Draghi: Y sin embargo, vuela
La historia juzgar¨¢ si Draghi es el hombre que salv¨® el euro o el banquero central que no pudo soportar decirle a la gente que solo lo hab¨ªan imaginado
Berl¨ªn, en el invierno europeo de hace casi un lustro. Un pu?ado de corresponsales se adentra en la canciller¨ªa alemana, un espectacular edificio de cemento y cristal. Los berlineses, con su c¨¢ustico sentido del humor, lo bautizaron como Lavadora por el c¨ªrculo acristalado que remata la fachada. Los periodistas van en pos de un prometedor off the record con Angela Merkel, pero al fondo del pasillo que conduce al despacho de la canciller aparece un tipo con los andares decididos de quienes saben ad¨®nde van y tocado con una sonrisa resplandeciente: es Mario Draghi, presidente del BCE, y cabe la tentaci¨®n de faltar a la cita con Merkel e ir tras esos zapatos italianos.
La sonrisa tiene explicaci¨®n: tiene luz verde pol¨ªtica para anunciar un programa multimillonario de compra de activos, el denominado Quantitative Easing (QE) que, poco m¨¢s o menos, consiste en bombear dinero en la econom¨ªa como si no hubiera un ma?ana), aunque eso los gacetilleros no lo saben a¨²n. Lo sabr¨¢n pronto. Draghi se va volando ¨Cel vuelo de un abejorro, como se ver¨¢ unos p¨¢rrafos m¨¢s abajo si alcanza la paciencia¡ª y Europa acabar¨¢ cruzando un Rubic¨®n monetario el jueves 21 de enero de 2015: el BCE activa ese d¨ªa las compras de deuda a la americana para intentar domar el riesgo de deflaci¨®n, una de las bestias econ¨®micas m¨¢s temibles. El Eurobanco se quita as¨ª el yugo del moralismo germ¨¢nico y se convierte en un banco central normal.
Pero esta historia empieza unos a?os atr¨¢s. Poco despu¨¦s de la quiebra de Lehman, Grecia va camino del desastre. A partir de ah¨ª explotar¨¢n sucesivas crisis como granos de ma¨ªz en una m¨¢quina de palomitas: el sistema bancario de Irlanda colapsa, una burbuja inmobiliaria jupiterina estalla en Espa?a y varios pa¨ªses (Portugal, Chipre e Italia) se enfrentar¨¢n a graves dificultades. Europa se parte en dos: un norte que resiste razonablemente bien y un sur que las ha pasado canutas, y lo que te rondar¨¦ morena.
El predecesor de Draghi, Jean-Claude Trichet, lleg¨® tarde a las rebajas de tipos de inter¨¦s para combatir esa sucesi¨®n de crisis. Crey¨® que el hurac¨¢n era un problema fundamentalmente estadounidense. Se fij¨® demasiado en el riesgo de inflaci¨®n. Confundi¨® una crisis financiera de libro con una crisis de deuda. Y cometi¨® uno de los mayores errores que se recuerdan: subi¨® el precio del dinero en 2011, en el peor momento posible, y meti¨® a Europa pr¨¢cticamente ¨¦l solo (con la inestimable ayuda de la austeridad alemana) en una doble recesi¨®n. Todo cambi¨® con Draghi: en su primer movimiento ¨Cnoviembre de 2011¡ª rebaj¨® los tipos y dio un manguerazo de liquidez a la banca. No bast¨®. Y en julio de 2012, con Espa?a al borde del abismo, pronunci¨® las palabras m¨¢gicas ¨Cel c¨¦lebre "Whatever it takes"¡ªy los inversores que apostaban a la ruptura del euro salieron corriendo como conejos.
Tres a?os despu¨¦s demostr¨® que no iba de farol con el programa de compras y los tipos negativos: media Europa pensaba que Alemania nunca permitir¨ªa tama?o pecado de heterodoxia. El ministro supuestamente europe¨ªsta Wolfgang Sch?uble ha llegado a acusar a Draghi de alentar a la extrema derecha con ello. Pero el QE y el "Whatever it takes" son los dos grandes hitos en la trayectoria de un tipo del que se sabe poco excepto lo importante: salv¨® el euro a pesar de Sch?uble.
Draghi es romano (y eso es parte del problema: ¡°Para los italianos la inflaci¨®n es una forma de vivir, como la salsa de tomate con los espaguetis¡±, le defin¨ªa el Bild). Pr¨¢ctico, t¨ªmido, jer¨¢rquico, individualista, due?o de un humor c¨¢ustico y arrojado cuando lo ve claro, su biograf¨ªa est¨¢ marcada por la p¨¦rdida de sus padres a los 16 a?os. Estudi¨® con los jesuitas, y despu¨¦s se doctor¨® en Econom¨ªa en el prestigioso MIT, con dos mitos ¨CModigliani y Solow¡ª en el claustro, y compartiendo pupitre con Olivier Blanchard, Paul Krugman y Ben Bernanke, protagonistas en estos tiempos de zozobra. Despu¨¦s pas¨® por el Banco de Italia y el Tesoro: credenciales acad¨¦micas e institucionales de primer nivel.
Pero en su curr¨ªculo hay tambi¨¦n zonas m¨¢s l¨®bregas para los usos de la ¨¦lite tecnocr¨¢tica: fue vicepresidente de Goldman Sachs. All¨ª se convirti¨® en un brillante comunicador, y aprendi¨® a tantear el siempre voluble humor de los mercados. Goldman deja huella para bien y para mal: el banco estadounidense, tambi¨¦n conocido como calamar vampiro, ayud¨® durante a?os a Atenas a camuflar sus d¨¦ficits y es uno de los protagonistas de casi todas las tropel¨ªas que desataron las fuerzas oscuras de la Gran Recesi¨®n. No faltan quienes aseguran que Draghi ha tratado magn¨ªficamente a la banca y ha descuidado a la gente por ese pasado. El exministro griego Yanis Varoufakis lo ha calificado como "d¨¦spota tr¨¢gico", y tampoco le faltan razones: Draghi apret¨® el gatillo que oblig¨® a varios pa¨ªses a pedir rescates acompa?ados de dur¨ªsimos recortes. En Grecia fue a¨²n m¨¢s lejos al cerrarle el grifo a los bancos cuando el pa¨ªs se estrellaba contra las rocas de la depresi¨®n. Solo en los ¨²ltimos tiempos, con la boca peque?a, el jefe del BCE ha reconocido que los griegos han sufrido demasiado.
La historia juzgar¨¢ si Draghi es el hombre que de veras salv¨® el euro o el banquero central que no pudo soportar decirle a la gente que solo lo hab¨ªan imaginado: un gran periodista norteamericano calific¨® a Alan Greenspan, el presidente de la Fed, como "el maestro", y la reputaci¨®n de Greenspan ¨Cy la del periodista¡ªno resisti¨® la prueba del algod¨®n de la Gran Crisis. Draghi, en fin, deja luces y sombras. Transform¨® una instituci¨®n empachada de ideolog¨ªa en un banco central moderno y se convirti¨® en una especie de faro: en una crisis, la gente quiere que alguien salga y se haga cargo de la situaci¨®n; ese alguien ha sido Mario Draghi. Pero tambi¨¦n chantaje¨® a varios pa¨ªses para que pidieran duros rescates, no ha cumplido el objetivo de inflaci¨®n y puede que muchas de sus decisiones ¨Cen especial el ¨²ltimo paquete de est¨ªmulos¡ª est¨¦n demasiado influidas por su ansia de satisfacer a los mercados.
Eso explica por qu¨¦ tampoco ha hecho lo suficiente para limpiar los bancos, especialmente en su pa¨ªs. "Debemos mucho a Draghi por haber reconstruido un BCE enfermo", subraya el economista Charles Wyplosz. Sus cr¨ªticos destacan que ha atiborrado de anabolizantes el sistema: la econom¨ªa europea parece ahora un lago tranquilo en el que flotan los nen¨²fares, pero bajo las aguas puede haber monstruos. Y dicen que Draghi ha roto todos los consensos. "Nunca forj¨® consensos: Draghi y un peque?o equipo (dos consejeros, Peter Praet y Benoit Coeur¨¦, y dos bur¨®cratas, Massimo Rostagno y Frank Smets) lanzaban sus ideas y los dem¨¢s sol¨ªan limitarse a asentir", rebate un asiduo de Fr¨¢ncfort.
Su gran virtud fue decirles a los alemanes que estaban equivocados y convencerles de que Europa necesitaba imperiosamente medidas extraordinarias: sac¨® al BCE del rigor mortis alem¨¢n y lo americaniz¨®. Y sobre todo cre¨® un estilo: el BCE ya nunca ser¨¢ el mismo.
En el discurso del "Whatever it takes", Draghi traz¨® una singular met¨¢fora: "El euro es como un abejorro", dijo. "Es un misterio de la naturaleza, porque no deber¨ªa volar, pero lo hace". La pol¨ªtica monetaria ha sido la forma de resolver ¨Co de postergar¡ª el conflicto norte-sur en Europa: de permitir el vuelo del abejorro en plena tormenta. Con el Eurobanco en terra incognita desde hace tiempo, el margen del BCE se estrecha: el italiano lleva a?os predicando en el desierto que Europa necesita tambi¨¦n activismo fiscal. Alemania se resiste. Draghi logr¨® convencer a Merkel de que el QE era imprescindible; la labor de su sucesora, Christine Lagarde, es convencer a Alemania de que gaste. Veremos qu¨¦ tal se desenvuelve Lagarde pisando esa enorme piel de pl¨¢tano pol¨ªtica: el vuelo del abejorro corre peligro. Y con ¨¦l, el legado de Draghi.
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