Del liderazgo clim¨¢tico a autorizar prospecciones: el pragmatismo verde de Biden a un a?o de las elecciones
El principal logro para luchar contra el calentamiento del presidente dem¨®crata, que no asistir¨¢ a la cumbre de Dub¨¢i, es el descomunal paquete de inversiones incluido en Ley de Reducci¨®n de la Inflaci¨®n
La vuelta de EE UU al Acuerdo de Par¨ªs y el nombramiento de un zar del clima, el enviado especial John Kerry, fueron las primeras se?ales de que bajo la presidencia del dem¨®crata Joe Biden uno de los dos pa¨ªses que m¨¢s gases de efecto invernadero emiten del mundo ¡ªel otro es China¡ª se tomaba en serio la lucha contra la crisis clim¨¢tica, tras el desde?oso mandato de Donald Trump. Desde entonces, la pol¨ªtica contra el calentamiento global del presidente estadounidense ha mostrado luces y sombras, hasta poner en pie un castillo de naipes clim¨¢tico en riesgo por los vaivenes pol¨ªticos de este pa¨ªs, que celebra elecciones presidenciales el a?o que viene. La pieza principal de este castillo en dif¨ªcil equilibrio es una ley aprobada en agosto de 2022 con una denominaci¨®n algo enga?osa (Ley de Reducci¨®n de la Inflaci¨®n, IRA en sus siglas inglesas), que en realidad constituye un ambicioso proyecto para fomentar la transici¨®n hacia una econom¨ªa de bajas emisiones mediante desgravaciones y subvenciones fiscales, con un presupuesto de 369.000 millones de d¨®lares en inversiones verdes durante la pr¨®xima d¨¦cada. Esta es la parte m¨¢s exitosa de la vuelta a la lucha clim¨¢tica de EE UU. Pero tambi¨¦n hay sombras, como las renuncias a las que el presidente se ha visto obligado para frenar la subida del precio de la gasolina: m¨¢s licencias de explotaci¨®n de petr¨®leo, incluso en para¨ªsos naturales como Alaska. O la ¨²ltima, su no asistencia a la cumbre del clima de Dub¨¢i, aunque s¨ª estar¨¢n Kerry y la vicepresidenta Kamala Harris.
La colosal iniciativa que es la Ley de Reducci¨®n de la Inflaci¨®n fue bien recibida por la comunidad cient¨ªfica, no tanto por algunos aliados de Washington. En teor¨ªa, las medidas pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 30-40% respecto de los niveles de 2005 para 2030, con lo que el pa¨ªs estar¨ªa m¨¢s cerca de cumplir su promesa de reducci¨®n del 50%, formulada por Biden el a?o pasado. Adem¨¢s, seg¨²n los cient¨ªficos, la iniciativa indica a otros pa¨ªses el camino: el mecanismo de Par¨ªs se basa en la reciprocidad, y los grandes emisores son decisivos a la hora de fijar las normas. Pero tambi¨¦n es una gigantesca oportunidad de negocio: es una apuesta industrial, con clara rentabilidad econ¨®mica (y pol¨ªtica). Baste como ejemplo el decidido impulso de Biden a la fabricaci¨®n de veh¨ªculos el¨¦ctricos, un sector generador de impuestos y de empleo, sobre todo en los Estados bisagra, los que deciden las elecciones.
La mayor parte del presupuesto de la IRA se destinar¨¢ a la energ¨ªa limpia, con 128.000 millones de d¨®lares en cr¨¦ditos fiscales durante la pr¨®xima d¨¦cada para las empresas que adopten fuentes m¨¢s ecol¨®gicas, como la solar. En torno a la tramitaci¨®n de pr¨¦stamos y ayudas se est¨¢ creando tambi¨¦n un enorme mercado financiero, que pronto podr¨ªa gestionar hasta 80.000 millones de d¨®lares al a?o en transacciones que promuevan una transici¨®n ecol¨®gica, seg¨²n expertos.
Las credenciales ambientales de Biden son bien conocidas desde la campa?a electoral de 2020, pero para ponerlas en pr¨¢ctica ha necesitado no s¨®lo el voto de los republicanos, sino el de correligionarios adversos, como el senador Joe Manchin, muy vinculado a la industria del carb¨®n. De ah¨ª que el prop¨®sito inicial del ambicioso Plan de Infraestructuras quedara jibarizado por las trabas del rebelde Manchin. La ley de infraestructuras, primer logro legislativo de la presidencia dem¨®crata, en 2021, ya inclu¨ªa inversiones destinadas a mejorar las obras m¨¢s contaminantes y una partida de 55.000 millones para contribuir a la ¡°resiliencia clim¨¢tica¡± de regiones especialmente expuestas a cat¨¢strofes naturales.
¡°El IRA es probablemente el mejor acuerdo que podr¨ªamos conseguir en Estados Unidos con el senador Joe Manchin, favorable al carb¨®n, como guardi¨¢n de lo que pod¨ªa aprobarse en el Senado¡±, explica Michael Mann, catedr¨¢tico distinguido del Departamento de Ciencias de la Tierra y Ambientales de la Universidad de Pensilvania. ¡°El IRA probablemente consiga reducir las emisiones de carbono en un 40% para 2030 si se aplica en su totalidad. Pero como la media mundial tiene que ser del 50% y los pa¨ªses industrializados tradicionales, como Estados Unidos, deben recortes mayores, por ejemplo del 60%, no es realmente suficiente. Es un buen comienzo y algo en lo que podemos basarnos si los estadounidenses votan a pol¨ªticos comprometidos con el clima en las pr¨®ximas elecciones. Es una se?al para el resto del mundo de que la Administraci¨®n actual se toma en serio que EE UU cumpla con su parte. Esto es fundamental para convencer a pa¨ªses en desarrollo como la India de que hagan m¨¢s, que sigue siendo uno de los puntos conflictivos de cara a la COP28¡å, a?ade Mann.
La inflaci¨®n frena la inversi¨®n verde
Adem¨¢s del obligado equilibrismo pol¨ªtico, m¨¢s complicado a¨²n desde las elecciones de medio mandato de hace un a?o, que dieron el control de la C¨¢mara a los republicanos, la inflaci¨®n ha frenado parte de los prop¨®sitos verdes de Biden. Para contener la subida del precio de la gasolina ¡ªen m¨¢ximos durante buena parte de 2022¡ª, autoriz¨® el a?o pasado permisos de explotaci¨®n en el controvertido Proyecto Willow, en la Reserva Nacional de Petr¨®leo, en Alaska, pese a las protestas de organizaciones defensoras del medio ambiente y cr¨ªticas de la propia ONU. Tambi¨¦n revoc¨® una moratoria, impuesta un a?o antes, que suspend¨ªa los permisos de explotaci¨®n de gas y petr¨®leo en terrenos federales para combatir la crisis clim¨¢tica. Adem¨¢s, la guerra de Ucrania logr¨® que EE UU pasara de importador a exportador de gas natural licuado (GNL) gracias al fracking, o fracturaci¨®n hidr¨¢ulica, una t¨¦cnica que los ecologistas rechazan por su impacto ambiental. La Uni¨®n Europea, cr¨ªtica tambi¨¦n con la pr¨¢ctica, ha sido la destinataria del 70% de las exportaciones.
Mientras la extracci¨®n de petr¨®leo alcanzar¨¢ este a?o la cifra r¨¦cord de 12,9 millones de barriles, m¨¢s del doble de lo que produc¨ªa el pa¨ªs hace una d¨¦cada, en Luisiana se construye una megaplanta de exportaci¨®n de GNL con una inversi¨®n de 20.000 millones de d¨®lares y que, una vez operativa, tendr¨¢ una capacidad de 20 millones de toneladas m¨¦tricas al a?o. ¡°Debemos asumir el hecho de que, debido a la marginaci¨®n de Rusia, EE UU es ahora el mayor exportador de GNL del mundo. Y vamos a mantener ese estatus durante a?os y a?os. Ese gas ha desempe?ado un papel absolutamente cr¨ªtico durante el pasado a?o para ayudar a la seguridad energ¨¦tica europea, para llenar el agujero creado por la militarizaci¨®n de Putin de sus recursos energ¨¦ticos¡±, explicaba en una reciente llamada con periodistas Geoffrey R. Pyatt, secretario adjunto de la Oficina de Recursos Energ¨¦ticos del Gobierno. ¡°As¨ª que no veo contradicci¨®n entre el hecho de que EE UU siga teniendo un sector energ¨¦tico potente, porque estamos trabajando todo lo que podemos para descarbonizar ese sector, gestionar las emisiones y desarrollar nuevas oportunidades para tecnolog¨ªas como la producci¨®n de hidr¨®geno limpio¡±.
Una iniciativa que consagra la hegemon¨ªa de EE UU
Las iniciativas ambientales de la Administraci¨®n de Biden se inscriben en el marco del proteccionismo ¡ªe incluso un cierto grado de autarqu¨ªa¡ª que recorre su programa econ¨®mico. La ley de Creaci¨®n de Incentivos ?tiles para la Producci¨®n de Semiconductores (CHIPS, por sus siglas en ingl¨¦s), destinada a incentivar la producci¨®n local para superar la dependencia de China, o la que invita al ciudadano a consumir productos hechos en EE UU, Buy American Act, inciden en la defensa de lo nacional, igual que la pol¨ªtica energ¨¦tica.
La IRA recibi¨® una tibia respuesta el a?o pasado en la COP27 en Egipto, provocando incluso rencillas con socios y aliados cercanos a EE UU. Cabe recordar el reproche que dirigi¨® el presidente franc¨¦s Emmanuel Macron al senador Manchin: ¡°Est¨¢n perjudicando a mi pa¨ªs¡±, dijo, insinuando que la IRA previsiblemente redirigir¨¢ miles de millones en inversiones en energ¨ªa limpia fuera de Europa y hacia EE UU, porque las multinacionales persiguen los generosos beneficios de la legislaci¨®n. La IRA, en resumen, apuntala la hegemon¨ªa industrial de EE UU en un contexto de m¨¢xima rivalidad con China, el otro gran emisor global. En la reciente cumbre de San Francisco, Washington y Pek¨ªn acordaron retomar su cooperaci¨®n para acelerar la transici¨®n de los combustibles f¨®siles a fuentes de energ¨ªa renovables.
¡°La IRA es la legislaci¨®n ambiental m¨¢s importante de EE UU desde la Ley de Aire Limpio de 1970, y la pol¨ªtica clim¨¢tica m¨¢s importante de la historia¡±, subraya Dallas Burtraw, investigador principal de la organizaci¨®n Resources for the Future. ¡°Existe una gran incertidumbre sobre lo que se conseguir¨¢ de aqu¨ª a 2030, ya que EE UU se enfrenta a retos similares a los de la UE a la hora de autorizar y ubicar la transmisi¨®n y los nuevos recursos renovables. A largo plazo, las repercusiones ser¨¢n considerables. Estimamos que en el sector de la electricidad, que es el m¨¢s importante en esta d¨¦cada, la IRA conducir¨¢ a EE UU aproximadamente a la mitad del camino en el cumplimiento de su promesa para 2030. Adem¨¢s, pone en marcha una infraestructura que puede ser aprovechada por otras pol¨ªticas y por los Estados¡±.
La pregunta que algunos expertos se hacen respecto de la IRA es por qu¨¦ abordar la amenaza clim¨¢tica con subvenciones en lugar de, por ejemplo, con un impuesto sobre las emisiones de gases de efecto invernadero. Por posibilismo: los impuestos no iban a ser aprobados por el Congreso; la IRA s¨ª, aunque por un estrech¨ªsimo margen. Y el papel de las industrias con probabilidades de recibir subvenciones era un aliciente, no un inconveniente; de hecho, fue lo ¨²nico que hizo posible la medida. Pero el precario equilibrio pol¨ªtico actual puede saltar por los aires si en noviembre de 2024 llega a la Casa Blanca un republicano. Trump o DeSantis no difieren en pol¨ªtica ambiental: la suya es una enmienda a la totalidad, como demostr¨® el primero, candidato republicano favorito para disputar dentro de un a?o la presidencia a Biden, al retirar en 2017 a EE UU del Acuerdo de Par¨ªs contra el cambio clim¨¢tico. No obstante, subraya Burtraw, ¡°es importante destacar que, en su mayor parte, la IRA establece incentivos que ser¨¢n duraderos y que dif¨ªcilmente podr¨¢n ser revocados por una futura administraci¨®n¡±, del signo que sea.
¡°El apoyo a las infraestructuras energ¨¦ticas limpias y los incentivos a empresas y consumidores son elementos cruciales de cualquier estrategia pol¨ªtica global, pero no pueden hacer todo el trabajo por s¨ª solos. Deben complementarse con normativas o precios. Este debe ser el pr¨®ximo paso en Estados Unidos¡±, concluye el investigador.
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