Joan Sanchis: ¡°El ¨²nico enemigo de la jornada de cuatro d¨ªas es el empresario que persiste en estrategias obsoletas¡±
El economista defiende una reducci¨®n del tiempo de trabajo en su libro ¡®Cuatro d¨ªas¡¯: ¡°Es una enmienda a la creencia de que la presencialidad sacrosanta es suficiente para ser productivo¡±
Joan Sanchis (Benig¨¤nim, 33 a?os), profesor asociado de Econom¨ªa Aplicada en la Universitat de Val¨¨ncia, defiende con pasi¨®n la jornada de cuatro d¨ªas. Tiene un argumento preparado para cada duda sobre esta revolucionaria pol¨ªtica, que ha intentando impulsar durante su etapa como asesor en la Conselleria de Econom¨ªa Sostenible de la Generalitat Valenciana. Condensa estas ideas en Cuatro d¨ªas (Barlin Libros), un libro en el que propone ¡°trabajar menos para vivir en un mundo mejor¡±.
Pregunta. ?Cu¨¢l es el motivo principal por el que cree que las empresas deber¨ªan implantar la jornada de cuatro d¨ªas?
Respuesta. Por un lado la mejora de la productividad. Las jornadas largas son poco rentables, en Espa?a lo sabemos muy bien. Y, por otro lado, la retenci¨®n y captaci¨®n de talento, sobre todo en sectores donde la competencia por la mano de obra es elevada, como el tecnol¨®gico.
P. ?Es viable en todos los sectores? ?Tambi¨¦n en los que dependen de mano de obra intensiva, como la hosteler¨ªa?
R. La historia lo demuestra. Durante los ¨²ltimos 200 a?os hemos sido capaces de mejorar la productividad y ha sido compatible con reducciones del tiempo de trabajo. Pero es evidente que el tejido econ¨®mico actual no es el de entonces, m¨¢s homog¨¦neo. Esto exige que las reducciones se encaucen de una manera m¨¢s plural. Cada sector tiene que poder adaptar estas demandas a sus necesidades.
P. Algunos sectores de la sociedad han tachado el debate de la jornada de cuatro d¨ªas como elitista. ?A qu¨¦ cree que se debe esta reacci¨®n?
R. Hay parte de ello. Es verdad que los sectores donde m¨¢s est¨¢ avanzando esta medida est¨¢n muy bien retribuidos. Esto es normal, los debates siempre se han abierto en sectores punteros. Durante la industrializaci¨®n tuvo lugar en la industria y no en la agricultura. La pregunta es si somos capaces de extender esta din¨¢mica al resto de la econom¨ªa. Soy optimista porque gracias a este debate se hacen nuevas preguntas. Por ejemplo, ?por qu¨¦ seguimos trabajando 40 horas desde hace m¨¢s de cien a?os? Creo que est¨¢ abriendo una conversaci¨®n entre empresas, trabajadores y tejido asociativo que puede conducir a un cambio de perspectiva. Ahora tenemos nuevos argumentos sobre la mesa, que tienen que ver con la igualdad de g¨¦nero o la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Es una de las pocas medidas que puede aglutinar intereses muy divergentes.
P. Como mencionaba antes la jornada laboral no cambia desde hace m¨¢s de un siglo. Y algo en lo que muchos expertos coinciden es que en los ¨²ltimos a?os los trabajadores han perdido poder, que el mercado laboral se est¨¢ atomizando. ?Est¨¢ la clase trabajadora en una mejor posici¨®n que en etapas anteriores para conseguir esa reducci¨®n?
R. No s¨¦ si estamos en una mejor posici¨®n, pero s¨ª en una diferente. A lo largo de la historia la reducci¨®n del tiempo de trabajo ha sido impulsada por una visi¨®n obrerista, a trav¨¦s de los sindicatos. Lo que vemos durante las ¨²ltimas d¨¦cadas es un estancamiento de esta posibilidad, en parte porque los sindicatos han fijado sus prioridades en asuntos como la mejora de los salarios, dada la p¨¦rdida de poder adquisitivo de los ¨²ltimos a?os. Y es normal que esto haya sido as¨ª.
Estamos viendo una nueva coalici¨®n de actores, que incluye a empresas, sociedad civil, academia o partidos pol¨ªticos, bastante extra?a en t¨¦rminos hist¨®ricos. Por primera vez hay un horizonte transformador que pueda aglutinar a diferentes partes y que no se trata solo de un conflicto entre capital y trabajo. Esto para m¨ª es lo interesante, y es lo que puede hacer que la jornada laboral de cuatro d¨ªas funcione y se implante incluso voluntariamente en algunas empresas. Obviamente con todas las cautelas, ya que algunas empresas est¨¢n utilizando este tipo de medidas como una manera de enmascarar agresiones como una flexibilizaci¨®n extrema de las jornadas.
P. El Estado emplea a millones de trabajadores a los que podr¨ªa aplicar la jornada de cuatro d¨ªas. ?Ser¨ªa buena idea que esto sirviera como ejemplo para el sector privado?
R. Rotundamente s¨ª. Pero no tiene que ser el ¨²nico paso. Centrarse solo en el sector p¨²blico, que ser¨ªa lo m¨¢s f¨¢cil, ser¨ªa un error: puede dar la sensaci¨®n de que los empleados p¨²blicos son privilegiados. Teniendo en cuenta, adem¨¢s, que en el sector p¨²blico la jornada laboral media ya es menor. El trabajo importante est¨¢ en desarrollar nuevas pol¨ªticas proactivas conjuntamente con una regulaci¨®n de base.
P. ?Qu¨¦ papel juega el teletrabajo en la jornada de cuatro d¨ªas? ?Tienen alguna relaci¨®n o son debates independientes?
R. Todo est¨¢ relacionado. Lo que subyace a todos estos debates es una enmienda a la creencia de que la presencialidad es suficiente para ser productivo, a esta presencialidad sacrosanta que en nuestro pa¨ªs es muy evidente. Es una enmienda que pide organizar el trabajo de forma flexible, a trav¨¦s del teletrabajo o de jornadas de cuatro d¨ªas o 32 horas.
P. ?Qui¨¦n o qu¨¦ es el principal enemigo de la jornada de cuatro d¨ªas?
R. Los ¨²nicos enemigos son una parte de la clase empresarial que todav¨ªa est¨¢ centrada en estrategias competitivas obsoletas y completamente caducas. No son capaces de ver m¨¢s all¨¢ del medio largo plazo. Evidentemente hay algunos en Espa?a, ?no?
Todas aquellas personas capaces de ver m¨¢s all¨¢ saben que abordar transformaciones organizativas hoy puede resultar en mejoras productivas en unos a?os. Las pruebas emp¨ªricas disponibles, las pruebas piloto que se han hecho, demuestran que es una medida que puede funcionar. No es una varita m¨¢gica, necesita de la cooperaci¨®n de empresas, formaci¨®n de los trabajadores y m¨¢s condicionantes, pero que tiene la potencialidad de agrupar a compa?¨ªas, empleados y a toda la sociedad civil en una propuesta que nos ofrece vivir mejor. Trabajar menos para vivir mejor.
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