La gesti¨®n de los mes¨ªas
Ante el retroceso de la Iglesia cat¨®lica, fenecida la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, el protestantismo alza su voz en Am¨¦rica, y no solo desde el p¨²lpito. Gobiernos como los de Guatemala y Brasil, entre otros, dan voz a los evang¨¦licos
La canonizaci¨®n de monse?or ?scar Romero, asesinado en San Salvador en 1980 por un sicario paramilitar, y la rehabilitaci¨®n vaticana del sacerdote Ernesto Cardenal, vergonzantemente amonestado por Juan Pablo II por la afinidad del entonces sandinista a la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, son hechos que trascienden lo religioso. Su dimensi¨®n hist¨®rica y pol¨ªtica es evidente, pero tambi¨¦n su simbolismo ante una marea evang¨¦lica que no solo ha hecho retroceder a la Iglesia de Roma en Am¨¦rica, sino tambi¨¦n impuesto programas y Gobiernos a cambio de votos. Contrarios a la paz, qu¨¦ paradoja, los evang¨¦licos inclinaron del lado del no el resultado del refer¨¦ndum sobre el acuerdo con las FARC en Colombia.
En Centroam¨¦rica, la penetraci¨®n evang¨¦lica alcanza las m¨¢s altas instancias de poder. El presidente de Guatemala, Jimmy Morales, es pastor, como lo fue el dictador R¨ªos Montt, tan manchado de sangre. Morales promueve una amnist¨ªa para cr¨ªmenes de lesa humanidad perpetrados durante la guerra civil ¡ªla m¨¢s larga de la regi¨®n, y en la que R¨ªos Montt desempe?¨® un papel criminal¡ª que vulnera la legislaci¨®n del pa¨ªs y la ley de reconciliaci¨®n nacional. De nuevo, como entonces, la alianza entre poderes que alimenta la impunidad institucional, en detrimento de la justicia.
Huelga reivindicar o recusar, a estas alturas, la teolog¨ªa de la liberaci¨®n; tambi¨¦n recordar sus concomitancias con movimientos de inspiraci¨®n marxista (las guerras civiles de Centro¨¢merica de los ochenta son el ejemplo). Pero su modelo de iglesia, una iglesia inclusiva y altermundialista antes de que existieran esos conceptos, tiene eco en los mensajes de Francisco frente a los de la internacional evang¨¦lica; ese magma de denominaciones, algunas sectas y diezmos copiosos, cuando no grandes corporaciones como en Brasil.
El ultra brasile?o Jair Bolsonaro fue ungido por los evang¨¦licos, con nutrida bancada en el Congreso. En las ant¨ªpodas ideol¨®gicas, el izquierdista Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador sustenta su mandato en un peque?o socio protestante, de moral cavernaria. Porque es la moral, es decir, lo individual, y no lo social ¡ªen un continente de abisales injusticias estructurales¡ª, lo que anima a estas mesnadas fervorosas, distra¨ªdas de la perentoria necesidad de justicia y progreso de amplias capas de la poblaci¨®n pese al crecimiento de algunos pa¨ªses y el acceso a la clase media de muchos. Pero la marginaci¨®n persiste; como la invisibilidad de los ind¨ªgenas, los campesinos e incluso las mujeres, o la violencia sistem¨¢tica contra los activistas. El caso de Guatemala es paradigm¨¢tico: corrupci¨®n end¨¦mica, militares de l¨ªnea dura y pobreza inicua.
Esa Latinoam¨¦rica palpitante, desequilibrada, vuelve a estar bajo el foco. Por ver en qu¨¦ para alianza entre mesianismo y gesti¨®n administrativa, entre el fervor y el Estado. Y porque la involuci¨®n la sufrir¨¢n los de siempre, a¨²n m¨¢s silenciados.
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