la gran cat¨¢strofe (lo que significa la palabra en ¨¢rabe) que moldea la identidad palestina y vincula pasado y presente, como la protagonista de la pel¨ªcula La sal de este mar (2008), de Annemarie Jacir.
Se trata la huida o expulsi¨®n, primero por las milicias jud¨ªas y luego por el Ej¨¦rcito israel¨ª, de dos tercios (unos 750.000) de los palestinos que viv¨ªan en lo que hoy es Israel, entre 1947 y 1949. Vidas que recuerda el escritor liban¨¦s Elias Khoury en su obra m¨¢s conocida, Bab Al Shams (La cueva del sol, en espa?ol, Alfaguara). O Ghassan Kanafani, que sufri¨® la Nakba de ni?o, en Hombres en el sol o Retorno a Haifa.
Hoy, con el paso de las generaciones, superan los seis millones, sobre todo en Jordania, Siria y L¨ªbano, Gaza y Cisjordania. Israel argumenta que pagan el precio de rechazar el plan de partici¨®n que ofreci¨® la ONU en 1947 e iniciar la guerra un a?o m¨¢s tarde. El debate acad¨¦mico a menudo se centra en cu¨¢nto planeaba el liderazgo sionista una limpieza ¨¦tnica. Israel les impide volver a sus hogares, aunque de todos modos 400 de sus localidades son hoy ruinas o se al?zan sobre ellas kibutz y parques nacionales.
Bloqueo. Tras la captura de un soldado israel¨ª en 2006, Guilad Shalit, y sobre todo, la toma de Ham¨¢s de Gaza, Israel inici¨® un bloqueo en el que, en sus momentos m¨¢s duros, llegaba a calcular el n¨²mero de calor¨ªas que necesita un ser humano para decidir qu¨¦ alimentos pod¨ªan entrar. El cerco ¨Dde la mano de Egipto durante a?os¨D llev¨® a una generaci¨®n a crecer sin m¨¢s horizonte que los muros que rodean Gaza, uno de los lugares m¨¢s densamente poblados del planeta (60 veces m¨¢s que Espa?a). Es una de las cosas que m¨¢s llama la atenci¨®n al estar all¨ª: la cantidad, sobre todo de j¨®venes, en cualquier lugar.
Antes de la guerra, la pobreza y los burros por los caminos contrastaban con buenas casas y coches, gracias en parte al contrabando a trav¨¦s de los t¨²neles con Egipto. Era otra Gaza, en la que transcurr¨ªa el bonito largometraje de los hermanos Nasser Gaza mon amour (2020). La de hoy est¨¢ devastada ¨Dcon 40.000 cad¨¢veres, m¨¢s otros miles bajo los escombros¨D, la mitad de edificios destruidos y buena parte de los habitantes en tiendas de campa?a, a expensas del en¨¦simo desplazamiento forzoso.
Colonos. Son los se?ores de la tierra, como el t¨ªtulo de un famoso ensayo (no editado en espa?ol) de Idith Zertal y Akiva Eldar. La imagen estereot¨ªpica es un hombre armado con un rifle autom¨¢tico gritando en un alto de Cisjordania que no necesita m¨¢s documento de propiedad de la tierra que la Biblia, en la que Dios se la entrega al pueblo jud¨ªo. Existen, y tienen cada vez m¨¢s motivaci¨®n, armas y peso en el Gobierno.
La inmensa mayor¨ªa, en cambio, jam¨¢s se definir¨ªan a s¨ª mismos como tales. Habitan en grandes bloques residenciales al este de la L¨ªnea Verde, como Gil¨®, Ramot, Maale Adumim, Beitar Ilit¡ Personas normales y corrientes que ni piensan de qu¨¦ lado de la L¨ªnea Verde est¨¢n. Solo que vivir all¨ª es m¨¢s barato, c¨®modo o se construye m¨¢s. Son unos 500.000 en Cisjordania y 250.000 en Jerusal¨¦n Este. Una tarea imposible sin el apoyo de los sucesivos Gobiernos de Israel, tanto laboristas como conservadores, a trav¨¦s de leyes, confiscaciones de tierras, distribuci¨®n de presupuestos, protecci¨®n, impunidad para los ataques¡ El pasado mayo, el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya record¨® que son ilegales y deben ser desmantelados.
Desde el r¨ªo hasta el mar. Un eslogan palestino pol¨¦mico ¨Dcomo comprob¨® la vicepresidenta, Yolanda D¨ªaz¨D y sujeto a distintas interpretaciones que ha resucitado con fuerza, sobre todo en su versi¨®n en ingl¨¦s, en las manifestaciones de los campus de Estados Unidos.
El r¨ªo al que alude es el Jord¨¢n, y el mar, el Mediterr¨¢neo. Entre ambos est¨¢n tanto el Estado de Israel como los territorios palestinos. En el primero, se vive claramente como un llamamiento a su destrucci¨®n, con la connotaci¨®n de que incluir¨ªa tambi¨¦n el exterminio de sus habitantes. Y se asocia m¨¢s a la Yihad Isl¨¢mica o a Ham¨¢s, que defiende en su carta fundacional la ¡°liberaci¨®n completa de Palestina, desde el r¨ªo hasta el mar¡±. O a una famosa frase de Ahmed Shukairy, el predecesor de Arafat al frente de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), sobre ¡°echar a los jud¨ªos al mar¡±.
El lema fue acu?ado poco despu¨¦s de la creaci¨®n de Israel en 1948. En esa ¨¦poca, el liderazgo palestino a¨²n aspiraba a ¡°recuperar toda Palestina¡±, pero la realidad y la desigualdad de fuerzas se impusieron y la OLP lo fue convirtiendo en un llamamiento a establecer un solo Estado democr¨¢tico y secular en toda la Palestina hist¨®rica, con los mismos derechos para jud¨ªos y ¨¢rabes.
En los ochenta, Arafat reconoci¨® a Israel (no ha sucedido al rev¨¦s), pero el eslogan se sigui¨® usando. No solo como llamamiento a la desaparici¨®n de Israel. Tambi¨¦n como muestra gen¨¦rica de solidaridad con Palestina, en favor de la justicia en toda la zona o en defensa de la soluci¨®n de un Estado.
Una de las paradojas de la indignaci¨®n israel¨ª con el lema es que podr¨ªa pronunciarlo perfectamente. El partido que lidera Netanyahu (Likud) defiende desde hace d¨¦cadas el Gran Israel (es decir, desde el Jord¨¢n al Mediterr¨¢neo) y su actual acuerdo de Gobierno con ultranacionalistas y ultraortodoxos consagra ¡°el derecho exclusivo e indiscutible del pueblo jud¨ªo a todas las partes de la Tierra de Israel¡±.
Para leer
Palestina
Joe Sacco
Traducción de José Torralba Avellí
Planeta Cómic, 2015
328 páginas. 25 euros
1967
Tom Segev
Metropolitan Books, 2006 (en inglés)
710 páginas. 19 euros
Hamás. De la marcha hacia el poder al vuelo de Ícaro
Carmen López Alonso
Catarata, 2024
192 páginas. 17 euros
Dispara, yo ya estoy muerto
Julia Navarro
Plaza & Janés, 2013
912 páginas. 22,71 euros
Maus
Art Spiegelman
Traducción de Cruz Rodríguez Juiz
Reservoir Books, 2007
296 páginas. 22,71 euros
Mi tierra prometida
Ari Shavit
Traducción de José Francisco Varela Fuentes
Debate, 2013
440 páginas. 21,75 euros
Los árabes
Tim Mackintosh-Smith
Traducción de Ana Herrera
Ático de los Libros, 2022
832 páginas. 39,90 euros
Israel’s occupation
Neve Gordon
University of California Press, 2008 (en inglés)
344 páginas. 34,53 euros
Un día en la vida de Abed Salama
Nathan Thrall
Traducción de Antonio Ungar
Anagrama, 2024
292 páginas, 21,90 euros
La Cueva del Sol
Elias Khoury
Traducción de Jaume Ferrer Carmona
Alfaguara, 2009
608 páginas. 26,51 euros
Para ver
Los hijos de Arna (2004)
Juliano Mer Khamis y Danniel Danniel
Israel. 84 minutos
The Gatekeepers (2012)
Dror Moreh
Israel. 95 minutos
The law in these parts (2011)
Ra'anan Alexandrowicz
Palestina. 98 minutos
5 cámaras rotas (2011)
Emad Burnat y Guy Davidi
Palestina. 90 minutos
A 200 metros (2020)
Ameen Nayfeh
Jordania. 96 minutos
La sal de este mar (2008)
Annemarie Jacir
Palestina. 109 minutos
Gaza mon amour (2020)
Mohammed Abou Nasser y Ahmad Abou Nasser
Palestina. 84 minutos
Avanti Popolo (1986)
Rafi Bukai
Israel. 84 minutos
Gett: El divorcio de Viviane Amsalem (2014)
Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz
Israel. 115 minutos
Vals con Bashir (2008)
Ari Folman
Israel. 87 minutos
Detrás de los muros (1984)
Uri Barbash
Israel. 103 minutos
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