La mecha de la inflaci¨®n se apaga lentamente
Los expertos esperan que los precios repunten a finales de a?o por encima del 4%, pero la tendencia de fondo es favorable tras m¨¢s de dos a?os de turbulencias
Que nadie busque en el supermercado productos m¨¢s baratos que hace un a?o. Le costar¨¢ encontrarlos o directamente no lo conseguir¨¢. Todo est¨¢ m¨¢s caro. Se paga m¨¢s por el aceite, m¨¢s por la leche, m¨¢s por los huevos, las patatas o el arroz. El dinero se consume antes. Hace falta m¨¢s para comprar lo mismo. Y las conversaciones sobre c¨®mo ha subido todo se han vuelto cansinas por repetitivas. Cada uno lo lleva como puede: pasar por caja con la cesta m¨¢s vac¨ªa, tirar m¨¢s de marcas blancas, comparar precios en varios establecimientos quien tenga tiempo para ello, o dedicar algo de ahorro a mantener los h¨¢bitos intactos y cruzar los dedos para que la tempestad amaine m¨¢s pronto que tarde. No sucede lo mismo al acercarse al surtidor, donde gasolina y gas¨®leo se han abaratado con fuerza una vez digerido en los mercados el desbarajuste por la guerra en Ucrania. Ni al encender el aire acondicionado o poner la lavadora, m¨¢s econ¨®mico que un a?o atr¨¢s al diluirse el temor a una falta de suministro el¨¦ctrico por el corte del gas ruso.
En esta fase de transici¨®n, la narrativa de la p¨¦rdida de poder adquisitivo para importantes capas de la poblaci¨®n ¡ªse salvan, entre otros, pensionistas, y empleados de ciertas empresas, como los 96.000 trabajadores de Mercadona¡ª, convive con otra m¨¢s esperanzadora: la de una progresiva normalizaci¨®n de la inflaci¨®n en Espa?a. Los datos as¨ª lo indican. El IPC de junio fue del 1,9%, por debajo del objetivo del 2% del Banco Central Europeo por primera vez en 26 meses. Y el adelantado de julio no se fue mucho m¨¢s all¨¢, hasta el 2,3%, ?Suponen esas tasas que el coste de la vida es m¨¢s barato que en 2022? No. Para eso ser¨ªa necesaria una deflaci¨®n que casi nadie desea, pues suele ser consecuencia de una ca¨ªda de la demanda, algo negativo para la econom¨ªa, por alentar un c¨ªrculo vicioso de bajadas de precios que reducen beneficios y generan despidos.
S¨ª puede decirse, en cambio, que la inflaci¨®n ha dado un respiro. Los a?os setenta ense?aron que los precios no est¨¢n condenados a bajar tras una subida como si estuvieran sujetos a la fuerza de la gravedad. La historia muestra que pueden dispararse sin tregua durante a?os y a?os: entre mediados de 1973 y finales de 1984 Espa?a vivi¨® ininterrumpidamente con una inflaci¨®n superior al 10%. En los ¨²ltimos 61 a?os ha habido 17 ejercicios en los que alg¨²n mes ha superado ese umbral. El peligro de que la enfermedad se cronificase estaba ah¨ª.
En ese delicado escenario, el cometido m¨¢s acuciante, tanto para el BCE como para el Gobierno, uno en la esfera europea y otro en la nacional, fue frenar la espiral. El primero ha subido los tipos de inter¨¦s para enfriar la econom¨ªa, poniendo fin al dinero barato que durante a?os filtr¨® a la econom¨ªa real. El segundo ha rebajado impuestos a los alimentos b¨¢sicos para abaratar la cesta de la compra y ha lanzado iniciativas para contener la factura de la luz como el tope al gas. El resultado es una desescalada que se ha comido en un a?o 8,5 puntos de inflaci¨®n en Espa?a. Al hacer pol¨ªtica comparada, el Ejecutivo presume de que sus medidas han permitido encajar el golpe mejor que otras grandes econom¨ªas: a la espera de conocer datos de este mes, el Reino Unido ten¨ªa en junio una tasa del 7,9%, y ya en julio, Alemania lidia con una inflaci¨®n del 6,6%, Italia del 6% y Francia del 4,3%.
El mal de muchos, en este caso, no es consuelo de tontos. Aunque es cierto que Espa?a importa inflaci¨®n al comprar a socios donde los precios est¨¢n m¨¢s elevados, contar con una inflaci¨®n m¨¢s baja otorga ventajas competitivas. Las m¨¢s evidentes, turistas que encuentran precios menos aterradores que en otros destinos y empresas espa?olas que exportan m¨¢s barato que sus rivales.
Las previsiones de los principales organismos han ido adapt¨¢ndose a la mejora. El Banco de Espa?a situ¨® su promedio de inflaci¨®n para este a?o en el 3,2%, cinco d¨¦cimas menos. Exactamente el mismo porcentaje espera el Fondo Monetario Internacional, que lo rebaj¨® desde el 4,3% inicial. Todas las predicciones est¨¢n muy lejos del 8,4% registrado en 2022. Y eso tiene otras repercusiones. Al estar ligadas al IPC, el gasto en pensiones es mayor para el Estado cuanto m¨¢s alta sea la inflaci¨®n ¡ªsupondr¨¢ unos 13.700 millones de coste extra para las arcas p¨²blicas en 2023¡ª, si bien tambi¨¦n lo es la recaudaci¨®n: seg¨²n c¨¢lculos de la Autoridad Fiscal, el Gobierno obtendr¨¢ este a?o casi 12.000 millones por el alza de los precios y las subidas de salarios y pensiones. Por tanto, una tasa m¨¢s baja reduce la factura de las pensiones y aminora la potencia de Hacienda para aumentar sus ingresos.
Tan complicado como detectar el comienzo de una crisis puede ser anunciar su final. Por eso cabe preguntarse: ?las revisiones positivas de la inflaci¨®n espa?ola implican que ya se ha superado la crisis? No exactamente. La comparaci¨®n con meses de 2022 en los que la inflaci¨®n se moder¨® dejar¨¢ todav¨ªa algunos coletazos en forma de repuntes a final de a?o que podr¨ªan llevar al ¨ªndice a rozar el 5% temporalmente. Eso es lo que se conoce como efecto base: puesto que el indicador es interanual, tiende a ser m¨¢s alto si 12 meses antes estaba m¨¢s bajo, y a la inversa.
Sin embargo, la tendencia de fondo es favorable. Y salvo imprevistos ¡ªmenos descartables que nunca despu¨¦s de que la pandemia y la guerra en Ucrania dejaran en papel mojado toneladas de sesudos an¨¢lisis¡ª, el tiempo juega a favor de la normalizaci¨®n, como explica ?ngel Talavera, economista jefe de Oxford Economics. ¡°Los efectos base deber¨ªan ir suaviz¨¢ndose paulatinamente. La cuesti¨®n clave es si despu¨¦s de esta fase veremos una inflaci¨®n anclada en torno al 2% o algo por debajo, o si por el contrario se quedar¨¢ por encima del 3%, ya que son dos escenarios con implicaciones muy distintas para la pol¨ªtica monetaria¡±, advierte. Dos riesgos acechan. ¡°Podr¨ªamos tener nuevas distorsiones en los mercados energ¨¦ticos, o factores climatol¨®gicos que podr¨ªan poner otra vez tensi¨®n en los precios de los alimentos¡±, estima Talavera.
Raymond Torres, director de coyuntura econ¨®mica de Funcas, a?ade otras amenazas a esa lista. ¡°El problema de fondo es el comportamiento de la inflaci¨®n subyacente, particularmente en el caso de los servicios. La demanda sigue relativamente fuerte todav¨ªa en Espa?a y otros pa¨ªses europeos, y mantiene una din¨¢mica algo inflacionaria. Si se enquistara podr¨ªa generar un nuevo bucle, con m¨¢s recuperaciones salariales a las moderadas que estamos viviendo este a?o. No lo esperamos, pero eso provocar¨ªa una reacci¨®n adicional del BCE¡±.
Salvando esa eventualidad y posibles consecuencias por la suspensi¨®n del acuerdo de exportaci¨®n de grano entre Rusia y Ucrania, Torres, se muestra optimista, y se?ala que todos los indicadores, incluidos los precios industriales y energ¨¦ticos, o las materias primas agr¨ªcolas, han bajado en los mercados internacionales, y las perspectivas son buenas, por lo que no hay que encender las alarmas cuando a finales de a?o el IPC vuelva a crecer. ¡°Pasar de un 2% al 5% puede dar la sensaci¨®n de que estamos ante un retorno de la inflaci¨®n, pero es algo puramente estad¨ªstico¡±.
Europa, con una inflaci¨®n en julio del 5,3%, superior hoy a la espa?ola en tres puntos, recortar¨¢ la distancia. Y Talavera prev¨¦ incluso un adelantamiento. ¡°Sigue por encima porque los precios energ¨¦ticos est¨¢n cayendo m¨¢s despacio que en Espa?a, pero el proceso desinflacionario se intensificar¨¢ en los pr¨®ximos meses, y es posible que veamos la inflaci¨®n de la eurozona por debajo de la espa?ola a final de a?o¡±.
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