Occidente se vuelve ¡®otaku¡¯: Jap¨®n demuestra el poder de su cultura
Los productos culturales del pa¨ªs nip¨®n han creado una industria potente en un momento de declive y configuran la segunda fuente de ingresos de su econom¨ªa
Jap¨®n lo ha conseguido. A su potencia econ¨®mica a?ade hoy un liderazgo cultural global. Fue capaz de reinventarse tras la Segunda Guerra Mundial y llegar a ser gu¨ªa de la econom¨ªa global, y ahora ejerce como empresario de masas gracias a la industria del entretenimiento. Con su capacidad para la renovaci¨®n e integraci¨®n, ha adaptado tambi¨¦n la econom¨ªa a Occidente y logrado que la cultura popular est¨¦ por encima de la refinada. Sus productos culturales han creado una industria potente en un momento de declive y hoy, cuando los bienes culturales son la base de las econom¨ªas m¨¢s avanzadas, configuran la segunda fuente de ingresos de la econom¨ªa.
Sin embargo, no fue siempre as¨ª. El cambio ha sido fulgurante y ha tenido lugar en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. Hubo un deseo de Jap¨®n, una fascinaci¨®n y atracci¨®n irresistibles por un mundo de ensue?o. Un espacio del deseo y, por lo tanto, de ausencia. Una imagen para so?arse en otro mundo (el de las ant¨ªpodas) m¨¢s profundo, ligero y descentrado. Lo que Walter Gropius, fundador de la escuela de la Bauhaus, resume en: ¡°Todo por lo que hemos luchado tiene su paralelo en la antigua cultura japonesa¡±, tras la visita al impresionante palacio de Katsura a las afueras de Kioto en 1954.
Jap¨®n ha sido deseado y contin¨²a si¨¦ndolo. As¨ª lo demuestra el n¨²mero de editoriales que han publicado t¨ªtulos en los ¨²ltimos a?os, por citar algunas: Satori, Bellaterra, Verbum, Hiperi¨®n, Candaya, Hermida, Siruela, Atalanta, Impedimenta, Gallo Nero, Sans Soleil, Langre, etc. Para saber m¨¢s sobre esta fascinaci¨®n, se puede leer a Donald Keene y, sobre todo, la traducci¨®n de cinco de sus conferencias recogidas en Los placeres de la literatura japonesa, pr¨¢cticamente una s¨ªntesis de sus investigaciones de la est¨¦tica y cultura niponas. Cosas de Jap¨®n. Apuntes y notas del Jap¨®n tradicional recoge una relaci¨®n de temas para aproximarse a la tradici¨®n del pa¨ªs y comprobar el t¨®pico que se le atribuye y que pocas geograf¨ªas confirman as¨ª: la convivencia entre tradici¨®n y contemporaneidad. El Diccionario de cultura japonesa, con 3.400 entradas, traza una cartograf¨ªa para no perderse dentro de la cultura. Y los libros, Para entender la sociedad japonesa, compilado por Joy Hendry, y La soledad del pa¨ªs vulnerable, de Florentino Rodao, despliegan cuestiones sociol¨®gicas e hist¨®ricas para subsanar nuestra ignorancia (de ignotus, desconocido).
Dos libros muestran la ¨²ltima fascinaci¨®n sobre el pa¨ªs. El primero es Nekomata, el gato de las dos colas, del traductor de japon¨¦s Jos¨¦ Paz¨® Espinosa. Un libro de viajes por la geograf¨ªa m¨¢s olvidada del mar del Jap¨®n que se japoniza cap¨ªtulo a cap¨ªtulo, con el acierto, adem¨¢s, de una voz narrativa capaz de extraer en cada geograf¨ªa un mito, una historia para hablar del Jap¨®n antiguo y contempor¨¢neo, que el autor conoce muy bien. Revelaciones de la maestra del arco, del escritor Javier Vela, es un libro delicado y culto que sigue los pasos de las arqueras Naoko y Hitomi y los despliega en una estructura fragmentaria, un mosaico donde convergen poes¨ªa, ensayo o aforismos. La arquer¨ªa sirve como reflexi¨®n sobre la literatura: ¡°?Es posible vivir en un tiempo y respirar en otro?¡±.
Jap¨®n representa seguramente la literatura de mujeres m¨¢s espl¨¦ndida de la antig¨¹edad, con nombres como Sei Shonagon, Murasaki Shikibu y Ono no Komachi. El chino era el idioma para la escritura y se aprend¨ªa en la universidad, donde las mujeres no pod¨ªan ir. El japon¨¦s se reservaba para los g¨¦neros ¡°menores¡±, como los diarios o el waka, la forma po¨¦tica que practicaron en su encierro privado. All¨ª aprendieron el silabario japon¨¦s con el que ¡°elevaron¡± dichos g¨¦neros. El Jap¨®n m¨¢s contempor¨¢neo est¨¢ en las escritoras Sayaka Murata, autora de Una dependienta, y Mieko Kawakami, de Pechos y huevos. Su correspondencia y afinidad f¨ªlmica ser¨ªa la trilog¨ªa Happy Hour, el mejor trabajo del galardonado Ry?suke Hamaguchi, que cuenta la vida de cuatro amigas de treinta a?os. El imaginario de la cineasta Naomi Kawase es otro, y con ¨¦l se puede recorrer el significado de la insularidad, la relaci¨®n del pa¨ªs con sus islas menores, en Aguas tranquilas, y leer, en otra afinidad, los cuentos de Atsushi Nakajima.
El nombre dado a la fascinaci¨®n nipona fue el japonismo. Hacia 1860, anticuarios y marchantes europeos comercian con objetos, sobre todo los grabados ukiyo-e (tan f¨¢ciles de transportar, enrollados), y satisfacen el h¨¢lito por las nuevas est¨¦ticas. La pintura occidental los integra e influyen en el modernismo posterior. Mariano Fortuny y Picasso (con una colecci¨®n notable de grabados er¨®ticos o shunga) los coleccionan y, junto con Manet, Degas y otros, influyen en sus obras. El cat¨¢logo de la exposici¨®n del mismo nombre, Japonismo. Fascinaci¨®n por el arte japon¨¦s, describe algunas de las colecciones de nuestro pa¨ªs. Y el reciente cat¨¢logo de la muestra sobre el quimono, Kimono: Kyoto to Catwalk, avanza en su estudio como s¨ªmbolo de la cultura nipona y de la fascinaci¨®n occidental. Si se quiere leer, y ver, una publicaci¨®n representativa de ukiyo-e, Tsukioka Yoshitoshi compila en Cien aspectos de la luna, 100 estampas que resumen la cultura japonesa en un amplio espectro tem¨¢tico.
Los ukiyo-e son el antecedente del manga, y uno de los ¨²ltimos traducidos, a la par que excepcional, es Flores rotas de Yoshiharu Tsuge. El c¨®mic recoge el imaginario m¨¢gico y simb¨®lico nip¨®n, adem¨¢s de las complejas relaciones humanas en un contexto de pobreza brutal. Tanto el manga como el anime, g¨¦neros centrales de la subcultura otaku, han abierto nuevas ventanas para presentar la realidad del pa¨ªs. En cualquier caso, formatos donde, especialmente los padres (quienes ven una alternativa a Disney), y adolescentes y ni?os encuentran un lenguaje para hablar de sus emociones e inquietudes. El pacifismo, en La tumba de luci¨¦rnagas (1988), de Isao Takahata; la defensa de lo rural, en Mi vecino Totoro (1988), de Hayao Miyazaki, y la vulnerabilidad frente a la naturaleza en Your name (2016), de Makoto Shinkai.
Asimismo, los valores est¨¦ticos japoneses m¨¢s deseados han sido los llamados medievales, de los periodos Kamakura, Muromachi y Monoyama (de 1185 a 1600). Pienso sobre todo en las categor¨ªas de wabi (austero), sabi (solitario) y el arraigo de la secta Zen, que dan lugar al esteticismo japon¨¦s que cautiva a Occidente, ligado al vac¨ªo, la austeridad y la imperfecci¨®n. Acaba de publicarse una nueva edici¨®n de El libro del t¨¦ de Kakuzo Okakura, ilustrada por Isidro Ferrer. Se trata de un ensayo po¨¦tico sobre la ceremonia del t¨¦, y ritual zen, que sintetiza los elementos religiosos y est¨¦ticos. En este contexto, pocos cineastas han fascinado tanto como Yasujiro Ozu, que comparte dicho esteticismo a trav¨¦s de la divisi¨®n en unidades geom¨¦tricas y la abstracci¨®n de l¨ªneas verticales y horizontales del interior de la casa. Su espacio preferido y donde se asiste a la historia del pa¨ªs a trav¨¦s de uno de sus grandes temas, la familia, que retrata en un contexto de sublimaci¨®n de lo cotidiano en pel¨ªculas inolvidables, como Primavera tard¨ªa.
La lealtad familiar, un rasgo que proviene de la lealtad al emperador desde anta?o, ha cambiado en las ¨²ltimas d¨¦cadas y el cine lo ha recogido. El verano de Kikujiro (1999), de Takeshi Kitano, cuenta el viaje de un ni?o con un antiguo yakuza. Un asunto de familia (2018), de Hirokazu Koreeda, muestra una unidad familiar at¨ªpica y Close-Knit (2017), de la cineasta Naoko Ogigami, la vida de una familia LGTBI. Cualquiera de ellas tiene su paralelo en la lectura del manga, como Bajo un cielo como unos pantis de Shun Umezawa, c¨®mic brillante que muestra los tab¨²es de la sociedad nipona.
Jap¨®n es centro de las fascinaciones sexuales occidentales. Los deseos reprimidos se proyectan con la ilusi¨®n de que se pueden experimentar con total libertad y fuera de culpa. Las geishas representar¨ªan la imagen perfecta, tanto que se imaginan prostitutas. Tambi¨¦n, la atracci¨®n por los roces, caricias y fetichismos que conforma la gran industria sexual del pa¨ªs. Kenji Mizoguchi nos lo cuenta de forma bien diferente en la pel¨ªcula La calle de la verg¨¹enza (en Jap¨®n, El pa¨ªs de los sue?os) de 1956. Una reflexi¨®n sobre la ilegalizaci¨®n de la prostituci¨®n que tiene lugar ese mismo a?o a trav¨¦s de la vida de cinco prostitutas, cada con una raz¨®n para defender o recriminarla. Una pregunta planea sobre la pel¨ªcula. ?Qu¨¦ derechos tienen las mujeres para lograr sus sue?os?
La cultura del ba?o y del cuerpo da lugar a grandes obras. Como Pa¨ªs de nieve, del gran Premio Nobel Yasunari Kawabata (Mikio Naruse la lleva al cine en 1954), que tendr¨ªa su afinidad en la pel¨ªcula admirable Los masajistas y una mujer (1938), de Hiroshi Shimizu. Esta transcurre en un balneario, donde acuden dos masajistas ciegos para trabajar. All¨ª est¨¢ Toku (Mieko Takamine, una de las actrices m¨¢s inspiradoras del cine nip¨®n), quien da lugar a una escena memorable cuando se cruza con uno de los ciegos y este se da cuenta de su presencia por el perfume del cuerpo. ¡°Ella huele a Tokio¡±, dir¨¢.
Y as¨ª, los libros y pel¨ªculas del pasado y presente muestran que el repertorio de modelos de conducta sigue v¨¢lido aunque actualizado, pues, como dice David Almaz¨¢n, las geishas son idols televisivos y los samur¨¢is son hoy los h¨¦roes de Fukushima.
Patricia Almarcegui es autora de libros como ¡®El sentido del viaje¡¯, ¡®Conocer Ir¨¢n¡¯ y ¡®Cuadernos perdidos de Jap¨®n¡¯.
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